Que el pueblo gobierne al pa?s o nadie gobernar? al pueblo argentino
Roberto Perd?a
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08/06/2019
L?mites y riesgos de tener a la gobernabilidad como objetivo
El s?bado 18 de mayo, d?a del anuncio de las candidaturas de Alberto Fern?ndez y Cristina Fern?ndez de Kirchner, ser? recordado en Argentina como una fecha demostrativa de c?mo se maneja el marketing pol?tico.
?Sorpresa? y ?oportunidad? son dos cualidades muy apreciadas por quienes se mueven en ese ambiente y que muy pocas veces son utilizadas con tama?a eficacia. El oleaje del impacto inicial todav?a est? cubriendo las arenas de la pol?tica local. El macrismo y la mayor parte de la oposici?n tuvieron que recalcular sus planes despu?s de esa jugada cristinista.
La decisi?n de Cristina, tomada en la intimidad de su grupo m?s cercano, atiende a un aspecto conceptual y dos objetivos pol?ticos centrales.
Respecto a lo primero quiere ofrecer la imagen de una Cristina moderada, capaz ella misma de colocarse por encima de la ?grieta? existente, con lo que absorbi? y sac? del juego a quienes jugaban a ocupar una franja del medio.
En cuanto a los objetivos, ellos se refieren tanto al aspecto electoral como al posterior ejercicio del gobierno.
En t?rminos pol?ticos aborda la cuesti?n de las necesidades para asegurarse los votos necesarios para ganar (en primera vuelta o mejorar sus posibilidades ante una eventual segunda convocatoria) y para la posterior ?gobernabilidad? del pa?s. All? encontramos la clave de esta decisi?n y sus posteriores efectos.
La actitud de la ex Presidenta est? orientada hacia la conveniencia de darle gobernabilidad al sistema y sus instituciones. En este sentido la situaci?n tiene puntos de contacto con lo ocurrido en el 2003 con N?stor, cuando le toc? gobernar en medio de una crisis fenomenal de un sistema de poder que hac?a agua por los cuatro costados. Los 5 presidentes en 10 d?as simbolizan esa descomposici?n.
N?stor y el kirchnerismo en su conjunto ten?an por delante dos alternativas: Una era aprovechar el clima social y pol?tico existente, profundizar esa crisis de las viejas instituciones, e intentar recorrer nuevos caminos. La otra posibilidad, finalmente adoptada, fue volver a restablecer la vigencia de decr?pitas instituciones y con ellas al sistema econ?mico que las sustentaba.
M?s all? de variadas medidas que mejoraron la distribuci?n de ingresos; se reconocieron derechos ignorados; se intent? y amplific? la autonom?a nacional promoviendo una necesaria unidad regional; pero no se concretaron las transformaciones de fondo que permitieran consolidar lo avanzado. El hecho que esos avances fueran sucedidos ?a trav?s del voto mayoritario- por un gobierno profundamente reaccionario y sin antecedentes para las ?ltimas d?cadas de nuestra historia, constituy? un hecho hist?rico que muestra los l?mites de tal gobernabilidad.
Reconocemos que no es lo mismo un gobierno que otro, que no es lo mismo el kirchnerismo que el macrismo. Del mismo que tampoco lo es el ideario de Cristina respecto del que manifiesta Alberto Fern?ndez. Pero tampoco es lo mismo prometer los cambios necesarios que accionar para llevarlos a la pr?ctica.
Hay una larga experiencia de situaciones donde los avances populares naufragaron en el camino inconducente al que lo llevaron gobiernos que colocaron el eje en la continuidad y reproducci?n del viejo sistema. Tampoco se le puede pedir a la sociedad que siga soportando reiterados gobiernos ?salvadores? cuyos l?mites est?n puestos por una dirigencia quResultado de imagen para argentina gobernabilidade act?a en el marco de un posibilismo determinado por l?mites impuestos por la c?spide del sistema vigente.
La reiteraci?n de ese posibilismo tiene en su ra?z un concepto que se ha venido repitiendo desde hace varias d?cadas: La gobernabilidad.
La gobernabilidad es una idea t?pica del pensamiento pol?tico occidental. En realidad, su origen se puede rastrear m?s en su opuesto: la ingobernabilidad. Es por eso que ?gobernabilidad? ha sido una palabra del gusto de los funcionarios de organismos internacionales. Su opuesto aparece cuando las demandas del pueblo no encuentran respuesta en los gobiernos e instituciones vigentes. Si bien esas insatisfacciones vienen de lejos, su visibilidad alcanz? masividad, en la cultura euroc?ntrica, con los sucesos del Mayo franc?s, en 1968.
Son los tiempos en los que el Estado de Bienestar se iba disolviendo en medio de una crisis de la que nunca se recuper?. El brutal incremento de los precios del petr?leo, la independencia del d?lar respecto del oro, la derrota norteamericana en Vietnam, son escalones de esa tendencia que hoy se manifiesta con esta hegemon?a de los sectores financieros, al frente de un capitalismo tan decadente como peligroso.
