Análisis de coyuntura
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Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Bastante agitado se encuentra el panorama del antagonismo de los pueblos contra el capital en el continente. Complejos juegos y rejuegos se vislumbran en los diferentes actores que interpretan o desean decirle a esos pueblos cuales son los mejores caminos, entre ellos los que dibujan dichos caminos con ellos a la cabeza, es decir, los futuros administradores de los maravillosos proyectos que mejorarán la vida de todos.
En Venezuela continua la pugna entre los dos bloques neoliberales, el chavismo y la Coordinadora Democrática, mientras el pueblo autoorganizado brilla por su ausencia, al menos en las informaciones que circulan, sumamente parciales y tendenciosas de una y otra parte, lo que demuestra que la comunicación está lejos de alcanzar las modalidades que permitan el acceso al conocimiento de lo que realmente sucede en la gente del día a día, sus necesidades y sus formas pequeñas o medianas de resistencia.
En Brasil el MST ha vuelto a darle carta de legitimación a Lula, con el pretexto de que las masas continúan su organización a nivel nacional, lo que es falso, pues lo que se ha visto hasta ahora es el juego de ajedrez de las estructuras centralizadas y sus nexos con el FMI.
Mucha gente se pregunta ¿Entonces cuál es el camino?
La respuesta no existe, sino solamente mostrarle a esos testarudos que no hay caminos, sino que por todos lados surgen brotes de formas nuevas de entender y actuar lo local y lo democrático en la base. Sigue la desconfianza a lo que pueda hacer la base autoorganizada, y con ello el temor a perder la conducción que llevará a las vanguardias a la cima del poder montadas en los hombros de la lucha social. Quizás lo mejor es que usted se deje de buscar soluciones y las invente con algunos de sus vecinos o compañeros de trabajo. Usted no es idiota como para hacerle el juego al poder y sabrá encontrar las mejores maneras de avanzar de lo pequeño a lo menos pequeño, hasta encontrarse en las barricadas con otros que hacen lo mismo y le dicen así que usted siga, que ya ellos se encargarán de hacerlo también. Vea como puede disfrutar de ello, la satisfacción de que muchos construyen sus espacios de libertad y resistencia como les toca en sus realidades.
En Bolivia, después de las esperanzadoras movilizaciones del pueblo, las aguas parecen haberse aquietado, lo que es puro espejismo, ya que asistimos a intensas readecuaciones de los actores políticos intentando capitalizar de esta o la otra manera la insatisfacción popular, en vez de sumarse a ella, deshacerse en ella y nutrir con pequeños detalles y esfuerzos las diferentes experiencias que surgen en regiones y localidades, como El Alto, el Chapare y tantos otros, cada una a su manera.
En Perú la rica experiencia de Tambogrande es ahora coto de pesca y caza para las formas tradicionales de entender la acción social. Todos afilan estacas para presentarse al Foro Social que será realizado allí, que para los tambograndinos es fundamental para aumentar el apoyo aún a riesgo de que cada uno capitalice la experiencia a su pinta para imponer en otros lugares sus recetas gastadas.
En Ecuador se tensa la situación esta vez por medio del juicio a las petroleras y la resistencia de las comunidades a la acción depredadora de estas multinacionales o transnacionales que envenenan sus territorios. Habrá que estar atento allí como en los lugares anteriores para ver por donde marcha la autoorganización y donde se manifiestan los brotes de autonomía, aunque no sean capaces de derribar gobiernos y demás. Lo importante es descubrir entre la maraña noticiosa e interesada como sobrevive y se manifiesta la lucha desde abajo con las perspectivas de construcciones diferentes que aseguren la continuidad del control de espacios territoriales y la vivencia de comunidades que consigan mantenerse en el tiempo como tales, garantía social de que el sujeto emancipador se proyecta a través de los acontecimientos consiguiendo desarrollarse a pesar de la bandada de propuestas, proyectos, proyectitos, vanguardias, alternativas, planes, contraplanes, en fin lo de siempre.
En Colombia avanza la salida socialdemócrata que ponga fin a los conflictos agudos y permita reordenar la subordinación de la población a las instituciones y a la continuidad creciente de la ganancia mercantil. La victoria de Garzón es a la vez la derrota de las corrientes de izquierda que han hecho de las máquinas, sean las que sean, sus formas de intervención en lo social.
En Argentina, las instituciones se han lanzado en plan de guerra de posiciones y de movimientos contra los sectores más avanzados de la protesta social en una descarada maniobra de cooptación de la dinámica social para afirmar la base de continuidad de la ganancia capitalista, aunque sea con cara progre tipo Lula. Las discusiones de las asambleas, piqueteros, grupos autónomos, etc. son cada vez más interesantes, buscando extraer de las experiencias las lecciones que permitan la continuidad. Es posible que nuevos frentes se abran mientras otros se cierran, como las empresas ocupadas que poco a poco se organizan para integrarse al mercado que teóricamente sería la base de un nuevo capitalismo de estado.
