El nuevo pan?ptico y la revoluci?n comunicacional

Cuanto m?s se acrecienta la interactividad global, m?s se impone la exigencia de una visi?n pan?ptica y totalitaria.



El nuevo pan?ptico y la revoluci?n comunicacional

El nuevo Pan?ptico y la revoluci?n comunicacional, es un trabajo realizado por Emilio J. Corbi?re
?Cuanto m?s se acrecienta la interactividad global, m?s se impone la exigencia de una visi?n pan?ptica y totalitaria. A la famosa ?burbuja virtual? de la econom?a del mercado ?nico le sucede esta burbuja visual donde la amplificaci?n de las apariencias desempe?ar? muy pronto el mismo papel multiplicador que el de la especulaci?n financiera?.

Paul Virilio (?Televigilancia global?)
La revoluci?n cient?fico-t?cnol?gica est? conmoviendo la vida humana, sus pautas sociales, culturales, econ?micas y pol?ticas. Estos avances cient?ficos auguran, o deber?an augurar, al menos, un futuro promisorio. Pero tambi?n es cierto que, como en los casos de la ingenier?a gen?tica y las comunicaciones, existen interrogantes ?tico-sociales y pol?ticos que deben ser resueltos para que estos cambios transformadores no se conviertan en nuevas formas de coerci?n y autoritarismo.

El ojo de Dios est? siendo reemplazado por el ojo de la Humanidad. La revoluci?n comunicacional y cibern?tica, mediante los sat?lites, lo est? permitiendo. La utilizaci?n de los sistemas de televigilancia satelital denominados Echelon (norteamericano), Enfopol (europeo) y Sorm (ruso) han puesto de relieve los problemas que plantean a las libertades individuales y de las naciones, problemas que superan las visiones apocal?pticas de Julio Verne, George Orwell, James Burnham, Jack London y Ray Bradbury, quienes desde distintas ?pticas, previeron y describieron de manera fant?stica las formas totalitarias reales contempor?neas.

Esta situaci?n a la que se suman el uso de internet y todas las expresiones de la telem?tica, ha cambiado la realidad del espacio-tiempo de nuestros desplazamientos f?sicos y la perspectiva que organizaba, desde hace m?s de cinco siglos, nuestra visi?n del mundo. Hay, entonces, una realidad actual e inmediata en la cual se desplaza nuestro cuerpo y en la cual reflexionamos, y una realidad virtual (multimedi?tica) en la cual se inserta cada vez m?s a menudo nuestra relaci?n con el mundo y con quienes est?n lejos, en otras regiones o continentes, en los ant?podas.

Se sostiene que la globalizaci?n comunicacional nos acerca a esas personas y regiones; pero lo cierto es que, por el contrario, se produce un efecto inverso, de tipo fragmentador, donde el mundo virtual nos separa de la relaci?n cotidiana y de la interacci?n humana. Otro tanto ocurre con la informaci?n. Es enorme el acopio de informaci?n a trav?s de la radio, la televisi?n por cable o satelital, mediante el uso de internet o la prensa escrita. Pero esa informaci?n medi?tica y abrumadora, disminuye el esp?ritu cr?tico del receptor. Salvo el caso del internet, donde a veces se posibilita el di?logo telem?tico, el resto de la informaci?n est? impuesto, y muchas veces, manipulado. De esta manera se impide el di?logo, el debate, la valoraci?n, la cr?tica junto a otros. Se rompen los v?nculos comunitarios y la vida social activa.

El principio de solidaridad es un v?nculo fundamental que, con la modernidad, ayud? a los hombres y mujeres a convivir, a buscar reglas de consenso, tanto en la vida familiar como social, evitando la guerra y la destrucci?n que hab?a caracterizado a la sociedad antigua. Es cierto que el principio de la solidaridad entre los pueblos fue desmentido por luchas fratricidas, por la oposici?n de intereses econ?micos y de poder, y que las dos guerras mundiales cuestionaron. Pero el plexo valorativo que un?a a la solidaridad con los valores de libertad, justicia, paz y cooperaci?n siempre estuvo presente desde las brutales guerras de religi?n que sufri? particularmente Europa a partir del siglo XVI. Lo que plante? en el final del siglo XX la posmodernidad, la teor?a del ?fin de la historia? y de las ideolog?as, especialmente con Daniel Bell y Francis Fukuyama, ha sido la transformaci?n del humanismo que ven?a del Renacimiento, del iluminismo y del historicismo, por la creaci?n del hombre ?light? (suave), hedonista, narcisista, insolidario, brutalmente individualista, que reemplaza los valores de la democracia por los del m?tico mercado. Hombre, por supuesto, hiper consumidor y que, hoy por hoy, podr?amos graficar metaf?ricamente como sentado ante una pantalla, pasivo, dej?ndose invadir por im?genes fascinantes.

As? la pol?tica se transforma en ?espect?culo hedonista? (nunca en lucha de intereses o de clases sociales), el hombre y la mujer se realizan supuestamente en el ?mercado? y el paradigma no son valores revolucionarios, ?ticos o religiosos sino el ?consumismo?. Surgir?a as? una suerte de individualismo narcisista y psicologista donde el vac?o de la vida ser?a completado a partir de grupos de inter?s limitados, de conciencia y pr?ctica social segmentada. La vida no se realizar?a en los partidos pol?ticos, los sindicatos, las organizaciones culturales o solidarias, sino en grupos muy limitados, quiz? solo incluso, ante una pantalla generadora de im?genes electr?nicas. La ?tica es una ??tica indolora? que antepone siempre los derechos a los deberes (pragmatismo sin principios) cuyo m?ximo de moralidad es la ??tica de la empresa capitalista?.

El ?modo de comunicaci?n?

En este sentido, hay una verdadera mutaci?n de la sociedad. En cuanto a los sistemas de comunicaci?n, se ha comenzado a estudiar en los medios cient?ficos y acad?micos lo que se denomina ?modo de comunicaci?n?. Esta concepci?n va m?s all? de los l?mites del an?lisis positivista, estructuralista, fenomenol?gico y weberiano, conocidos hasta los a?os setenta. Despu?s de Vigilar y castigar de Michel Foucault, las corrientes mencionadas quedaron de alguna manera entre par?ntesis y ninguna de ellas pueden ignorar los nuevos sistemas de dominaci?n.

El ?modo de informaci?n? designa al campo de la experiencia ling??stica, cuyas relaciones estructurales b?sicas cambian en cada per?odo, exactamente como las relaciones del modo de producci?n, hecho que no fue previsto por el marxismo de los cl?sicos, cuesti?n que se expone ahora ante la realidad social mediante las complejas formas de comunicaci?n e informaci?n.

El mercado tambi?n se ha transformado. La estructura de la significaci?n en la publicidad ha cambiado y los medios electr?nicos favorecen tambi?n este tipo de proceso. Pero esta revoluci?n en manos de sectores que la utilicen para la coerci?n, permite vigilar mensajes y acciones, al mismo tiempo que completan el proceso de automatizaci?n de la producci?n.

Para tener una visi?n de conjunto debemos recordar las cinco grandes revoluciones comunicacionales: 1) la imprenta, el invento de Gutenberg logrado en 1445, que impuls? la Reforma protestante y un cambio total en las costumbres y en la sociedad; 2) la radio, que desde la d?cada del veinte del siglo XX impuls? la cultura auditiva de masas; 3) la revoluci?n ic?nica o de la imagen, con la incorporaci?n del cine y la televisi?n; 4) la computadora y su uso masivo a partir de los a?os ochenta del pasado siglo y 5) la multimedia y el internet, que ha reunido la telefon?a, la televisi?n y la computadora, marcando en este momento la pauta de la nueva cultura comunicacional.

As? es que nos encontramos ante medios electr?nicos de comunicaci?n que hacen estallar los l?mites del espacio-tiempo de los mensajes, permiten la vigilancia de mensajes y acciones, desespacializan ciertos tipos de trabajo, hacen que los significantes sean flotantes en relaci?n con sus referentes, sustituyen ciertas formas de relaciones sociales, modifican la relaci?n texto/autor, extienden al infinito la memoria humana y socavan la ontolog?a cartesiana del sujeto y del objeto. La ?realidad? se constituye en la dimensi?n ?irreal? de los medios de comunicaci?n como nunca el hombre pudo imaginar desde la invenci?n de la imprenta y el comienzo de la revoluci?n comunicacional con Norbert Wiener, en 1948, cuando impuls? los estudios cibern?ticos. Wiener era un humanista que advirti? tempranamente que sus elaboraciones deb?an ser utilizadas para el crecimiento de la humanidad y el bienestar social, y no para generar sistemas totalitarios.

A prop?sito del ?modo de comunicaci?n?, Mark Poster sostuvo que ?en esta esfera ya no hay actos puros; s?lo hay representaciones ling??sticamente transformadas que son los actos mismos. Estos conceptos muestran el car?cter totalmente nuevo de la experiencia ling??stica, un car?cter que tiene un alcance inestimable para reconstruir el mundo social incluso estructuras de dominaci?n enteramente nuevas. Los historiadores empe?ados en el proyecto de emancipaci?n, ya sea en una ?ptica liberal, ya sea en una ?ptica marxista o de otra ?ndole, deben preocuparse por analizar el modo de informaci?n, proyecto en el cual la teor?a del modo de producci?n no les servir? de gran ayuda? (1).

Medios electr?nicos e imprenta

Lo que diferencia a los medios electr?nicos de la imprenta es su m?ltiple capacidad de direcci?n, que es muy compleja. La imprenta emite significantes partiendo de una fuente, la computadora recoge significantes que le llegan de todas partes; mientras la imprenta extiende la ?influencia? del sujeto comunicante o del texto que comunica, la computadora autoriza al receptor de los significantes a controlar el emisor. Los centros de poder se convierten en destinatarios pan?pticos cuya ?memoria? es una nueva estructura de dominaci?n. Un banquero almacena por computadora el comportamiento econ?mico y personal de sus clientes y los comunica a otros banqueros o empresarios por un precio. La experiencia comunicativa se ha modificado. Los medios electr?nicos fomentan la dispersi?n de la comunidad, pero facilitan al mismo tiempo su vigilancia. Lo del banquero u otro agente es la ?datavigilancia?, denominada as? por Roger Clarke en 1994: ?El uso sistem?tico de bases de datos personales en la investigaci?n o monitoreo de las acciones o comunicaciones de una o m?s personas?.

