Publicado el: 25 abril, 2019
La econom?a par?sita
Ra?l Prada Alcoreza
Llamemos econom?a parasita a esa ?econom?a? anexa, que se incrusta a la econom?a propiamente dicha, al campo econ?mico, para succionar su energ?a, alimentarse de sus recursos, aposentarse en sus circuitos, usar sus dispositivos y hasta m?quinas econ?micas, absorber parte de su masa dineraria y de su capital. Propiamente hablando, la econom?a par?sita no genera capital, sino que succiona parte del excedente formado en el campo econ?mico. Sin embargo, aparenta formar una suerte de enriquecimiento espurio; pues incorpora dinero a trav?s de sus circuitos de distribuci?n y de tr?fico. Incluso aparece en la esfera de la producci?n il?cita, en tanto ?industrializaci?n? prohibida. Empero, estas son apariencias, pues si incorpora dinero a la econom?a nacional, que, por cierto, no es cuantificada ni registrada, lo hace absorbiendo del excedente de la econom?a mundo. Si se presenta como ?industrializaci?n?, en la esfera il?cita de la ?producci?n?, lo hace en ?fabricas? y ?laboratorios? clandestinos. Lo que no deja de mostrarse como industrializaci?n, en tanto transformaci?n de las condiciones iniciales de la producci?n, sobre todo de las materias primas, los insumos y los precursores. Lo que habr?a que anotar, a prop?sito de este fen?meno, es que se trata de la esfera de la producci?n en el lado oscuro de la econom?a.
Este metabolismo industrial clandestino tiene ciertas analog?as con lo que com?nmente se llama proceso de producci?n; sin embargo, se efect?a de una manera sumergida, adem?s de acotada. No ocasiona efectos multiplicadores como los que ocasiona lo que la ciencia econ?mica llama campo industrial. En otras palabras, la ?tecnolog?a? empleada en la producci?n il?cita, no es aut?noma; m?s bien, funciona con instrumentos, herramientas, insumos, prestados por el propio campo industrial. Situaci?n y condici?n que equivale a reafirmar que, incluso en el caso de la producci?n il?cita, se trata de una condici?n parasitaria. Por lo tanto, las esferas de la producci?n, la distribuci?n y el consumo de esta ?econom?a? sui generis conforman una econom?a parasitaria, que no podr?an funcionar sin las din?micas del propio campo econ?mico propiamente dicho.
La econom?a pol?tica de la coca?na es pues una econom?a parasitaria. No genera, sino absorbe recursos y parte del excedente. No es una econom?a que suma, sino, mas bien, que resta, salvo que se circunscriba a los l?mites de una econom?a nacional, donde impactan los ingresos de esta econom?a parasitaria. Empero, la contabilidad de esta econom?a, aunque sea estimativa, pues no hay registros, no puede circunscribirse a la geograf?a pol?tica nacional, pues sus circuitos suponen los espacios de la econom?a mundo, aunque del lado oculto de esta econom?a. El impacto en la econom?a mundo es, mas bien negativo, pues absorbe el excedente de una manera no productiva, sino orientada al consumo, tanto al consumo de los usuarios, as? como al consumo suntuario de esta burgues?a del lado oscuro de la econom?a. El problema es que a pesar de que sea as?, que no se trate de una econom?a generativa, sino, mas bien, de una econom?a degenerativa, en la etapa de dominancia del capitalismo financiero y especulativo, este tipo de circuitos del lado oculto de la econom?a mundo se expanden como promocionados por las l?gicas inherentes al capitalismo financiero. Ocurre como que la econom?a mundo integrara su lado oculto para absorber especulativamente el excedente producido.
Ahora bien, en Bolivia esta econom?a parasitaria parece haberse expandido notoriamente. No solo absorbe parte del excedente producido en el pa?s y la parte que le corresponde del excedente mundial, dependiendo de los pa?ses por donde circula, sino que atraviesa la malla institucional del Estado, a tal punto que parece ya controlarla. La combinaci?n entre econom?a nacional y econom?a parasitaria se ha vuelto perversa. Las instituciones estatales, por lo menos algunas, las de emergencia, parecen servir precisamente a los fines que se traza la econom?a pol?tica de la coca?na. No se trata, por cierto, como se?alan las versiones de los medios de comunicaci?n, sobre todo las versiones de las instituciones estatales y de los voceros gubernamentales, de que est?n involucrados personas o autoridades malas, como si esta econom?a parasitaria funcionara por la voluntad del mal inherente a las ?personas malas?. La econom?a pol?tica de la coca?na funciona a trav?s de sus propias estructuras, organizaciones, dispositivos, circuitos, esferas productivas il?citas, esferas de distribuci?n y de consumo il?citos. Se trata de m?quinas de poder y m?quinas econ?micas del lado oscuro del poder y de la econom?a. No son pues las personas la clave del funcionamiento del narcotr?fico, sino que ya asistimos a expansiones intensivas del lado oscuro del poder y de la econom?a.
Es pues inocente pensar que, cazando a las autoridades involucradas, a las personas comprometidas, con el narcotr?fico, se resuelve el problema. Como dijimos antes 1, esto es una catarsis, no una soluci?n. Peor a?n, cuando el ejecutivo, el ?rgano judicial, el ?rgano legislativo y la polic?a pretenden circunscribir sus pesquisas a la irradiaci?n de la culpabilidad, adem?s de limpiar a la instituci?n policial del personal corrompido. Que se lo haga, incluso, lo que no va a ocurrir, que se efect?en pesquisas extensivas y limpiezas amplias, de todas maneras el problema no va a ser resuelto, pues no se encuentra en las inclinaciones de las ?malas autoridades? policiales, sino que se trata de un problema estructural, para decirlo en t?rminos usados y conocidos.
