29/04/2019 :: MUNDO, PENSAMIENTO, ANTI PATRIARCADO
El feminismo desde Marx y m?s all? de ?l
x Perla Valero
Notas sobre ‘El patriarcado del salario’, de Silvia Federici
La Haine
Este texto se propone problematizar la relaci?n marxismo-feminismo al discutir con un texto en concreto: el trabajo m?s reciente de la te?rica feminista Silvia Federici, El patriarcado del salario. Cr?ticas feministas a Marx (https://lahaine.org/aL6g).En ?l se expone la forma hist?rica concreta tomada por el patriarcado en el capitalismo, la cual estructura una nueva forma de familia a trav?s del salario y configura una explotaci?n espec?fica, el trabajo femenino, mediante el dom?stico no remunerado, construyendo nuevas formas de violencia y dominaci?n.
Los marxistas no han sido los m?s entusiastas partidarios del feminismo. Federici los acusa de obviar problem?ticas cruciales para la teor?a feminista: la sexualidad, la procreaci?n y la forma espec?fica de explotaci?n capitalista de las mujeres: el trabajo dom?stico. Se?ala que ignoran ?ste porque piensan que las mujeres no sufren la explotaci?n del capital sino su ausencia y consideran el trabajo dom?stico precapitalista, atrasado y ?natural?; con ello desde?an que se trata en realidad de ?un trabajo formado para el capital por el capital, absolutamente funcional a la organizaci?n del trabajo capitalista? (Federici: 18). ?C?mo Marx lo pas? por alto, y por qu? el capital permiti? la supervivencia de este trabajo ?arcaico? e ?improductivo??
En realidad, el pensamiento y la militancia de Marx han contribuido mucho al desarrollo de la teor?a feminista, como reconoce la autora. La tesis de la divisi?n sexual natural del trabajo propuesta por Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado inspir? a feministas como Olive Schreiner a criticar la ?cientificidad? de su ?poca, que sosten?a la inferioridad f?sica e intelectual de las mujeres. Dialogando con Engels se escribieron los trabajos de Simone de Beauvoir sobre la construcci?n social del g?nero y la feminidad.
Federici asume herramientas conceptuales puestas por Marx que permiten desnaturalizar el trabajo dom?stico como destino biol?gico femenino para denunciar que no es amor sino trabajo explotado. Recupera especialmente la noci?n de historia y naturaleza de Marx, para quien la historia es producto de las acciones de los sujetos que autoproducen una y otra vez su naturaleza, de manera que no hay nada ?natural? en el ser humano: todo es producido, idea que Federici parece olvidar m?s adelante, cuando acusa a Marx de naturalizar el trabajo femenino.
La autora reconoce una conciencia feminista en Marx mostrada en sus denuncias de la opresi?n de las mujeres a manos del capital en las f?bricas, pero tambi?n a manos de sus maridos. Engels se?al? la esclavitud de la mujer en la familia, donde es reducida a propiedad privada del var?n, quien explota su trabajo en el hogar: ?La familia individual moderna se funda en la esclavitud dom?stica franca o m?s o menos disimulada de la mujer [?] El hombre es en la familia el burgu?s; la mujer representa en ella al proletario? (32), parafraseando a Flora Trist?n en este ?ltimo pasaje. Y Marx, en sus textos sobre el suicidio ?poco le?dos y que Federici no cita?, aborda el tema de los celos como una interiorizaci?n de la propiedad privada, asunto relativo a las relaciones sexuales y de g?nero establecidas por los hombres y las mujeres habitantes del capitalismo, tema por excelencia de la cr?tica feminista. Federici recrimina a Marx no la ausencia de esta conciencia feminista que a todas luces se expresa sino el abordaje dl asunto en ?comentarios ocasionales? y no en una teor?a desarrollada que incorporase la importancia del trabajo dom?stico en la reproducci?n del capitalismo, como si no comprendiese el ?mbito dom?stico como terreno de lucha pol?tica.
