La nueva disputa por la hegemon?a geopol?tica en Am?rica Latina

Terminado el ciclo progresista se ha abierto una nueva disputa por la hegemon?a geopol?tica en Am?rica Latina. Entender esta nueva realidad de manera adecuada requiere un an?lisis que aborde tanto la vertiente geoecon?mica como lo que ver con la gobernanza nacional, regional y global con sus respectivos impactos en el subcontinente.



La nueva disputa por la hegemon?a geopol?tica en Am?rica Latina

Por Decio Machado / Director de la Fundaci?n N?mada (Ecuador)
Viento Sur

Terminado el ciclo progresista se ha abierto una nueva disputa por la hegemon?a geopol?tica en Am?rica Latina. Entender esta nueva realidad de manera adecuada requiere un an?lisis que aborde tanto la vertiente geoecon?mica como lo que ver con la gobernanza nacional, regional y global con sus respectivos impactos en el subcontinente.

Antecedentes

El ciclo progresista se caracteriz? por: a) el fortalecimiento/reposicionamiento de los Estados naci?n anteriormente reducidos a su m?nima expresi?n durante el periodo neoliberal y en crisis fruto del fen?meno de la globalizaci?n; b) el modelo extractivo de producci?n y exportaci?n de commodities como base de la acumulaci?n estatal, lo que se da en un per?odo coincidente con los m?s altos precios de los que estos gozaron en el mercado internacional, lo que signific? los mayores ingresos recibidos por la regi?n en su historia republicana; c) la aplicaci?n de pol?ticas sociales compensatorias con base en los excedentes estatales producidos por la exportaci?n de materias primas como eje de las nuevas gobernabilidades; d) la realizaci?n de grandes obras de infraestructura como pilar de la modernizaci?n de los Estados; y, e) la articulaci?n de un discurso soberanista enmarcado en la construcci?n de un bloque regional que signific? un notable impulso de organismos de integraci?n tales como ALBA, UNASUR o CELAC.

En ese contexto cada uno de los elementos anteriores requieren de un somero an?lisis que permita explicar el fracaso del laboratorio pol?tico progresista latinoamericano.

En primer lugar, la nueva centralidad de los Estados frente a la sociedad devino en el debilitamiento de los movimientos sociales que hab?an sido los protagonistas de un per?odo de convulsiones pol?ticas que entre 1989 y 2005 derrib? a una docena de presidentes en diferentes pa?ses de la regi?n. En la actualidad, la implementaci?n de pol?ticas agresivas contra los derechos adquiridos por los trabajadores por parte de lo que se ha venido en denominar como un nuevo per?odo de ?reinstauraci?n conservadora? carece del nivel de resistencia y organizaci?n expresados por los sectores populares durante los momentos previos al ciclo progresista.

En segundo lugar, el modelo extractivo anclado en los hidrocarburos, la miner?a a cielo abierto y los monocultivos como la soja fueron la clave del ?xito econ?mico y lo que permiti? pol?ticas sociales ancladas en transferencias monetarias hacia los sectores hist?ricamente olvidados, convirti?ndose en el eje de la legitimidad progresista durante sus momentos de gloria. Sin embargo, lo anterior implic? se que haya agudizado la dependiente inserci?n internacional de la regi?n como proveedores de materias primas. Las econom?as latinoamericanas se reprimarizaron, lo que significa mayor vulnerabilidad subordin?ndolas a las fluctuaciones err?ticas de los mercados globales. La temporalidad del boom de los commodities hizo que dichos gobiernos nacieran en los momentos de bonanza econ?mica latinoamericana y entraran en crisis con el fin de esta.