Si hubiese ? conjetura ? la voluntad de salir del c?rculo vicioso de la econom?a pol?tica de la coca?na, las acciones no se circunscriben a la caza de culpables y a la limpieza institucional, pues requieren transformaciones estructurales e institucionales. Para decirlo de una manera general, la relaci?n de la econom?a nacional con la econom?a mundo deber?a ser distinta; por ejemplo, abandonar el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Esta situaci?n de dependencia, generada por la geopol?tica del sistema mundo capitalista, hace altamente vulnerable a la econom?a nacional ante las contingencias no solo de los mercados de las materias primas, sino tambi?n ante las contingencias de estos mercados del lado oscuro de la econom?a mundo. Por otra parte, lo dijimos en un anterior escrito, se deber?a dejar de cultivar la hoja de coca excedentaria, materia prima de la ?industrializaci?n? de la coca?na. Sin esta materia prima se hace m?s dif?cil instalar f?bricas y laboratorios de la producci?n il?cita. La pregunta a estas alturas es: ?A qu? se dedicar?a la gente que se dedica al cultivo de la hoja de coca excedentaria y a su ?industrializaci?n?? Obviamente, es absurdo proponer meter a la c?rcel a esta masa significativa de cultivadores y productores; algo que sugiere el moralismo fosilizado y el esp?ritu de venganza de pol?ticos dram?ticos. El Estado y la sociedad est?n como obligados a ofrecer alternativas econ?micas. Tampoco es la ?guerra contra el narcotr?fico? la soluci?n, pues ?sta ha fracasado mundialmente. Lo ?nico que ha ocasionado esta guerra es una poblaci?n gigantesca de v?ctimas y de muertos, sobre todo de gente que se halla como en la base de la pir?mide de estas estructuras sociales an?malas. Lo ?nico que ha ocasionado tambi?n es convertir este negocio clandestino en altamente rentable. Antes que la guerra es preferible el dialogo de paz, lograr acuerdos y consensos sociales; incluso antes de que se d?, si se da, un dialogo obligado despu?s de una guerra est?pida.
La sociedad y el pueblo deber?an declararse en emergencia, en consecuencia, movilizarse para solucionar semejante problema que aqueja a la poblaci?n del pa?s. La soluci?n no puede encontrarse sino en la toma de consciencia de la peligrosidad de la problem?tica que envuelve al pa?s. A s? mismo, la soluci?n se logra mediante acciones de emergencia y radicales, que no significan ni catarsis colectiva ni castigo. Hay que diseminar las estructuras, los dispositivos, las m?quinas de la econom?a parasitaria. Esto equivale a transformaciones institucionales, pues las instituciones heredadas, tanto del Estado como las de la sociedad institucionalizada, ya son parte del problema, de la recurrencia reiterativa del problema, del circulo vicioso de la econom?a pol?tica de la coca?na. Pero, estas transformaciones institucionales no pueden darse sino sobre transiciones consensuadas, por lo tanto, de consensos sociales logrados deliberativamente.
Por otra parte, la crisis relativa a la corrosi?n institucional no viene sola, sino que se encuentra en campos gravitatorios de otras crisis, la crisis ecol?gica, la crisis civilizatoria, la crisis estructural y org?nica del sistema mundo capitalista. En consecuencia, si hubiese la voluntad social para salir de los c?rculos viciosos de la econom?a pol?tica de la coca?na, del poder, de la econom?a pol?tica generalizada, la sociedad puesta a deliberar y buscar consensos est? obligada a tratar tambi?n las genealog?as de las otras crisis estructurales. Es de esperar que las salidas de las crisis mencionadas no se encuentren a la vuelta de la esquina, tampoco est?n a la mano; se requiere, como dijimos de consensos y transiciones consensuadas. Empero, lo que si es indispensable es iniciar los recorridos deconstructivos y de diseminaci?n de las mallas institucionales corro?das.
En este sentido, en la medida que los problemas que se tratan no solo son nacionales, sino tambi?n regionales y mundiales, se requiere convocar a los otros pueblos a hacer lo mismo, para lograr deliberaciones entre sociedades, deliberaciones de alcance mundial, para llegar tambi?n a acuerdos y a consensos, as? como a transiciones consensuadas. Ciertamente, nada de esto, si es que se diera, va a ser f?cil ni r?pido. Empero, lo importante es que los pueblos sean capaces de poner un alto a la marcha desbocada de un desarrollo destructivo, de una econom?a mundo, que ha perdido su rumbo y se encamina a la especulaci?n apocal?ptica.
Como hicimos notar en otros ensayos, no parece encontrarse la posibilidad del desenvolvimiento de esta voluntad de transformaci?n en las clases pol?ticas de los pa?ses del mundo, tampoco en las instancias institucionales estatales y sociales tradicionales, tampoco en las organizaciones del orden mundial. La emergencia creativa de esta voluntad se encuentra en las sociedades y los pueblos, sobre todo en su condici?n de sociedades alterativas, en su potencia social. Por eso, la exigencia de la coyuntura mundial, de alta peligrosidad para la sobrevivencia humana, es la auto-convocatoria de los pueblos a deliberar colectivamente, democr?ticamente, abiertamente, usando los potentes recursos de la ciencia, de la tecnolog?a, de la comunicaci?n y de la cibern?tica, sobre los problemas que atingen a la sociedad humana en el momento presente.
[1] Ver La punta del iceberg.
https://www.bolpress.com/2019/04/24/la-punta-del-iceberg/.