Hasta pronto, míster Tsipras
El Salto
2019-07-07 06:48:00
Las encuestas sitúan a Nueva Democracia como ganadora en las elecciones parlamentarias que hoy, 7 de julio, tienen lugar en Grecia. El actual primer ministro, Alexis Tsipras, lucha contra el desencanto de la población tras haberse hecho un nombre en el plano internacional.
Alexis Tsipras ha pasado de ser un populista peligroso a un buen aliado de la gobernanza europea en su relación con Rusia.
Kyriakos Mitsotakis y Alexis Tsipras se disputan este domingo el cargo de primer ministro de Grecia, en unas elecciones que pueden restituir al centro derecha de Nueva Democracia en el poder tras la experiencia de cuatro años de Tsipras y Syriza al frente del ejecutivo. Las encuestas sitúan a Mitsotakis como ganador de los comicios. Nueva Democracia revalidaría su victoria en las pasadas elecciones europeas de junio y volvería al poder tras la fallida gestión de la grave crisis económica de Andonis Samarás, que expulsó a este partido conservador de la dirección del país.
Mitsotakis procede de una familia afiliada al régimen y fundamental en Nueva Democracia. Su padre ya ocupó el cargo de primer ministro en los 90 y el propio Kyriakos ejerció como ministro de Reforma Administrativa en el ejecutivo de Samarás. Las encuestas sitúan como ganadora a ND con entre el 39 y el 43% de los votos y en segundo lugar a Syriza, que se sitúa en el umbral del 30%.
Ningún otro partido superaría, según los sondeos publicados hasta ahora, el 10% de los votos, consolidada la caída del PASOK, integrado ahora en el “movimiento por el cambio” (Kinal), y el desinfle de Amanecer Dorado, que apenas superará el 4%, según los sondeos. MeR25, el partido de Yanis Varoufakis peleará por un 3% del voto en unas elecciones en las que, según los analistas, se producirá una mayor concentración de voto que en las europeas, en las que hubo mayor dispersión de los sufragios a partidos minoritarios.
El objetivo de los muy “azules” y muy conservadores partidarios de Mitsotakis es “pasar página” respecto a la etapa de Syriza, con una victoria que quieren asegurar definitiva para no depender de otros partidos. Las propuestas programáticas de Mitsotakis son las habituales en su espectro político: rebaja de impuestos —incentivo, asegura, para la creación de empleos—, renovación de las bases económicas y atracción de inversiones extranjeras.
El partido de Mitsotakis, que da por hecho la obtención del voto centrista, se ha hecho fuerte en una retórica antimigración que le otorgaría, según sus cálculos, el voto de la extrema derecha. Uno de los globos sonda en forma de promesa electoral lanzada por Nueva Democracia ha sido la creación de cheques-bebé de 2.000 euros solo para familias griegas, excluyendo (ilegalmente) a hogares de ciudadanos la UE y otros países que residen con papeles en Grecia. De la misma forma, la campaña de Nueva Democracia en contra del referéndum sobre el cambio de nombre de Macedonia —una pieza en el puzle de relaciones de la UE con Rusia en el que Grecia ha jugado un papel fundamental poniéndose del lado de las potencias occidentales— le ha servido al partido para atraer el voto ultranacionalista.
EL LÁNGUIDO DECLINAR DE SYRIZA
“Europa domesticó a un populista y ahora él está pagando el precio”. El titular del portal económico Bloomberg dirigido a Alexis Tsipras señala los límites del todavía primer ministro griego de cara a las elecciones de hoy. El 12 de julio de 2015, en una tormenta política que caló hasta los huesos del proyecto europeo, Tsipras claudicaba definitivamente ante el Gobierno de la Unión Europea, ante cada una de las instituciones de la troika y ante Angela Merkel, canciller alemana y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Comenzaba la “domesticación” de Tsipras y sus movimientos defensivos.
Aceptar que no había un plan B a la austeridad impuesta por la UE y Alemania supuso la dimisión inmediata de Varoufakis, la salida en estampida de destacadas figuras de Syriza, y la convocatoria de elecciones. El movimiento de conservación fue refrendado por las urnas: el 35,5% de los votos avaló a Syriza, pese a que, con la claudicación del 12 de julio, la coalición obviaba el referéndum que una semana antes había movilizado a la ciudadanía contra las medidas de austeridad de la troika. Cuatro años después, el país ha dado por finalizado el programa de rescate financiero, un paquete medidas “sangre, sudor y lágrimas” con un coste final de 300.000 millones de euros.
Como destaca Bloomberg, la estrella de Tsipras ha declinado en un país que está a la cola de Europa en niveles de empleo —con un 40% de desempleo juvenil— y desigualdad, con unos niveles salariales paupérrimos y en franco retroceso de los niveles de vida, en el que la tasa de suicidios aumentó un 40% en los primeros cinco años de esta década. Sin embargo, el peso internacional de Tsipras ha crecido en los últimos tiempos, hasta el punto de que se ha especulado con el paso de Syriza al partido de la socialdemocracia europea S&D desde el partido de la izquierda GUE/NGL, que comandó desde 2014. Tsipras ha pedido en campaña un voto pensando en la situación superada —con la cabeza— y a sus conciudadanos les ha pedido que no vayan a votar “desde la rabia”, en un claro mensaje hacia las bases decepcionadas con la política seguida desde aquel 12 de julio de 2014.
La aceptación de Tsipras en las mesas de poder del Eurogrupo ha sido el correlato del fin de las protestas contra las políticas de austeridad y el acatamiento del papel extractivo de los mercados financieros sobre la economía griega. La financiación de la deuda pública ha seguido en niveles insoportables para las cuentas públicas. Además, la izquierda y los movimientos sociales griegos han criticado el programa en la crisis de los refugiados que ha seguido Syriza, que ha desdeñado cuando no obstaculizado, las iniciativas ciudadanas para la acogida y el albergue de migrantes. Sin embargo, esa misma política le ha valido el reconocimiento internacional y el aplauso de figuras como el papa Francisco.
En el plano internacional, Tsipras ha optado por asegurar una buena relación con las dos grandes potencias mundiales. Con China, desde el punto de vista comercial, y con Estados Unidos en el plano militar, a través de la compra de armamento y cazas —una inversión cuestionable para un país en crisis—, levantando el veto a la expansión de la OTAN en los Balcanes —con el corolario del referéndum sobre Macedonia— y fomentando una buena relación con el estado de Israel.
Aplaudido por quienes lo consideraron un radical populista antes de aquella tormenta del verano de 2015, la más que probable derrota electoral de Alexis Tsipras en la jornada de hoy deja abierta varias puertas para que en el futuro se produzca un regreso del líder de Syriza. Tras una crisis económica que dura ya más de una década, superada a trompicones en el nivel macroeconómico (el país creció un 1,9% el pasado año), Grecia devolverá hoy la confianza a uno de los partidos que profundizaron y no supieron manejar la coyuntura de depresión económica.