Otro tanto ocurre con el dinero pl?stico. Las ?tarjetas de cr?dito? no son la bandera del fin del milenio, como sostuvo desaprensivamente Giles Lipovetsky. Por el contrario, constituyen un asalto de la privacidad en tanto sean utilizadas como fuente de datos que se venden en un mercado ilegal paralelo. La informaci?n, que d?a a d?a dejan millones de personas en el tr?mite administrativo donde se utiliza dinero pl?stico, implica conocer h?bitos de consumo y hasta la vida ?ntima de las personas (2). Otro tanto ocurre con el mercado laboral donde las ?listas negras? circulan entre los conglomerados empresarios, dejando en la calle a cualquiera que se oponga a una injusticia, o demande por justas reivindicaciones. En tiempos de paro forzado, de desocupaci?n estructural, donde se reasegura un enorme ?ej?rcito de reserva? laboral, que encubre formas de servidumbre y llega hasta casos de esclavitud con los indocumentados, este tipo de vigilancia se transforma en un arma brutal, mucho m?s que la utilizaci?n de los esquiroles o ?rompehuelgas? de principios del siglo XX. Lo mismo ocurre con las informaciones m?dicas acumuladas en sanatorios y hospitales, en centros de salud o en consultorios privados, cuya utilizaci?n fuera del marco espec?fico se transforma en valioso bot?n de informaci?n confidencial (3).

El mercado, entonces, tambi?n se transforma. Semi?logos han analizado la estructura de significaci?n de la publicidad e insisten en la diferencia del significante y la recodificaci?n de las mercanc?as. Los medios electr?nicos favorecen este tipo de proceso.

Volvamos a Mark Poster, quien en su estudio Foucault, el presente y la historia, describe l?cidamente la relaci?n que hay entre la computadora y quien la utiliza: ?Uno no escribe en la computadora -dice- como en una hoja de papel en blanco. En primer lugar, los pixels que se encienden en la pantalla seg?n ciertas estructuras no son semejantes a los rasgos de la tinta o del l?piz. Son signos ?inmateriales?, no rasgos que obedezcan al principio de la inmercia. El esp?ritu del operador se ve frente, no a la resistencia de la materia, sino a una pantalla cuya condici?n ontol?gica es nueva, a medias material, a medias ideal. El texto de una pantalla de computadora se desvanece tanto como pueden desvanecerse las palabras de un orador y puede ser corregido o cambiado instant?neamente. As? un individuo crea un texto en la computadora dentro de la interacci?n con un ?objeto? que est? m?s pr?ximo a su cerebro de lo que est? una hoja de papel?.

Aqu? hay un hecho nuevo. Sin llegar a serlo totalmente, la computadora act?a parcialmente como un cerebro. Es decir, puede tener acceso a bases de datos almacenados que se parecen a la memoria y que desarrollan algunas de sus posibilidades. La computadora puede sustituir una conversaci?n hablante, pilotear m?quinas, puede actuar en la comunicaci?n en el lugar de las personas. No caben dudas que nos encontramos ante una l?gica distinta a la cartesiana que obra sobre el mundo de la naturaleza y que los nuevos agentes (robots) deben tenerse en cuenta.

?C?mo enfrenta el humanismo de la libertad esta situaci?n? ?C?mo advertir los aspectos totalitarios encubiertos en un manejo no democr?tico de los nuevos avances cient?fico-tecnol?gicos y la imposici?n de una nueva ideolog?a ??nica?? ?C?mo democratizar y resocializar los avances cient?ficos, que corresponden a toda la humanidad, y no solo a grupos econ?micos, sociales o pol?ticos? Tal es el interrogante que los cient?ficos del derecho y los investigadores sociales deben responder, en el cual la teor?a del modo de producci?n aislada no les servir? de ayuda. La respuesta debe ser superadora y no caer en la nostalgia luddista.

Las nuevas formas de dominaci?n

Utilizamos aqu? la palabra ?pan?ptico? que sintetiza los poderes de dominaci?n sobre las personas, los individuos y la sociedad. Michel Foucault fue el primero que advirti? sobre el significado del t?rmino debido a Jerem?as Bentham, quien edit? a fines del siglo XVIII un libro con ese nombre. En Vigilar y castigar, Foucault describe al jurista ingl?s como un ?Fourier de una sociedad policial? y dice que su libro El Pan?ptico, constituy? ?un acontecimiento en la historia del esp?ritu humano? y fue ?una especie de huevo de Col?n en el campo de la pol?tica?.

El pensador franc?s descubri? la obra de Bentham estudiando los or?genes de la medicina cl?nica, la construcci?n y arquitectura de los hospitales. Bentham cre? el pan?ptico, un edificio que en su periferia era circular; en el centro hab?a una torre; ?sta aparec?a atravesada por amplios ventanales que se abr?an sobre la cara interior del c?rculo. El edificio perif?rico estaba dividido en celdas, cada uno de los cuales ocupaba todo el espesor del edificio. Estas celdas ten?an dos ventanas: una abierta hacia el interior que se corresponde con las ventanas de la torre; y otra hacia el exterior que dejaba pasar la luz de un lado al otro de la celda. Basta pues situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un alumno. Mediante el efecto de contra-luz se pueden captar desde la torre las siluetas prisioneras en las celdas de la periferia proyectadas y recortadas en la luz. En suma, se invert?a el principio de la mazmorra cl?sica. La plena luz y la mirada de un vigilante captaban mejor que la sombra, que en ?ltimo t?rmino cumpl?a una funci?n protectora.

En realidad, mucho antes de Bentham ya se hab?a ensayado el modelo de construcci?n con visibilidad aislante con la Escuela militar de Par?s de 1755 en lo referente a los dormitorios. Cada alumno deb?a disponer de una celda con cristalera a trav?s del cual pod?a ser visto toda la noche sin tener ning?n contacto con sus condisc?pulos, ni siquiera con los criados. Exist?a adem?s un mecanismo muy complicado con el ?nico fin de que el peluquero pudiese peinar a cada uno de los pensionistas sin tocarlo f?sicamente: la cabeza del alumno pasaba a trav?s de un tragaluz, quedando el cuerpo del otro lado de un tabique de cristales que permit?a ver todo lo que ocurr?a. Bentham explic? en su momento que su hermano hab?a visitado la Escuela militar referida y fue ?l quien tuvo la idea del pan?ptico.

Foucault explic? el rol moderno coercitivo de la arquitectura, salvo constructores humanistas como el finland?s Alvar Aalto y el holand?s Peter Oud. En la Argentina, las construcciones de edificios para el funcionamiento de universidades -tal el caso de la de Mar del Plata- fueron ideados durante la ?ltima dictadura militar constituyendo un claro ejemplo de edificio-c?rcel, donde no existen espacios para realizar manifestaciones o actos en el interior del establecimiento, y las escalinatas, breves, en diversos desniveles, que interconectan los pasillos interiores, impiden el recorrido de una expresi?n masiva de estudiantes.

?Desde finales del siglo XVIII -dec?a Foucault-, la arquitectura comienza a estar ligada a los problemas de la poblaci?n, de salud, de urbanismo. Antes, el arte de construir respond?a, sobre todo a la necesidad de manifestar el poder, la divinidad, la fuerza. El palacio y la iglesia constitu?an las grandes formas, a las que hay que a?adir las plazas fuertes; se manifestaba el poder?o, se manifestaba el soberano, se manifestaba Dios. La arquitectura se ha desarrollado durante mucho tiempo alrededor de estas exigencias. Pero, a finales del siglo XVIII, aparecen nuevos problemas: se trata de servirse de la organizaci?n del espacio para fines econ?mico-pol?ticos? (4).

La idea fundamental es la siguiente: en el Pan?ptico, cada uno, seg?n su puesto, est? vigilado por todos los dem?s, o al menos por alguno de ellos; se est? en presencia de un aparato de desconfianza total y circulante porque carece de un punto absoluto. El poder ya no se identifica sustancialmente con un individuo, como ocurr?a con el monarca absoluto o el dictador cl?sico, se convierte en una maquinaria de la que nadie es titular. ?En esta m?quina -explicaba Foucault- nadie ocupa el mismo puesto, sin duda ciertos puestos son preponderantes y permiten la producci?n de efectos de supremac?a. De esta forma, estos puestos pueden asegurar una dominaci?n de clase en la misma medida en que disocian el poder de la potestad individual?.

Pero no solo se ha dado este proceso en la sociedad industrial capitalista que puso en marcha todo el aparato de poder perfeccion?ndolo ahora mediante la utilizaci?n de sat?lites-esp?as. Estas formas totalitarias tambi?n aparecieron en la sociedad sovi?tica. El estalinismo, que correspondi? tambi?n a un per?odo de acumulaci?n de capital y de instauraci?n de un poder autocr?tico, desarroll? las formas represivas del pan?ptico. Incluso se utiliz? la psiquiatr?a como forma de amedrentar o torturar a los disidentes. Muchos cr?ticos del sistema eran conducidos a establecimientos psiqui?tricos y eran considerados ?locos?, aplic?ndoseles electroshocks. Otro tanto ocurri? en Estados Unidos con los presos puertorrique?os, en los a?os cuarenta y principios de los cincuenta que fueron torturados -entre ellos el eminente Pedro Albizu Campos- quem?ndoseles las plantas de los pies con rayos nucleares.

Las concepciones doctrinarias tradicionales para comprender las ideolog?as del poder pol?tico -por ejemplo la de Bertrand de Jouvenel-, est?n hoy superadas. En 1964, Herbert Marcuse llam? la atenci?n sobre el particular, especialmente en El hombre unidimensional y en La sociedad carn?vora. Bajo la apariencia de un mundo cada vez m?s conformado por la tecnolog?a y la ciencia, se manifiesta la irracionalidad de un modelo de organizaci?n de la sociedad que, en lugar de liberar al individuo, lo sojuzga. La racionalidad t?cnica, la raz?n instrumental, han reducido el discurso y el pensamiento a una dimensi?n ?nica que hace concordar la cosa y su funci?n, la realidad y la apariencia, la esencia y la existencia. Esta ?sociedad unidimensional? ha anulado el espacio del pensamiento cr?tico. Marcuse -cuyas ideas fueron difundidas por la revista doctrinaria cubana Pensamiento Cr?tico- puso a la vista el ?lenguaje unidimensional? difundido por los medios de comunicaci?n.

La respuesta a esta situaci?n parece estar en la necesidad de restaurar la comunicaci?n en el espacio p?blico ampliado al conjunto de la sociedad mediante la actividad de los grupos sociales, aplicando formas de autogesti?n que rompan el engranaje del poder ?nico. J?rgen Habermas lo estudi? en sus libros La t?cnica y la ciencia como ideolog?a y en El espacio p?blico, a prop?sito de las formas de comunicaci?n desmitificadoras puestas en pr?ctica durante una rebeli?n de estudiantes californianos y por los movimientos de consumidores norteamericanos.

