Pluriverso: hacia horizontes postcapitalistas

Muchas cosmovisiones y pr?cticas radicales hacen ya visible al pluriverso. La noci?n de pluriverso cuestiona a la ?universalidad? propia de la modernidad euroc?ntrica. Como dir?an los zapatistas de Chiapas, el pluriverso representa ?un mundo donde caben muchos mundos?: un mundo en donde todos los mundos conviven con respeto y dignidad, sin que ninguno viva a costa de otros. Esta es la definici?n m?s sucinta y adecuada del pluriverso.



Pluriverso: hacia horizontes postcapitalistas

Alberto Acosta
Ecuador Today

?Hablar del pluriverso significa: revelar un espacio de pensamiento y de pr?ctica en el que el dominio de una modernidad ?nica haya quedado suspendido a nivel epist?mico y ontol?gico; donde esta modernidad haya sido provincializada, es decir, desplazada del centro de la imaginaci?n hist?rica y epist?mica; y donde el an?lisis de proyectos descoloniales y pluriversales concretos pueda hacerse honestamente desde una perspectiva des-esencializada.?

Arturo Escobar (2012)

La actual crisis mundial es sist?mica, m?ltiple y asim?trica, con claros alcances civilizatorios. Nunca antes tantos aspectos cruciales de la vida fallaron simult?neamente, y las expectativas sobre el futuro son tan inciertas. Los problemas ambientales ya no pueden ocultarse por m?s poderosos -y torpes- que sean los negacionistas. Tampoco pueden ocultarse las abismales desigualdades, que van en aumento a medida que la sombra del ?desarrollo? cubre todas las partes de la Tierra. Cual virus mutante, las manifestaciones de la crisis se perciben en todos los espacios: ambientales, econ?micos, sociales, pol?ticos, ?ticos, culturales, espirituales?

Dejar de buscar al fantasma del ?desarrollo? es dif?cil. Su ret?rica seductora, a veces llamada ?mentalidad de desarrollo? o ?desarrollismo?, se ha internalizado en pr?cticamente todos los pa?ses. Sobre todo en aquellos que sufren las consecuencias del crecimiento industrial en el Norte Global. Norte Global que, por cierto, fue el primero en aceptar un camino ?nico de progreso, sin aceptar su responsabilidad en la grave crisis socio-ambiental global. De hecho, hasta parte del Sur no asume el reto ambiental al acusar al Norte de impedirle alcanzar el ?desarrollo? (inspirado en el mismo estilo de vida del Norte).

Casi siete d?cadas despu?s de que la noci?n de ?desarrollo?[2] se extendiera por todo el mundo, la verdad m?s bien parece indicar que el mundo vive un ?mal desarrollo?. Dentro de ese ?mal desarrollo? est?n inclusive los pa?ses llamados industrializados o ?desarrollados?. Es parad?jico, pero el discurso del ?desarrollo? en t?rminos vitales solo lleva a la consolidaci?n de la crisis sist?mica actual.

Dicha crisis no es coyuntural ni manejable desde la institucionaliad existente. Es hist?rica y estructural, y exige una profunda reorganizaci?n de las relaciones tanto dentro, como entre las sociedades de todo el mundo, como tambi?n entre la Humanidad y el resto de la ?Naturaleza?, de la cual formamos parte. Y eso implica, evidentemente, una reconstrucci?n institucional a escala mundial, algo inviable desde las actuales instituciones de alcance planetario e inclusive desde los estrechos m?rgenes estatales.

Tal como sintetiza el libro Pluriverso ? Diccionaro del Postdesarrollo[3], nuestra lecci?n m?s importante como Humanidad es reencontrarnos con la Madre Tierra para garantizar una vida digna para todos los seres (humanos y no humanos). En todas partes, cada vez m?s personas buscan satisfacer sus necesidades afirmando los derechos y la dignidad de la Tierra. Esas b?squedas responden al colapso ecol?gico, al acaparamiento de tierras, a las guerras destadas para controlar las reservas petroleras y mineras, as? como a otros extractivismos (agroindustria, plantaciones agroexportadoras, incluso con cultivos gen?ticamente modificados) que casi siempre destruyen los medios de vida rurales y generan pobreza urbana. A veces, el ?progreso? occidental se vuelve el principal causante de que nuestro mundo est? enfermo de opulencia, alienaci?n y desarraigo. Ante ello, los movimientos de resistencia popular se encuentran extendidos en todos los continentes.