?Por qu? Marx no teoriz? sobre las cuestiones de g?nero? Por tres l?mites que Federici le encuentra. El hist?rico: cuando aqu?l escrib?a El capital apenas comenzaba a ser visible la transformaci?n de la familia nuclear proletaria. El pol?tico: para la militancia obrera, la emancipaci?n de las mujeres resultaba secundaria: aumentar los salarios del proletario var?n permit?a devolver a ellas al hogar, al papel que ?les correspond?a?. Y el l?mite te?rico: la ?naturalizaci?n? de Marx del trabajo dom?stico, su desprecio por ser un trabajo ?arcaico? y su idealizaci?n del trabajo industrial visible en El capital, obra escrita, seg?n la autora, desde un punto de vista masculino del hombre que trabaja. L?mites que problematizaremos aqu?.
A?n as?, para Federici, Marx es un valor de uso para el feminismo, pues ofrece instrumentos para comprender las formas espec?ficas de explotaci?n de las mujeres, y esto permite identificar las formas que la revuelta feminista puede y debe tomar. Contraatacar desde la cocina. Para esto se requiere una cr?tica a Marx con una perspectiva feminista que, en palabras de Federici, es poner en el centro del an?lisis el trabajo de reproducci?n, ?rea de explotaci?n esencial ignorada por el marxismo, pese a ser responsable de la reproducci?n de la fuerza de trabajo (Federici). Su propuesta es criticar a Marx con sus herramientas, llevarlo m?s all? de sus l?mites y prejuicios, refundar sus categor?as y conducirlo por nuevas sendas.
El (nuevo) patriarcado del salario
?Cu?l es la tesis de Federici? Mientras Marx escrib?a El capital ocurr?a una transformaci?n hist?rica en Inglaterra: la construcci?n de la familia proletaria nuclear moderna. Ello fue resultado del cambio en la forma de acumulaci?n capitalista: el tr?nsito de la explotaci?n v?a plusvalor absoluto a relativo. La primera requer?a fuerza de trabajo masiva y no especializada para las f?bricas de la industria textil manufacturera y ligera, de manera que no s?lo se incorporaron obreros varones, en su mayor?a migrantes, sino especialmente mujeres y ni?os. El paso a la explotaci?n v?a plusval?a relativa se dio con la industria pesada del carb?n y la metalurgia, que ya no requer?a fuerza de trabajo masiva sino trabajo calificada y sumamente productiva de obreros varones. Con el peso de la ley, mujeres y ni?os fueron desterrados de las f?bricas y devueltos al hogar. En esta expulsi?n de ellas de la f?brica convergieron los intereses del proletario y el capitalista varones, como pacto patriarcal.
La explotaci?n de plusvalor absoluto de mujeres y ni?os en f?bricas textiles fue ?til para la acumulaci?n capitalista en un primer momento ?igual que el trabajo esclavo en las plantaciones, que la autora no ve pero Marx s??. Ambos trabajos extensivos y no especializados que llevaban la jornada laboral hasta los l?mites del propio cuerpo humano, produciendo sujetos desnutridos que viv?an enfermos y mor?an pronto, sin permitir la reproducci?n de la fuerza de trabajo y se rebelaban.
Este tr?nsito permiti? la ?pacificaci?n? y ?domesticaci?n? de la clase obrera para conquistar la paz social y generar trabajo m?s productivo para el capital. Tambi?n implic? su moralizaci?n a trav?s de la construcci?n de una nueva unidad dom?stica estructurada a trav?s del salario familiar desprendido del salario del obrero var?n proveedor. ?ste pas? a ejercer el kratos en el hogar como disciplinador y supervisor del trabajo no pagado de la mujer. Surgi? una divisi?n sexual del trabajo en la familia entre proletario var?n asalariado y mujer proletaria no asalariada. Se encerr? a ?sta en el hogar a laborar aislada de su clase, sin jornada l?mite y dependiente del salario masculino, gestando nuevas jerarqu?as patriarcales y una nueva organizaci?n de la desigualdad. Esto es el patriarcado del salario.