Privacidad versus opacidad del poder

El rescate de la privacidad conjuntamente con la defensa del ?espacio p?blico? son algunas de las armas con las que enfrentar la opacidad de un nuevo poder totalitario, basado en la dictadura de las trasnacionales, la pretensi?n hegem?nica de un pensamiento ?nico, la irracionalidad de las tendencias ?posmodernas? y la privatizaci?n de ?lo p?blico? a manos de intereses de los conglomerados econ?micos.

Gary Marx, en su libro Undercover: Police Surveillance In Am?rica (1988) y especialmente en su ensayo ?Technology and Privacy? (1990), publicado en The World and I, propone un cat?logo sobre las ?falacias? ideol?gicas que es necesario desenmascarar. Esas falancias son las siguientes:

? La falacia de pensar que el significado de una tecnolog?a se apoya solamente sobre sus aspectos pr?cticos o materiales y no sobre su simbolismo social y sus referentes hist?ricos.

? La falacia ?frankesteiniana? de que la tecnolog?a siempre ser? la soluci?n y nunca el problema.

? La falacia de que la tecnolog?a es neutra.

? La falacia de que el consenso y la homogeneidad sociales hacen inexistentes los conflictos y divisiones y que lo bueno para quienes tienen el poder econ?mico, pol?tico y militar es bueno para todo el mundo.

? La falacia del consentimiento impl?cito y la libre elecci?n.

? La falacia legalista de que s?lo porque uno tiene derecho legal a hacer algo entonces es correcto hacerlo.

? La falacia de suponer que s?lo los culpables tienen algo que temer del desarrollo de la tecnolog?a invasiva (o, si uno no hizo nada malo, entonces no tiene nada que esconder).

? La falacia de creer que la informaci?n personal de clientes y casos en posesi?n de una compa??a es s?lo una clase m?s de propiedad para ser comprada y vendida del mismo modo que los muebles de oficina o los insumos.

? La falacia de no ver factores sociales y pol?ticos involucrados en la recolecci?n y construci?n de los datos.

? La falacia de suponer que, dado que nuestras expectativas sobre la privacidad est?n hist?ricamente determinadas y son relativas, entonces se har?n necesariamente cada vez m?s d?biles a medida que la tecnolog?a se vuelva m?s poderosa.

Defender la intimidad, los derechos personal?simos de la persona, no es una muestra de individualismo. Es la defensa de la libertad personal. Ese derecho debe compatibilizarse con el derecho al ?espacio p?blico?, hoy agredido por la expropiaci?n privada de intereses ajenos al inter?s social.

Se trata de establecer, desde el derecho y la ciencia pol?tica, que la cuesti?n de la libertad y la democracia no se puede resumir, como sostuvo el liberalismo cl?sico, en el derecho a ejercer uno su voluntad. Reside tambi?n, y esto es fundamental en el nuevo milenio, en el derecho a dominar uno mismo el proceso de formaci?n de esa voluntad ante las nuevas formas totalitarias. El control no puede estar en manos del Estado ni de las trasnacionales o de los monopolios capitalistas, como ocurre ahora y los pol?ticos, juristas y cientistas sociales deber?n responder sobre cu?les son las nuevas instituciones que desde la sociedad civil alienten y protejan el dominio del proceso de formaci?n de la voluntad para que uno mismo pueda ejercer realmente esa voluntad, de manera individual o en forma colectiva.

El nuevo Pan?ptico ante el derecho

En el derecho argentino, salvo algunos trabajos del miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Naci?n Carlos S. Fayt, y del tratadista Humberto Quiroga Lavi?, no se ha estudiado el fen?meno cibern?tico y comunicacional desde el punto de vista jur?dico. Fayt se ha acercado al problema en su obra La Omnipotencia de la prensa. Su juicio de realidad en la jurisprudencia argentina y norteamericana. Por su parte, Quiroga Lavi? lo hizo en varios estudios sobre la repercusi?n de la cibern?tica en la sociedad y en el derecho. Hay, en cambio, una frondosa jurisprudencia y bibliograf?a en torno a la libertad de presa, el derecho de r?plica, los delitos a trav?s de la prensa, la censura previa y otras restricciones a la libertad informativa y respecto a cuestiones econ?micas y patrimoniales.

Pero existe un vac?o jurisprudencial, doctrinario y constitucional ante las nuevas formas totalitarias que esta vez no solo provienen del Estado sino tambi?n desde los grupos econ?micos concentrados que enlazan sus intereses con los de los gobiernos.

Lo curioso es que se diluye la informaci?n, como se expres?, mediante una catarata informativa que, por medio de la superficialidad, la banalidad, la falta de verificaci?n y la manipulaci?n intencionada, distorsionan el proceso de informaci?n. ?Infoxicaci?n?, como cabalmente se la ha llamado: decir todo, decir much?simo sobre todas las cosas, bombardear con ?informaci?n? para, en realidad, no decir nada. Algo as? como una versi?n ?comunicacional? del gatopardismo de Giuseppe Lampedusa: cambiar todo para que nada cambie.

Dice Fayt que ?el universo de la comunicaci?n presupone la interacci?n simb?lica, en un proceso que comprende la pregunta y la respuesta y culmina en la introyecci?n y en la proyecci?n. De all? la importancia de la semi?tica en la comunicaci?n, donde se utilizan las palabras y los gestos, es decir la forma verbal y gestual del ser. Nuestro tema es la informaci?n y la comunicaci?n social, no la interpersonal. Esta es primaria, directa y rec?proca. La otra es indirecta, colectiva, simult?nea y masiva. Su circuito comprende el medio, la emisi?n y la recepci?n de un mensaje. Los medios son la prensa, la radio, la televisi?n, el cine, que condicionan el mensaje conforme a su diversa naturaleza?.

Es cierto que la informaci?n ser?a equivalente a una comunicaci?n con un fin pretederminado y por ello, la informaci?n aparecer?a como la fase de provisi?n del contenido de la informaci?n. Pero tambi?n es cierto que esa informaci?n parece dif?cil de lograrse si no se le suman las caracter?sticas del mensaje, su elaboraci?n, las formas y condiciones para emitirlo y su relaci?n con los acontecimientos, los hechos, las acciones, los conocimientos, m?s las t?cnicas especiales propias de cada uno de los medios de comunicaci?n social.

Hoy d?a vivimos el mito de la informaci?n. Tanto, que se ha llegado a hablar -quiz? un tanto ampulosamente- de una ?sociedad de la informaci?n?. Como perfectamente lo ha expresado Roszack: ?Desde el auge de la computaci?n, el concepto de informaci?n ha pasado a tener un protagonismo sobredimensionado en la econom?a, la educaci?n, la pol?tica, en la sociedad en su conjunto. La informaci?n ha desbancado de sus lugares de privilegio a conceptos como sabidur?a, conocimiento, inteligencia; t?rminos todos ?stos que hoy se ven reducidos al primero. Una l?gica seg?n la cual procesar much?simos datos a velocidad infinitesimal, equivale a ser inteligente, desestimando as? cualidades como la creatividad, la imaginaci?n, el raciocinio; pero tambi?n la ?tica y la moral?. (5)

Si la comunicaci?n siempre ha estado presente en la din?mica humana como un factor clave, las formas de las actuales tecnolog?as digitales sirven para, literalmente, inundar el mundo de comunicaci?n e informaci?n, entroniz?ndolas. Ello asienta en nuevas formas de conocimiento, cada vez m?s sofisticadas y complejas. La clave de la actual sociedad, tambi?n llamada ?sociedad digital?, est? en una acumulaci?n fabulosa de informaci?n. La ?aldea global?, como dir?a McLuhan, se construye sobre estos cimientos. El principal recurso pasa a ser el manejo de informaci?n -cuanto m?s y m?s r?pidamente manejada, mejor-, el capital humano capacitado, lo que se conoce como el know how.

Ahora bien: esta mayor capacidad de comunicarnos y toda esa informaci?n disponible, m?s all? del espejismo con que se presenta, no sirve por s? misma para terminar con la inequidades hist?ricas de nuestra sociedad. La comunicaci?n social que ?une? a todo el planeta -en realidad desarrollada por cadenas privadas que son, ante todo, empresas lucrativas-, hace ruido, pero lejos est? de informar.

En este sentido, es casi inexistente la legislaci?n que resguarde la labor del periodista profesional y sus posibilidades de autonom?a ante la propia empresa para la cual trabaja, en resguardo de la verdad informativa. La labor del periodista es la de ser un gestor entre la informaci?n y el receptor, individual y colectivo. La tarea period?stica es una t?cnica basada en la necesidad de resguardar la verdad informativa. Si se transgrede este principio se deja de cumplir el rol period?stico. No debe confundirse el periodismo como t?cnica informativa con el periodismo de opini?n que puede y debe ser ejercido por todo aquel que quiera opinar, debatir, mantener una posici?n ideol?gica, filos?fica, pol?tica o religiosa, aunque no sea periodista profesional.

Ante los avances tecnol?gicos y su aplicaci?n a los medios de comunicaci?n, es necesario resguardar los derechos de la sociedad, guardando un equilibrio entre el poder de los medios y la aptitud de cada individuo para reaccionar ante cualquier intento de manipulaci?n, y esto especialmente frente a la concentraci?n de medios de comunicaci?n y las multimedias reunidas en forma monop?lica.

Los nuevos desaf?os

Estamos ante nuevos desaf?os. La aplicaci?n de la fibra ?ptica est? dejando atr?s la utilizaci?n de cables. El sistema satelital se ha impuesto para interrelacionarnos, pero tambi?n para que se nos vigile. Tel?fonos, celulares, internet y hasta el fax, pueden ser captados por los sistemas de espionaje Echelon, Enfopol, Sorm y otros. El dinero pl?stico y los archivos inform?ticos constituyen una red de informaci?n que sirve de base para vigilar la vida de las personas.

El derecho y la ciencia pol?tica no pueden ni deben estar ajenos a esta situaci?n. Debe impedirse que sean controladas las carreteras inform?ticas y en especial Internet. Est? en manos de los individuos una posibilidad de intercomunicaci?n importante, pero al mismo tiempo debe buscarse la soluci?n tecnol?gica y jur?dica para que los sistemas de comunicaci?n no sirvan de v?a al espionaje.

