La teor?a del valor y su fase superior de cuestionamiento del actual modo de producci?n

Anselm Jappe (Bonn, Alemania, 1962) es un pensador inclemente y vigoroso, al?rgico a los argumentos consoladores y a los subterfugios intelectuales. Junto a otros desviados de la ortodoxia marxista (Robert Kurz en Alemania, Moishe Postone en Estados Unidos, Luis Andr?s Bredlow en Espa?a) lleva a?os cuestionando los axiomas de una izquierda que, piensa Jappe, ha sido incapaz de comprender las transformaciones del capitalismo en las ?ltimas d?cadas. Para Jappe y los suyos el hilo de Ariadna del que habr?a que tirar para desentra?ar el esp?ritu de la ?poca es la llamada ?cr?tica del valor?: ?Mientras que el marxismo tradicional se ha limitado siempre a demandar otra distribuci?n de los frutos de este modo de producci?n, la cr?tica del valor ha comenzado a cuestionar el propio modo de producci?n?.



Anselm Jappe: ?Ning?n problema actual requiere una soluci?n t?cnica. Se trata siempre de problemas sociales?

Martes 30 de abril de 2019
El Salto
Publicado por Tortuga

Para el pensador alem?n , el capitalismo narcisista en el que estamos insertos ha dado lugar a la sociedad ?aut?faga? que, como en el mito, termina devor?ndose a s? misma cuando ya nada sacia su apetito.
Traducci?n: Diego Luis Sanrom?n

Anselm Jappe (Bonn, Alemania, 1962) es un pensador inclemente y vigoroso, al?rgico a los argumentos consoladores y a los subterfugios intelectuales. Junto a otros desviados de la ortodoxia marxista (Robert Kurz en Alemania, Moishe Postone en Estados Unidos, Luis Andr?s Bredlow en Espa?a) lleva a?os cuestionando los axiomas de una izquierda que, piensa Jappe, ha sido incapaz de comprender las transformaciones del capitalismo en las ?ltimas d?cadas. Para Jappe y los suyos el hilo de Ariadna del que habr?a que tirar para desentra?ar el esp?ritu de la ?poca es la llamada ?cr?tica del valor?: ?Mientras que el marxismo tradicional se ha limitado siempre a demandar otra distribuci?n de los frutos de este modo de producci?n, la cr?tica del valor ha comenzado a cuestionar el propio modo de producci?n?.

A Espa?a empez? a llegar su pensamiento en 1998, cuando Anagrama public? Guy Debord, un ensayo sobre el fil?sofo situacionista y la banalizaci?n de su pensamiento en esa sociedad del espect?culo que tanto hab?a repudiado. Desde entonces ha sido la editorial Pepitas de Calabaza la que ha difundido su obra en nuestro pa?s: Cr?dito a muerte. La descomposici?n del capitalismo y sus cr?ticos (2011); El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercanc?a (2009) y Las aventuras de la mercanc?a (2016).

Su ?ltimo libro es La sociedad aut?faga. Capitalismo, desmesura y autodestrucci?n, un exhaustivo estudio del mecanismo enloquecido en el que se ha convertido el sistema econ?mico y c?mo su funcionamiento nos aboca a terminar como el rey Erisicti?n, rey griego que acab? devor?ndose a s? mismo cuando ya nada saciaba su apetito, que funciona como alegor?a de una civilizaci?n, la nuestra, que se autodestruye cegada por la desmesura. Anselm Jappe atendi? a las preguntas de El Salto por correo electr?nico.

Parte de la idea de que la cr?tica del valor permite darle sentido a fen?menos sociales, culturales y pol?ticos diversos que, a priori, parecen no tener ninguna relaci?n entre s?. ?Podr?a explicar qu? es la cr?tica del valor y por qu? cree que es la herramienta m?s certera para entender la sociedad capitalista?

La cr?tica del valor es una corriente internacional, nacida en Alemania a finales de los a?os ochenta en torno a la revista Krisis y a Robert Kurz, que propone una cr?tica radical de la sociedad capitalista basada en las teor?as de Marx, pero que se distancia del marxismo tradicional. La cr?tica del valor sit?a en el centro las categor?as de mercanc?a, valor, dinero y, sobre todo, de trabajo abstracto, es decir, el trabajo considerado solo por la cantidad de tiempo gastado, sin tener en cuenta su contenido. Para la cr?tica del valor, la explotaci?n y la lucha de clases son solo una parte del problema: el capitalismo es tambi?n una subordinaci?n de lo concreto a lo abstracto, lo que lo convierte en una sociedad incapaz de autorregularse, y esto se ve en la crisis ecol?gica. La cr?tica del valor se opone a la fragmentaci?n posmoderna del pensamiento: la l?gica de la mercanc?a y del trabajo abstracto crea una teor?a capaz de pensar la totalidad.