Para Federici, este nacimiento de la familia nuclear patriarcal capitalista forma parte del proceso se subsunci?n del trabajo que permiti? la interiorizaci?n de la familia a la explotaci?n capitalista al reconstituirla en una forma adecuada, un complejo proceso ocurrido entre 1870 y 1910 en Occidente. Este modelo de patriarcado entr? en crisis en 1960, y frente a ?l se sublevaron las feministas.
Federici sostiene que Marx fue miope respecto a esta nueva forma de patriarcado capitalista y omiso a que la fetichizaci?n del salario divide a la clase trabajadora. Pero esta afirmaci?n no es del todo certera. ?l advirti? sobre el enorme poder mistificante del salario, empleado como instrumento de lucha de clases, cuyos diferenciales dividen a la clase trabajadora en su interior: crea un ej?rcito industrial de reserva y otro en activo, adem?s de crear una aristocracia obrera.
Para Federici, tal fetichizaci?n del salario es la ra?z del sexismo y el racismo, temas que el marxismo trata como meramente culturales y disociados de la clase. Acusa a Marx de no ocuparse del problema racial-colonial, tema presente s?lo en ?notas al pie? y ?frases aisladas?, igual que el g?nero y el trabajo dom?stico. Error craso. Sin embargo, el mundo colonial no es el centro tampoco de la reflexi?n te?rica de la autora, cuya tesis del patriarcado del salario se sostiene ?nicamente en el an?lisis hist?rico del modelo ingl?s, en el tratamiento de las proletarias blancas de la metr?poli. Pero ?qu? ocurre con el resto del mundo fuera del llamado capitalismo desarrollado?
Federici nota una relaci?n estrecha entre g?nero, raza y colonialidad, crucial para el capitalismo porque el trabajo esclavo fue b?sico para la reproducci?n de los obreros ingleses. La nueva divisi?n internacional del trabajo conect? el trabajo esclavo con el de tipo asalariado en Europa, donde se refinaban y consum?an los productos coloniales. Los esclavos de las colonias generaban az?car, t?, tabaco y ron, alimentos b?sicos para la reproducci?n de la clase proletaria (Federici).
La autora no ve en El capital los s?miles de Marx entre esclavo, mujer y ni?o como sujetos subalternos. ?El obrero [?] vende a su mujer y a su hijo. Se convierte en esclavista [?] [y] la demanda de trabajo infantil se asemeja, incluso en la forma, a la demanda de esclavos negros? (325). Tan s?lo en el tomo I de El capital aparecen unas 140 referencias sobre esclavos y esclavitud, en su mayor?a el trabajo esclavo hist?rico, pero tambi?n en su forma capitalista pues, para ese te?rico, el trabajo esclavo colonial es esencialmente capitalista. Tambi?n emplea el t?rmino para referirse a los proletarios porque, para ?l, el trabajo asalariado es la forma m?s perfeccionada de esclavitud.
La dial?ctica raza-clase es expuesta por Marx en art?culos period?sticos sobre la Guerra Civil estadounidense, redactados mientras escrib?a El capital. En ellos se?ala que en la confrontaci?n se dirime la lucha entre el trabajo libre y el esclavo, para definir la clase de capitalismo que se establecer? en Estados Unidos. All? habla del racismo como instrumento de lucha de clases usado por los esclavistas para dividir a los trabajadores blancos de sus hermanos de clase de color: libertos y esclavos. Algunas de estas reflexiones se incorporaron a El capital, donde se se?ala que el desarrollo de la industria textil foment? el cultivo colonial de algod?n, la trata de esclavos africana y la cr?a de negros en las colonias, apuntando el problema de la reproducci?n de la fuerza de trabajo esclava.