Jacques Isnard, de Le Monde, descorri? el velo que cubr?a a la ?santa alianza? del espionaje. Es, dice, el ?big brother? seg?n el imaginario que bautiz? con ese nombre sugestivo Orwell en su obra 1984. Es ?un esp?a anglosaj?n que extendi? por el planeta una malla cerrada de estaciones de escucha? y que ?est? al acecho de todos y dispuesto a registrar la menor indiscreci?n?.

El periodista dice que la ?santa alianza? ?se llama red Echelon?. Agrega: ?Est? reservada estrictamente a cinco Estados del mundo, que hablan ingl?s y tejieron entre s? v?nculos especiales: Estados Unidos, Gran Breta?a, Canad?, Nueva Zelanda y Australia?.

Explica Isnard que en 1948, un acuerdo secreto vincul? a estados Unidos con Gran Breta?a en una red de informaciones denominada Brusa Comint. Este acuerdo tom? luego el nombre codificado de Ukusa, en alusi?n a las iniciales de ambos pa?ses. Dos organismos, la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) y la Oficina Central de Comunicaciones del Gobierno (OCCG), fueron invitados a preservar los intereses de los dos pa?ses en el mundo interceptando las transmisiones en el extranjero. Su tarea b?sica consist?a en escuchar las emisiones que se intercambiaban los estados mayores de los ej?rcitos comunistas. A su vez, los sovi?ticos construyeron un sistema propio denominado Sorm, que conserva el actual Estado ruso, mientras que Europa impulsa uno propio, llamado Enfopol.

En los a?os setenta, Francia se sum? a las interceptaciones de la ASN. Ukusa sigui? siendo uno de los secretos mejor guardados del mundo. Reci?n en 1972 la revista norteamericana Ramparts, public? las confidencias de un antiguo funcionario de la ASN sin pronunciar, empero, la palabra Echelon. Pero Echelon exist?a, oculta detr?s de Ukusa. Los a?os 1952, 1957, 1984, 1986 y 1988 marcaron las etapas m?s significativas de esta m?quina de espiar.

Estas ?grandes orejas? no se conformaron con escuchar al adversario eventual, todo se convirti? en un potencial blanco: los tel?fonos -incluidos los celulares-, los t?lex, las fotocopiadoras, Internet y los mensajes electr?nicos. Los cinco estados de esta ?santa alianza? se repartieron las tareas: la ASN norteamericana se encarga de las dos Am?ricas; la OCCG brit?nica de Europa (Rusia incluida) y ?frica; el DSD australiano de Asia y el Pac?fico junto con el GCSB neozeland?s y la CSE canadiense, de Europa y las Am?ricas. El sistema fue utilizado contra la Argentina durante la Guerra de Malvinas, en 1982.

Tras la finalizaci?n de la ?guerra fr?a?, la crisis de estos m?todos de espionaje se produjo porque el control clandestino de las transmisiones se comenz? a ejercer contra empresas industriales y comerciales rivales de los grupos norteamericanos que Echelon busc? privilegiar, o porque la vigilancia se ha extendido hasta las comunicaciones entre particulares. Frente a todo esto, creemos que deben universalizarse otras formas que controlen a los que nos quieren controlar y espiar. En ello le va la vida a la democracia, al sistema de las libertades individuales y sociales, que podr?an sucumbir ante el nuevo Pan?ptico. Democratizar la utilizaci?n del poder comunicacional y resocializar la utilizaci?n de los recursos t?cnico-cient?ficos, constituyen hoy los pilares esenciales para la construcci?n de una sociedad justa y libre que merezca ser vivida.

La crisis comunicacional actual es parte de la crisis contempor?nea que es social, pol?tica y econ?mica. Pero que quede claro: no es una crisis coyuntural. Es la crisis de la globalizaci?n capitalista, la globalizaci?n del capital financiero unido a la revoluci?n comunicacional que transforma las costumbres, despierta profundas corrientes irracionalistas, fragmenta las sociedades, destruye los v?nculos familiares, desplaza a grandes masas humanas de una regi?n a otra, especialmente desde los pa?ses perif?ricos a los centrales, lleva a la miseria a continentes enteros y genera amplios bolsones de pobreza, desocupaci?n estructural, corrupci?n, incluso en las propias naciones hegem?nicas y genera contradicciones secundarias: limpiezas ?tnicas, genocidios, xenofobia, racismo, integrismos y oscurantismo cultural. Todo ello, incluso, manteniendo el mito de una sociedad ?que progresa? y donde los actuales medios digitales de la informaci?n funcionar?an como varita m?gica, siempre listos para posibilitar ?dar un salto adelante?, ?uni?ndonos?. Faltar?a agregar: ?haci?ndonos felices tambi?n?

La revoluci?n comunicacional posibilita elementos t?cnico-econ?micos y pol?ticos cuya utilizaci?n pueden servir, deben servir, para transformar racionalmente la realidad en beneficio de la mayor?a. La disyuntiva es si van a ser utilizados en ese sentido transformador o, en cambio, ser?n aprovechados para crear nuevas formas de dominaci?n y servidumbre. El derecho no puede estar ajeno a esta tensi?n que es parte sustancial de la transformaci?n hist?rica. Porque como dec?a Hegel ?quien contempla el mundo racionalmente, lo halla racional: hay en esto una determinaci?n mutua?.

Los medios alternativos: nuevos escenarios de acci?n pol?tica

En el Informe ?Un solo mundo, voces m?ltiples. Comunicaci?n e informaci?n en nuestro tiempo?, m?s conocido como Informe MacBride, presentado en la Conferencia General de la UNESCO en Belgrado, 1980, se alertaba ya que ?la industria de la comunicaci?n est? dominada por un n?mero relativamente peque?o de empresas que engloban todos los aspectos de la producci?n y la distribuci?n, las cuales est?n situadas en los principales pa?ses desarrollados y cuyas actividades son transnacionales?. Se dec?a asimismo que ?con harta frecuencia se trata a los lectores, oyentes y los espectadores como si fueran receptores pasivos de informaci?n. Los responsables de los medios de comunicaci?n social deber?an incitar a su p?blico a desempe?ar un papel m?s activo en la comunicaci?n, al concederle un lugar m?s importante en sus peri?dicos o en sus programas de radiodifusi?n con objeto de que los miembros de la sociedad y los grupos sociales organizados puedan expresar su opini?n?. (6) En otros t?rminos, m?s de 30 a?os atr?s se denunciaba una tendencia ya evidente en aquel entonces, y que con el curso del tiempo fue agigant?ndose: la monopolizaci?n comunicativa unilateral, al par que se establec?an las l?neas para superarla: ?darle voz a los que no tienen voz?.

En la actualidad los medios de comunicaci?n se han vuelto, cada vez m?s, una instituci?n referente y constructora de la realidad humana, con toda la implicancia social, pol?tica y cultural que este fen?meno tiene. Quieran o no, los medios de comunicaci?n cumplen un papel social educativo y formador de las sociedades. Hoy -tendencia siempre en ascenso- los medios se constituyen como los articuladores y creadores de los temas de inter?s nacional, al mismo tiempo que son los difusores de los conceptos y valores que perciben pasivamente los grandes colectivos.

Tal como lo puntualizaba el Informe MacBride, los medios de comunicaci?n han transitado por la l?gica de grandes empresas, que responde no a la b?squeda de la verdad objetiva, la imparcialidad y el desarrollo general de las comunidades sino a las reglas comerciales imperantes en el mercado; es decir: a la incidencia en la sociedad en t?rminos de cantidad de consumidores y la venta en el mercado, la utilidad comercial que se percibe a trav?s de la publicidad y la venta directa de servicios. Dicho sea de paso, la as? llamada industria cultural (peri?dicos, libros, radio, cine, televisi?n, discos, videojuegos, internet) factur? el a?o pasado alrededor de 500.000 millones de d?lares. En esta l?gica extremadamente comercial los medios de comunicaci?n han empujado las funciones informativas, educativas y de an?lisis de la vida y sus relaciones a responder tambi?n a esta perspectiva comercial de hiper mercantilizaci?n en favor de una representaci?n de la realidad social cada vez m?s emocionante, excitante y sorprendente. En otras palabras: ?espect?culo vendible?.

Los usuarios de todo este arsenal t?cnico somos acostumbrados a ver el mundo sin actuar sobre ?l. Al separar la informaci?n de la ejecuci?n, al contemplar un mundo mosaico en el que no se perciben las relaciones entre las cosas y se presenta todo previamente digerido, se crea entonces un estado de aturdimiento, indefensi?n y modorra en el que crece con facilidad la par?lisis social. El ?espect?culo? de la vida reemplaza as? a la vida. Como dijo Gabriel Garc?a M?rquez: ?La invenci?n pura y simple, a lo Walt Disney, sin ning?n asidero en la realidad, es lo m?s detestable que pueda haber?.

Dado el grado de impacto social que alcanzan, los medios de comunicaci?n, por el contrario, podr?an jugar un papel de importancia decisiva en la transformaci?n para una vida mejor. Pero la l?gica del lucro no lo permite; las grandes compa??as medi?ticas terminan siendo, en todo caso, enemigas a muerte de cualquier intento de cambio; son, en otros t?rminos, no s?lo aliados del poder sino parte fundamental de la estructura del poder, con tanta o mayor preponderancia en el mantenimiento de las sociedades que las armas m?s sofisticadas. La guerra principal es hoy la guerra medi?tica.

Surge ah?, entonces, la necesidad de otro tipo de medios comunicativos: son los llamados medios alternativos. Es decir: medios de comunicaci?n no centrados en la din?mica empresarial, no centrados en el espect?culo de la vida sino en la vida misma, en la lucha de la vida. La ?nica manera de lograr esto es permitir, como lo manifestara el Informe MacBride, que ?los miembros de la sociedad y los grupos sociales organizados puedan expresar su opini?n?. O sea: reemplazar el espect?culo, la representaci?n de los hechos por la palabra de los actores mismos de los hechos. Eso son los medios alternativos de comunicaci?n: instrumentos que sirven para darle voz a los sin voz.

En una demostraci?n de modestia, el desaparecido periodista argentino Rodolfo Walsh dec?a para referirse a los comunicadores: ?Nuestro rango en las filas del pueblo es el de las mujeres embarazadas, o los viejos. Simples auxiliares, acompa?antes?. Tal vez hab?a ah? un exceso de modestia; los medios de comunicaci?n que se pretenden alternativos son m?s que acompa?antes: est?n llamados a ser parte important?sima de la lucha por otro mundo.

