Manifiesto del 3er Congreso Internacional Pueblos Indígenas de América Latina

Congreso realizado en Brasil del 3 al 5 de julio de 2019



Manifiesto del 3er Congreso Internacional Pueblos Indígenas de América Latina

Aquí estamos resistiendo a un proceso de etnocidio, genocidio y ecocidio que no
termina. Nuestras fuerzas espirituales nos guían para defender la Madre Tierra.
Nosotros y nosotras, pueblos indígenas y nacionales originarias, investigadoras e
investigadores de diferentes áreas del conocimiento, profesoras y profesores,
estudiantes y profesionales que nos reunimos en el 3er Congreso Internacional Pueblos
Indígenas de América Latina, celebrado en la Universidad de Brasilia, Brasil, del 3 a 5 de
julio de 2019, venimos a manifestar públicamente.

Considerando que:
La invasión de los territorios indígenas por parte de los agentes de la colonización,
durante más de 500 años, ha sido combinada con la violencia física, el esfuerzo
permanente por deshumanizar a los pueblos indígenas y a las naciones originarias, a la
destrucción de ecosistemas y bienes comunes, al robo de conocimientos tradicionales,
la esclavitud y la condena de cuerpos y espíritus a una guerra que parece no tener fin.
La década que ahora se cierra revela como el colonialismo sigue vivo y operante – a
menudo letal, en los países del continente. Una ofensiva orquestada por poderosos
intereses financieros, grandes corporaciones del neoextractivismo y megaproyectos de
desarrollo, sigue amenazando vidas, culturas y territorios.
El aterrador aumento de las invasiones a territorios (reconocidos o no) es una expresión
de la actualización del colonialismo que expone a los pueblos indígenas y naciones
originarias libres o en aislamiento voluntario a todo tipo de violencia y hace imposible
toda y cualquier medida de reconocimiento de su existencia y protección.
El avance de la ultraderecha y de los gobiernos autoritarios en el continente forma parte
de la estrategia colonizadora, promoviendo el desmontaje deliberado de los espacios de
concertación social y de políticas públicas, además de la aniquilación de los derechos de
los pueblos indígenas y de las naciones originarias, estableciendo estructuras y
mecanismos institucionales para llevar adelante un modelo de desarrollo al mismo
tiempo etnocida, genocida y ecocida.
Afirmamos que:
La causa indígena es de todas y de todos, en la medida en que la expropiación de los
territorios y los bienes comunes de los pueblos indígenas y naciones originarias
intensifican procesos como la pérdida de agrobiodiversidad y el cambio climático, que
constituyen una amenaza contra la vida humana y la Madre Tierra.
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A pesar de toda la violencia sufrida, los pueblos indígenas y las naciones originarias
resisten. Se levantán para superar el trauma colonial y la dominación capitalista y hacen
de sus vidas no una reproducción de las imágenes inventadas sobre ellos, sino una
auténtica realización de su propio potencial y autodeterminación.
Es esencial reconocer el papel de la mujer en la organización colectiva, la protección y
la defensa de los territorios, garantizando la sustentación y la continuidad de la cultura
y de la vida.
Ya no es más tiempo de hablar de sociedades, historias, lenguas y culturas de los pueblos
indígenas y naciones originarias sin tener en cuenta lo que ellas y ellos propios tienen a
decir - como colectivos y como individuos - sobre si y el mundo. También ha llegado el
momento de reconocer, en el contexto de las ciencias, que la producción de un
conocimiento destinado a defender la vida es imposible, además de éticamente
insostenible, sin que las perspectivas indígenas estén presentes en sus propios términos.
Exigimos
1. Pleno respeto y cumplimiento del derecho más sagrado de los pueblos indígenas
y las naciones originarias: el derecho originario a la tierra, los territorios y los
bienes naturales que han preservado durante miles de años y que constituyen la
base de su existencia, identidad y formas de vida.
2. Establecer las condiciones para el pleno ejercicio del derecho a la
libredeterminación de los pueblos indígenas y naciones originarias, con el
fortalecimiento de sus propios sistemas de organización social, jurídica y política,
y con la necesaria reinvención de los Estados nacionales, con instituciones que
monitoren y promuevan la co-construcción de futuros más justos para todas y
todos.
3. Que los países de América Latina adopten medidas eficaces para garantizar la
protección de los pueblos indígenas y naciones originarias libres y/o en
aislamiento voluntario y de sus territorios.
4. Nuevas formas de organización y convivencia entre los pueblos orientadas por
