La imposible gobernabilidad de las derechas y la falta de voluntad de las izquierdas

ninguna fuerza tiene la capacidad para estabilizar la situaci?n. Para hacerlo, la derecha deber?a derrotar al campo popular, lo que no est? en condiciones de hacer. La izquierda puede gobernar si logra mover el modelo extractivo, romper con las agencias globales que lo sostienen y las ?lites locales que lo avalan. No tiene la voluntad de ?nimo para iniciar un ciclo de luchas que deber?a ser tan potente, que no s?lo barrer?a el extractivismo sino que podr?a expulsarla del escenario.
Nosotros decimos que la falta de voluntad de las izquierdas es porque viven disputando los cargos del poder, de all? su imposibilidad de iniciar un nuevo ciclo de luchas, que tendr? que provenir del protagonismo social como fue en el, caracazo, en la derribada de gobierno en Ecuador y Bolivia, en fin, situaciones donde la izquierda aprovech? el ?mpetu social para adentrarse en los mecanismos del poder. Pensamos que Zibechi invierte demasiado tiempo en analizar a la izquierda y deber?a seguir y profundizar sus estudios y difusi?n de las formas de autoorganizaci?n aut?noma en diversos pa?ses.



La imposible gobernabilidad de las derechas
Ra?l Zibechi
La Jornada

Cuando comenz? el declive del ciclo progresista, aproximadamente cinco a?os atr?s, planteamos que los eventuales gobiernos de la derecha que los suced?an ser?an inestables, asediados por una elevada conflictividad social, la profundizaci?n de la crisis sist?mica y cambios en las relaciones entre las diversas clases sociales (https://bit.ly/2XCMzbB).

El fin del progresismo es mucho m?s que la desaparici?n de esos gobiernos y que no le suceder? un ciclo derechista o conservador sino un periodo de inestabilidad. Esto quiere decir que veremos cambios bruscos en el escenario pol?tico, virajes de la derecha extrema a la izquierda moderada, y viceversa, sin que ninguna de esas fuerzas consiga estabilizar la gobernabilidad.

Las razones son las mismas que provocaron el fin del ciclo anterior. Pero antes veamos brevemente la situaci?n en los tres principales pa?ses de la regi?n sudamericana.

En Brasil el gobierno de Jair Bolsonaro entr? en crisis apenas unas semanas despu?s de asumir. A una fuerte ca?da en su aprobaci?n, se le suma el enfrentamiento con el sector militar, que conforma el n?cleo de su gobierno, y las trabas que encuentra para hacer aprobar la reforma previsional, con un trasfondo de estancamiento de la econom?a. La forma principal que est? asumiendo la crisis del gobierno es la puja abierta y p?blica entre los bolsonaristas y el vicepresidente Hamilton Mourao, que agudiza la inestabilidad.

Por abajo, los movimientos no han parado un solo momento. Entre enero y febrero, en pleno verano, el Movimento Passe Livre (MPL), que desencaden? las jornadas de junio de 2013, volvi? a las calles con cinco grandes marchas en Sao Paulo. Estos d?as las organizaciones ind?genas est?n acampando en la Explanada de los Ministerios en Brasilia, provocando una aguda respuesta represiva del gobierno que moviliz? la Fuerza Nacional contra la Articulaci?n de los Pueblos Ind?genas.

En Colombia el gobierno uribista de Iv?n Duque debi? enfrentar una oleada de movilizaciones ind?genas, negras y campesinas desde el 10 de marzo, que bloquearon las principales carreteras del pa?s, en particular la estrat?gica Panamericana que corre de norte a sur y es la v?a de las exportaciones hacia Ecuador y el resto del continente. La organizaci?n correspondi? a una amplia confluencia, realizada en febrero, con 380 delegados de 170 organizaciones, que cuestionaron el Plan Nacional de Desarrollo (PND) del gobierno.

La Minga ind?gena y popular (trabajo comunitario) fue la primera gran movilizaci?n nacional posterior a la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC, ense?? la acumulaci?n de muchos malestares, en particular contra el modelo extractivo en curso. Hubo 25 mil personas en las carreteras, acampadas o movilizadas de forma permanente, lo que forz? al presidente a acudir al Cauca a negociar con los movimientos.

Argentina es el caso paradigm?tico de la imposible gobernabilidad derechista. La crisis desatada en abril de 2018, que llev? el d?lar de 18 a 44 pesos, dispar? la inflaci?n a 50 por ciento anual y multiplic? la pobreza pero tambi?n la fuga de capitales, comenz? en diciembre de 2017 con las masivas protestas contra la reforma de las pensiones. Los de arriba comprendieron que Mauricio Macri no pod?a imponer su programa y comenzaron a especular fren?ticamente.

En estos momentos el panorama es de una crisis de credibilidad del gobierno, una oleada de protestas con marchas diarias (en la que destaca el activismo del movimiento de mujeres) y la posibilidad de que Macri pierda las elecciones de octubre. En el medio, un impresentable acuerdo con el FMI que multiplica la deuda y hace que los pr?ximos gobiernos, del signo que sean, tendr?n enormes dificultades para sacar al pa?s del atolladero.

En esta situaci?n, veo tres aspectos que van a profundizar la crisis de gobernabilidad en los pr?ximos a?os, generando mayor inestabilidad y planteando profundos desaf?os a los movimientos antisist?micos.

La primera es la potencia del campo popular. M?s all? de la opini?n que se tenga de los gobiernos progresistas, es evidente que en las dos pasadas d?cadas hubo un fortalecimiento de los sectores populares, aunque sus organizaciones a menudo se han debilitado. Este es el n?cleo del d?ficit de gobernabilidad.

La segunda radica en las consecuencias del agravamiento de la crisis global, que entra en una fase de caos sist?mico. Con ello se reducen las chances de estabilidad econ?mica y pol?tica.

La tercera es que ninguna fuerza tiene la capacidad para estabilizar la situaci?n. Para hacerlo, la derecha deber?a derrotar al campo popular, lo que no est? en condiciones de hacer. La izquierda puede gobernar si logra mover el modelo extractivo, romper con las agencias globales que lo sostienen y las ?lites locales que lo avalan. No tiene la voluntad de ?nimo para iniciar un ciclo de luchas que deber?a ser tan potente, que no s?lo barrer?a el extractivismo sino que podr?a expulsarla del escenario.

Brasil, Argentina y Colombia?