El tema del racismo aparejado al colonial reaparece en Marx con la cuesti?n irlandesa. Denunci? la explotaci?n colonial de Irlanda por el capital ingl?s, y estas observaciones le permitieron construir su teor?a de la acumulaci?n originaria. Fue un ferviente defensor de la independencia de Irlanda y de los territorios coloniales, cuya opresi?n denunci? en la Internacional. Ah? se?al? la complicidad de los obreros ingleses en la opresi?n colonial de Irlanda. No olvidemos que el tomo I de El capital cierra con el cap?tulo de ?La moderna teor?a de la colonizaci?n?, donde se analiza la forma de colonialidad moderna establecida por el capitalismo.
Entonces, ?cu?l lugar ocupan la raza y el g?nero en el proyecto te?rico-pol?tico de Marx?
El lugar del trabajo dom?stico en el proyecto de Marx
Federici afirma que Marx no analiza el papel del g?nero en la divisi?n social del trabajo ni en la divisi?n salarial, y no da importancia al trabajo de reproducci?n de la fuerza laboral de las mujeres: preparar comida, lavar ropa, criar a los hijos, hacer el amor.
El tema de la reproducci?n de la fuerza de trabajo es para Marx un resultado de la ley general de acumulaci?n. De all? que cuando los patrones de acumulaci?n se modifican, la organizaci?n tambi?n. Al seguir esta tesis de Marx, Federici construye su propuesta del patriarcado del salario, aunque la autora considera la fuerza de trabajo s?lo desde la dimensi?n de su precio, determinado por el mercado como salario, pero no lo considera en cuanto a su valor. En Marx, el valor de la fuerza de trabajo est? muy ligado al concepto de reproducci?n, donde ya se encuentra contenido el trabajo socialmente necesario y en ?ste el trabajo de cuidados, crianza y reproducci?n sexual, aunque no lo explicita constantemente. ?Cual sea la situaci?n en que se encuentre, el hombre tiene que comer, beber [?] vestirse, disponer de cuchillo y tenedor, de cama y vivienda [?] para satisfacer sus necesidades? (Marx, 1973: 723).
?Por qu? Marx no analiz? el trabajo de reproducci?n desempe?ado en forma de trabajo dom?stico por las mujeres? Porque en su proyecto te?rico, el tema deber?a tratarse en un tercer libro que seguir?a a El capital: El Trabajo asalariado, que nunca lleg? a escribir. En diversos textos presenta este plan de los seis libros de la Cr?tica de la econom?a pol?tica, t?tulo que dio a su proyecto te?rico-militante1 que, a su vez, formaba parte de un proyecto mayor, mucho m?s ambicioso: una cr?tica a la civilizaci?n burguesa.
De este primer plan, Marx escribi? s?lo el tomo I del libro primero, El capital, est? escrito no ?desde el punto de vista masculino del obrero que trabaja? (Federici) sino desde el de la ?cosa capital?, que no posee g?nero y reproduce la totalidad de lo social, incluido el espacio dom?stico. Los planes muestran que Marx nunca pens? su proyecto como trabajo hist?rico, como muchos cr?ticos y simpatizantes suyos piensan. El capital no es un libro de historia del capitalismo ingl?s: ?la finalidad ?ltima de esta obra es, en efecto, descubrir la ley econ?mica que preside el movimiento de la sociedad moderna? (Marx, 1976: XV). Y por ley entiende sus principios necesarios y suficientes, sus fundamentos l?gicos que no est?n hist?ricamente. No es absoluta.
?C?mo sabemos que el trabajo dom?stico ser?a tema del libro tercero? Porque aparece ya en El capital apuntado y pendiente por desarrollar. Esto se observa en las citas que la propia Federici recupera donde ya se asoma la idea de que el capital expropia al proletario su capacidad de reproducci?n social, pues modifica las relaciones sociales y exige una nueva forma de familia m?s productiva. El tema del g?nero y la familia est?n puestos por Marx, pero no desarrollados. No olvidemos que su obra est? incompleta.
