Bashar Asad se corona sobra las ruinas de Siria

En Daraa se ha cerrado un c?rculo de ocho a?os.El 15 de marzo de 2011, al calor de la Primavera ?rabe, unos chavales furiosos con el presidente y oftalm?logo Bashar Asad grafitearon en uno de sus muros: ‘Es tu turno, doctor’. El salvaje castigo que sufrieron desat? la indignaci?n popular en esta localidad sure?a, que pasar?a a ser conocida como ‘la cuna de la Revoluci?n’. Hace una semana, la erecci?n de una estatua dedicada al padre del pais, cerca de aquel muro, volvi? a encender las calles.
A los cientos que protestaron contra el monumento a Hafez Asad, el fundador de la dinast?a baazista que gobern? por 29 a?os, poco les import? que Daraa est? bajo control oficial. Pancartas como “Caer?. Tu estatua es del pasado, no es bienvenida” circularon entre c?nticos como “Siria es nuestra, no para la casa de Asad”.



Bashar Asad se corona sobre las ruinas de Siria

2019-03-19
EL MUNDO

En Daraa se ha cerrado un c?rculo de ocho a?os.El 15 de marzo de 2011, al calor de la Primavera ?rabe, unos chavales furiosos con el presidente y oftalm?logo Bashar Asad grafitearon en uno de sus muros: ‘Es tu turno, doctor’. El salvaje castigo que sufrieron desat? la indignaci?n popular en esta localidad sure?a, que pasar?a a ser conocida como ‘la cuna de la Revoluci?n’. Hace una semana, la erecci?n de una estatua dedicada al padre del pais, cerca de aquel muro, volvi? a encender las calles.

A los cientos que protestaron contra el monumento a Hafez Asad, el fundador de la dinast?a baazista que gobern? por 29 a?os, poco les import? que Daraa est? bajo control oficial. Pancartas como “Caer?. Tu estatua es del pasado, no es bienvenida” circularon entre c?nticos como “Siria es nuestra, no para la casa de Asad”. “Asad mat? a nuestros familiares y amigos, no les olvidaremos ni perdonaremos lo que hicieron. Destruyeron nuestras tierras y nuestras casas”, lament? un manifestante al medio The National.

“En Daraa fueron realmente valientes”, opina por tel?fono Abdulkafi Alhamdo, un maestro de ingl?s que huy? de Alepo a finales de 2016, tras uno de los llamados acuerdos de reconciliaci?n. “En ocho a?os la gente ha conocido qu? es la muerte, pero tambi?n qu? es la libertad, por lo que rechazan volver a estar bajo control de Asad”, explica. “Durante la reconciliaci?n se prometi? que no se arrestar?a a quienes permanecieran, pero al final se arrest?. El r?gimen ha demostrado que no es de fiar”.

Los acuerdos de reconciliaci?n se forjaron entre Gobierno y opositores, con mediaci?n rusa, tras asedios devastadores sobre ?reas rebeldes. Con los alzados casi rendidos, ofrecieron una v?a de salida a los m?s d?scolos y, a quienes aceptaran el control oficialista, una promesa vaga de no ser perseguidos. “Aunque se publicitan como reconciliaciones, la situaci?n sigue siendo conflictiva bajo el punto de vista social. La gente puede volver a sus casas y hacer vida normal, pero la estabilidad no est? garantizada”, matiza Gabriel Garroum, investigador en el departamento de Estudios de la Guerra de King’s College.

Lo sucedido en Daraa demuestra que una guerra no se acaba cuando el ganador iza su bandera. Alrededor todo es ruina. Muchos habitantes se desplazaron. Las luchas fratricidas han sedimentado en un poso de desconfianza casi irrecuperable. Eso es Siria hoy. “Asad ha ganado, pero al mismo tiempo ha perdido Siria, porque la ha entregado a Rusia e Ir?n, y ha perdido al pueblo sirio, que no tolerar? ni su Gobierno ni su existencia sin rendir cuentas”, denuncia Jalid Hamud, uno de los manifestantes en Daraa.