En Chile, que parece ser el país más atrasado del continente en cuanto a la lucha social, quizás la cosa no sea tan así, pues muchos otros países han pasado fuertes convulsiones pareciendo que estaban a la cabeza de las luchas del continente, para luego volver a retomar los ritmos pesados y lentos de las construcciones diversas, o sea, como oleadas que todos corren a dominar y contener, como en Brasil, donde el gobierno Lula ha sido un duro golpe para la continuidad de las luchas sociales, transfiriendo la atención de muchos actores sociales a las medidas y contramedidas que pueda efectuar la superestructura. Así en Chile pareciera haber silencio, cuando estallan voladores y estopines por todos los países vecinos, sin embargo ese silencio no es más que la lenta autoorganización social por la base, que tomará su tiempo, sus formas, lugares e intensidades acordes con las propias realidades. Una salida de pueblos a la calle a derribar gobiernos no es más indicador que el estado de insatisfacción popular y la búsqueda instintiva y espontánea de salidas o de golpes a cabezazos contra las paredes que impiden la satisfacción de las necesidades. Los chilenos siguen muy preocupados de las ideologías y esas cosas, formando un bloque tras el otro de efímera existencia que no sirven más que para representar sectores sociales a los que se lleva al corporativismo camuflado de tácticas políticas. Escarbando entre páginas web, declaraciones, boletines poblacionales y pequeñas manifestaciones se percibe un poderoso movimiento en gestación que no tiene las características de un gran conglomerado o propuesta nacional, sino muchas hormigas dispuestas a morder.
Es allí que posiblemente haya que prestar atención a los acontecimientos, detectar entre tanta desinformación y noticias interesadas por donde marcha la autoorganización dispersa de las localidades y núcleos sociales. Algunos grupos se desgastan haciendo sesudos análisis de las pugnas en las altas esferas sin percibir el desviacionismo programado.
En México las Juntas de Buen Gobierno están siendo puestas a prueba y todo indica que su fortalecimiento hace urticaria en las estructuras dominantes, pues se vislumbra como algo que “podría repetirse en otros lados”, lo que obviamente sería un error mayúsculo por parte de quienes lo hicieran. Es bueno estudiar la propia experiencia de cada uno para descubrir allí como aún mantenemos lastres del pasado y necesidades paradigmáticas de contar con utopías hechas que nos permitan tener a donde ir. La energía popular es inaudita, como lo muestra cada explosión popular, pero mal haríamos de ver en ello la posibilidad de acumular fuerzas para nuevos asaltos al poder. Eso ya ha pasado a la historia y nos hace mucho daño la continuidad de esas propuestas.
En Guatemala se vienen las elecciones y muchos corren detrás, a contrapelo de que muchos corren hacia otros lados o no corren hacia ninguno, prefiriendo no entrar en la legitimación de la repartija, aunque no lo tengan así organizado en sus mecanismos interpretativos y volitivos, lo simple parece complejo, pues es suficiente ver que esa gran cantidad de abstención no es más que la incapacidad del sistema para mantener a la población subordinada a los juegos superestructurales.
En El Salvador la izquierda reformista agrupada en el FMLN se pliega al plan Lula de alianzas con los empresarios para fomentar una inalcanzable estrategia progresiva de copamiento de instituciones desde las cuales hacer servicios para el pueblo, lo que no es más que esconder los afanes de constitución de nuevas capas parasitarias que se montan en los pueblos para continuar un capitalismo estatal.
En República Dominicana veremos como es posible que el pueblo luche y haga sus propias propuestas locales y nacionales a partir de los barrios y no de líneas trazadas por los salvadores de la patria. Las movilizaciones convocadas para estos días podrán ser estudiadas por los incrédulos que aún andan dando vueltas como el perro detrás de su cola para encontrar caminos que el Forro de Porto Alegre ha definido como la continuidad del capitalismo (con rostro humano) hasta tener “con que substituirlo”.
Las izquierdas institucionales del continente se encuentran abocadas a defender y promover el MERCOSUR como salida revolucionaria de oposición al ALCA, lo que es también falso, ya que Lula ha sido sumamente explícito en definir el MERCOSUR como el bloque que permitirá mejorar las condiciones de las negociaciones al interior del ALCA, por lo que nos parece, con perdón de la gente honesta, que están perdiendo el tiempo en las campañas contra el ALCA, tiempo que podría invertirse en las localidades, pero la maldita idea de levantar programas nacionales para el control del estado sigue empujando para esos programas globales que suman a todos, según dicen, y que a nosotros nos parece que apuntan a la subordinación de todos, aunque no quiera parecer así la intención.
Hay mucho paño que cortar aún, pero los tejedores de resistencia silenciosa y constructiva escapan un tanto a los análisis y aún a la visión de la gente que accede a los informativos buscando confrontar sus experiencias con las de los otros. En esas búsquedas hay que hilar fino y leer entre líneas, sentir el optimismo de que muchos vienen por muchas partes y que sus silencios actuales no son “desmovilización”, sino lenta construcción de lo cotidiano, que, partiendo de una comprensión de lo macro, opera en lo micro en la mirada y el abrazo al vecino y al amigo.
Si no somos capaces de construir la democracia cotidiana, todos los esfuerzos por continuar la democracia vertical, le pongan el nombre que le pongan, serán vanos y nos alejarán aún más de las posibilidades emancipatorias. La época es propicia, hay que definir bien donde hincar el diente.
Abrazos
Profesor J