En el libro, adem?s de la cr?tica del valor, recurre constantemente al psicoan?lisis: ?Qu? puede decirnos hoy el psicoan?lisis?, ?c?mo complementa a la cr?tica del valor?

El fetichismo de la mercanc?a, una categor?a cr?tica esencial de Marx retomada por la cr?tica del valor, se refiere a un nivel profundo e inconsciente de la sociedad. M?s all? de sus intenciones conscientes, los individuos ejecutan los imperativos de un sistema social an?nimo e impersonal. Marx llama al valor el ?sujeto autom?tico?. El psicoan?lisis, por su parte, es otro modo de comprender ese lado inconsciente de la vida social. Ambos enfoques son complementarios, pero deben ser integrados: por lo general, el psicoan?lisis ha puesto unilateralmente el acento en el individuo, descuidando la dimensi?n social y su evoluci?n hist?rica, mientras que el marxismo ha descuidado la dimensi?n psicol?gica en favor solo del nivel econ?mico y pol?tico. Bajo la superficie racional de la b?squeda de los propios intereses, el capitalismo es una sociedad extremadamente irracional y contraproducente que no puede explicarse solo mediante las motivaciones conscientes de los actores sociales.

?Por qu? dice que 1968 es el a?o inaugural de un nuevo capitalismo, ?el narcisista?, frente a su predecesor, el ?capitalismo ed?pico??

El car?cter social basado en el trabajo duro, el ahorro, la represi?n de las pulsiones, la obediencia a las autoridades, etc., comenzaba ya a no resultar funcional despu?s de la Segunda Guerra Mundial. Los profundos cambios sociales producidos a partir de 1968 no condujeron en ning?n lado a una superaci?n del capitalismo, sino a su modernizaci?n. Muchas exigencias de liberaci?n individual han encontrado su seudorrealizaci?n en la sociedad de consumo. La sumisi?n ?ed?pica? a una autoridad personal ?por ejemplo, un maestro que predica ?patria, trabajo y familia?? ha sido sustituida por la adhesi?n a un sistema que aparentemente permite a los individuos realizar sus propias aspiraciones? ?Pero a condici?n, claro est?, de que esto se produzca en t?rminos de mercado! Ahora, por ejemplo, los profesores son coachs que quieren ayudar a los j?venes a incorporarse al mercado de trabajo y a concretar sus ?proyectos de vida?.

Escribe que ?las antiguas instancias de liberaci?n se han integrado en la ideolog?a del sistema? ?Sigue la izquierda anclada en una visi?n del mundo que todav?a no ha asimilado esa ruptura que dice que se produjo en 1968?

Muy a menudo es as?. Existe una tendencia muy difundida a identificar el capitalismo contempor?neo con sus etapas pasadas y desentenderse de la evoluci?n que se ha producido. ?Por qu?? Esencialmente, porque es mucho m?s f?cil concebir una visi?n dicot?mica en la que ?nosotros? ?el pueblo, el proletariado, los trabajadores, el ?99%?? somos los ?buenos?, frente a una peque?a minor?a que nos oprime. Es mucho m?s duro admitir hasta qu? punto todos nosotros estamos implicados en el sistema y tener adem?s que revisar nuestra adhesi?n personal a muchos valores y estilos de vida dominantes.

?C?mo enfrentarse entonces a un sistema que, como dice, es un mecanismo ciego y aut?nomo, del que nadie puede responsabilizarse y que no es posible controlar?

El hecho de que lo esencial no sean las responsabilidades personales ?que, no obstante, existen; basta pensar en Monsanto-Bayer y sus campa?as de desinformaci?n sobre la peligrosidad de productos suyos como el Roundup? desde luego no impide que podamos y debamos oponernos a cualquier deterioro de las condiciones de vida provocado por la l?gica econ?mica desencadenada, ya se trate de una mina o de un aeropuerto, de un centro comercial o de los pesticidas, de una ola de despidos o del cierre de un hospital. Sin embargo, al mismo tiempo es necesario cambiar la propia vida y romper con los valores oficiales asimilados, como el de trabajar tanto para consumir tanto, y con los imperativos de la competencia, la performance, la eficiencia, la velocidad, sin preguntarse al servicio de qu? hay que ser eficientes.