A medida que la globalizaci?n del capital desestabiliza las econom?as regionales y nacionales, dejando a su paso poblaciones enteras de refugiados -incluso dentro de sus propios pa?ses-, algunos sectores de la poblaci?n afrontan la situaci?n identific?ndose con el poder machista de la derecha pol?tica, con su promesa de ?quitar empleo? a los migrantes, artificialmente se?alados muchas veces como causantes de las crisis? A menudo, las clases trabajadoras inseguras tambi?n adoptan tal postura. El resultado es una peligrosa derivaci?n global hacia el autoritarismo.

Por su parte, la -privilegiada- tecnocracia promueve el neoliberalismo con ilusiones de democracia representativa y trayectoria de innovaci?n para el crecimiento perpetuo. Algo perverso, pues denota que hasta la diferencia derecha-izquierda ortodoxa es difusa en cuanto a modernizaci?n y progreso. Adem?s, cada una se basa en valores euroc?ntricos y machistas.

Karl Marx nos record? que, cuando una nueva sociedad nace desde adentro de la vieja, esta arrastra muchos defectos del sistema antiguo. M?s tarde, Antonio Gramsci observar?a: ?La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo est? muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de s?ntomas morbosos.? Lo notable es que ahora -algo no anticipado por estos intelectuales europeos- las alternativas emergen sobre todo desde los m?rgenes pol?ticos de ambas periferias del capitalismo, tanto desde su periferia colonial como de su periferia dom?stica. Basta anotar los esfuerzos de los grupos decrecentistas que avanzan desde la academia a la configuraci?n de un vigoroso movimiento social.

Por cierto, el an?lisis desde Marx es necesario, pero no basta; debe complementarse por otras propuestas, incluidas las que emana del Sur global como las perspectivas del sumak kawsay o Buen Vivir, del eco-svarag, del ubuntu, del comunitarismo; incluyendo las versiones cr?ticamente reflexivas de las principales religiones y, por supuesto, los aportes de la convivialidad de Ivan Illich para construir una sociedad que permita a todos sus miembros la acci?n m?s aut?noma y creativa posible, usando herramientas controlables por ellos mismos. En una transici?n como ?sta, cr?tica y acci?n requieren nuevas narrativas imaginativas, combinadas con soluciones materiales pr?cticas. Tejer resistencias y sumar proyectos alternativas potenciar? el tr?nsito por senderos pluriversales.

Ya no podemos hacer lo mismo, aunque lo hagamos mejor. Ya no podemos confiar en crear ?corporaciones m?s responsables? o ?burocracias reguladoras eficientes?; ni siquiera basta con reconocer la ciudadan?a plena para los ?de color?, ?viejos?, ?discapacitados?, ?mujeres? o ?queer? dentro del pluralismo liberal. Del mismo modo, no bastan los parches ?pr?stinos? de la Naturaleza, de poco efecto sobre el colapso de la biodiversidad. Ninguna opci?n basta si no se ataca el coraz?n de la crisis sist?mica mundial: el capitalismo y sus ans?as infinitas de poder expresadas en una acumulaci?n depredadora tanto de la vida humana como de las dem?s formas de vida.

En aquellos esfuerzos parciales que no cuestionan al capital, el fantasma del ?desarrollo? se reencarna de infinitas maneras, pues los remedios de corto plazo desde el poder solo sostienen el statu quo Norte-Sur, el patriarcado, la colonialidad y el divorcio Humanidad-Naturaleza. Por supuesto, incluso las mejores intenciones ?carentes de horizontes postcapitalistas- pueden llevar, sin quererlo, a soluciones superficiales, falsas y hasta agravantes de los problemas globales. Eso s?, es dif?cil distinguir las iniciativas ?convencionales?, ?falsas? o ?superficiales? de aquellas ?transformadoras radicales?. Adem?s, en el proceso de transici?n muchas propuestas hoy innovadoras ir?n perdiendo su vigencia en el camino. Pero justamente tendremos que aceptar esta dial?ctica en donde hasta las propuestas m?s potentes deber?n reemplazarse por propuestas superiores, aunque la superaci?n no provenga desde nuestra cosmovisi?n.