Un tercer factor rese?able es que pese a la transferencia de excedentes estatales a los sectores vulnerables -pol?ticas de subsidios- durante el ciclo progresista, Am?rica Latina sigue siendo el continente m?s desigual del planeta dado que no se redistribuy? la riqueza acumulada por sus ?lites hist?ricamente dominantes. Aqu? cabe una primera aclaraci?n: la reducci?n de la pobreza en Am?rica Latina durante el per?odo de boom de los commodities no es un proceso exclusivo de los reg?menes progresistas y basta comparar para ello un par de datos: siguiendo indicadores oficiales entre 2007 y 2014 -momento de la ca?da de los precios de las materias primas y comienzo de la par?lisis econ?mica en diversos pa?ses del Sur Global- la pobreza medida por ingresos en el Ecuador correista se redujo del 36.7 por ciento al 22.5 por ciento mientras que en la Colombia de Uribe y Santos se pas? del 45.06 por ciento al 28.05 por ciento, es decir, la Colombia neoliberal redujo su tasa de pobreza en 3.25 puntos porcentuales m?s que el Ecuador del socialismo del siglo XXI. En t?rminos globales podr?amos decir que la combinaci?n de lo que fue una creciente demanda global de recursos naturales por parte de las econom?as emergentes, especialmente de China, y una serie de sucesivas reducciones de los tipos de inter?s estadounidenses -en aras a mantener su recuperaci?n econ?mica tras la burbuja tecnol?gica de 2001- determin? que ingentes cantidades de dinero aterrizasen en los pa?ses del Sur haciendo crecer mercados emergentes a partir de 2003. De hecho, a nivel global se asisti? a la racha de crecimiento econ?mico m?s extendida que el mundo ha vivido en el transcurso de su historia. Entre los a?os 2003 y 2007 la tasa de crecimiento promedio del PIB de los pa?ses del Sur pas? de 3.6 por ciento en las dos d?cadas anteriores al 7.2 por ciento, quedando muy pocos pa?ses en desarrollo fuera de ese fen?meno.

En lo que respecta a los pa?ses con gobiernos denominados progresistas, durante este per?odo y pese a las ?ptimas condiciones para hacerlo, no se actu? sobre los pilares estructurales de la desigualdad, lo que implica que en la actualidad el 10 por ciento m?s rico de la poblaci?n del subcontinente concentre el 71 por ciento de la riqueza regional. El propio Banco Mundial ha elaborado informes recientes en los cuales se indica que si esta tendencia contin?a, en menos de una d?cada el 1 por ciento m?s rico de la regi?n tendr? m?s riqueza que el 99 por ciento restante. Desde que la riqueza derivada del auge de los precios de los commodities desapareciera, all? por el a?o 2015, los indicadores de pobreza latinoamericanos se han vuelto a incrementar de forma paulatina. Pero m?s all? de que durante el ciclo progresista no se transformase la matriz de acumulaci?n econ?mica heredada de la era neoliberal anterior, tampoco se super? la matriz cultural colonial pese a grandilocuentes discursos de corte popular nacionalista. Un estudio realizado por Oxfam hace apenas tres a?os demostr? que la carga impositiva para las empresas nacionales latinoamericanas segu?a equivaliendo al doble de la carga efectiva soportada por las compa??as transnacionales en la regi?n.

En cuarto lugar y m?s all? de la enorme corrupci?n destapada en la asignaci?n de contratos para la realizaci?n de megaproyectos por los gobiernos latinoamericanos en la ?ltima d?cada y media (Club de los Contratistas en Per?, caso Odebrecht en m?ltiples pa?ses, descomposici?n al interior de Petrobras y PDVSA o sobre-precios de constructoras chinas involucradas en la realizaci?n de mega-obras en pr?cticamente todos los pa?ses de la regi?n), la canalizaci?n de gran parte de estas infraestructuras estuvo vinculada de una u otra forma a lo que fue la Iniciativa para la Integraci?n de la Infraestructura Regional (IIRSA) hoy redenominada Cosiplan dentro de la moribunda UNASUR. El desarrollo de las infraestructuras latinoamericanas en este per?odo de ins?lita expansi?n se articul? en torno a l?gicas vinculadas a la acumulaci?n por desposesi?n, la nueva fase de acumulaci?n capitalista en la regi?n, en beneficio final del capital global centralizado fundamentalmente en el hemisferio Norte y el Asia emergente. Carreteras, ferrov?as, represas, puertos, aeropuertos, hidrov?as y l?neas de transmisi?n formaron parte de una amplia cartera de megaproyectos destinados a profundizar el extractivismo a escala interamericana con sus correspondientes impactos sociales y ambientales en los territorios explotados.