Alerta de los peligros que suponen la digitalizaci?n de la vida, la inteligencia artificial y la ingenier?a gen?tica, ?a qu? clase de mundo nos est?n llevando estas tecnolog?as que abrazamos con entusiasmo como si fuesen a solucionar nuestros problemas?

La opini?n p?blica est? perpleja y dividida ante estas tecnolog?as. Los peligros son conocidos. Pero muy a menudo se ponen de relieve tambi?n sus supuestas ventajas: las plantas gen?ticamente modificadas aumentan los rendimientos agr?colas, la investigaci?n gen?tica combate las enfermedades raras, la inteligencia artificial gestiona ciudades enteras de manera ecol?gica, el uso precoz del ordenador aumenta la inteligencia de los ni?os… Se supone que en cada ocasi?n hay que sopesar ventajas y desventajas. Pero la verdadera cuesti?n es otra: ning?n problema actual requiere una soluci?n t?cnica. Se trata siempre de problemas sociales.

Dice que uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es que nos condena a vivir en una infancia perpetua, ?por qu? el capitalismo necesita que seamos como ni?os para poder funcionar?

Por una parte, todo poder separado requiere s?bditos infantiles. Durante mucho tiempo, fue la religi?n la que cumpli? esta funci?n. En algunos aspectos, el siglo XIX supuso los inicios de una emancipaci?n mental a nivel masivo, respecto a la cual el siglo XX representa m?s bien una regresi?n. Cuanto m?s obedece el consumidor-ciudadano a sus impulsos inmediatos, m?s se aprovechan de ello el mercado y el Estado. La tendencia a un narcisismo generalizado significa tambi?n una regresi?n a un estadio primitivo de la infancia, donde no hay una verdadera separaci?n entre el yo y el mundo. Como explico en mi libro, este narcisismo solipsista est? ligado a la l?gica del valor y del trabajo abstracto, que niega igualmente la autonom?a del mundo y lo reduce a una emanaci?n del sujeto.

Dedica cincuenta p?ginas del libro a reflexionar sobre las nuevas formas de crimen y terrorismo: ?Cu?les son los rasgos de esa nueva violencia y de qu? cree que son s?ntoma?

El crimen se ha vuelto tan irracional y autorreferencial como la l?gica econ?mica ?la acumulaci?n tautol?gica de trabajo, valor y dinero? y la psique narcisista de los individuos. El amok, en sus varias formas, es el ejemplo supremo de un crimen que ya no obedece a la realizaci?n de un inter?s, aceptando los riesgos, sino que, en este caso, la destrucci?n y la autodestrucci?n se convierten en fines en s? mismas. El odio del sujeto de la mercanc?a por el mundo y a s? mismo, normalmente latente, se hace aqu? manifiesto, y por eso golpea con tanta fuerza a la opini?n p?blica. Que despu?s se a?ada una seudorracionalizaci?n pol?tica o religiosa es a menudo algo secundario: en el crimen gratuito se hace evidente el vac?o fundamental que habita el individuo contempor?neo, en cuanto dominado por una econom?a que se ha vuelto loca.

Escribe que ?un retorno al estado social no es posible ni deseable?: ?Por qu? no es posible y por qu? no es tampoco deseable?, ?en qu? consisten entonces esos ?compromisos soportables? de los que habla al final del libro?

El ?Estado social? fue financiable durante la ?ltima gran ?poca de acumulaci?n econ?mica, el llamado ?milagro econ?mico? de la posguerra. Hoy esta ?poca a menudo se recuerda con nostalgia, sobre todo en Francia, como una ?poca dorada. Una parte de la izquierda querr?a simplemente retornar a aquella situaci?n. Sin embargo, su fin no se debi? solo a una contraofensiva del capital en la ?poca neoliberal, sino tambi?n a la disminuci?n objetiva de los beneficios, consecuencia de la sustituci?n del trabajo vivo por las tecnolog?as, ?nica fuente del valor y, en consecuencia, de la plusval?a y de la ganancia.

La revoluci?n microelectr?nica de los a?os setenta ha acelerado intensamente la desaparici?n del trabajo vivo, y en consecuencia de los beneficios, y finalmente la posibilidad de financiar el Estado social. Tambi?n hay que decir, no obstante, que la sociedad de los a?os sesenta era r?gida y aburrida, con un futuro completamente trazado para los j?venes. Fue contra ese modo de vida contra el que se levant? la juventud mundial en 1968. La perenne precariedad establecida m?s adelante por el neoliberalismo es una siniestra parodia de la vida aventurera. En lugar de so?ar con el retorno a un capitalismo moderado, hoy hay que ir m?s all? de una sociedad en la que debemos contentarnos con migajas en forma de ?protecci?n social?.