Medios de comunicaci?n alternativos hay much?simos, con una ampl?sima variedad en formatos, estilos, recursos y grados de incidencia. ?Qu? elemento com?n tienen una radio comunitaria que transmite en lengua swahili para algunas aldeas de Tanzania y un portal digital donde escriben conspicuos intelectuales de la izquierda mundial? ?Qu? une a un peri?dico comunitario de una barriada pobre de Mumbay con un canal televisivo como, por ejemplo, Catia TVe, de Caracas, cuya consigna es ?no mire televisi?n: ?h?gala!?? Si algo los une, entonces, es el trabajar por una transformaci?n social desde un esp?ritu solidario y no estar movidos por el af?n de lucro empresarial, el hacer jugar a la poblaci?n no el papel de consumidor pasivo sino el de sujeto activo en el proceso de comunicaci?n.

Esta enorme gama de medios que se reconocen como alternativos tiene como objetivo primordial ser un instrumento popular, una herramienta en manos de los pueblos para servir a sus intereses. Por cierto ello permite una gran versatilidad en la forma en que se implementan las acciones, pero el com?n denominador es constituirse en un campo alternativo en contra del discurso hegem?nico de la industria capitalista de la comunicaci?n y la cultura. Ante la institucionalizaci?n de la mentira de clase, ante la manipulaci?n de los hechos y la presentaci?n de la realidad como el colorido espect?culo vendible al que nos someten las agencias capitalistas generadoras de un tipo de informaci?n/cultura, surgen estos medios jugando el vital papel de contraoferta cultural.

Constituirse en la instancia que da voz a los que no la tienen, ser la caja de resonancia de colectivos populares, de organizaciones de base y movimientos sociales organizados -asociaciones obreras o campesinas, sindicatos, comunidades barriales, expresiones culturales alternativas, etc.- es, en todo caso, un acompa?amiento de vital importancia. En realidad no son s?lo acompa?amiento solidario sino expresi?n de un genuino poder popular.

Por su misma naturaleza de extra oficiales, de vivir en el sistema pero en confrontaci?n con ?l, todos los medios de comunicaci?n alternativos padecen similares problemas: desde el ataque a la seguridad m?s elemental cuando arrecia la marea represiva hasta la cr?nica falta de recursos para funcionar en lo cotidiano. Ser ?alternativo?, en definitiva, impone esa situaci?n: quien critica al statu quo y propone otras v?as se enfrenta a los poderes f?cticos. Ser alternativo -en todo, y en el ?mbito comunicativo m?s evidentemente a?n- lleva a estar en guerra continua.

Si la lucha de clases, la lucha por un mundo m?s justo y solidario, por constituir una aldea global basada en el beneficio democr?tico de las mayor?as y no s?lo en el de las ?lites, si todas estas luchas implican un combate perpetuo, el campo de las comunicaciones, dada la importancia creciente que las mismas tienen en las sociedades modernas, pasa a ser un especial?simo ?mbito de estas nuevas guerras.

Los medios alternativos, populares e independientes viven en una virtual guerra, siempre al filo; y no puede ser de otra manera. Su papel en los procesos de cambio, de transformaci?n profunda, es cada vez m?s importante. Entre otros tantos ejemplos que lo demuestran puede mencionarse, s?lo por citar alg?n caso, el de la Revoluci?n Bolivariana en Venezuela: fueron ellos, en contra de las poderosas cadenas comerciales, los que permitieron la gran movilizaci?n popular que impidi? el golpe de Estado en abril del 2002. Sin ellos la derecha hubiera logrado su plan contrarrevolucionario. Esto demuestra que tienen en sus manos una muy importante cuota de poder.

Los medios de comunicaci?n alternativos son un principal?simo embri?n de poder popular, y m?s all? de posibles falencias t?cnicas y pobreza cr?nica de recursos -quiz? irremediables, dado su misma condici?n de no-integrados, de ?marginales? en el buen sentido de la palabra- son una de las m?s efectivas armas de la democracia de base, de la democracia revolucionaria.

Ejes tem?ticos

1. Las nuevas modalidades de comunicaci?n en la red y las batallas pol?ticas.

Hoy por hoy las nuevas tecnolog?as digitales de la informaci?n y la comunicaci?n parecen haber llegado para quedarse. No hay marcha atr?s. Ya constituyen un hecho cultural, civilizatorio en el sentido m?s amplio. Seg?n lo que vamos empezando a ver, una considerable cantidad de personas en todo el mundo, j?venes fundamentalmente, en pa?ses ricos del Norte o pobres del Sur, y entre los diferentes estratos socioecon?micos, ya no conciben la vida sin estas tecnolog?as. Sin dudas, est?n cambiando el modo de relacionarnos, de resolver las cosas de la cotidianeidad, de pensar, ?de vivir!

Algunos a?os atr?s, en el 2002, dec?a Delia Crovi refiri?ndose a este proceso en curso: ?En 2001, el Observatorio Mundial de Sistemas de Comunicaci?n dio a conocer en Par?s los resultados de un estudio sobre el equipamiento tecnol?gico en la SIC sociedad de la informaci?n y la comunicaci?n. Este estudio afirma que en el a?o 2006 una de cada cinco personas tendr? un tel?fono m?vil o celular, el doble de los disponibles ahora que tenemos un aparato por cada diez habitantes. El mismo estudio se?ala que en 2003 habr? m?s de mil millones de celulares en el mundo, y en los pr?ximos cinco a?os se registrar?n 423.000.000 de nuevos usuarios (Tele Comunicaci?n, 27/6/2001). Sin duda, estos datos podr?an alimentar la idea de que estamos construyendo a pasos apresurados y a escala planetaria, una sociedad de la informaci?n, idea que sobre todo promueven los fabricantes de hardware y software, as? como buena parte de los gobiernos del mundo.? (7) Se ha llegado a decir que una forma de ?entrar en la senda del progreso? es incorporarse a esta explosi?n de tecnolog?as digitales. Pero, en realidad, anida ah? una falacia: en muchos pa?ses de Latinoam?rica, por ejemplo, la cantidad de tel?fonos m?viles supera ampliamente a los fijos, e incluso al de habitantes (m?s de un tel?fono por persona) sin que eso mejore las condiciones estructurales de vida.

En estos momentos pareciera que nadie puede escapar a la marea de las nuevas tecnolog?as digitales, que paulatinamente van cubri?ndolo todo. Podr?a afirmarse, sin temor a equivocarse en la apreciaci?n, que ?para estar en la modernidad, en el avance, en el mundo integrado (?globalizado y triunfador?), hay que estar conectado?. Si no se siguen esos par?metros, se pierde el tren del desarrollo. O, al menos, eso es lo que dice la insistente pr?dica dominante.

No cabe la menor duda que la comunicaci?n es una arista definitoria de lo humano. Si bien es cierto que en el reino animal existe el fen?meno de la comunicaci?n, en lo que concierne al ?mbito espec?ficamente humano hay caracter?sticas propias tan peculiares que pueden llevar a decir, sin m?s, que si algo define a nuestra especie es la capacidad de comunicarnos, que no es sino otra forma de decir: de interactuar con los otros. El sujeto humano se constituye en lo que es s?lo a partir de la interacci?n con otros. La comunicaci?n, en ese sentido, es el horizonte b?sico en que el circuito de la socializaci?n se despliega.

Nos comunicamos de distintas maneras; eso no es nuevo. A trav?s de la historia se encuentran las m?s diversas modalidades de hacerlo, desde la oralidad o las pinturas rupestres hasta las m?s sofisticadas tecnolog?as comunicacionales actuales gracias a la inteligencia artificial y la navegaci?n espacial. Pero sin dudas es un hecho destacable que con los fen?menos ocurridos en la modernidad, con el surgimiento de la producci?n industrial destinada a grandes mercados y con la acelerada urbanizaci?n de estos ?ltimos dos siglos que se va dando en toda la faz del planeta, sucedieron cambios particulares en la forma de comunicarnos. En esa perspectiva surgi? la comunicaci?n de masas, es decir: el proceso donde lo distintivo es la cantidad enorme de receptores que reciben mensajes de un emisor ?nico. El siglo XX ha estado marcado b?sicamente por ese hecho, novedoso en la historia, y con caracter?sticas propias que van definiendo en t?rminos de civilizaci?n las modalidades de la modernidad. Lo masivo entra triunfalmente en escena para ya no retirarse m?s.

En las ?ltimas d?cadas del siglo XX, ya en plena explosi?n cient?fico-t?cnica con una industria que definitivamente ha cambiado el mundo extendi?ndose por pr?cticamente todos los rincones del planeta, las tecnolog?as comunicacionales van marcando el ritmo de la sociedad global. Es a partir de ese momento que efectivamente se puede hablar de una verdadera ?aldea global?, un mundo absolutamente interconectado, intercomunicado, un mundo donde las distancias f?sicas ya no constituyen un obst?culo para la aproximaci?n de todos con todos.

En esa perspectiva, la nueva sociedad que se perfila con la globalizaci?n, y por tanto sus herramientas por excelencia, las llamadas TICs -la telefon?a celular, la computadora, el internet-, abren esas preguntas: ?m?s informaci?n disponible produce por fuerza una mejor calidad de vida y un mejor desarrollo personal y social? Esas tecnolog?as, ?ayudan a la inclusi?n social, o por el contrario refuerzan la exclusi?n? ?O s?lo generan beneficios a las multinacionales que se dedican a su comercializaci?n, contribuyendo a un mayor y m?s sofisticado control social por parte de los grandes poderes globales?

La respuesta no est? en las tecnolog?as propiamente dichas, por supuesto. Las tecnolog?as, como siempre ha sido a trav?s de la historia, no dejan de tener un valor puramente instrumental. Lo importante es el proyecto humano en que se inscriben, el objetivo al servicio del que act?an. En ese sentido, para romper un planteo simplista y maniqueo: no hay t?cnicas ?buenas? y t?cnicas ?malas? en t?rminos ?ticos. ?M?s all? de las conexiones, son los usos concretos y efectivos los que pueden llevar o no a mantener o profundizar las brechas que de hecho existen en el mundo real. Con lo cual la apertura infinita que supone el mero acceso formal a la red no necesariamente alcanza para hablar de una democratizaci?n de la sociedad o incluso del acceso a la informaci?n. Mucho menos si se trata de informaci?n de relevancia para el proceso de toma de decisiones o de participaci?n en el ingreso socialmente producido. Con internet se abren ciertos accesos, pero no se democratiza la sociedad ni la cultura?. (8)

Por supuesto que el acceso a tecnolog?as que permiten el manejo de informaci?n de un modo como nunca antes en la historia se hab?a dado brinda la posibilidad de un salto cualitativo para el desarrollo, para el mejoramiento real de las condiciones de vida. Sucede, sin embargo, que esas tecnolog?as, m?s all? de una cierta ilusi?n de absoluta democratizaci?n, no producen por s? mismas los cambios necesarios para terminar con los problemas cr?nicos de asimetr?as que siguen poblando el mundo. M?s all? de los intentos de ?capitalismos serios?, de ?capitalismos responsables?, las luchas de clases y la apropiaci?n de la riqueza generada por el trabajo humano siguen siendo el quid de la cuesti?n. Las tecnolog?as, si bien pueden mejorar las condiciones de vida haci?ndolas m?s c?modas y confortables, no modifican las relaciones pol?tico-sociales a partir de las que se decide su uso. El capitalismo, por m?s ?serio y responsable? que sea, no termina con la explotaci?n y exclusi?n de los m?s, aunque se est? ?conectado?.

