Militares, polic?as y democracia
Ra?l Zibechi
La Jornada
?Es posible modificar la cultura pol?tica y la actitud concreta hacia la poblaci?n de las fuerzas armadas y policiales? A la luz de la experiencia reciente en Uruguay y Brasil, la respuesta es negativa. Luego de tres d?cadas y media de democracia y m?s de una d?cada de gobiernos de izquierda, los aparatos represivos reafirman su papel tradicional y no est?n dispuestos a modificarlo.
Me referir? en particular a las fuerzas armadas, ya que tienen alguna especificidad respecto a las policiales. En Uruguay acaba de registrarse una crisis entre el gobierno de Tabar? V?zquez y el alto mando militar (por el encubrimiento por los mandos de torturadores y asesinos), que se sald? con el relevo en el Ministerio de Defensa y en la c?pula militar. Sin embargo, los problemas a los que me refiero no se relacionan con una u otro persona. Son estructurales.
El nuevo ministro de Defensa, Jos? Bayardi, ofreci? una entrevista en la que explica el inmovilismo por la endogamia de la familia militar. Las relaciones de los estudiantes militares, los cadetes y los oficiales se dan en entornos familiares que proceden de la misma profesi?n, explica (https://bit.ly/2GRl8Fi).
Eso explica, en su opini?n, la enorme carga de los militares retirados sobre los oficiales m?s j?venes en relaci?n con un relato construido y difundido en los entornos cotidianos de los oficiales. Es imposible o muy dif?cil romper con el relato construido sobre los hechos de la dictadura, sin romper a su vez con los v?nculos de relaci?n familiares.
La izquierda en el gobierno desde 2005, sostuvo la necesidad de modificar la educaci?n en las escuelas militares, algo que tampoco puso en pr?ctica.
En Brasil sucede algo similar. Los militares justifican la dictadura, la niegan o la minimizan. No s?lo los retirados que est?n en el gobierno de Jair Bolsonaro, que son los que pueden hacer declaraciones p?blicas, sino las propias fuerzas armadas como instituci?n. Ellas jugaron un papel decisivo en el derrocamiento de Dilma Rousseff y en el encarcelamiento de Lula, de la mano del anterior comandante en jefe del Ej?rcito, general Eduardo Villas B?as.
La izquierda brasile?a critica con dureza a Bolsonaro y al juez Sergio Moro, ahora ministro, lo cual es acertado. Pero no habla de la comunicaci?n del general el d?a antes del juicio a Lula, el 3 de abril de 2018: Aseguro a la naci?n que el Ej?rcito brasile?o comparte el deseo y las ansias de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad y de respeto a la Constituci?n, la paz social y la democracia (https://bit.ly/2q4Iwq9). Fue una presi?n indebida sobre la justicia, pero representaba la opini?n de las fuerzas armadas.
Me interesa constatar dos cuestiones centrales: que los aparatos armados del Estado no han cambiado y no tienen ni la intenci?n ni la posibilidad de hacerlo, y que la izquierda no est? debatiendo lo que hacer al respecto.
Sobre la primera cuesti?n, no podemos enga?arnos, ya que el papel de los militares en la sociedad (al igual que si hablamos de las fuerzas policiales) no depende de tal o cual oficial, ni siquiera del gobierno de turno, porque responde a una cuesti?n estructural. Las fuerzas armadas pueden aceptar la democracia y a?n las reglas de las instituciones democr?ticas, pero no van a cambiar sus modos y har?n todo lo posible para neutralizar cualquier actitud del poder pol?tico que afecte sus intereses.
Coincido con las afirmaciones del ministro Bayardi en el sentido de la endogamia, como parte de la explicaci?n del continuismo militar respecto a las dictaduras. En Brasil la dictadura termin? en 1985 (casi 35 a?os de democracia) y el PT gobern? entre 2003 y 2016. En Uruguay la dictadura termin? en 1984 y el Frente Amplio gobierna desde 2005. Ahora se reconoce lo evidente, que no hubo cambios en la mentalidad ni en la actitud de los militares, pese a que ambos gobiernos les han otorgado beneficios materiales importantes, tanto salariales como presupuestales para la modernizaci?n de las fuerzas.
La segunda cuesti?n es la izquierda. El problema es que no debatimos sobre las fuerzas armadas, quiz? porque deber?amos entonces discutir sobre las continuidades en la cultura del poder judicial, de la polic?a, del parlamento, en fin, de todos los estamentos con poder que conforman la sociedad. Y por ?ltimo terminar?amos debatiendo sobre las y los militantes de izquierda.
Lo m?s grave, a mi modo de ver, es que no s?lo no debatimos sobre los armados sino que tampoco sabemos qu? hacer. Los tiempos transcurridos en democracia y bajo gobierno de izquierda son suficientes para hacer balance. La realidad de estos dos pa?ses es la misma que la de todo el continente, m?s all? del color de los gobiernos.
Podemos seguir haci?ndonos los distra?dos, hasta que la falta de actitud se nos vuelva en contra. El problema de los cuerpos armados, su persistencia en el papel represivo contra los pueblos y poblaciones, nos est? hablando de los l?mites que tiene administrar el Estado.