la perspectiva de re-implicación (distinta de la perspectiva de desarrollo), para el
fortalecimiento de la soberanía y autonomía de los pueblos indígenas y naciones
originarias y valorando y dando centralidad a la cultura y sus propias formas de
educación, reconociendo su diversidad y promoviendo el bienestar.
5. La reanudación y fortalecimiento de las democracias en Brasil y en otros países
de América Latina, además del reconocimiento de las formas tradicionales y
comunitarias de organización social y política, para el diálogo simétrico con las
instituciones estatales.
6. El ejercicio de los poderes políticos institucionales por los pueblos indígenas y
naciones originarias en todos los niveles de los gobiernos, así como la ampliación
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de la presencia de pueblos y naciones en las instituciones académicas, en las
áreas de salud, cultura, medio ambiente, ordenamiento territorial y otros,
ocupando diversos cargos y participando activamente en la toma de decisiones
en asuntos que afectan la vida de los pueblos indígenas y las naciones originarias
y la de la Madre Naturaleza en su conjunto .
7. La promoción de la soberanía alimentaria y los sistemas de salud tradicionales
de los pueblos indígenas y naciones originarias, mediante el pleno respeto de los
derechos, cosmovisiones y prácticas de la producción de alimentos y
medicamentos verdaderamente saludables y tradicionales, mostrando cómo
podemos alimentar la vida humana sin envenenar nuestros cuerpos, suelos y
aguas, y con la autonomía necesaria para seguir cuidando de nuestras semillas
ancestrales.
8. El fin de la violencia, la criminalización y la discriminación contra los pueblos
indígenas y las naciones originarias y sus luchas, garantizando la punición de los
responsables, la reparación del daño causado y el compromiso de las instancias
gubernamentales con la protección de la vida de miembros de estos pueblos y
naciones.
9. La implementación de un proceso de paz eficaz en Colombia, con claros
beneficios para toda la región.
10. La aplicación de los tratados internacionales firmados por los países de América
Latina, que incluye, entre otras cosas, la Convención 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), las Convenciones sobre Diversidad Cultural,
Diversidad Biológica y Cambios Climáticos, la Declaración de las Naciones Unidas
sobre Derechos de los Pueblos indígenas y la Declaración Americana de los
Derechos de los Pueblos Indígenas. Tratados que reafirman los derechos a la
tierra de los pueblos indígenas y naciones originarias, territorios y bienes
naturales y la obligación de los Estados de consultar con respecto a las medidas
administrativas y legislativas que puedan afectar a los pueblos y naciones y sus
territorios.
11. La cancelación de cualquier iniciativa que ponga en peligro la salud humana y el
equilibrio de la Madre Tierra, en particular megaproyectos como hidroeléctrica,
minería, cultivos transgénicos y otros que se hayan implementado sin garantizar
el derecho a consulta y el respeto a los demás derechos de los pueblos indígenas
y naciones originarias. Exigimos que dejen de criminalizar y que se garantice la
seguridad de quienes están movilizados para defender los territorios, los
derechos humanos, los pueblos indígenas y naciones originarias de y desde las
comunidades amenazadas o afectadas por estos compromisos.
Afirmamos nuestro compromiso de:
1. Promover el pleno respeto y ejercicio de los derechos humanos, indígenas y
ambientales, fortaleciendo alianzas con todos los sectores de la sociedad,
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especialmente con otros grupos y comunidades que también han sido atacados
en sus derechos y formas de existencia en Latinoamérica.
2. Continuar promoviendo los procesos interculturales de educación y aprendizaje
y el diálogo de saberes, tanto dentro como fuera de las instituciones académicas,
que se nutren de los conocimientos tradicionales y que estén vinculados con
acciones concretas por el bien común, la resiliencia y la protección de los
territorios.
3. Continuar trabajando, de manera unida y solidaria, para que nuestras demandas
se cumplan y podamos construir sociedades verdaderamente democráticas,
justas y plurales en Estados pluriculturales y plurinacionales, de hecho y de
derecho, para así dejar nuestra herencia de lucha y conquista para las próximas
generaciones, como un gran rincón de amor por la humanidad y la Madre Tierra.
¡Seguiremos resistiendo y construyendo un mundo más justo para todas y para todos,
un mundo de paz y no de guerra!
BRASILIA, Brasil, 5 de julio de 2019.