Nicaragua tan violentamente amarga

El gobierno prohibi? las marchas y el pueblo se sent?a acorralado, se sent?a derrotado y aqu? las feministas tomamos protagonismo y hemos hecho protestas expr?s desafiando al desgobierno.



Nicaragua tan violentamente amarga

Luciana Peker
P?gina12
07 de junio de 2019

En Nicaragua, el gobierno que se proclam? como revolucionario ahora persigue a las feministas, prohibi? el aborto en todos los casos y desalienta las denuncias por violencia de g?nero, adem?s de retroceder en el cuidado ambiental y los derechos sociales. Las pioneras del sandinismo se oponen a la represi?n y denuncian persecuci?n, y la mitad de las j?venes femninistas se identifica como lesbianas o bisexuales, con trabajos informales, y alertan sobre el aumento de m?ltiples formas de violencia machista.

Desde Managua
Mire, la guerra es cosa de hombres. Las mujeres no aguantan las caminatas, son lloronas y tambi?n tienen problemas con? con su per?odo, eso pues, usted sabe, les baja la regla y esas cosas. Adem?s, mis guardiafronteras tienen seis meses de no ver a una mujer y yo ya tengo suficientes problemas como para buscarme m?s.

?Pero comandante ?lo increp? la periodista argentina Gabriela Selser.

?Punto final ?le dijo el comandante Manuel Salvatierra, de 27 a?os, que era la m?xima autoridad del ej?rcito en Las Segovias y que fue uno de los veinte comandantes del Frente Sandinista para la Liberaci?n Nacional (FSLN) en la lucha contra el dictador Anastasio Somoza.

A fines de 1982, Gabriela Selser trabajaba en el peri?dico Barricada (el diario oficial del FSLN) y hab?a cruzado la frontera con Honduras para contar los enfrentamientos de los ?contras? (financiados por el gobierno republicano del Presidente norteamericano Ronald Reagan) para derribar la revoluci?n nicaraguanse junto con otro periodista. El comandante Salvatierra los ret? a los dos por cruzar la frontera. Y les prohibi? volver a hacerlo.

?Menos ella ?recalc? y sigui? con el serm?n machista.

La revoluci?n sandinista sobrevivi? a los contras pero se volvi? su propia contra. El presidente Daniel Ortega asumi? el poder en 1979. Perdi? en las elecciones del 25 de febrero de 1990 con Violeta Chamorro. Y volvi? al poder desde el 10 de enero del 2007 hasta la actualidad. Ahora, persigue al movimiento feminista que tiene, entre sus referentes, a ex dirigentes sandinistas y a j?venes que buscan restaurar la posibilidad de abortar, denunciar abusos y estudiar o protestar contra una reforma previsional neoliberal.

Selser naci? en Argentina. Se exili? con su padre, Gregorio Selser (y autor del libro Sandino, General de hombres libres), su mam? y sus hermanas huyendo de la dictadura militar argentina en 1976 y se rebel? a Gregorio (que la quer?a cuidar de los peligros del fuego setentista) para viajar a Nicaragua como alfabetizadora popular. La mitad de la poblaci?n no sab?a leer ni escribir y ella se convirti? en hija de la revoluci?n y en hija de una familia de campo, mientras lloraba porque extra?aba a su perro y le regalaron un chancho al que llamo revoluci?n. Perdi? novios por querer algo m?s que hablar de leninismo y amigas por creer que la lucha estaba antes que todo, tuvo una hija, escribi? como periodista, comparti? con Julio Cortazar campamentos a favor del sandinismo donde ?l le completaba frases de sus cuadernos de notas y se trep? a camiones, helic?pteros, caballos y mulas para enfrentar el peligro y contar la revoluci?n que la llamaba tanto como a ella a la revoluci?n. Hoy cuenta Managua as?: ?Es una ciudad sin centro ni forma, un pa?s donde la ley sucumbe en manos de un poder arbitrario y muere poco a poco todos los d?as como los bosques y r?os.

