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Historia de la sexualidad. 1 La voluntad de saber (Primera parte)


Michel Foucault :: 10.05.19

Mucho tiempo habr?amos soportado, y padecer?amos a?n hoy, un r?gimen victoriano. La gazmo?er?a imperial figurar?a en el blas?n de nuestra sexualidad retenida, muda, hip?crita.
Todav?a a comienzos del siglo XVII era moneda corriente, se dice, cierta franqueza. Las pr?cticas no buscaban el secreto; las palabras se dec?an sin excesiva reticencia, y las cosas sin demasiado disfraz; se ten?a una tolerante familiaridad con lo il?cito. Los c?digos de lo grosero, de lo obsceno y de lo indecente, si se los compara con los del siglo XIX, eran muy laxos. Gestos directos, discursos sin verg?enza, trasgresiones visibles, anatom?as exhibidas y f?cilmente entremezcladas, ni?os desvergonzados vagabundeando sin molestia ni esc?ndalo entre las risas de los adultos: los cuerpos se pavoneaban.
A ese d?a luminoso habr?a seguido un r?pido crep?sculo hasta llegar a las noches mon?tonas de la burgues?a victoriana. Entonces la sexualidad es cuidadosamente encerrada. Se muda. La familia conyugal la confisca. Y la absorbe por entero en la seriedad de la funci?n reproductora. En torno al sexo, silencio. Dicta la ley la pareja leg?tima y procreadora. Se impone como modelo, hace valer la norma, detenta la verdad, retiene el derecho de hablar -reserv?ndose el principio del secreto. Tanto en el espacio social como en el coraz?n de cada hogar existe un ?nico lugar de sexualidad reconocida, utilitaria y fecunda: la alcoba de los padres. El resto no tiene m?s que esfumarse.


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