Hoy d?as estas nuevas tecnolog?as las encontramos cada vez m?s omnipresentes en todas las facetas de la vida: sirven para la comercializaci?n de bienes y servicios, para la banca en l?nea, para la administraci?n p?blica (pago de impuestos, gesti?n de documentaci?n, presentaci?n de denuncias), para la b?squeda de la m?s variada informaci?n (acad?mica, period?stica, de solaz), para el ocio y esparcimiento (siendo los videojuegos una de las instancias que m?s crece en el mundo de las nuevas tecnolog?as digitales), para la pr?ctica de deportes, para el desarrollo del arte, en la gesti?n p?blica (algunos gobiernos est?n incorporando el uso de redes sociales como Twitter, Facebook o Youtube cuando las autoridades dan a conocer su posici?n sobre acontecimientos relevantes), habiendo incluso todo un campo relacionado al sexo cibern?tico.

Como vemos, estos nuevos espacios abiertos por las actuales tecnolog?as de punta dan para todo. Como no pod?a ser de otro modo, tambi?n constituyen un campo de batalla pol?tico. En tanto ?mbito donde los grandes poderes econ?micos -por tanto pol?ticos y culturales- han sentado sus reales, el campo popular, o si queremos decirlo de otro modo: las clases subordinadas, los explotados de toda laya que seguimos siendo la mayor?a planetaria, tenemos ah? un lugar m?s desde donde dar batalla. Para el caso: guerra pol?tico-cultural.

Los medios alternativos que hacen uso de estas t?cnicas tienen en el ciberespacio su ?mbito natural de trabajo. Pero desde ya hay que apurarse a dejar muy en claro que ning?n cambio es posible S?LO con el uso de las redes cibern?ticas. La ilusi?n -sin dudas manipulada- en relaci?n a que hoy es posible una ?revoluci?n virtual? no pasa de eso: ilusi?n. La movilizaci?n popular, igual que el sexo, sigue necesitando de la presencia corp?rea. No negamos en absoluto -lo decimos como realizadores de una p?gina electr?nica justamente: ARGENPRESS- que en esta realidad comunicacional tambi?n debe darse batalla. Pero no hay que confundirse: la realidad virtual no reemplaza a la otra realidad. La lucha de clases, la explotaci?n y la extracci?n de plusval?a -conceptos que no est?n muy ?a la moda? hoy d?a, dada la marea neoliberal que ha invadido todos los espacios y nos ha silenciado bastante- siguen siendo el nudo gordiano de la sociedad, de la marcha de la historia. Si la violencia sigue siendo ?la partera de la historia?, la guerra en el ciberespacio es un frente m?s de lucha, pero no reemplaza a la gente de carne y hueso.

2. Ciberguerra.

La guerra, al igual que otras actividades humanas, ha evolucionado a lo largo del tiempo, se ha perfeccionado, ha ido haciendo uso de las tecnolog?as m?s avanzadas de su momento. En ese sentido pude decirse que recorri? un camino desde las confrontaciones cuerpo a cuerpo, en igualdad de condiciones y con armas equivalentes (garrote-garrote, arco-arco, fusil-fusil), hasta la que hoy es llamada guerra moderna, guerra total, consistente en un enfrentamiento asim?trico y no de equivalencias o, como la consideran actualmente algunos te?ricos del arte militar: guerra de cuarta generaci?n.

Si bien la guerra es siempre la negaci?n misma del hecho civilizatorio, de la normal convivencia apegada a normas sociales, la forma que ha ido adquiriendo hacia las ?ltimas d?cadas del siglo XX, y que todo indicar? que marcar? el siglo actual, presenta caracter?sticas muy peculiares; si algo la define, es su total y m?s absoluta deshumanizaci?n. Enti?ndase bien: las guerras nunca son ?amorosas? precisamente; pero lo que vamos viendo AGRAVARSE en estos ?ltimos a?os, no como circunstancia azarosa sino como doctrina militar fr?amente concebida, acad?micamente pensada, es una guerra que ya no distingue entre enemigo militar y poblaci?n civil no combatiente, recordemos la Escuela de las Am?ricas (School of the Americas), hoy rebautizada como Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperaci?n en Seguridad (Western Hemisphere Institute for Security Cooperation) situada actualmente en Fort Benning, en su viejo Manual de Estudio de Contra Inteligencia (p?gina 8), dec?a textualmente, ?la seguridad civil: en todos los casos la misi?n de las fuerzas militares tiene prioridad sobre el bienestar de los civiles en el ?rea?.

Una guerra que echa mano de los recursos m?s arteros que anteriores instrumentos jur?dicos internacionales (las Convenciones de Ginebra, por ejemplo) prohib?an. Guerras, en definitivamente, que se fundamentan en ser ?tramposas?, tortuosas, enga?osas. Guerras ?sucias?, b?sicamente, guerras que est?n m?s all? del cuerpo de leyes que intenta regir la vida civilizada.

Hoy por hoy, la lucha de clases a escala internacional tiene cada vez m?s la forma de guerra de cuarta generaci?n, es decir: guerras no convencionales, guerras psicol?gicas, guerras donde el objetivo es la poblaci?n civil no combatiente a la que se le llega por medios tecnol?gicamente cada vez m?s refinados. En otros t?rminos: sutiles acciones de desinformaci?n, de propaganda, donde el elemento dominante es la supremac?a tecnol?gica en la inform?tica y en las comunicaciones globalizadas, guerra donde no hay armas de fuego sino que el elemento preponderante es la colonizaci?n mental del enemigo. Como acertadamente lo dice Manuel Freytas: ?Los bombardeos medi?ticos no operan sobre su inteligencia, sino sobre su psicolog?a: no manipulan su conciencia sino sus deseos y temores inconscientes. Todos los d?as, durante las 24 horas, hay un ej?rcito invisible que apunta a su cabeza: no utiliza tanques, aviones ni submarinos, sino informaci?n direccionada y manipulada por medio de im?genes y titulares?.

Estados Unidos, como la primera potencia mundial dominante en todos los ?rdenes, tambi?n el militar, marca el rumbo en este tipo de guerras. Por lo pronto, alguien de su burocracia de Estado que se encarga de estos asuntos, el general Robert Elder Jr., oficial de inteligencia de la Fuerza A?rea, expres? sin miramientos que ?el cambio cultural es que vamos a tratar a Internet como un campo de guerra y vamos a concentrarnos en ?l y darle prioridad para acciones en el ciberespacio y acompa?arla, si es necesario, con acciones en el espacio a?reo y terrestre. Vamos a desarrollar, junto con las universidades, guerreros ciberespaciales que sean capaces de reaccionar ante cualquier amenaza las 24 horas del d?a durante los siete d?as de la semana?. http://www.ARGENPRESS.info/2011/07/estados-unidos-el-pentagono-revela.html http://www.ARGENPRESS.info/2011/06/china-experto-dice-que-ciberestrategia.html.

Pero esta doctrina no es s?lo defensiva, en junio de 2010 fue descubierto el virus Stuxnet, desarrollado por Israel con el apoyo material e intelectual de los Estados Unidos, esta pieza de software fue la lanza con la que se atacaron instalaciones de enriquecimiento de uranio pertenecientes al programa nuclear iran? causando la destrucci?n de varios miles de centrifugadoras. http://www.ARGENPRESS.info/2011/01/gusano-informatico-en-equipos-nucleares.html.

El uso de las redes telem?ticas como campo de batalla no es s?lo una idea de los Estados Unidos, David Cameron, primer ministro de Gran Breta?a (donde dos j?venes de 20 y 22 a?os fueron condenados a cuatro a?os de c?rcel por montar -por separado- p?ginas de Facebook donde convocaban a motines, que no se realizaron), declar? en el Parlamento que en respuesta a las revueltas que hab?an tenido lugar en el pa?s, su gobierno estudiaba medidas para prohibir a personas que utilizaran las redes sociales “para la violencia”, o de plano bloquear totalmente el acceso a las mismas, en “situaciones de emergencia”.

India por su parte decidi? crear a trav?s Servicio de Inteligencia un departamento especial dedicado a bloquear p?ginas web de los estados enemigos. http://www.ARGENPRESS.info/2010/08/india-reclutaran-ases-en-informatica.html.

Asimismo el Ministerio de Defensa Nacional de Corea del Sur anunci? que crear? un nuevo comando para luchar contra una serie de ciberataques. http://www.ARGENPRESS.info/2010/01/corea-del-sur-el-ejercito-creara-un.html.

Las redes inform?ticas, de ese modo, adem?s de ser un muy buen negocio para unas pocas empresas gigantescas de orden global, son tambi?n un campo de batalla especialmente sensible para el sistema, m?s a?n para su vanguardia imperialista.

3. Retos de los pa?ses del Tercer Mundo ante el nuevo escenario de la comunicaci?n digital.

Se entiende por ?globalizaci?n? el proceso econ?mico, pol?tico y sociocultural que est? teniendo lugar actualmente a nivel mundial por el que cada vez existe una mayor interrelaci?n econ?mica entre todos los rincones del planeta, por alejados que est?n, gracias a estas tecnolog?as que han borrado pr?cticamente las distancias permitiendo comunicaciones en tiempo real, pero siempre -esto es vital no olvidarlo nunca- bajo el control de las grandes corporaciones multinacionales. En realidad, la globalizaci?n propiamente dicha comienza con la expansi?n del naciente capitalismo de Europa cuando sale a ?conquistar? el mundo. Ah? verdaderamente comienza a hacerse global, mundial, planetario el sistema econ?mico, y por tanto, su impronta pol?tico-cultural.