En Managua casi no hay librer?as. Una papelera en un centro comercial ?como una imitaci?n en envase de cotill?n de los shopping m?s elevados de Miami o la Latinoam?rica for export? tiene unos pocos t?tulos, otra est? cerrada un domingo (en un pa?s en el que el aire tambi?n se cierra) y en el aeropuerto se consiguen unos pocos libros casi de souvenir de despedida. El pa?s que inspir? tanto y a tantos a escribir est? hu?rfano de letras. Y de gente. La rebeli?n, despu?s de la represi?n a las manifestaciones, es quedarse puertas adentro. La sed de juntarse hace que las juntadas feministas se tengan que dar en flyers que no pueden compartirse en redes sociales, en lugares que sean amigables (y que no den informaci?n a las autoridades) y las palabras brotan como exilios de las propias rebeliones. El aeropuerto ofrece carteles con los hoteles mejor blindados de Centroam?rica y a quienes osan con hacer turismo de surf o volcanes las preguntas se les multiplican en contactos para que no haya periodistas tramando multiplicar la multiplicaci?n de palabras.

?As? est? mi pa?s ?dice una mujer que arriba desde El Salvador en una fila corta con preguntas largas y una computadora que exhibe el legajo de cada ciudadano/a antes de entrar o salir. Pasar es poco. Es llegar y acorralarse de las palmeras o las calles de tierra y frutos a la vista para apenas ver la palabra sandinista como recuerdo de rebeli?n al imperialismo. Y adentrarse en un toque de queda sin campana y con ofertas de deliverys de Pizza Hut para no enfrentar la calle hasta que la luz permite susurrar cr?ticas y hacer preguntas.

?Fue la guerra y sin embargo era la vida. De su propio derrumbe los recuerdos emergen claros, c?lidos, violentos. Siguen rondando como fantasmas, amantes febriles que se resisten a morir ?escribe la argentina? nicarag?ense Gabriela Selser en el libro Banderas y harapos. Relatos de la Revoluci?n en Nicaragua, donde vive desde los 18 a?os y ahora es corresponsal de la Agencia Alemana de Prensa (DPA).

?El gobierno de Daniel Ortega no es un gobierno de izquierda porque se ha alejado de esa l?nea. Una de las protestas (que reprimieron) era contra la reforma en seguridad social que aumenta los a?os de cotizaci?n para acceder a una pensi?n social. Tambi?n proh?ben las protestas de las mujeres, del 8 de marzo y del 25 de noviembre, que ya no se pueden hacer y que antes ten?amos que estar rodeadas de anti motines para pedir justicia para las v?ctimas de violencia. Reprimen a las defensoras de los derechos de las mujeres y a cualquier l?der social con cuestionamientos. Protestar se convirti? en un delito. A eso no se le puede llamar gobierno revolucionario -enmarca Wendy Flores, abogada y defensora de derechos humanos de 37 a?os, que tuvo que exiliarse en Costa Rica, cuando le sacaron la personer?a jur?dica (el 12 de diciembre del 2018) al Centro Nicaraguense de Derechos Humanos (Cenidh).

Las feministas tienen que esconderse. Son perseguidas por el gobierno y, tambi?n, por supuesto, subestimadas o ninguneadas por la oposici?n o resistencia. El machismo es un colador sin fisuras. Ellas traman, lanzan piedras y preguntan:

??C?mo hacen para salir a la calle?

La revoluci?n feminista en Argentina es exc?ntrica en un pa?s donde las puertas para adentro y el silencio en las carreteras es una forma de malestar en donde la estrategia es estar sin ser vista y verse sin ser detenidas.

Las feministas est?n. Pero est?n escondidas. Y las ri?as de gallo a la vista.

Seis hombres se juntan a desayunar arroz con frijoles y la ?nica mujer se queda de pie. Ellos discuten porque no mataron al gallo cubano en la pelea del s?bado a la noche. Y proponen en el pr?ximo encuentro disfrazar a un gallo y poner como meta sacarle el dinero para que se vea m?s vistosa la pelea.

?Le agarr? el culo y dije que era gordo. Perdi? pero pele? bien y concho ?se excita un visitante de Puerto Rico en Managua un pa?s en donde es exc?ntrico hasta ser visitante.

Las peleas de gallos son una de las tradiciones que no eran tradicionales pero que ahora quiere ser reinstalada como tradici?n en un pa?s en donde Daniel Ortega prohibi? el acceso al aborto legal en todos los casos como solo pasa en El Salvador y los republicanos norteamericanos quieren que vuelva a pasar en Alabama.

