El trabajo sexual y el trabajo dom?stico, los dos grandes olvidados del primero de mayo

Los sindicatos machos no est?n por la labor de asumir ni interiorizar parcelas tan patriarcalmente femeninas como el trabajo dom?stico o el trabajo sexual.



Disidencias de g?nero

El trabajo sexual y el trabajo dom?stico, los dos grandes olvidados del primero de mayo

Con m?s putas que putos y m?s amas de casa que amos, parece evidente que las mujeres seguimos teniendo mucho que reivindicar y visibilizar en este primero de mayo.
En Murcia, la Coordinadora Anti Represi?n Regi?n de Murcia, de la que una servidora es miembra, y CATS tambi?n se han sumado para apoyar como organizaciones aliadas.
Los sindicatos machos no est?n por la labor de asumir ni interiorizar parcelas tan patriarcalmente femeninas como el trabajo dom?stico o el trabajo sexual

Lucy Sombra
El Diario
01/05/2019 - 11:20h

El activismo feminista ha llegado donde jam?s so?aron llegar los sindicatos con todos sus micr?fonos y todas sus subvenciones. No he escuchado nada interesante o novedoso de ning?n (ni ninguna) sindicalista en los ?ltimos treinta a?os. Con m?s putas que putos y m?s amas de casa que amos, parece evidente que las mujeres seguimos teniendo mucho que reivindicar y visibilizar en este primero de mayo.

Aunque me parece que desde las mesas redondas donde se autopsian las cuestiones patriarcales no es l?cito abordar -ni siquiera desde la teor?a- las relaciones que se establecen entre sexo y poder obviando deliberada y perversamente las relaciones entre amor y poder, me gustar?a hablar aqu? desde el punto de vista exclusivamente laboral de las demandas que llevo ya un tiempo escuchando desde los colectivos de trabajadoras sexuales y de los debates que no se dan jam?s en torno al trabajo dom?stico. ?Qu? lejos queda ya la militancia de la Federici en la campa?a Salario para el trabajo dom?stico o las siempre futuristas vascas con sus Asambleas de Mujeres de Euskadi para la preparaci?n del 8M en 1993 donde se acu?? el lema ?No al servicio familiar obligatorio. Insumisi?n?!

Me dejo para otra ocasi?n, pues, cuestionar la heterosexualidad o el amor pasional/rom?ntico como sistemas de opresi?n que subyugan a la mujer, as? como el enaltecimiento de la familia o el matrimonio heterosexual como ejes castradores desde donde se poetizan, ordenan y eternizan toda suerte de desigualdades. Tampoco voy a entrar en los idearios argumentativos en torno a la libertad, la volici?n y las alternativas laborales unicornias de las mujeres en situaci?n de prostituci?n ni en la harto jugosa dicotom?a marido/proxeneta. El feminismo can?bal de las obsoletas radfem no me da la impresi?n de que est? construyendo nada.

En este primero de mayo imposible olvidarnos de aquellos sindicalistas anarquistas ejecutados en 1886 por participar en la huelga que reclamaba la jornada laboral de 8 horas. Imposible olvidarnos de Karl Heinrich Marx, l?der intelectual de las luchas de la clase trabajadora y del movimiento obrero. Imposible olvidarnos de c?mo el Soci?logo Karl ningune? la emancipaci?n real de la mujer (sin duda por parecerle algo secundario y marginal en la lucha contra el capital) en todos sus tomos y se desocup? del g?nero, del trabajo dom?stico y reproductivo salvo por un par de pinceladas de brocha gorda. El hogar le parec?a al Fil?sofo Karl el h?bitat natural de la mujer, por aquellos pilares argumentativos de corte biologicista que naturalizaban el trabajo dom?stico: cari?tides todav?a hoy de antiqu?simas y romantizadas estructuras patriarcales. Al Economista Karl se le pas?, pero a Silvia Federici no, considerar la externalidad positiva del trabajo dom?stico de la mujer como factor b?sico sin el cual las ideas contenidas en todos los tomos pol?ticos del Pensador Karl est?n condenadas a errar cojas por siempre jam?s: ?El trabajo dom?stico es mucho m?s que la limpieza de la casa. Es servir a los que ganan el salario, f?sica, emocional y sexualmente, tenerlos listos para el trabajo d?a tras d?a. Es la crianza y cuidado de nuestros hijos ?los futuros trabajadores- cuid?ndolos desde el d?a de su nacimiento y durante sus a?os escolares, asegur?ndonos de que ellos tambi?n act?en de la manera que se espera bajo el capitalismo. Esto significa que tras cada f?brica, tras cada escuela, oficina o mina se encuentra oculto el trabajo de millones de mujeres que han consumido su vida, su trabajo, produciendo la fuerza de trabajo que se emplea en esas f?bricas, escuelas, oficinas o minas? (El patriarcado del salario, Traficantes de sue?os, 2018).