Aqu? caben las palabras del notable soci?logo alicantino Jos? Mar?a Tortosa en su libro ?Maldesarrollo y malvivir ? pobreza y violencia a escala mundial? (2011):

?La tarea es enorme y, precisamente por ello, no hay por qu? hacerle ascos a compa?eros de viaje, compa?eros de marcha que no compartan otras variables. Los ateos podr?an trabajar con los agn?sticos y los creyentes, los budistas con los cristianos, los cat?licos con los protestantes. Los que pueden tener motivaciones para alterar el funcionamiento del sistema las tienen originadas en religiones o en ideolog?as bien concretas y comparten una cierta idea de la justicia aunque no compartan la cosmovisi?n. No importa. De lo que se trata desde esta perspectiva es ponerse a marcar el paso en una misma direcci?n: la de una sociedad m?s justa y, por tanto, menos empobrecida y violenta. La acumulaci?n de peque?as reformas podr?a ser, entonces, revolucionaria. Por eso ninguna de ?stas tiene que ser despreciada si, unidas a las dem?s, puede producir el salto cualitativo: aislada puede tener sentido, ligada a las dem?s lo puede tener con mucha m?s raz?n ya que ya no s?lo se tratar? de afrontar necesidades locales sino que puede coadyuvar en el cambio de las reglas del juego.?

Inpulsando el cambio del juego mismo, cabr?a anotar.

Las alternativas transformadoras -como sinetizan m?s de cien aportes en el libro mencionado- difieren de las ?soluciones convencionales? de varias maneras. Como se resume en la introducci?n de dicho libro, primero, idealmente van a las ra?ces de al menos un problema. Segundo, cuestionan las caracter?sticas centrales del discurso del ?desarrollo?: crecimiento econ?mico, ret?rica del progreso, racionalidad instrumental, mercados, universalidad, antropocentrismo, sexismo, etc?tera. Tercero, abarcan una ?tica radicalmente diferente a la del sistema actual, reflejando valores basados en una l?gica relacional; un mundo donde todo est? interconectado; y con sociedades que abarcan valores como: diversidad y pluriversalidad; autonom?a y autosuficiencia; solidaridad y reciprocidad; bienes comunes y ?tica colectiva; unidad con la Naturaleza y sus derechos; interdependencia; simplicidad y suficiencia; inclusi?n y dignidad; justicia y equidad; sin jerarqu?a; dignidad del trabajo; derechos y responsabilidades; sostenibilidad ecol?gica; no violencia y paz. Cuarto, a medida que avanzamos, la agencia pol?tica pertenecer? a los marginados, explotados y oprimidos. Y, quinto, la transformaci?n debe integrar y movilizar m?ltiples dimensiones: pol?tica, econ?mica, social, cultural, ?tica, espirituales, aunque no necesariamente de golpe. Hay varios caminos hacia una socio-bio-civilizaci?n, donde el ?nico centro sea la vida misma.

Muchas cosmovisiones y pr?cticas radicales hacen ya visible al pluriverso. La noci?n de pluriverso cuestiona a la ?universalidad? propia de la modernidad euroc?ntrica. Como dir?an los zapatistas de Chiapas, el pluriverso representa ?un mundo donde caben muchos mundos?: un mundo en donde todos los mundos conviven con respeto y dignidad, sin que ninguno viva a costa de otros. Esta es la definici?n m?s sucinta y adecuada del pluriverso.

El camino es largo para que la multiplicidad de mundos se vuelva totalmente complementaria, pero ya hemos tomado rumbo: los movimientos por la justicia y la ecolog?a encuentran cada vez m?s puntos comunes. Igualmente, las luchas pol?ticas de mujeres, ind?genas, campesinos, as? como de pobladores urbanos a lo largo y ancho del planeta, est?n convergiendo.

Si bien las transiciones son complejas y no completamente radicales, son ?alternativas? si al menos tienen potencial para la transformaci?n sist?mica. Dada la diversidad de visiones imaginativas, permanece abierta la creaci?n de sinergias entre ellas. Habr? reveses; unas estrategias se desvanecer?n otras ser? cooptadas por el poder del capital, y otras surgir?n. Las diferencias, tensiones e incluso contradicciones existir?n, pero esa es la esencia misma de un intercambio constructivo. Intercambio en donde todas las visiones tienen un espacio para expresarse e intercambiar experiencias, cr?ticas y sobre todo sue?os.

Los caminos hacia el pluriverso ?sustentados en las reflexiones del post-desarrollo y la post-econom?a? son m?ltiples, abiertos y est?n en continua evoluci?n. Una evoluci?n que demanda siempre m?s democracia, nunca menos; m?s libertad, nunca menos; m?s vida, nunca menos.-