Hace calor en Managua y las palabras se agrandan en un pa?s chiquito (130,373.40 km?) y con seis millones (6.278.102) de habitantes: el 50,5 por ciento mujeres y el 40 por ciento menores de 18 a?os. No hace calor, hace un calorazo entre la tierra que desemboca en barrios con chapas y casas a la selva. La casa de la feminista hist?rica Mar?a Teresa Bland?n Gadea da a un verde infinito que se pierde en desniveles y termina en vistas a un lago. Ella busco el silencio, pero ahora tiene una gallera (donde se hacen ri?as de gallo) al lado y la m?sica mal tildada de rom?ntica da alaridos de nostalgia por el amor perdido. Ella lo define como m?sica de cortapulsos (para cortarse las venas abiertas de Am?rica latina) y siempre cantadas en masculino para sufrir por las que malpagan. Teresa acaba de cumplir 58 a?os y tiene pescado y pur?. Pero la conversaci?n circula sin atajos en la ayuda a los presos y presas pol?ticas y la preocupaci?n por el destino de una muchacha desaparecida. Ella se define como una activista feminista apasionada. Es soci?loga y tiene una maestr?a en g?nero. Es la directora del Programa Feminista ?La Corriente?. Su mayor maestra fue su mam?, Mar?a Josefa Gadea, que tuvo 10 hijxs y amaba la docencia, a pesar de los retos de su esposo, que la interrump?a cuando ella quer?a ense?ar algo: ?Yo te busqu? para esposa, no para maestra?.

Teresa fue Secretaria Pol?tica del Frente Sandinista de Liberaci?n Nacional (FSLN) en Matagalpa y Jinotega. Ella mira de frente, sin parpadear, entre las flores fucsias y el aroma a pl?tanos: ?Entre el machismo y la revoluci?n s? hab?a contradicci?n?. Dice y remarca que para el gobierno las feministas son enemigas. Y desmiente el argumento oficial que dice que las feministas son burguesas para buscar en la revoluci?n un ancla de justificaci?n: ?Las burguesas no son feministas. No hay un feminismo de derecha. Los cuerpos m?s explotados, discriminados y ninguneados son los de las mujeres?, remarca. Est? sentada en una hamaca y se tira para atr?s para tomar impulso cuando explica la lucha por el derecho al aborto en el que Ortega hizo retroceder los derechos a antes de 1893 cuando se escribi? el C?digo Penal y se contemplaba el aborto por causales. Pero en 2007 derog? el aborto terap?utico. Y en 2008 penaliz? todas las formas de interrupci?n voluntaria del embarazo con condenas para las mujeres y los m?dicos que las realizan. ?En dos a?os retrocedimos m?s de cien?, se lamenta.

Un punto clave de inflexi?n entre el feminismo y Daniel Ortega fue la denuncia de Zoilam?rica Narv?ez (ahora exiliada en Costa Rica) contra Ortega. Ella es la hija de Rosario Murillo, la actual vicepresidenta y esposa de Ortega. ?En 1998, veinte a?os atr?s, hablar de abuso sexual o de incesto, era posible pero no entendible. Est?bamos hablando de algo que no se pod?a comprender. C?mo un padre agred?a una ni?a y por qu? una ni?a lo calla por tantos a?os. Yo creo que mi denuncia fue un test ?pico para la sociedad nicaraguense. La hice sola. Sin embargo, al momento de hablar, muchas mujeres que no me conoc?an no dudaron en decir que me cre?an?, le dijo Zoilam?rica a la periodista de Infobae Sof?a Benavides, el 16 de diciembre del 2018, despu?s de la denuncia de Thelma Fard?n en Nicaragua. Teresa es una de las que no dudaron. Y la apoyaron. ?La acuerpamos la feminista?, recupera en esa palabra tan pujante, tan clara y tan potente como acuerpar como una forma de cuidado personal y pol?tico.

Y lo personal y pol?tico no est?n aislados. Teresa denuncia: ?Hay una nueva cruzada contra los derechos de las mujeres. Falta educaci?n sexual. Desmontaron comisar?as de las mujeres. Incitan a las v?ctimas a que perdonen a sus agresores y pregonan la unidad de la familia. Mientras que a las feministas nos llaman agentes de la CIA, burguesas, vendepatrias, raras y a favor de la muerte para no dejarnos marchar?.

