La izquierda europea en ruinas

Las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia demostraron una vez más su incapacidad para construir una alternativa política regional que involucre a las mayorías. Mientras las protestas y el descontento con el neoliberalismo van en aumento, la militancia permanece dividida frente al desafío de la integración europea.



La izquierda europea en ruinas

Escrito por Florencia Rovira

Las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia demostraron una vez más su incapacidad para construir una alternativa política regional que involucre a las mayorías. Mientras las protestas y el descontento con el neoliberalismo van en aumento, la militancia permanece dividida frente al desafío de la integración europea.

Las elecciones al Parlamento Europeo volvieron a mostrar hasta qué punto sigue siendo difícil articular alternativas políticas comunes y trasnacionales a nivel continental. “Europa sigue presa de una pura yuxtaposición de políticas nacionales”, titularon su columna en el diario Le Monde (28-V-19) representantes del grupo de reflexión Groupe d’Études Géopolitiques, tras la publicación de los resultados de los comicios del pasado domingo. “Paradójicamente, la única gran concentración callejera trasnacional durante la campaña fue organizada en la Piazza del Duomo en Milán, por Matteo Salvini y ante la presencia de Marine Le Pen, representantes de Afd (N de E: el partido Alternativa para Alemania), el Fpö (N de E: el Partido de la Libertad de Austria) y varios otros de sus aliados neonacionalistas europeos”, señalan los autores.

La alternativa paneuropea de izquierda Diem25 (Democracia para Europa) se presentó a las elecciones en siete países diferentes con un ambicioso “Green New Deal” (con enormes inversiones en empleo, infraestructura y agricultura que permitan transformar la matriz productiva en una ecológicamente sustentable), pero (al cierre de esta edición con casi todos los votos escrutados) no logró llevar ninguno de sus candidatos al parlamento en Estrasburgo. El más conocido de sus líderes, el ex ministro de Economía griego Yanis Varoufakis, encabezó la lista en Alemania, pero sólo consiguió 0,3 por ciento de los votos y no fue electo. Con un optimismo algo forzado, aseguró al día siguiente de las elecciones que “hoy Diem25 tiene todos los motivos para festejar”. Varoufakis reconoció que haber optado por ser fiel a su política y a su independencia le había costado a su formación, pero que ese costo “no era inesperado”. “Siempre supimos que el camino sería largo y tortuoso. Pero también sabíamos que esta elección al Parlamento Europeo se trataba de mucho más que de los escaños ganados o perdidos. Se trataba de presentar una nueva visión para Europa”, escribió en su blog personal (yanisvaroufakis.eu, 27-V-19).

SIN LEVANTAR CABEZA.

“Esta tarde la izquierda de la izquierda está en ruinas (…) ahora debemos repensar todo”, comentó, por su parte, Olivier Besancenot en Twitter. El otrora muy popular candidato presidencial del francés Nuevo Partido Anticapitalista se refería sobre todo a los resultados franceses. Tras medio año de protestas sociales sostenidas y protagonizadas por los chalecos amarillos, los resultados fueron más que desalentadores: no sólo el Partido Socialista (que hace menos de dos años gobernaba el país) se quedó con un magro 6,2 por ciento de los votos, sino que Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon, que se presenta como la alternativa anti-establishment por izquierda, cosechó apenas un 6,3 por ciento.
A nivel europeo y diez años después del comienzo de la debacle económica que sacudió los cimientos de lo que quedaba de los Estados de bienestar, estas elecciones dejaron muy claro que la izquierda en Europa todavía no es considerada como una alternativa política creíble. Ni las casi inexistentes iniciativas paneuropeas, ni las formaciones políticas nacionales lograron presentarse como tal. El desplome de la socialdemocracia desde los años noventa no se ha traducido en aumento alguno del apoyo a las formaciones a su izquierda. Durante este mismo período, se han mantenido en el mismo nivel en el Parlamento Europeo (con entre 5 y 7 por ciento de los escaños).

EL TRAUMA GRIEGO.

“Las izquierdas europeas no se han repuesto de la derrota griega”, analizaba Gustavo Buster (Sinpermiso.info, 26-V-19) cuando los votos todavía no habían sido contados. Su premonición se basa en una serie de observaciones, entre ellas que “el declive de las protestas sociales y laborales ha continuado su tendencia en especial tras la imposición del tercer memorándum a Grecia en 2015”. “Sin una estrategia de conjunto frente al pacto fiscal”, apuntó Buster, la izquierda ha “echado mano de la distopía de una salida de la UE en nombre de una recuperación de la soberanía nacional como marco de una nueva acumulación de fuerzas. Ante la debilidad y desorganización del movimiento obrero y social, ese campo le ha sido disputado por la derecha extrema populista. Pero si alguna lección hay que sacar del fracaso del Grexit como estrategia B nunca aplicada (Varoufakis) y de las negociaciones de los conservadores británicos con la UE para el Brexit es que la integración neoliberal europea (…) ha llegado a un punto que no es posible revertir sin un cambio sustancial en la correlación de fuerzas a nivel europeo, que está, por el momento, fuera del horizonte”.