Por ?ltimo, hay que significar que el discurso soberanista qued? supeditado a una mayor dependencia a los mercados globales y la tan aireada refundaci?n de -en t?rminos bolivarianos- la Patria Grande, se enmarc? en una l?gica de integraci?n regional que qued? paralizada incluso antes del cambio hacia la nueva hegemon?a pol?tica conservadora. La ?ltima cumbre con cierto dinamismo de la CELAC tuvo lugar en La Habana el 28 y 29 de enero de 2014, las comisiones de trabajo de la UNASUR pr?cticamente se paralizaron en el transcurrir del a?o 2015 y el ALBA -especialmente Petrocaribe- dej? de ser ?til para los pa?ses implicados a partir de la agudizaci?n del deterioro econ?mico de Venezuela en el a?o 2016. Todo ello coincidente con el impacto en las econom?as latinoamericanas de la ca?da de los precios de los commodities en los mercados internacionales.

El posicionamiento de China en Am?rica Latina

La Rep?blica Popular China se ha posicionado como un global player desde comienzos del presente siglo, fruto del proceso de reformas y apertura iniciado en diciembre de 1978 por Deng Xiaoping. En estas cuatro d?cadas y mediante la estrategia definida como ?cruzar el r?o sintiendo las piedras?, el gigante asi?tico ha ido liberalizando de manera escalonada su econom?a sin privatizar masivamente sus empresas estatales.

A inicios del siglo XXI China impuls? la estrategia ?go out? mediante la cual rompi? sus barreras tradicionales con respecto a la pol?tica econ?mica externa, reafirmando su posicionamiento en el sistema econ?mico internacional y colocando montos crecientes de capitales propios en inversiones en el exterior. Esto implic? un dr?stico reforzamiento de los v?nculos comerciales de China con las econom?as emergentes y en desarrollo, entre ellas las de Am?rica Latina.

Es as? que entidades como China Development Bank y Export-Import Bank of China han financiado iniciativas de infraestructura, energ?a, transporte y log?stica en el subcontinente, si bien la mayor?a de estos cr?ditos han sido condicionados a la intervenci?n de empresas chinas en su desarrollo y al inter?s estrat?gico de nuevo imperio asi?tico (creaci?n de corrededores para el suministro de petr?leo, minerales y soja hacia Asia y la modernizaci?n de instalaciones portuarias en la costa latinoamericana del Pac?fico). China se ha convertido en un proveedor de capital clave para la regi?n en los ?ltimos a?os, proceso que tiene su origen con el arranque del ciclo pol?tico progresista y justificado pol?ticamente bajo un discurso de ruptura con las instituciones de Bretton Woods. En paralelo, las necesidades de materias primas para el desarrollo industrial chino hizo que desde 2003 las econom?as de Am?rica Latina y Caribe, especialmente las de Am?rica de Sur, hayan considerado al gigante asi?tico como su principal cliente en el ?mbito de la exportaci?n de commodities.

Sin embargo y fruto de un proceso de reformas propugnadas por Beijing que tuvo su arranque a partir de 2010 -con la meta de cambiar su modelo productivo y enfocada a que el motor de la econom?a sea el consumo interno y no las exportaciones-, en los ?ltimos cinco a?os la demanda por materias primas de China ha disminuido, motivo por el cual los asi?ticos pusieron el foco en los proyectos de infraestructura latinoamericanos. Sea por inversi?n extranjera directa o a trav?s de la entrega de cr?ditos por parte de bancos chinos, la presencia del pa?s asi?tico en Am?rica Latina ha ido cambiando de forma en los ?ltimos a?os.

Pero si algo distingue a la diplomacia china de la occidental es que siempre han sido h?biles practicantes de la realpolitik y estudiosos de una doctrina estrat?gica claramente diferencia de la estadounidense. El ideal chino hace hincapi? en la sutileza, la acci?n indirecta y la paciente acumulaci?n de ventajas relativas. Es por algo que frente al ajedrez, un juego de estrategia que surgi? en Europa durante el siglo XV como evoluci?n del juego persa shatranj y donde existen 32 piezas m?viles en un tablero dividido por 64 casillas que buscan la batalla decisiva para matar el ?rey?, los chinos juegan a Wei Qi -conocido en Occidente con el nombre japon?s go- donde lo que se mueven son 360 piezas en 361 posiciones bajo una l?gica de la batalla prolongada que busca rodear al enemigo.

Conscientes de las ingentes necesidades de recursos por parte del subcontinente, Beijing se ha asegurado de que los cambios pol?ticos de tendencia conservadora desarrollados en los ?ltimos a?os en la regi?n no afecten a sus flujos comerciales e inversiones en los diferentes pa?ses latinoamericanos. Es m?s, en el segundo foro de ministros de la Rep?blica Popular China, Am?rica Latina y el Caribe que se celebr? en enero del 2018 en Chile, el gigante asi?tico se comprometi? a incrementar notablemente su inserci?n econ?mica en una regi?n ya hegemonizada por gobiernos de perfil conservador.

