En marzo y siempre: 8M 2019, huelga feminista, tambi?n de consumo

Entre tanto partido pol?tico batallando por aparecer en la huelga feminista, por canalizarla, por utilizar a las mujeres, suena fresca la voz del ecofeminismo.



HUELGA FEMINISTA
En marzo y siempre: 8M 2019, huelga feminista, tambi?n, de consumo
La huelga feminista, del pr?ximo 8 de marzo, se convoca como laboral, de estudios, de cuidados y de consumo. Igual de importante que las dem?s, es la huelga de consumo por su valor para visibilizar nuestra cr?tica al modelo de producci?n y distribuci?n que provoca grandes impactos ambientales y sociales, sobre todo en las mujeres.

MARIEN GONZ?LEZ, MARTA PASCUAL, KATEMIDA MORRI
COMISI?N DE ECOFEMINISMO ECOLOGISTAS EN ACCI?N

El Salto
2019-03-04 09:00:00

El pr?ximo 8 de marzo volvemos a convocar y a estar convocadas a una huelga feminista general: laboral, de estudios, de cuidados y de consumo. Esta ?ltima, la huelga de consumo, tiene un especial valor para ayudarnos a tomar conciencia y hacer visibles nuestras cr?ticas a las pr?cticas de producci?n, distribuci?n y contaminaci?n, que provocan grandes impactos ambientales, mercantilizan la vida y explotan o hacen invisibles trabajos de cuidados, usualmente llevados a cabo por las mujeres.

M?s en concreto, la huelga de consumo anima a no comprar, por ejemplo, ropa en H&M o fresas de los invernaderos de Huelva donde se explota a trabajadoras migrantes. El objetivo de estas propuestas no es acabar en un solo d?a con el orden econ?mico neoliberal patriarcal (?aunque no sea por falta de ganas!) sino permitir dar visibilidad a, por ejemplo, la ?ltima huelga de las trabajadoras textiles de Bangladesh, o denunciar la situaci?n de las temporeras marroqu?es de la fresa. De hecho, estos dos ejemplos no son casos aislados, sino que muestran una matriz com?n de la explotaci?n capitalista del medio ambiente y los cuerpos y los trabajos de las mujeres, especialmente las marginalizadas por cuestiones de raza, clase, etc.

Darnos cuenta y dar cuenta de los nexos comunes entre patriarcado, capitalismo y colonialismo, de c?mo comparten cultura y pr?cticas de subordinaci?n, explotaci?n y violencia social y ambiental, es otra de las motivaciones de esta huelga. Adem?s, frente a estas l?gicas, cada d?a y especialmente el 8 de marzo queremos mostrar que hay otras formas de consumir, saludables, sostenibles y responsables; basadas en la justicia, la solidaridad y la cooperaci?n.

El consumo es s?lo un eslab?n de la s?lida cadena que vincula extracci?n de materiales, producci?n, distribuci?n, consumo y generaci?n de residuos. Los an?lisis ?de la cuna a la tumba? de muchos productos, tambi?n llamados ?de mina a vertedero?, desvelan los da?os que se producen en todos los estadios del ciclo de vida completo de los productos que consumimos. En cada uno de ellos podemos encontrar pr?cticas que deterioran nuestras vidas (especialmente las de la poblaci?n m?s empobrecida, mayoritariamente, mujeres) y las de nuestro medio natural. Desde una perspectiva feminista, adem?s, tenemos la oportunidad para dar cuenta de c?mo las tareas de aprovisionamiento dom?stico en el orden patriarcal caen de manera sistem?tica sobre las mujeres, as? como las tareas de cuidados, cocina, limpieza, afectando por tanto, tambi?n, de manera desigual a los cuerpos de hombres y mujeres.

Las organizaciones convocantes de la Huelga de Consumo del 8M proponemos que ese d?a (quiz? mejor ese mes o, por qu? no, toda la vida) dejemos de comprar lo innecesario, de consumir energ?a en exceso, de derrochar alimentos, de utilizar autom?viles para desplazarnos, de adquirir productos fabricados por la industria que experimenta con animales, u objetos a los cuales se aplica la ?tasa rosa?, de comprar productos sobre-envasados, o de realizar transacciones bancarias. Son muchas las acciones posibles para quitar el alimento a un sistema que nos roba el tiempo de vida y reduce nuestras probabilidades de supervivencia.