Conquistadores europeos, con mano de obra esclava africana, sojuzgan a pueblos americanos, sentando las bases para una homogenizaci?n de toda la ?aldea global?. Pero es reci?n ahora, con la ca?da del Muro de Berl?n y la desintegraci?n del bloque sovi?tico a fines del siglo XX, que el capitalismo se siente due?o y se?or de todo el mundo. El actual ep?teto de ?neoliberal? -eufemismo por decir capitalismo salvaje que borra las conquistas sociales y laborales obtenidas en un siglo de lucha por el campo popular- aparece como discurso ?nico, dominante absoluto, sin aparentes adversarios a la vista.

Esa globalizaci?n que vivimos (econ?mica, pol?tica y cultural) es el caldo de cultivo donde las TICs son el sistema circulatorio que la sostiene, haciendo parte vital de la nueva econom?a global centrada b?sicamente en la comunicaci?n virtual, en la inteligencia artificial y en el conocimiento como principal recurso, todo lo cual permite el nuevo capitalismo financiero, hiper concentrado en poqu?simas manos, que va m?s all? de los Estado-naci?n modernos, y que en realidad de ?serio y responsable? no puede tener nada (prefiere destruir el medio ambiente en nombre del lucro, por ejemplo). Las nuevas tecnolog?as del ciberespacio pueden abrir oportunidades para los sectores hist?ricamente postergados, dado que posibilitan acceder a instrumentos que sirven para dar un salto adelante verdaderamente grande (por ejemplo, permitir una ?militancia? digital, denunciar atropellos en tiempo real, conocer y hacerse conocer en todo el mundo, intercambiar, movilizar opini?n); pero este mundo virtual puede tambi?n contribuir a mantener la distancia entre los que producen esas tecnolog?as de vanguardia (unos pocos pa?ses del Norte), y quienes la adquieren (la gran mayor?a de los pa?ses del Sur), ampliando as? m?s a?n la dependencia tanto comercial como tecnol?gicamente.

Si acceder a las TICs es un puente al desarrollo, la ?brecha digital? (mejor dicho: abismo digital, ?precipicio quiz??) que crea esta sociedad de la informaci?n, contraria a la ?inclusi?n digital? global que deber?a promover una solidaridad universal, indica que los sectores m?s opulentos aumentan su distancia respecto de los excluidos de siempre. A nivel internacional ello es por dem?s de elocuente: ?Actualmente, de las computadoras conectadas con la Internet, el 93% est?n en los pa?ses de m?s altos ingresos, donde reside s?lo un 16% de la poblaci?n mundial. Hay en Finlandia m?s computadoras conectadas a la Internet que en toda la regi?n de Am?rica Latina y el Caribe; hay m?s en la ciudad de Nueva York que en todo el continente de ?frica?. (IDH, 2001. PNUD) (9)

Las nuevas tecnolog?as digitales, m?s all? de la explosi?n con que han entrado en escena y su consumo masivo siempre creciente, no benefician por igual a todos los sectores. ?En Am?rica Latina la presencia o el desarrollo de una SIC sociedad de la informaci?n y la comunicaci?n est? m?s ligada a la consolidaci?n de grandes consorcios multinacionales del audiovisual, que a la incorporaci?n de la convergencia a los procesos productivos. Esto ?ltimo se ha polarizado en un sector capaz de desmaterializar la econom?a, en tanto que sobrevive otro gran sector que permanece al margen de los cambios tecnol?gicos y contin?a trabajando dentro de un esquema de producci?n cl?sico, ayudado de herramientas que tambi?n podr?amos definir como cl?sicas. En nuestros pa?ses s?lo un sector de la poblaci?n (muy probablemente el que acumula el consumo tecnol?gico de distintas generaciones), es la que se ha incorporado efectivamente al proceso de producci?n ligado a la informaci?n y el conocimiento?. (10)

La repetida insistencia en relaci?n a las maravillas de las nuevas tecnolog?as digitales de la informaci?n y la comunicaci?n, en realidad no pasa de ser un espejismo manipulado desde los grandes centros de poder que se benefician de ellas, de su comercializaci?n y de su uso como mecanismo de control a escala planetaria. El hecho de que en cierta forma la utilizaci?n de las TICs pueda facilitar algo las cosas para las grandes mayor?as no es efectivo si no se terminan con los problemas estructurales, con las brechas sociales vergonzosas que siguen siendo nuestro paisaje cotidiano: el hambre, la exclusi?n cr?nica, el analfabetismo, las enfermedades curables, el racismo. Pese a este portento de las tecnolog?as de la inteligencia artificial, se sigue muriendo una persona cada 7 segundos ?porque no dispone de alimentos! ?D?nde est? el progreso entonces?

No est? demostrado que por el hecho de utilizar alguna de las TICs se elimine autom?ticamente la exclusi?n social o se termine con la pobreza cr?nica. La explotaci?n sigue su curso inmodificable. De todos modos, sabiendo que estas herramientas encierran un enorme potencial, es v?lido pensar que no disponer de ellas propicia la exclusi?n, o la puede profundizar. Visto que la red de redes, el internet, es la suma m?s enorme nunca antes vista de informaci?n que pone al servicio de la humanidad toda una potente herramienta de comunicaci?n, no acceder a ?l crea desde ya una desventaja comparativa con quien s? puede acceder. De todos modos, el desarrollo propiamente dicho, el aprovechamiento efectivo de las potencialidades que abren las TICs, no se da por el s?lo hecho de disponer de una computadora, de hacer uso de las redes sociales o de un tel?fono celular de ?ltima generaci?n, o de una consola de videojuegos, tan a la moda hoy d?a. Los videojuegos, valga agregar, que cada vez comienzan a ser jugados desde las m?s tempranas edades (2 ? 3 a?os), bastante poco amigables para los adultos -los que no han crecido en esta cultura cibern?tica- funcionan como ?verdaderas proped?uticas informales para el acercamiento amistoso y l?dico a los aparatos electr?nicos. ? Ese tiempo invertido los acerca sin reparos mayores a la manipulaci?n de aparatos de tecnolog?a digital?. (11) Despu?s de varios a?os de ?acostumbramiento?, ya desde ni?os, los j?venes encuentran como algo absolutamente natural, y m?s a?n: imprescindible, el mundo de las TICs. El consumismo est? ya puesto en marcha, y la obsolescencia programada har? que cada cierto tiempo haya que reemplazar el aparatito en cuesti?n. Obviamente todos estos aparatos podr?n ser ?bonitos?, pero no dejan de ser instrumentos, ?tiles, herramientas. Dentro de las relaciones capitalistas en que pr?cticamente todo el mundo se mueve, las herramientas, por s? mismas, no hacen sino seguir enriqueciendo m?s a quienes las fabrican y las comercializan, tornando al Tercer Mundo m?s dependiente de los centros planetarios de poder.

Lo que s? hace la diferencia es la capacidad que una poblaci?n pueda tener para aprovechar creativamente estas nuevas formas culturales. Si el internet ?ha transformado la vida?, como tan insistentemente dice cierto pensamiento dominante (desde una perspectiva m?s mercadol?gica que cr?tica, terminando por constituirse en ?mito?, en manipulaci?n medi?tica), ello permite descubrir el porqu? de esa tenaz repetici?n: est? claro que alimenta muy generosamente a quienes lucran con su comercializaci?n. Google, por ejemplo, el motor de b?squeda m?s potente y con la mayor cantidad de consultas diarias en la red en todo el mundo, ha facturado 150.000 millones de euros en 10 a?os. Junto a ello, la posibilidad de control pan?ptico a escala absolutamente mundial fuerza a su expansi?n siempre creciente.

Ante este panorama, el Sur no debe seguir ciegamente el dictado consumista de endiosar las nuevas tecnolog?as sin una visi?n cr?tica, ampliando as? la dependencia. De lo que se trata es de justipreciar c?mo esos instrumentos pueden ser, o no, nuevos caminos para la liberaci?n, o para seguir ampliando las asimetr?as.

4. Incidencia de los medios alternativos y las redes sociales en la opini?n p?blica y en el hacer de la pol?tica internacional.

Tal como expresan los lineamientos generales del este Congreso: ?La evoluci?n de la Web, el surgimiento de los medios alternativos, las redes sociales de Internet, as? como los blogs y wikis, crean nuevas posibilidades para la comunicaci?n social y pol?tica. Este nuevo escenario comunicativo a nivel internacional demanda cada vez m?s la creaci?n de condiciones para maximizar su aprovechamiento?. Sin caer en empobrecedores manique?smos ni valoraciones moralizantes, ni tampoco en triunfalismos exagerados que pierden la verdadera dimensi?n de las cosas, digamos que toda esta amplia bater?a de nuevas tecnolog?as ofrece interesantes posibilidades si lo pensamos desde una perspectiva revolucionaria, al mismo tiempo que no se pueden desconocer sus peligros latentes. El reto est? en ver c?mo se navega en esas aguas y se puede llegar a buen puerto.

Las TIC son especialmente atractivas, y con mucha facilidad pueden pasar a ser adictivas (de la real necesidad de comunicaci?n f?cilmente se puede pasar a la ?adicci?n?, m?s a?n si ello est? inducido, tal como sucede efectivamente). En una investigaci?n que se hizo recientemente en Guatemala sobre este t?pico se pregunt? a j?venes usuarios de estas tecnolog?as -de distinta extracci?n social- si al estar haciendo el amor y recibir una llamada a su tel?fono celular, ?qu? har?an? muchos (y muchas) respondieron que, sin dudarlo, contestar?an. No hay dudas que estamos ante un importante cambio de actitudes.

Estamos invadidos por una cultura del uso de lo digital; se nos ha dicho incluso, interesadamente o no, que la reciente ?primavera ?rabe?, por ejemplo, se provoc? por la catarata de mensajes de texto transmitidos en los tel?fonos m?viles y por el uso de las llamadas redes sociales. ?Las nuevas revoluciones, entonces, se construir?n sobre la base de realidades virtuales que movilizan a las masas? Dejamos aqu? el an?lisis de ese movimiento de los pueblos ?rabes porque no es el espacio adecuado para tratarlo, pero no podemos menos de indicar que, hoy por hoy, vivimos una cierta entronizaci?n de lo digital que puede llevarnos a verlo como panacea. De todos modos, m?s all? de la interesada pr?dica que identifica a las TICs con esa soluci?n universal, no hay dudas que tienen algo especial que las va tornando imprescindibles.

Estar ?conectado?, estar todo el tiempo con el tel?fono celular en la mano, estar pendiente eternamente del mensaje que puede llegar, de las redes sociales, del chat, constituye un hecho culturalmente novedoso.