El patriarcado no es una invenci?n del capitalismo; por eso Federici habla del patriarcado del salario como espec?ficamente capitalista. Pero ?la extinci?n del salario ser?a la desaparici?n del patriarcado? Esta pregunta no la plantea ella. Su caracterizaci?n del patriarcado del salario es l?cida, pero su visi?n eurocentrada le impide observar c?mo el capitalismo subsume otras formas de patriarcado que le son ?tiles para la explotaci?n. Autoras como Rita Segato han distinguido entre patriarcado colonial moderno de alta intensidad y patriarcado comunitario de baja intensidad (2010) que, dir?amos, coexisten en el capitalismo. Si desapareciera el patriarcado del salario, no se ir?a con ?l el patriarcado comunitario.
El trabajo de reproducci?n, parte del socialmente necesario, incluso en sociedades no capitalistas, tiende a ser realizado mayoritariamente por mujeres, en los patriarcados comunitarios de baja intensidad. La unidad dom?stica se funda en una relaci?n no de libertad sino de necesidad, de cumplir lo necesario para la reproducci?n social que configura relaciones de sometimiento, pues hace necesaria la existencia de los esclavos para satisfacer el trabajo requerido, donde las mujeres se convierten en las esclavas del hogar, sujetos dependientes (Arist?teles). ?Es posible construir nuevos modos de cumplir lo necesario que no requieran formas patriarcales de dependencia y superaren la divisi?n sexual del trabajo?
Para Marx, la clave est? en reducir el tiempo de trabajo necesario hasta una cantidad infinitesimal a trav?s del desarrollo de fuerzas productivas automatizadas que requieran menor intervenci?n humana y liberar as? al tiempo libre y soberano, emancipado de cumplir el yugo de lo requerido, que es la dimensi?n econ?mica.
Federici rechaza esta propuesta. Est? convencida de que el trabajo de reproducci?n no se puede ?mecanizar? ni ?industrializar? ?lo que ella confunde con automatizaci?n?, pues requiere servicios f?sicos y emocionales, interactivos por naturaleza. ??C?mo podemos mecanizar el ba?ar, mimar, consolar, vestir, alimentar a un ni?o, proporcionar servicios sexuales o asistir a personas enfermas o ancianas?? (101).
Destruir?a la comunidad.
Su apuesta pol?tica no va por el desarrollo de las fuerzas productivas automatizadas sino por una pol?tica de los comunes: la construcci?n de formas de vida y de trabajo en com?n que redistribuyan el trabajo de reproducci?n comunitariamente entre un grupo mayor que la familia nuclear. Pero esta propuesta no ataca el problema de fondo: la necesidad de la existencia del trabajo necesario y el sometimiento de las mujeres que lo desempe?an ya sea en la familia nuclear o extendida, o en la vida comunitaria. No resuelve el problema de la dependencia natural por la situaci?n de escasez. No se reclama la abundancia, el lujo comunal, como consignaban los comuneros parisinos de 1871. Es una soluci?n distributiva que no piensa en el problema desde la producci?n. La mera distribuci?n de la riqueza no resuelve la escasez ni la sobreproducci?n si no se le considera desde la producci?n; entonces, ?c?mo pueden emanciparse las mujeres si seguir?n atadas, aunque menos tiempo, al cumplimiento del trabajo reproductivo necesario?
Federici se exaspera porque Marx ?no explica c?mo ni cu?ndo? debe suceder esta transformaci?n permitida por el desarrollo de las fuerzas productivas para superar la tragedia de la escasez. Se olvida de que ?l no escribi? un manual de instrucciones. Aqu?, en el asunto de la t?cnica, aparece su distanciamiento final con el revolucionario alem?n.
El ecologismo de Marx
Federici se posiciona contra la visi?n ?antropoc?ntrica? de Marx en la ?misi?n hist?rica? del hombre de dominar a la naturaleza, darle forma humana; denuncia que la t?cnica capitalista destruy? la sociedad de los comunes. Por ello, la pol?tica de los comunes supone una visi?n ecologista y sostiene que es distinta del comunismo de Marx, pues no depende del desarrollo de las fuerzas productivas.
