Militares peruanos desnudan su estrategia: Ahora el enemigo es la población autoorganizada

04.Ene.04    Análisis y Noticias

La subversión que se viene
No está demasiado lejos que ocurra una nueva insurrección, según los militares peruanos. Afirman que, mientras persistan la marginación y las marcadas diferencias sociales, se producirá un estallido subversivo. Pero, a diferencia de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), los protagonistas no estarán inspirados por la ideología maoísta o marxista-leninista. Según el documento “Estrategia Integral para la Contrasubversión”, elaborado por la División de Operaciones del Comando Operativo del Frente Interno, que depende del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFAA), los próximos movimientos sediciosos serán motivados o estimulados por exigencias económicas y sociales insatisfechas. Esas movilizaciones podrían devenir en insurrecciones con una fuerza tremenda, capaz de derribar al jefe de Estado.

“No debemos
Para los estrategas de la lucha contrasubversiva del CCFFAA, la insatisfacción económica y social generará una insurreción de los sectores populares.
interrogarnos si habrá o no insurrección en el Perú sino preguntarnos: ¿cuáles serían las principales características de un probable movimiento insurreccional? ¿Cuáles serían sus fortalezas ideológicas y materiales? ¿Qué agrupaciones políticas y sociales la conformarían?”, señala el documento difundido en las Fuerzas Armadas desde enero del 2000.
Los propios estrategas ofrecen las respuestas. Exponen que, debido a la descomposición del sistema comunista, ya no es posible que aparezcan movimientos subversivos sustentados en la ideología marxista-leninista-maoísta.
Advierten que está latente la posibilidad de que ” en determinadas circunstancias se gesten y desarrollen procesos insurreccionales, encaminados a eliminar condiciones socioeconómicas y políticas calificadas como injustas por los subversivos, o a derribar gobiernos tipificados como despóticos, corruptos e inmorales”.
No hay exageración en las proyecciones de los militares peruanos. Un movimiento indígena, con apoyo de un sector de la oficialidad de las Fuerzas Armadas, depuso al presidente ecuatoriano Jamil Mahuad Witt. Una masiva protesta popular hizo lo propio con el mandatario argentino Fernando de La Rúa.
Y fue también la rebelión de los sectores más empobrecidos de Bolivia los que ocasionaron la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada.
De acuerdo con los expertos en contrasubversión, si se intensifican las olas de protesta por la falta de empleo, el avance de la corrupción o el bajo poder adquisitivo, y los movimientos se organizan alrededor de una sola agrupación o líder, la ola contestataria podría convertirse en un nuevo tipo de subversión.
En consecuencia la pacificación emprendida luego de la derrota del terrorismo no debe buscar la “normalidad” que existía antes de 1980, año en que estalló la violencia política. Los militares peruanos sostienen que, por el contrario, “se deben sentar las bases de un nuevo tipo de sociedad, que en los órdenes político, social, económico, cultural y psicológico contribuya a desterrar las condiciones que sirven de caldo de cultivo a los movimientos subversivos”.
Los propios militares reconocen que el peligro no es inmediato.
En el manual de la División de Operaciones del Comando Operativo del Frente Interno señalan que “en el futuro podrían presentarse condiciones objetivas y subjetivas que desemboquen en una insurrección”.
Lamentablemente, el documento de la División de Operaciones del Comando Operativo del Frente Interno del CCFFAA no diferencia las acciones que el personal castrense debe seguir si se trata de una insurrección de corte social o ideológica. Para ellos, la forma de enfrentarlos es la misma.

El poder de las masas
América Latina
Documento inédito de las FFAA.
ha sido recientemente escenario de explosiones populares que generaron la salida de jefes de Estado. Las demandas no tenían color político ni ideológico. Se trataban de exigencias sociales y económicas.
En Ecuador, ante una incontenible ola de protestas por la política económica y las denuncias sobre corrupción, en febrero de 1997 el Congreso declaró la vacancia del presidente Abdalá Bucaram por incapacidad mental. La decisión se tomó tras varios días de paro, en los que no circularon vehículos, se suspendieron las clases escolares, se bloquearon las vías principales, dejando a la población casi desabastecida. Bucaram se refugió en Panamá. Tres años después, un levantamiento indígena obligó a dimitir y huir al mandatario Jamil Mahuad Witt, en enero del 2000. La crisis económica fue el principal motivo de la protesta. Si bien en un inicio las fuerzas del orden intentaron desarticular las movilizaciones, la magnitud fue tal que terminaron por recomendar la renuncia del presidente para evitar el estallido social. Al final, el Ejército respaldó a los indígenas que tomaron el Congreso y convocaron a una Junta de Salvación Nacional. Mahuad escapó a Estados Unidos.
En Argentina, en diciembre del 2001, el presidente Fernando de la Rúa firmó su renuncia tras varias jornadas de protestas de la población, que rechazó las nuevas medidas económicas. Miles salieron a las calles blandiendo y golpeado ollas vacías en señal de inconformidad. Fue el corolario para un gobierno acusado de privatizar descontroladamente empresas del Estado, de consentir la corrupción, y manejar indebidamente el endeudamiento y el gasto público excesivos, que enriquecieron a pocos y empobrecieron a muchos. De La Rúa no puedo abandonar el país
En Bolivia, en octubre del 2003, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada tuvo que dimitir por las incontenibles movilizaciones de protesta debido a su decisión de vender el gas a Chile. Los choques entre fuerzas del orden y civiles que marchaban y bloqueaban carreteras dejaron aproximadamente 70 muertos. Sánchez de Lozada huyó a Miami.