El presidente Xi Jinping ha realizado en los ?ltimos seis a?os cuatro giras por Am?rica Latina visitando 12 pa?ses, m?s de las realizadas por Barak Obama y Donald Trump durante la ?ltima d?cada. Mauricio Macri, uno de los representantes del cambio de ciclo pol?tico en la regi?n, ha sido m?s visitado por Xi Jinping que Nicol?s Maduro, presidente de un pa?s suministrador a China de petr?leo, colt?n y oro que adem?s le debe a los cr?ditos asi?ticos el bal?n de ox?geno financiero gracias al que a?n subsiste el gobierno bolivariano.

De esta manera, en el a?o 2018 el volumen del comercio bilateral entre China y Am?rica Latina alcanz? un r?cord de 307.400 millones de d?lares, lo que implica un aumento del 18.9 por ciento respecto al a?o anterior. En la actualidad China es el principal socio comercial de la regi?n, pese a que la relaci?n entre ambos lados del Pac?fico sea notablemente asim?trica: la mayor?a de los pa?ses de la regi?n mantienen d?ficits comerciales con China, los escasos super?vits existentes se generan gracias a las ventas de productos primarios y las manufacturas chinas han desplazado a las latinoamericanas tanto en sus propios mercados como en terceros mercados. Mientras las exportaciones de Am?rica Latina a China se mueven en ratios de un 70 por ciento de bienes primarios y un 25 por ciento de manufacturas basadas en recursos naturales de bajo valor agregado, el subcontinente importa del pa?s m?s poblado del mundo un 41 por ciento de manufacturas de alta tecnolog?a y un 27 por ciento de manufacturas de tecnolog?a media.

En los ?ltimos a?os, adem?s del avance en obras de infraestructuras, la inversi?n china directa en Am?rica Latina se ha expandido tambi?n a sectores como los servicios financieros, comercio, adquisici?n de bienes ra?ces para alquiler y actividades manufactureras. Otra gran parte de esa inversi?n reciente se debe a fusiones o compra de empresas latinoamericanas, aunque esto no ha significado ni el aumento de capital productivo ni generaci?n de empleo.

En el ?mbito hidroel?ctrico, China invertir? aproximadamente en la segunda etapa de un programa de modernizaci?n de represas hidroel?ctricas Jupi? e Ilha Solterira en Brasil y la compra del 100 por ciento de la empresa hidroel?ctrica Atiaia Energ?a. Ampliando este marco de acci?n la china Southern Power ha pasado a controlar el 28 por ciento de las acciones de la compa??a chilena de electricidad Transelec.

En materias primas destacan dos recientes grandes inversiones regionales: Tianqi Lithium -con sede central en Chengdu, capital de la provincia china de Sichuan- se hizo con el 24 por ciento de la chilena Sociedad Qu?mica y Minera (SQM) y Chinalco -rama peruana de la firma de capitales chinos Aluminum Corp of China Ltd- expandir? su mina de cobre Toromocho en Jun?n.

De igual manera destacan las ?ltimas intervenciones chinas en Panam?, pa?s convertido en su centro de comercio y log?stica para Am?rica del Norte y del Sur, con quienes han firmado en menos de a?o y medio 47 acuerdos comerciales. En breve el Banco de China tendr? un sede regional en Ciudad de Panam?.

Otro de los ejemplos m?s recientes de diversificaci?n de inversiones chinas en la regi?n es la adquisici?n que hizo Didi Chuxing -una especie de Uber chino- de la empresa 99, denominada popularmente como el ?Uber brasile?o?. El Business Plan de Didi Chuxing en Am?rica Latina apunta a su expansi?n regional, combin?ndolo con servicios de asesoramiento en inteligencia artificial a gobiernos municipales de varias ciudades latinoamericanas. Al respecto, es destacable indicar que casi todos lo gigantes tecnol?gicos chinos est?n entrando en los mercados latinoamericanos: TCL -firma electr?nica china- estableci? una empresa conjunta con Radio Victoria, el mayor fabricante de productos electr?nicos de Argentina; Huiyin Bockchain Venture ha invertido en el servicio argentino de procesamiento de pagos en bitcoins Ripio; y la empresa Mobike, la m?s grande red de bicicletas compartidas sin estaciones de aparcamiento, ha lanzado recientemente sus servicios en Ciudad de M?xico y Santiago de Chile.