La negaci?n de la condici?n de trabajadora de la prostituta por parte del Cu?ao Karl, que no s?lo quer?a dejarla sin salario, sino que tambi?n gustaba de degradarla cuando la describ?a como ?la escoria de todaslas clases? (El 18 brumario de Luis Bonaparte, Cu?ado Karl, 1852), dejaron sentadas las bases del odio del movimiento radfem, propiciando a su vez la aparici?n de la posterior katana como respuesta a tanta mala baba hacia las putas: cuestionar el estigma es la incansable gimnasia feminista de la voz puta para reclamarlo escenario laboral leg?timo. Es con entrenamiento feminista que se desarrolla el m?sculo y la elasticidad para repensar(nos), redefinir(nos) y reconceptualizar(nos) y favorecer el nacimiento de nuevos sujetos pol?ticos. S?, seguimos siendo nostras las que parimos. Superado ya el farragoso debate sobre la vulva, aniquilado ya para siempre el pecado, re-revisado el lugar donde habita la dignidad de las mujeres, y aceptada la existencia de la prostituci?n libre (libre, s?; libre como las amas de casa que se dedican al trabajo dom?stico y al cuidado del mundo, libre como las que limpian culos en los hospitales, libre como las que trabajan en las f?bricas de conservas o en la agricultura o libre como las camareras de bodas, bautizos y comuniones en jornadas de 12 horas, libres todas ellas, s?), en los circuitos de reconocimiento de la voz puta se nos despliega ante los ojos y las conexiones neuronales todo un mapa sociopol?tico por explorar.

Aqu? en Murcia que rima con furcia, CATS (el Comit? de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo) ha organizado para este primero de mayo una manifestaci?n por el reconocimiento de los derechos laborales de las trabajadoras del sexo. All? estaremos las putas profesionales y las amateur y las aliadas feministas ocupando calle y aplaudiendo discursos sobre la autogesti?n de nuestros cuerpos como fuerza de trabajo asalariado. En Sevilla, Madrid y Barcelona, los colectivos pro-derechos denuncian, en el texto que han elaborado para esta jornada de reivindicaciones laborales, que se encuentran ?ante una actividad que no posee ning?n tipo de reconocimiento legal ni de derechos, pero se contabiliza a la hora de calcular el PIB nacional como cualquier otro sector?, y denuncian el acoso y la persecuci?n a la que se ven sometidas a trav?s de las ordenanzas municipales y de la Ley Mordaza. En su manifiesto, reclaman la despenalizaci?n completa del trabajo sexual, exigen un marco legal espec?fico para combatir la trata, el cese de las redadas racistas, el cierre inmediato de los CIEs y la modificaci?n de la actual Ley de Extranjer?a, entre otras cosas. El manifiesto est? firmado por AFEMTRAS, APROSEX, Colectivo Caye, el Colectivo de Prostitutas de Sevilla, IAC-FAA Secci? Sindical Traballadores Sexuals, las Putas Libertarias del Raval y el sindicato OTRAS. Adem?s, suscriben y apoyan la iniciativa otros 26 colectivos y asociaciones feministas, transfeministas y antirracistas. En Murcia, la Coordinadora Anti Represi?n Regi?n de Murcia, de la que una servidora es miembra, y CATS tambi?n se han sumado para apoyar como organizaciones aliadas.

Esto demuestra la interseccionalidad y la transversalidad de la lucha feminista y su capacidad para articular respuestas y organizar la calle con voz propia, sin intermediarios. La batalla de las putas por la conquista de un marco laboral legal est? dando una buena lecci?n de lucha a los sindicatos mayoritarios, viejos ya, sin resuello, ideas ni ideales, que viven totalmente ajenos y de espaldas a la realidad de estas trabajadoras. Los sindicatos machos no est?n por la labor de asumir ni interiorizar parcelas tan patriarcalmente femeninas como el trabajo dom?stico o el trabajo sexual. Los sindicatos machos han devenido prolongaci?n chuchurr?a de los otrora erectos y vigorosos discursos sobre la clase obrera de Marx; ciento treinta y seis a?os m?s tarde, el relevo f?lico-sindical s?lo nos ha tra?do flacidez pol?tica. Los desfiles sindicales machos y sus quejas lastimeras con el exclusivo empuje de la nostalgia calendaria quedan as? expuestos y fotografiados como suceso lamentable y testimonio machista de fracaso y descr?dito.

01/05/2019 - 11:20h