El caso peruano
Junio de 2002.
En abril último los cocaleros de los principales valles midieron fuerzas con el Estado, llegaron hasta Palacio y consiguieron replantear la erradicación de cultivos ilegales.
Miles de pobladores protestaron violentamente en Arequipa contra el proceso de privatización de dos empresas eléctricas que el gobierno pretendía licitar. Los arequipeños salieron a las calles portando ollas vacías en señal de disconformidad, bloquearon las principales calles de la ciudad con las piedras que adornaban las pistas y veredas. Hubo al menos dos muertos y cientos de heridos y detenidos en enfrentamientos con la policía. El gobierno cedió ante la amenaza de que otros departamentos se sumaran a la protesta. En una carta abierta, el presidente Alejandro Toledo intentó justificar la intención de vender ambas empresas, a pesar de que durante su campaña electoral se comprometió a no hacerlo, porque encontró una caótica situación económica.
Abril de 2003. Los cocaleros, después de movilizarse por los principales valles de producción, se dirigieron a Lima, llegaron a Palacio de Gobierno y se entrevistaron con el mandatario Alejandro Toledo. Consiguieron reducir la compulsiva erradicación de cultivos ilegales y demostraron tener capacidad de organización y despliegue, al punto de jaquear al Ejecutivo.
Mayo de 2003. Miles de maestros de las escuelas públicas se plegaron a una huelga que duró alrededor de un mes, Demandaban al presidente Toledo que cumpla con su ofrecimiento de la campaña electoral: incrementar sus haberes. Las constantes movilizaciones y bloqueos hicieron que el mandatario declare el estado de emergencia. Los maestros levantaron la medida de fuerza tras el compromiso del gobierno de un incremento de 100 soles y un progresivo incremento de sus haberes.

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Opiniones
Carlos Tapia García:
NADIE SABE CUÁNDO OCURRIRÁ
“Aunque nadie sabe si ocurrirá mañana, dentro de uno o diez años, podría estallar un movimiento subversivo que no sea de inspiración marxista o maoísta. En este momento Sendero Luminoso está controlado, en particular en el valle del Apurímac, donde todavía hay una columna. Sin embargo, en esa misma zona está creciendo el descontento de los cocaleros. Debemos recordar que entre marzo y abril de este año los cultivadores de coca paralizaron la zona como protesta por la erradicación compulsiva. Situaciones similares se están gestando en otras partes del país, debido a la polarización y deslegitimación en que ha caído la clase política. Eso hace que crezcan los simpatizantes de (Alberto) Fujimori o de (Antauro y Ollanta) Humala (Tasso), que ya tiene un 4 por ciento en Lima, y en provincia es mucho mayor”.

Nelson Manrique Gálvez:
PREOCUPANTE PAPEL DE LAS FFAA
“A mí me preocupa más bien el papel que cumplirán las Fuerzas Armadas frente a una protesta social de grandes magnitudes, como previene el manual del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. ¿Deben ser garantes de un gobierno, independientemente cómo sea, o de un orden que asegure aquello que la Constitución reconoce como los derechos de los ciudadanos, como la vida digna, la seguridad, la educación a la salud. La Carta Magna incorpora el derecho de insurgencia frente a un régimen ilegítimo, por lo que las Fuerzas Armadas no deberían enfrentarse a todo proceso insurreccional, y, en todo caso, deben tener en cuenta que no están obligados a obedecer órdenes superiores que supongan violaciones a los derechos humanos”.

José Robles Montoya:
NO SE DEBE REPETIR LO DE PUNO
“Las Fuerzas Armadas pueden actuar durante movilizaciones o protestas populares sólo cuando lo solicita el jefe del Estado, pero es necesario que se establezcan cuáles son los límites de su accionar. Las tropas no deben salir en patrulla como pasó en Puno, sino deben apoyar a la Policía Nacional con medios de transporte y de comunicación. O protegiendo los servicios públicos como puentes, carreteras, estaciones ferroviarias y otros. Los militares no están preparados para pedir calma. Allí está el caso de Puno. Eso es algo que no se puede volver a repetir. Ahora bien, no se puede colocar en la misma bolsa a grupos subversivos cuyo sustento es ideológico con las protestas sociales por promesas incumplidas. Hacerlo es un terrible exceso”.