Desde una perspectiva meramente comercial los pa?ses latinoamericanos son un gran mercado de consumo donde marcas como Huawei y Xiaomi venden smartphones baratos y de alta calidad en poderosos mercados como Brasil, M?xico, Colombia o Argentina. Sin embargo, los pa?ses latinoamericanos que no pueden ofrecer un gran mercado interno tambi?n son de inter?s para las tecnol?gicas chinas. Sin ir m?s lejos, las autoridades venezolanas han asignado a primeros de a?o a ZTE Corporation 70 millones de d?lares para el desarrollo de tecnolog?as aplicables a la creaci?n de un sistema nacional de identificaci?n electr?nica de los ciudadanos del pa?s.

En paralelo y desde una perspectiva geopol?tica m?s convencional, Beijing ha conseguido en el marco de su pol?tica denominada ?Una sola China? que pa?ses como Costa Rica (2007), Panam? (2017) y Rep?blica Dominicana (2018) hayan roto relaciones diplom?ticas con Taiw?n. En la actualidad los pa?ses en los que Taiw?n mantiene embajadas en el subcontinente son escasos y carecen de importancia estrat?gica y econ?mica.

Rusia en Am?rica Latina: los enemigos de mis enemigos son mis amigos

El inter?s de Rusia por Am?rica Latina es relativamente reciente. Tras la desaparici?n de la Uni?n Sovi?tica (1991) los rusos no hab?an vuelto a mirar al subcontinente hasta el conflicto armado en Osetia del Sur, cuando la Nicaragua de Daniel Ortega (2008) e inmediatamente despu?s la Venezuela de Hugo Ch?vez (2009) fueron los dos primeros pa?ses del planeta -tras el Kremlin- en reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjasia. Esta fuerte actividad diplom?tica rusa en la regi?n volvi? a repetirse en 2014 tras la crisis en Crimea y la guerra en el Donb?ss (este de Ucrania), como respuesta a las correspondientes sanciones impulsadas por Washington y la Uni?n Europea contra Mosc?.

A diferencia de China, el comercio ruso de bienes en el subcontinente es insignificante y apenas representa el 2 por ciento de toda su actividad comercial global. Su principal socio es Brasil, con un comercio bilateral de unos 4 mil millones de d?lares, y en segundo lugar Venezuela, a quien compra alrededor de 1.7 mil millones de d?lares de petr?leo. Resto de las actividades comerciales rusas en la regi?n es marginal y la influencia del Kremlin es pr?cticamente nula.

Desde una visi?n cl?sica de la geopol?tica, Vlad?mir Putin ha buscado en los ?ltimos a?os aliados estrat?gicos en una regi?n cercana a Estados Unidos buscando emular las acciones realizadas por Washington en la periferia de la Federaci?n Rusa.

Es as? que Mosc? le ha prestado a Venezuela unos 16 mil millones de d?lares desde 2006 hasta la fecha, siendo estos pr?stamos reembolsados a trav?s de env?o de petr?leo. En la actualidad, Venezuela est? utilizando al gigante energ?tico ruso Rosneft para evadir las actuales sanciones comerciales de Estados Unidos contra el gobierno de Nicol?s Maduro. Bajo una estrategia de triangulaci?n contable la petrolera estatal venezolana PDVSA cobra desde el pasado mes de enero -momento en el que Juan Guaid? fue parcialmente reconocido por la diplomacia internacional como presidente encargado de Venezuela- gran parte de sus facturas de venta de petr?leo a trav?s de Rosneft. Este inusual acuerdo de pago es parte de una serie de esquemas estrat?gicos puestos en marcha por el gobierno de Maduro para tener acceso a efectivo en medio de las sanciones internacional que en la actualidad sufre el pa?s, incluida la venta de reservas de oro por parte de su Banco Central. De esta manera, una parte del flujo econ?mico hacia Venezuela pasa a trav?s del banco ruso-venezolano Evrofinance Mosnarbank, entidad financiera que desde el pasado mes de marzo ha sido colocado tambi?n bajo sanciones estadounidenses.