La Red Siria para los Derechos Humanos, que ha tratado de hacer recuento de v?ctimas del conflicto, acaban de publicar la cifra de 223.161 muertos en ocho a?os. Otros la elevan a medio mill?n. El 88,91% de ellos murieron bajo fuego asadista o de sus aliados rusos e iran?es; el Estado Isl?mico (IS) y otros grupos extremistas mataron a m?s de 5,400 personas y la coalici?n occidental, orquestada para acabar con los yihadistas - que se hicieron fuertes gracias a los petrod?lares y al apoyo log?stico turco -, a m?s de 3,000 sirios. Seis millones de sirios han sido desplazados internos y 5,6 millones se han tenido que refugiar en pa?ses extranjeros, huyendo de una violencia para, en muchos casos, recalar en otra. M?s de cien mil sirios siguen desaparecidos.

Las protestas nacidas en Daraa se extendieron durante 2011 por los suburbios de las principales ciudades y por capitales provinciales conservadoras. Unieron a j?venes e intelectuales, que cre?an ver en ellas una oportunidad para democratizar Siria, a ?lites conservadoras sun?es, tradicionalmente enfrentadas al r?gimen secularista del Baaz, y a campesinos reci?n migrados a las ciudades, empobrecidos en los ?ltimos tiempos. Todos testigos de un poder corrompido y sostenido por un gran aparato de seguridad.

La respuesta violenta a las protestas recrudeci? la situaci?n en las calles sirias hasta que, en verano de 2011, se organiz? una milicia integrada por desertores del ej?rcito sirio, con apoyo extranjero. Su avance territorial creci? al mismo tiempo que lo hizo la radicalizaci?n ideol?gica de ciertos grupos aliados, que acabar?an ali?ndose con Al Qaeda o fundando el Estado Isl?mico. S?lo la intervenci?n directa de Rusia, el 30 de septiembre de 2015, junto con las fuerzas chi?tas mantenidas con Ir?n salv? el trono de Asad.

Las tornas han cambiado hoy. Los leales a Damasco dominan todas las grandes urbes industriales. S?lo el norte escapa a su control. La oposici?n, capitalizada por radicales, preserva Idlib, una provincia noroccidental, bajo amenaza de ataque, con tres millones de desplazados. Turqu?a y varios grupos alzados mantienen una franja septentrional de la provincia de Alepo. Una alianza de mayor?a kurda gestiona el noreste y este de Siria, donde se concentran las reservas de hidrocarburos. El IS es casi historia.

“El debate de los ?ltimos a?os giraba en torno a qu? hacer con Asad; hoy, es sobre c?mo reconstruir el pa?s, normalizar las relaciones diplom?ticas y qu? hacer con los refugiados”, resume Garroum. La ONU estima en cerca de 350,000 millones de euros el precio de reconstruir el pa?s, cantidad que ni Siria ni sus socios Rusia e Ir?n - de quienes depende econ?mica y militarmente - pueden costear. Entre quienes aspiran a colaborar est?, parad?jicamente, Arabia Saud?, apoyo de la oposici?n armada. Emiratos reabri? su embajada, se cree, para canalizar las comunicaciones con Riad.

Este proceso, particularmente para los civiles que pretenden volver a la normalidad, se antoja traum?tico. “A los desplazados que quieren volver se les identifica como rebeldes, y eso genera una sensaci?n de inseguridad tremenda a la hora de reclamar una propiedad”, subraya Gabriel Garroum. “Si tu casa est? destruida, y quieres ejercer tus derechos sobre la propiedad, necesitas papeles y tr?mites presenciales, los cuales te identifican pol?ticamente por haberte ido”, ejemplifica. Por eso, Abdulkafi Alhamdo ve lejano su retorno: “Esta guerra me ha arrebatado a alumnos y amigos pero, sobre todo, me ha arrebatado mi confianza en la comunidad internacional. Hay algo diab?lico en este mundo”.