Las j?venes tambi?n son protagonistas desde la agrupaci?n ?Enredadas? o ?Las malcriadas? o sueltas como lanza piedras en las marchas estudiantiles (en donde tambi?n son discriminadas por mujeres, lesbianas o feministas) y en sus casas en donde el pa?uelo verde (que sale como s?mbolo de la Campa?a por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito de Argentina) se convierte en un lazo continental. Desde el 18 de abril del 2018 que j?venes y estudiantes encabezaron protestas. Las Malcriadas contabilizaron 98 mujeres heridas con secuelas permanentes, la desaparici?n y el arresto ilegal de 35 presas pol?ticas y el asesinato de 21 mujeres dentro del conflicto, hasta el 9 de septiembre 2018.

Pero el feminismo existe y se muestra disidente: el 40 por ciento se identifica como bisexual o lesbiana. ?Hay una generaci?n de j?venes que rompen con la norma heterosexual y reivindican su identidad?, destacan en la investigaci?n ?Mujeres j?venes feministas ante la crisis en Nicaragua?, de EnRedadas, por el Arte y la Tecnolog?a, con el apoyo del Fondo Centroamericano de Mujeres, a partir de 140 encuestas digitales a j?venes nicarag?enses de entre 18 y 35 a?os, entre agosto y septiembre del 2018. El 70 por ciento de ellas no tiene salario fijo o acceso a seguro social y el 64 por ciento no cuenta con acceso al cr?dito. Pero las desigualdades econ?micas se suman a la represi?n. A partir del 18 de abril del a?o pasado el 59 por ciento de las feministas sufri? violencia psicol?gica; el 56 por ciento violencia digital; el 51 por ciento acoso callejero; el 28 por ciento amenazas de muerte; el 25 por ciento violencia f?sica; el 11 por ciento acoso sexual, el 8 por ciento acoso laboral y el 4 por ciento torturas y malos tratos. Ante la pregunta: ??Qui?nes ejercen estas violencias posteriormente al estallido social? Ellas contestaron que en un 74 por ciento expresiones del partido de gobierno; 58 por ciento desconocidos; 57 por ciento integrantes de la fuerza p?blica; 20 por ciento conocidos; 13 por ciento familia; 7 por ciento vecinos y 6 por ciento parejas o ex parejas.

Alex naci? el 15 de abril del 2000 en Managua, Nicaragua, con el siglo XXI. Tiene 19 a?os y sufri? represi?n armada a partir del 18 de abril del 2018. Ella est? en las trincheras de la lucha y sufre los embates del oficialismo y de la oposici?n por el machismo. Ella estuvo el 18 de abril del 2018 en unos plantones (que ser?an similares a los piquetes), en la Universidad Centroamericana-UCA y en Camino de Oriente. El objetivo era ?mostrar el descontento de la poblaci?n por la reforma del Instituto de Seguridad Social( INSS), d?as anteriores ya est?bamos marchando por el incendio forestal en la Reserva Natural Indio Ma?z, el segundo pulm?n de Centroam?rica ya que el gobierno no hac?a nada para detener el fuego?. Sufri? tambi?n la represi?n a la marcha del 25 de noviembre del 2017 por parte de grupos antimotines. ?Por ser mujer y tener claro la autonom?a corporal, por reclamar derechos el gobierno ya te ve como una amenaza latente. Las mujeres siempre hemos sido la resistencia m?s grande. En tranques, trincheras, marchas las mujeres siempre lideraban. Las feministas nunca han sido bien vistas por la poblaci?n, siempre hemos sido vistas como las ?locas?, ?mal cogidas?, ?feminazis? y eso tambi?n se ha hecho notar en esta rebeli?n. El gobierno prohibi? las marchas y el pueblo se sent?a acorralado, se sent?a derrotado y aqu? las feministas tomamos protagonismo y hemos hecho protestas expr?s desafiando al desgobierno. El 8 de marzo un peque?o grupo de j?venes feministas nos reunimos para protestar con tizas pusimos los nombres de asesinadas por el r?gimen en unas gradas de la universidad, con nuestros pa?uelos morados y verdes. Pero d?as despu?s comenzaron a ofendernos dici?ndonos que estamos ensuciando la lucha, que la estamos desviando, que en ?alg?n momento? vamos a tener nuestra oportunidad para protestar, pero c?mo todas sabemos nunca es nuestro momento de protestar cuando nosotras hemos puesto en riesgo nuestra vida en trincheras?.