?Qu? virtudes y qu? flaquezas ve en el movimiento feminista que ha crecido estos ?ltimos a?os?

El movimiento feminista ha tenido en ciertos aspectos una evoluci?n parangonable a la del movimiento obrero hist?rico: tras la repulsa inicial de toda la sociedad que produce la opresi?n del propio grupo, se pas? a esforzarse por asegurar una mejor integraci?n ?en un caso, de los obreros; en el otro, de las mujeres? en un sistema que ya no se pon?a verdaderamente en cuesti?n, con algunos puestos privilegiados para algunos portavoces. Los obreros consiguieron el derecho al voto y, m?s tarde, un coche y una casita en propiedad; alguno incluso ha llegado a ministro. Las mujeres, aparte de poder votar, han podido convertirse en polic?as, y alguna tambi?n en ministra. Pero no a todo el mundo le gusta. En el campus de la Universidad Complutense vi un grafiti que dec?a: ?Contra el feminismo liberal?.

La cr?tica del valor, por otra parte, se ha convertido en ?cr?tica del valor-escisi?n?, un t?rmino un poco complicado para afirmar que la ?escisi?n? de la esfera del no-valor en sentido econ?mico, tradicionalmente asignada a las mujeres (esencialmente, las tareas dom?sticas y los comportamientos relacionados), constituye un presupuesto esencial de la producci?n de valor econ?mico. Por eso, la cr?tica del patriarcado representa una parte fundamental de la cr?tica del valor: el capitalismo es patriarcal por naturaleza y no ser? superado sin la abolici?n del patriarcado.

?C?mo interpreta el auge del populismo y la extrema derecha desde la cr?tica del valor? Dice que el populismo es transversal y que poco importa que reivindique a ?los de abajo? o a ?la naci?n?.

Las distintas formas de populismo reaccionan a los males sociales ?sobre todo, a la desigual distribuci?n de la riqueza? identificando a un grupo de responsables personales: los ricos, los banqueros, los corruptos, los especuladores. Se ignoran las l?gicas sist?micas y se recurre al moralismo (la ?codicia?). Casi siempre, el populismo santifica el ?trabajo honrado? y lo opone a los ?par?sitos?. Por eso, la diferencia entre populismo ?de derechas? y populismo ?de izquierdas? no es tan grande como se cree. Ambos se basan en un falso anticapitalismo. No se trata de una novedad absoluta; en los a?os veinte y treinta ya hubo fen?menos de este tipo. Entonces, el antisemitismo constitu?a un aspecto esencial. Pero este existe tambi?n hoy, de forma soterrada y a veces abiertamente, en la denuncia del ?especulador?.

Dice en el libro que no vivimos en una sociedad tan laica como nos gusta pensar, y que a Dios lo sustituy? el Mercado. ?Podemos vivir prescindiendo de ?dolos y dioses?

Hasta ahora, en la historia un tipo de religi?n ha sustituido a otro. La llamada secularizaci?n no ha tenido lugar; en ciertos aspectos, la mercanc?a constituye una religi?n m?s insidiosa que la antigua, porque cada mercanc?a particular representa un ser fantasmag?rico: la cantidad de trabajo abstracto que la ha producido.

?Cree que, como Erisict?n, acabaremos autodestruy?ndonos o seremos capaces de echar el freno antes de la cat?strofe definitiva?, ?el capitalismo terminar? colisionando con los l?mites del planeta o tropezar? antes con su propia din?mica?

?Qui?n puede saberlo! Mi libro quiere ser simplemente una peque?a contribuci?n para evitar esa cat?strofe. Parece una bobada, pero depende de cada uno de nosotros. La actitud de cada cual frente a los retos del presente ya no depende mucho de la pertenencia a una clase social, un pa?s, una raza, un sexo. Cada uno de nosotros est? llamado a adoptar posiciones sobre las m?ltiples cuestiones abiertas. Las fronteras tradicionales (dominadores/dominados, ricos/pobres, sur/norte del mundo) resultan hoy un tanto confusas, pero esto constituye tambi?n una oportunidad. Es sobre todo la cuesti?n ecol?gica y clim?tica la que puede constituirse en la base de un amplio movimiento de contestaci?n? Que, no obstante, tambi?n se encontrar? con enemigos, de eso no cabe duda.