Estados Unidos y Am?rica Latina en el marco de la guerra comercial con China

Entre los escasos compromisos electorales de Donald Trump en materia de pol?tica exterior destaca su promesa de contener la emergencia de China a nivel global y limitar el libre comercio con Asia y Am?rica Latina. Entre ambos evidentemente existe una contradicci?n, pues los espacios dejados por el repliegue estadounidense a nivel global son r?pidamente ocupados por los intereses chinos.

La nueva Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos, presentada en enero del 2018 por James Mattis -general que ejerciera como Secretario de Defensa hasta diciembre del pasado a?o-, indica que ?la competencia estrat?gica entre los estados, no el terrorismo, es ahora la principal preocupaci?n de seguridad nacional de Estados Unidos?. Lo anterior significa un cambio respecto al enfoque de la seguridad realizado por Washington tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, e identifica a China y Rusia como las nuevas principales amenazas, posicionando a Corea del Norte e Ir?n en un segundo estadio.

Bajo un plan estrat?gico definido como ?competir, impedir y ganar?, se asevera que ?los costos de no implementar esta estrategia est?n claros, e implicar?n una disminuci?n de la influencia global de Estados Unidos, la erosi?n de la cohesi?n entre aliados y socios, as? como la reducci?n del acceso a mercados, lo que contribuir?a al declive en la prosperidad y el modo de vida estadounidense?.

Aterrizando lo anterior a Am?rica Latina, vemos como desde marzo de 2018 -momento en que comenzara el conflicto comercial entre Estados Unidos y China- Donald Trump ha ido anunciado el recorte de la ayuda econ?mica a Centroam?rica como respuesta al flujo migratorio, ha retrotra?do parcialmente los niveles de apertura del gobierno Obama respecto a Cuba, increment? el volumen de sus amenazas respecto al cierre de la frontera con M?xico, le espeta a Colombia que ?no ha hecho nada? contra el narcotr?fico y en la actualidad aplica duras sanciones econ?micas contra Venezuela.

Pese a que la diplomacia estadounidense ha lanzado una ofensiva en el subcontinente planteando que Washington es mejor socio comercial que China, siguen sin ser capaces de proponer una pol?tica especialmente atractiva para los gobiernos latinoamericanos, lo que demuestra la carencia de planes estrat?gicos enfocados a la regi?n.

Con un enfoque que busca priorizar acuerdos comerciales bilaterales pa?s a pa?s -condici?n que se ve beneficiada por el actual desmantelamiento de las herramientas de integraci?n regional impulsadas durante el ciclo progresista- y la reducci?n de su d?ficit comercial, Estados Unidos busca reposicionarse en la regi?n mediante una variedad creciente de actividades econ?micas trasladadas al ?mbito digital (online), abarcando varias tecnolog?as de informaci?n y comunicaciones (TIC) que tienen un impacto transformador en la manera de hacer negocios, y en la interacci?n de las personas entre s? y con el gobierno y las empresas. Las exportaciones de Estados Unidos relacionadas con el comercio digital est?n aumentando, junto con la inversi?n extranjera directa en esas industrias. Lo anterior indica una dura competencia frente a China por la hegemon?a tecnol?gica en Am?rica Latina.

Sin embargo, la nueva derecha latinoamericana en el poder y la que viene camino de hacerlo en los escasos gobiernos progresistas que quedan en la regi?n es tremendamente pragm?tica, y salvando el caso brasile?o, tiene escaso conflicto en articular relaciones con el capital, venga este de donde venga, en aras a implementar sus nuevas pol?ticas neoliberales.

Donde si se atisban cambios estrat?gicos es en la pol?tica de seguridad regional. La nueva agenda, orienta nuevamente por Estados Unidos, tiene dos caracter?sticas esenciales: mayor participaci?n de inteligencia estadounidense en la lucha contra el narcotr?fico y la delincuencia organizado, lo que a la postre tendr? su impacto en los mecanismos de control sobre la disidencia pol?tica, as? como la vuelta a las maniobras militares conjuntas con operativos de apoyo de Estados Unidos, tal y como fue el caso de AmazonLog17 en territorio amaz?nico brasile?o durante el gobierno de Michel Temer.

Esta condici?n implica, m?s temprano que tarde, que habr? una colisi?n entre la hegemon?a militar estadounidense y la nueva hegemon?a comercial china en la regi?n. Como se canalice su desenlace es lo que est? por verse?

Fuente: vientosur.info