Ante la inexistencia de respuestas reales, el sistema de explotaci?n y dominio se fue refugiando en la idea de la defensa de las instituciones que le daban el sost?n para mantener sus privilegios. La estabilidad institucional, pol?tica, social y econ?mica del mismo, se transformaron en vallas infranqueable para los cambios que fueran m?s all? de lo tolerable. Si bien no hay una ?nica definici?n de gobernabilidad, el sostenimiento de esas ideas, l?mites y tolerancias se constituy? en una parte sustancial de aquella concepci?n que se fue divulgando bajo la forma de lograr lo ?menos malo?, hacer ?lo posible?.
En resumen lo que se llama gobernabilidad es el punto de s?ntesis entre las exigencias del capitalismo contempor?neo y estas democracias que aprisionan la voluntad, necesidades e intereses de sus pueblos.
Es por ello que la gobernabilidad es un sistema constante de adaptaci?n entre las necesidades mayoritarias y las decisiones del poder. Por eso el posibilismo es su valor de mayor predicamento. Para esa concepci?n, ejercer ese ?mal menor? no es un ?error? o ?traici?n? de un gobernante. No, es el ejercicio pleno de esa capacidad de ?adaptarse a lo posible?, mejor dicho a lo que el sistema imperante permite. Pero, claro, esto ?ltimo no se dice.
Cuando Cristina propone ser la vicepresidenta de una f?rmula encabezada por Alberto Fern?ndez, m?s all? de sus intenciones o expectativas, claramente apuesta a la gobernabilidad. Algo semejante a lo que hizo N?stor Kirchner en el 2003. Se trata de restablecer un equilibrio, evitando que el sistema pueda ser empujado m?s all? de sus l?mites institucionales o se produzca un estallido. De ese modo, procurando esa gobernabilidad, se termina legitimado al capitalismo vigente.
M?s all? de los l?mites -ya se?alados- de esta concepci?n, la situaci?n econ?mico-social muestra evidentes diferencias entre el 2003 y la actualidad. Podemos se?alar dos de ellas. El gigantesco endeudamiento actual, superior al que provoc? el default de aquellos tiempos, ahora est? acompa?ado con el compromiso de cumplir con el pago de las deudas. Recordemos que el no pago de deudas por varios a?os fue una de las claves para el crecimiento econ?mico, en los primeros a?os del kirchnerismo. Otro aspecto diferenciador es el valor de nuestra producci?n primaria en los mercados mundiales, claramente distinta a la existente en aquellos a?os de notable alza de los mismos.
M?s all? de estas cuestiones que, por cierto, no son secundarias no se puede soslayar el tema de fondo. Las decisiones pol?ticas y sus consecuencias son efectuadas tomando la cuesti?n de la gobernabilidad o equilibrio de estas instituciones, como el hecho sustancial.
Ah? est? la trampa que no logramos romper y donde naufragan las buenas intenciones y mejores pol?ticas. Se trata del direccionamiento de un importante caudal pol?tico hacia un rumbo inconducente, tal como la reciente realidad ?despu?s de 12 a?os de gobierno- lo demostr?.
Resultado de imagen para argentina movimientos socialesEn alg?n momento habr? que decir ?NO! y colocar las referencias de la construcci?n popular no en la gobernabilidad del sistema vigente, sino en la elaboraci?n de su alternativa. Las caracter?sticas de la misma no forman parte de estas reflexiones, aunque algunos de los aspectos de la misma han sido publicados en el libro ?Prisioneros de esta democracia? y se volver? sobre ellos.
Este es un debate que reci?n estamos iniciando y entre los temas que debe abarcar y que no debemos soslayar est?n: El sujeto social de los cambios necesarios; su organizaci?n y construcci?n en un poder territorial, de tipo comunal, en el que logremos sintetizar los intereses del conjunto de los trabajadores y sus aliados del campo popular; la atenci?n de sus necesidades vitales en un mercado no capitalista con un modelo econ?mico donde producci?n, distribuci?n y consumo est?n en manos del pueblo y para el pueblo.
Todo ello demanda una organizaci?n pol?tica que conduzca esos procesos; con una identidad arraigada en la historia de las luchas populares; un Programa que le permita acumular fuerzas y definir tareas en las diferentes coyunturas; un nuevo tipo de direcci?n: colectiva y ejemplar; una nueva forma de hacer que privilegie el curso al discurso y una reivindicaci?n de las diferentes formas de lucha que permita la articulaci?n de fuerzas en la construcci?n del poder popular, la conformaci?n de un nuevo tipo de estado. Esto no son ideas para el ?d?a D? de una Revoluci?n. No, son propuestas para las tareas cotidianas que empezamos ayer.
Todo lo dicho forma parte del debate necesario para que logremos que el pueblo gobierne al pa?s y la sociedad, de lo contrario seremos responsables de la continuidad de este estado de cosas o estallar? a la vista de todos que nadie puede gobernar al pueblo.
*Referente de la Organizaci?n Libres del Pueblo y de la Coordinadora Resistir y Luchar