Es curioso que la pol?tica de los comunes crea que nada tiene en com?n con la idea de comunismo de Marx y las fuerzas productivas. Para ?ste, el comunismo era la ?asociaci?n de individuos libres?, ?productores libres e iguales? en ?sistema de trabajo libre y co-coperativo? que transite ?del reino de la necesidad al de la libertad? (Jeong). Para el te?rico alem?n, el cuerpo humano y la comunidad eran las primeras fuerzas productivas. Tal categor?a se refiere no s?lo a herramientas y m?quinas sino a todo cuanto permite desarrollar el sistema de capacidades y necesidades, incluidas las fuerzas productivas ?naturales?. La pol?tica de los comunes, sin saberlo, parte del desarrollo de una gran fuerza productiva: la comunidad.
La autora est? convencida de que el elemento destructivo de las fuerzas productivas no puede revertirse aunque las expropiemos y reorientemos hacia el aumento de la riqueza social y natural. La industria moderna contamina y destruye los bienes comunes naturales, moldea necesidades, subjetividades, y produce dependencias; por eso la rechaza.
Capitalismo significa producci?n industrial masificada; por eso destruye el medio natural; no responde a la creaci?n de riqueza concreta mediante la decisi?n comunal para satisfacer necesidades y deseos. Responde a la realizaci?n de ganancia; nada m?s. Es irracional y, por eso, depredador. Federici acierta cuando plantea que la t?cnica no es neutral; por lo mismo, no puede transitarse hacia un ?capitalismo verde?. Marx coincide: la t?cnica no es neutral ni estriba en expropiar las fuerzas productivas capitalistas sino en reinventar la t?cnica toda, reinventar todo. De distinguir las cadenas de las rosas para discernir a trav?s de la cr?tica cu?les elementos del capitalismo conservaremos porque son revolucionarios y qu? otros desecharemos, idea dif?cil de digerir para la militancia. Y es que de eso tratan las contradicciones. Por eso, el capitalismo es la contradicci?n en movimiento que genera riqueza y miseria al mismo tiempo, algo que Federici olvida.
Marx quiere reconciliar hombre y naturaleza porque su contradicci?n es el elemento fundante de la civilizaci?n: humanizar la naturaleza, pero tambi?n naturalizar al hombre, parte que Federici no ve. Se niega a visualizar el ecologismo de Marx, si bien cita a un autor que ha trabajado el tema: John Bellamy Foster.
Foster intenta desmentir el prejuicio de un supuesto Marx antiecol?gico al demostrar la existencia de una profunda conciencia ecol?gica en el revolucionario alem?n. ?sta se expresa no s?lo en la centralidad que da a las relaciones metab?licas entre ser humano y naturaleza que lo llevar?n a desarrollar nociones de procesos coevolutivos ?como hizo brillantemente por Piotr Kropotkin en El apoyo mutuo? sino, tambi?n, en su concepto de trabajo alienado, vinculado estrechamente con la alienaci?n de los seres humanos respecto a la naturaleza, as? como en su concepci?n materialista de la historia.
Constantemente, Marx se?ala la alienaci?n y destrucci?n de la naturaleza como consecuencia de la t?cnica capitalista: ?Es intolerable que todas las criaturas se hayan convertido en propiedad: los peces que hay en las aguas, los p?jaros que vuelan en el aire, las plantas que crecen en la tierra; todos los seres vivos deben ser libres? (Foster: 123). La conciencia ecol?gica tambi?n est? en su proyecto pol?tico, pues aquel te?rico estimaba la conservaci?n y restauraci?n de la tierra centrales para construir la sociedad comunista exigente de una nueva relaci?n con la naturaleza, garantizando el futuro para las nuevas generaciones. El Marx prometeico adorador de la t?cnica instrumental, antiecol?gico y especista simplemente no se sostiene.
El feminismo de Marx
M?s all? de la existencia de prejuicios machistas en Marx que requerir?an su adecuada demostraci?n,2 no podemos ignorar las evidencias de una conciencia feminista en su militancia pol?tica y obra te?rica.
