El suelo com?n de un horizonte revolucionario
JUANJO ?LVAREZ
MILITANTE DE ANTICAPITALISTAS, ECOSOCIALISTA Y PARTICIPANTE EN ARGANZUELA EN TRANSICI?N.
El Salto
2019-06-07 10:59:00
Pasadas unas semanas de las elecciones, los an?lisis se van acumulando con cierta perspectiva que va un poco m?s all? de las ?normalmente interesadas, cuando no meros ajustes de cuentas? valoraciones del d?a despu?s. Algunas cosas parecen empezar a estar claras, pero se echa a?n en falta un an?lisis del rol que han jugado algunos elementos de fondo en lo que ha sido una derrota amplia y profunda de la izquierda en todo el estado.
Pasadas unas semanas de las elecciones, los an?lisis se van acumulando con cierta perspectiva que va un poco m?s all? de las ?normalmente interesadas, cuando no meros ajustes de cuentas? valoraciones del d?a despu?s. Algunas cosas parecen empezar a estar claras, pero se echa a?n en falta un an?lisis del rol que han jugado algunos elementos de fondo en lo que ha sido una derrota amplia y profunda de la izquierda en todo el estado, una derrota que, como apunta Eddy S?nchez amenaza con dejar las alternativas transformadoras en la irrelevancia que ya ocupan en otros pa?ses.
El mismo S?nchez insiste en la moderaci?n program?tica que ha llevado a Unidas Podemos a presentarse como una fuerza defensora de la Constituci?n, y sin duda esto est? en el centro de la ca?da del proyecto que, en alg?n momento, propon?an las fuerzas de lo que se llam? ?el cambio?. Monereo, por su parte, anota con su herramienta favorita: es el proyecto estrat?gico, es d?nde te sit?as; y claro, es dif?cil discutir la importancia de la subalternizaci?n al PSOE que UP y su entorno han tenido en los ?ltimos meses. Obviamente, tambi?n esto es parte del descalabro. Por mencionar otro an?lisis, creo que m?s acertado, Brais Fern?ndez pone el dedo en la llaga m?s dolorosa que ha tenido la izquierda en este periodo: la incapacidad para construir organizaciones bien ancladas en el territorio y con capacidad para politizar en un sentido radical lo que eran las exigencias de unas clases medias pauperizadas que ve?an bloqueadas sus posibilidades de reproducci?n social. Frente a esta impotencia, apunta a la construcci?n de una organizaci?n aut?noma que no dependa de la izquierda transformista ? adaptaticia ? para ir ahondando en las luchas y enlazando el proyecto pol?tico con las necesidades de las clases populares.
Todo esto, insisto, tiene un aporte de realidad indiscutible. Pero no acaba de explicar porqu? el motor de la activaci?n pol?tica masiva que se produjo hace cinco a?os no ha podido ser activado para proponer una alternativa radical en el ?nico momento de la historia reciente en el que la mayor?a de organizaciones radicales estaban por recorrer la misma v?a. En este punto, no creo que sea tan importante detenerse en el recorrido de Podemos, cuyo an?lisis ya estaba hecho antes de las elecciones; UP y su espacio dependen de la activaci?n de sus escasos elementos y de la brillantez t?ctica y comunicativa de un l?der que se agota d?a a d?a. El problema es que en este contexto la izquierda radical no ha sabido aprovechar la coyuntura para construir una posici?n pol?tica propia que, en teor?a, era su aut?ntico proyecto. El espacio del cambio fue un marco en el que trabajar por la ruptura del bipartidismo, para abrir grietas en el tablero pol?tico y superar los a?os de plomo de la alternancia PP-PSOE, pero el proyecto de fondo iba m?s lejos, y esto es lo que hubiera permitido generar un espacio pol?tico propio y lo que, desgraciadamente, se ha echado en falta. En buena parte de los casos, el programa y el discurso pol?tico de estos proyectos han sido una versi?n radical de la propuesta de la izquierda progre, en la medida en la que despu?s de trabajar durante un lustro en espacios compartidos, la ?nica propuesta clara era mantener que nosotras s? intervendr?amos la vivienda, que nosotras s? parar?amos los desarrollos inmobiliarios al servicio del capital, etc?tera. Esto condiciona la estrategia, la construcci?n org?nica y, por supuesto, el impacto electoral, puesto que nos sit?a como una versi?n de la familia grande de la izquierda en lugar de colocarnos como fuerza aut?noma. Por supuesto, no se puede criticar la sinceridad de esa posici?n, que realmente planteaba recuperar los elementos fuertes del cambio y situarse en el espacio leg?timo de las clases trabajadoras, pero hac?a falta m?s que eso para salir del ciclo con una fuerza pol?tica propia. Quer?amos inventar fuerzas rupturistas que abrieran una v?a m?s all? de la institucionalidad podemita y nos ha faltado m?sculo pol?tico.