Sin embargo, hay muchas personas, y especialmente tambi?n mujeres, dada la tendencia a la feminizaci?n de la pobreza, para las que la reducci?n de consumo no es una opci?n: que no pueden poner la calefacci?n o arreglarse la dentadura. La huelga de consumo tambi?n permite reflexionar sobre esto: que los consumos necesarios para vivir respetando la tierra, no pueden ser un lujo, como no queremos que sea un lujo sobrevivir en un planeta de recursos decrecientes.

La huelga de consumo es, por tanto, no s?lo un momento puntual de activismo anticonsumista, sino el punto de partida de un cambio de pensamiento y de vuelta al sentido com?n: de abandono de h?bitos de sobreconsumo. Es una ocasi?n para activar un proceso de deconstrucci?n personal y colectiva de los estereotipos que se nos han inoculado a trav?s de constantes mensajes publicitarios. Esos que transmiten unos modelos vol?tiles y cambiantes, pero tienden a mostrar a las mujeres como objeto sexual que cumple con los roles de g?nero impuestos por la cultura patriarcal. La venta de ropa, perfumes, coches o palitos de merluza son ocasiones que el mercado no desperdicia para decirnos a las mujeres d?nde tenemos que estar y c?mo hemos de comportarnos. Las im?genes que nos transmiten, minando nuestra autoestima, tienen como objetivo estimular el consumo de productos de belleza, moda, higiene, etc., en muchos casos t?xicos para el ambiente en su fase de producci?n y desecho, y t?xicos tambi?n para la salud en su fase de consumo.

La huelga de consumo feminista nos recuerda que el consumo es un acto pol?tico, una ?peque?a? acci?n que puede transformar la huella negativa que deja nuestra compra en un acto con un impacto positivo. Este acto pol?tico puede saltar de escala si se organiza de forma colectiva y se extiende como una mancha de aceite. La alternativa est? en nuestras manos: poner el freno, reducir el consumo, ganar a m?s personas para nuestra causa.

Despu?s del 8M ser? necesario que sigamos activas para mantener estas pr?cticas: reducir, reutilizar lo que tenemos antes de reciclar, darle una nueva vida, reparar, oponernos a la obsolescencia no s?lo de la tecnolog?a, sino tambi?n de las modas; intercambiar, compartir, donar, reducir los residuos? Y denunciar cualquier producto cuya producci?n y distribuci?n no haya respetado los derechos de las personas, del ambiente y de todos los seres vivientes. Esto supone cambiar nuestra forma de consumir y de pensar para convertirnos en agentes activos del cambio, no s?lo por motivos ideol?gicos y ?ticos, sino tambi?n por el placer de compartir y ganar tiempo y calidad de vida al consumir m?s responsablemente. Compartir bienes y servicios es una pr?ctica que no s?lo resuelve necesidades con menos recursos, sino que fortalece nuestras redes sociales. ?Dos por uno! (como en el s?per, al que no iremos). En lugar de confundir la felicidad con el poseer, de asimilar la satisfacci?n personal a la adquisici?n de bienes y servicios, deseamos visibilizar pr?cticas de vida y de consumo donde la fuente de satisfacci?n personal individual y colectiva est? en las relaciones interpersonales, las redes sociales y familiares, en el entendimiento, la solidaridad y la actividad colaborativa.

En oposici?n a los mercados que subordinan la vida de las personas al beneficio monetario, queremos visibilizar otras pr?cticas que pongan en el centro las vidas de las personas, del planeta y de todos los seres vivientes. Esta huelga de consumo es una llamada tambi?n a ese otro consumo, de pr?cticas justas y sostenibles desde el punto de vista socioambiental: el que apoya y paga justamente a las mujeres del Sur, el de los proyectos agroecol?gicos, el comercio de proximidad, las cooperativas de energ?a limpia, los grupos de consumo y la econom?a social, o el transporte colectivo y ecol?gico.

Por todo esto paramos tambi?n el consumo el 8 de marzo. Porque necesitamos otra forma de organizar las relaciones y la econom?a. Porque no queremos que haya m?s ropa manchada de trabajo precario ni fresas recogidas entre t?xicos, dolor y miedo.