La definici?n m?s ajustada para un tel?fono celular (lo mismo se podr?a decir de las TICs en general) es que, poseyendo el equipo en cuesti?n -tel?fono, computadora, acceso a internet- se est? ?conectado?, que es como decir: ?estar vivo?. Definitivamente todas estas tecnolog?as van mucho m?s all? de una circunstancial moda: constituyen un cambio cultural profundo, un hecho civilizatorio, una modificaci?n en la conformaci?n misma del sujeto y, por tanto, de los colectivos, de los imaginarios sociales con que se recrea el mundo. Eso nos abre forzosamente la pregunta: ?constituyen tambi?n un arma pol?tica? ?Son un instrumento m?s para la revoluci?n?

Lo importante a destacar es que esa penetraci?n que tienen las TICs no es casual. Si gustan de esa manera, es por algo. Como m?nimo se podr?an se?alar dos caracter?sticas que le confieren ese grado de atracci?n: a) est?n ligadas a la imagen, y b) permiten la interactividad en forma perpetua.

La imagen juega un papel muy importante en las TICs. Lo visual, cada vez m?s, pasa a ser definitorio. La imagen es masiva e inmediata, dice todo en un golpe de vista. Eso fascina, atrapa; pero al mismo tiempo no da mayores posibilidades de reflexi?n. ?La lectura cansa. Se prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sint?tica. ?sta fascina y seduce. Se renuncia as? al v?nculo l?gico, a la secuencia razonada, a la reflexi?n que necesariamente implica el regreso a s? mismo?, se quejaba amargamente Giovanni Sartori (12). Lo cierto es que el discurso y la l?gica del relato por im?genes est?n modificando la forma de percibir y el procesamiento de los conocimientos que tenemos de la realidad. Hoy por hoy la tendencia es ir suplantando lo racional-intelectual -dado en buena medida por la lectura- por esta nueva dimensi?n de la imagen como nueva deidad.

Junto a eso cobra una similar importancia la fascinaci?n con la respuesta inmediata que permite el estar conectado en forma perpetua y la interactividad, la respuesta siempre posible en ambas v?as, recibiendo y enviando todo tipo de mensajes. La sensaci?n de ubicuidad est? as? presente, con la promesa de una comunicaci?n continua, amparada en el anonimato que confieren en buena medida las TICs. (Muchos ?t?midos? consiguen pareja por su intermedio. Eso es un hecho).

La llegada de estas tecnolog?as abre una nueva manera de pensar, de sentir, de relacionarse con los otros, de organizarse; en otros t?rminos: cambia las identidades, las subjetividades. ?Qui?n hubiera respondido algunas d?cadas atr?s que prefer?a contestar el tel?fono fijo a seguir haciendo el amor?

Hoy d?a la sociedad de la informaci?n, por medio de estas herramientas, nos sobrecarga de referencias. La suma de conocimiento, o m?s espec?ficamente: de datos, de que se dispone es fabulosa. Pero tanta informaci?n acumulada, para el ciudadano de a pie y sin mayores criterios con que procesarla, tambi?n puede resultar contraproducente. Puede afirmarse que existe una sobreoferta informativa. Toda esta saturaci?n y sobreabundancia de ?informaci?n?, y su posible banalizaci?n, se ha trasladado a la red, a las TICs en general, inundando todo. De una cultura del conocimiento y su posible apropiaci?n se puede pasar sin mayor soluci?n de continuidad a una cultura del divertimento, de la superficialidad. Las TICs permiten ambas v?as.

Si bien las TICs se est?n difundiendo por toda la sociedad global, quienes m?s se contactan con ellas, las utilizan, las aprovechan en su vida diaria dedic?ndole m?s tiempo y energ?a, y concomitantemente vi?ndose especialmente influenciados por ellas, son los j?venes. Es evidente que la globalizaci?n en curso uniforma criterios sin borrar las diferencias estructurales; de ah? que, diferencias mediantes, las generaciones actuales de j?venes son todas ?hijas de las TICs?, o ?nativos digitales?, como se les ha llamado. ?Aquello que para las generaciones anteriores es novedad, imposici?n externa, obst?culo, presi?n para adaptarse -en el trabajo, en la gesti?n, en el entretenimiento- y en muchos casos temor reverencial, para las generaciones m?s j?venes es un dato m?s de su existencia cotidiana, una realidad tan naturalizada y aceptada que no merece siquiera la interrogaci?n y menos a?n la cr?tica. Se trata en efecto de una condici?n constitutiva de la experiencia de las generaciones j?venes, m?s instalada e inadvertida a medida que se baja en la edad? (13)

En esa dimensi?n, lo importante, lo definitorio es estar conectado y siempre disponible para la comunicaci?n. De esa l?gica surgen las llamadas redes sociales, espacios interactivos donde se puede navegar todo el tiempo a la b?squeda de lo que sea: novedades, entretenimiento, informaci?n, aventura, etc., etc. En las redes sociales, usadas fundamentalmente por j?venes, alguien puede tener infinitos amigos. O, al menos, la ilusi?n de una correspondencia infinita de amistades. En esa l?nea, creemos importante no dejar de hacer notar que la superficialidad no es ajena a buena parte de la cultura que generan las TICs. De ah? que debe verse muy en detalle c?mo estas tecnolog?as comportan, al mismo tiempo que grandes posibilidades, tambi?n riesgos que no pueden menospreciarse. La cultura de la ligereza, de lo superficial y falta de profundidad cr?tica puede venir de la mano de las TICs, siendo los j?venes -sus principales usuarios- quienes repitan esas pautas. Sin caer en preocupaciones extremistas, no hay que dejar de tener en vista que esa entronizaci?n de la imagen y la inmediatez, en muchos casos compartida con la multifunci?n simult?nea (se hacen infinitas cosas al mismo tiempo), puede dar como resultado productos a revisar con aire cr?tico: ?en t?rminos mayoritarios los j?venes usuarios de TICs adquieren informaci?n mec?nicamente, desconectada de la realidad diaria, tienden a dedicar el m?nimo esfuerzo al estudio, necesario para la promoci?n, adoptan una actitud pasiva frente al conocimiento, tienen dificultades para manejar conceptos abstractos, no pueden establecer relaciones que articulen teor?a y pr?ctica?. (14)

Pero si bien es cierto que esta cibercultura abre la posibilidad de esta cierta liviandad, tambi?n da la posibilidad de acceder a un c?mulo de informaci?n y a nuevas formas de procesar la misma como nunca antes se hab?a dado, por lo que estamos all? ante un fenomenal reto.

Los medios alternativos de comunicaci?n, como ARGENPRESS por ejemplo, que hacen uso de la red, de todas estas nuevas herramientas digitales, son un granito de arena m?s en la larga y continuada lucha por un mundo mejor. Hoy, ca?do el Muro de Berl?n, y con ?l muchas esperanzas, no hay dudas que el campo popular est? un poco (bastante) falto de ideas claras, de referentes precisos en la batalla por esas transformaciones. Los ideales de algunas d?cadas atr?s, si bien no han desaparecido, quedaron golpeados. La fabulosa ola neoliberal que todav?a nos sigue afectando ha significado un golpe muy grande para la izquierda.

En ese marco, la cultura digital que ha llegado con una fuerza fabulosa, abre un reto: obviamente, en tanto tecnolog?a, no es ?buena? ni ?mala?. Plantearlo as? es sumamente reduccionista. Pero no se puede dejar de considerar c?mo funciona, qui?n la maneja, qu? papel juega para los grandes poderes globales como negocio y como mecanismo de control social. La posibilidad de construir ah? un espacio alternativo est? abierta.

No debemos dejar de tener en cuenta que se han abierto ciertos canales para una relativa democratizaci?n de la informaci?n. En cierto sentido, todos podemos dejar nuestra marca en la red de redes, decir, denunciar, hacer evidentes ciertas cosas. Pero no hay que olvidar que ese fabuloso espacio virtual tambi?n est? hiper controlado por los enormes poderes de siempre, que el tr?fico satelital no lo maneja el campo popular, que tecnol?gicamente dependemos de unos pocos servidores que manejan ese tr?fico. La ilusi?n de creer que la revoluci?n se agota en una pantalla es un peligro. Bienvenidas las tecnolog?as digitales, sin duda. Aprovech?moslas, conozc?moslas en profundidad, saqu?mosle el m?ximo posible de provecho. Pero estemos conscientes que la revoluci?n socialista no es una cuesti?n puramente t?cnica. La tecnolog?a, si no est? al servicio de la causa del Ser Humano como especie, sigue siendo un mecanismo de dominaci?n.

Los medios alternativos de comunicaci?n son un elemento m?s de un prolongado combate popular en pro de un mundo con mayor justicia, combate que por cierto no ha terminado a?n, que ha perdido quiz? la batalla de estas ?ltimas dos d?cadas, pero no la guerra.

Citas:
1) Tesis presentada en el Encuentro Internacional de Par?s de 1988 de la Asociaci?n por el Centro Michel Foucault.
2) Ver ?El fin de la privacidad?, dossier en la revista Noticias, 25 de octubre de 1997.
3) Ver La marca de la bestia. Identificaci?n, desigualdades e infoentretenimiento en la sociedad contempor?nea, por An?bal Ford, Grupo Editorial Norma, Colecci?n Vitral, Buenos Aires-Barcelona, 1999.
4) ?El ojo del poder?, entrevista de Jean-Paul Barou con Michel Foucault, en Bentham Jerem?as: ?El Pan?ptico?, Editorial La Piqueta, Barcelona, 1980).
5) Roszak, Theodor. ?El culto a la informaci?n. Un tratado sobre alta tecnolog?a, inteligencia artificial y el verdadero arte de pensar?. Ed. Gedisa. Barcelona, 2005.
6) UNESCO. ?Un solo mundo, voces m?ltiples. Comunicaci?n e informaci?n en nuestro tiempo?. Fondo de Cultura Econ?mica. M?xico, 1993
7) Ver Crovi, Diana. ?Sociedad de la informaci?n y el conocimiento. Entre el optimismo y la desesperanza?. UNAM. M?xico, 2002.
8) Ver Urresti, Marcelo. ?Ciberculturas juveniles?. La Cruj?a Ediciones. Buenos Aires, 2008.
9) Ver Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2001.
10) Ver Crovi, Diana.
11)Ver Urresti, Marcelo.
12) Sartori, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida. Ed. Taurus. Barcelona, 1997.
13) Ver Urresti, Marcelo.
14) Ver Est?vez, C. La comunicaci?n en el aula y el progreso del conocimiento, en Urresti, Marcelo. 2006
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