Creo que la mejor prueba de esto est? en la incapacidad de dar respuesta al escenario econ?mico. Isidro L?pez ha sido tal vez el ?nico que, en estas semanas, ha salido con un an?lisis que tiene en cuenta las posibilidades de reproducci?n del capital y su impacto en lo pol?tico. Y me parece que lo que dibuja es un panorama que nadie ha tenido en cuenta a la hora de hacer pol?tica. ?Qui?n tendr?a el atrevimiento de pensar en t?rminos fuertes, asumiendo la crisis capitalista y las crisis social y ecol?gica en las que se enmarca? Y sin embargo, en el pensar estas cuestiones puede estar la salida a la impotencia de la izquierda.
Desde hace d?cadas, feminismo y ecologismo aportan elementos m?s que suficientes para una reformulaci?n que profundice en el proyecto marxista renov?ndolo. Ambos son los dos elementos que permiten extraer las consecuencias del capitalismo en la vida social y analizarlas para armar una propuesta s?lida. La cr?tica de la desigualdad de g?nero va m?s all? de hablar de brecha salarial, porque enlaza directamente con la cuesti?n de los roles, con la econom?a de los cuidados y la reproducci?n social; el ecologismo no s?lo apunta al reciclaje y el cambio clim?tico, sino que implica un l?mite objetivo al crecimiento material y, por lo tanto, una reformulaci?n de nuestras expectativas colectivas y de la forma en la que articulamos la vida social. Un marxismo renovado por estos dos ejes es algo reclamado desde hace mucho por buena parte de las militantes de izquierda y por la teor?a, y lo que debe producir no es el discurso cl?sico con toques verdes y morados, sino una nueva econom?a pol?tica.
Es preciso reconocer que tanto feminismo como ecologismo est?n presentes en las alternativas rupturistas, pero hay que empezar a plantearse de qu? forma. A d?a de hoy, la l?nea central sigue siendo la misma que hace d?cadas, y lo que se incorpora desde la cr?tica feminista y ecologista entra a modo de agregados, por aluvi?n. As?, hablamos de trabajo, de vivienda y de control del capital, y luego a?adimos una propuesta sobre feminismo o sobre conservaci?n del territorio. Pero no se trata de esto. El capital est? encontrando nuevos l?mites y s?lo ha sabido resolverlos con sus herramientas cl?sicas: reducci?n de la masa salarial y financiarizaci?n. Frente a esto, tenemos que recordar que el problema no es la ambici?n de los florentinos y amancios, se trata de un momento hist?rico en el que el capital est? tocando hueso en lo que se refiere a los l?mites productivos y reproductivos. Es ah? donde ecologismo y feminismo aportan la capacidad para hacer un discurso de fondo que, esta vez, no se sume a las propuestas cl?sicas de izquierda, sino que venga a transformarlas desde el n?cleo. De esta forma s? podr?amos hablar de un proyecto alternativo, de una propuesta revolucionaria que se distingue netamente de la izquierda socioliberal y toma fuerza propia, porque partir?amos de un an?lisis m?s amplio. Insistimos aqu?: de una nueva cr?tica de la econom?a pol?tica. Y a partir de ah?, un nuevo horizonte colectivo.
No est? de m?s apuntar aqu? a una cuesti?n que suele estar impl?cita a las posiciones pol?ticas de la izquierda radical, y es la posibilidad de que las mayor?as sociales conecten con la sensibilidad ecologista y feminista, m?s all? de sus intereses directos. Es una idea profundamente conservadora en t?rminos de concepci?n de la masa social, a la que se niega la capacidad para activarse m?s all? de sus intereses materiales. Frente a esto, la respuesta la ha tenido la calle: los dos polos de movilizaci?n del periodo han sido ecologismo y feminismo. As? que tal vez toca pensar si lo que pasa no es tanto que las mayor?as no conecten con nuevos elementos de cr?tica sino que son los aparatos de partido los que se muestran incapaces de hacerlo, proyectando sobre las clases populares lo que no es sino su propia impotencia.
Se abre un periodo en el que estaremos fuera de las instituciones: veamos si la lenta reconstrucci?n que tenemos por delante es capaz de asumir estas carencias.