Si bien Marx no construy? expl?citamente una teor?a sistem?tica sobre la procreaci?n, la sexualidad y la forma espec?fica de explotaci?n de las mujeres en el capitalismo en forma de trabajo dom?stico, estos temas aparecen en su obra, de manera disgregada pero constante. El g?nero y la familia no le fueron ajenos, aun cuando no supone el centro neur?lgico de su reflexi?n. Sin embargo, sus propuestas te?ricas revisten gran valor de uso para el feminismo, como Federici reconoce. Y esto queremos rescatar del di?logo entre Marx y Federici: los elementos que est?n puestos en Marx, aunque no de manera desarrollada, que aportan al an?lisis de la particular forma en que las mujeres somos obligadas a habitar el capitalismo.
Marx es valor de uso esencial para la comprensi?n l?gica e hist?rica de c?mo el capitalismo configura su forma de patriarcado. Para esto resulta clave comprender las formas en que se explota el trabajo femenino. La subsunci?n formal y real del trabajo en el capital produce una nueva manera de familia y desintegra las comunitarias de parentesco. Esto implica que el capitalismo, cuando produce su patriarcado, crea tambi?n sus formas de violencia machista funcionales para la explotaci?n y la realizaci?n de ganancia. Para aclarar esto necesitamos a Marx. Y me atrevo a decir que el barbudo de Tr?veris, como revolucionario comunista asumido, no tendr?a reparos en ponerse al servicio de la lucha feminista antipatriarcal y anticapitalista, como un aliado.
La pol?tica de los comunes como propuesta feminista debe mucho a Marx y, quiz? sin saberlo, coincide con ?l en sus postulados m?s radicales comunitarios, antipatriarcales, antirracistas, anticoloniales y ecologistas. En la lucha feminista no podemos desecharlo tan r?pido. Su teor?a militante pide que se le desarrolle y lleve por sendas que en vida no pudo caminar, y uno de esos caminos que hoy resurge como un campo de batalla urgente y necesario es el de la lucha feminista.
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1 ?Me propongo reunir este material en seis libros: 1. Del Capital; 2. La propiedad de la tierra; 3. El trabajo asalariado; 4. El Estado; 5. El comercio internacional; y 6. El mercado mundial? (Marx a Engels, 1858: 661).
2 Esto lo aborda Mary Gabriel en una biograf?a reciente de Karl y Jenny Marx, la cual reconstruye la relaci?n familiar. La conclusi?n de Gabriel es sugerente: la obra te?rica y pol?tica de Marx habr?a sido imposible sin la cooperaci?n de Jenny Marx. No s?lo por su trabajo de cuidados y crianza sino que Gabriel le restituye su papel como interlocutora te?rica de Carlos y coautora de textos, como su igual, no su dependiente. Jenny y sus hijas fueron militantes comunistas por derecho propio, reconocidas por sus camaradas y el padre mismo. Asumieron el proyecto pol?tico comunista no como una imposici?n del falo paterno sino como decisi?n de mujeres libres.
Bibliograf?a
Arist?teles. La pol?tica (Madrid: Nuestra Raza).
Engels, F. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (Marxists Internet Archive).
Federici, S. (2018) El patriarcado del salario. Cr?ticas feministas a Marx (M?xico: Traficantes de Sue?os/UACM).
Foster, J. B. (2004) La ecolog?a de Marx. Materialismo y naturaleza (Espa?a: Viejo Topo).
Gabriel, M. (2013) Amor e capital (Brasil: Zahar).
Jeong, S. El comunismo de Marx como una asociaci?n de individuos libres: una revisi?n (marxismoyrevoluci?n.org).
Marx, K. (1862) ?Carta a Engels?, en El capital, tomo 1. (M?xico: FCE).
Marx, K. (2012) Acerca del suicidio (Buenos Aires: Las Cuarenta).
Marx, K. (1973) El capital, tomo I (M?xico: FCE).
Segato, R. L. (2013) La cr?tica de la colonialidad en ocho ensayos. Y una antropolog?a por demanda (Buenos Aires: Prometeo).
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