Cachemira: ¿posible versión asiática de Palestina del siglo XXI?
Por Surendra Singh Negi *
Nueva Delhi, (Prensa Latina) La región de Cachemira en India podría considerarse una versión asiática de Palestina del siglo XXI, gracias a la política derechista del primer ministro Narendra Modi, basada en la ideología supremacista hindú conocida como Hindutva.
El acontecimiento del 5 de agosto en la política nacional necesita ser estudiado dentro del contexto general del plan del partido gobernante Bhartiya Janata Party (Partido Popular de India) de convertir el carácter laico de India en una nación hindú y establecer la hegemonía de los hindúes (aquí el término hindú tiene una connotación religiosa y no la identidad nacional, como es usualmente empleado en medios hispanoparlantes).
Lo que acaba de suceder en Cachemira es tomado en cuenta en círculos cerrados de la derecha hindú como un importantísimo escalón en el camino hacia una ‘India como nación hindú’ y cuyo tránsito ya no parece muy largo.
El escenario socio-político y cultural de la India recuerda los días de Alemania bajo el régimen de Adolfo Hitler, cuando muchos alemanes no pudieron comprender el plan original del nazismo y cuando se dieron cuenta años después ya se había hecho muy tarde.
Al adentrarse en la historia, uno se da cuenta de que la ideología supremacista del BJP, conceptualizada por Vinayak Damodar Savarkar en los años 20 del siglo pasado, había sido enormemente influida por el fascismo y nazismo europeos.
La ideología Hindutva fue popularizada por Rashtriya Swayamsevak Sangh, una organización basada en el nacionalismo hindú que ha gobernado/guiado ideológicamente al BJP a lo largo de su trayectoria.
Para entender la India actual, uno necesita comprender el fondo socio-histórico, si no, no se podrá concebir por qué el gobierno del primer ministro Narendra Modi está siendo acusado de tener tendencias preliminares del fascismo.
Un gobierno basado en un nacionalismo xenofóbico que muy a menudo se refiere a un enemigo donde las fuerzas armadas tienen un papel importante para jugar, que viola los derechos humanos de la oposición en general y de los grupos marginados en particular, que controla la mayoría de los medios de comunicación, estatales y particulares, que no permite espacio para disentimiento, que a propósito mezcla la política con la religión, y trata a los intelectuales y artistas con desdén absoluto.
Hay que comprender el presente y el probable futuro de Cachemira dentro de este contexto nacional político. ÂíVeámoslo!
A principios de agosto el gobierno indio, a través de resoluciones parlamentarias firmadas por el Presidente de la República, acabó con el estatus especial y autonomía que hasta ahora el estado de Jammu y Cachemira (usualmente referido como Cachemira en círculos hispanoparlantes) había disfrutado durante más de medio siglo.
Con esa decisión radical e imprevista, la administración Modi provocó reacciones fuertes no solo dentro del país sino también en el exterior, sobre todo en Pakistán.
Como reacción ante los desarrollos en Cachemira, Islamabad tomó varias medidas. Rompió las relaciones con Nueva Delhi, ordenó la salida del embajador de India en Pakistán, y anunció que no enviará al embajador designado a Nueva Delhi.
Otra decisión importante fue anunciar el cese del comercio de todo tipo entre ambos países, calculado actualmente en unos dos billones de dólares anuales.
En el ámbito de relaciones sociales entre ambos países, Pakistán anunció acabar con el servicio de autobús entre Nueva Delhi y Lahore, así como el tren Samjhauta Express (Tren de acuerdo).
Para escalar el asunto, el primer ministro pakistaní, Imran Khan, también hizo un llamado a la comunidad internacional, en especial a los gobiernos de China y Estados Unidos y también a las Naciones Unidas.
Hasta ahora, algunos gobiernos hicieron comentarios sobre los desarrollos de Cachemira como China, Reino Unido, Estados Unidos, así como Naciones Unidas.
Aparentemente, a pesar de tomar medidas extraordinarias y registrar su protesta ante varios foros y países, Pakistán no ha podido ganar todo el apoyo que esperaba de la comunidad internacional.
Uno tiene que entender que, salvo la inestabilidad regional, India tampoco logra nada con esta iniciativa, en términos estratégicos.
De hecho, a Nueva Delhi no le conviene de ningún modo ser el centro de atención de la comunidad internacional, como es el caso actual donde varios países, grupos sociales, foros y organizaciones internacionales están/estarán observando cuidadosamente los desarrollos en Cachemira, incluso mandando sus ministros/oficiales a India para obtener datos de primera mano.
La administración de Modi es consciente de que una vez que termine el toque de queda en Cachemira, la ola de insurgencia que surgirá, será la más fuerte de la historia. Controlarla no resultará tarea fácil y tendrá repercusiones geopolíticas de escala grande.
A pesar de conocer los posibles desafíos de aumento del terrorismo local y externo, el incremento en la influencia de ideología de ISIS y otros grupos extremistas en Cachemira y el resto del país, así como la presencia de infiltrados pakistaníes, el gobierno central no dudó en tomar una decisión tan audaz gracias a la ideología del mayoritarismo hindú, según la cual India es un país de los hindúes y llegará a ser un país oficialmente hindú.
El gobierno federal de India entiende que la región de Cachemira ya no será igual, sin embargo, Modi decidió seguir adelante con la apuesta más grande de su carrera política.
Se trata de acabar con provisiones que existieron durante varias décadas mediante el artículo 370 y el 35A de la Constitución para Cachemira.
El estado, que hasta hace poco consistía en tres regiones, a saber, Jammu, Cachemira y Ladakh, ahora se ha reorganizado en dos entidades federales separadas, bajo el control directo del gobierno central.
Tras la bifurcación del estado, el gobierno federal de India administrará el territorio federal de Jammu y Kashmir, a través de una asamblea representativa a nivel regional y el vice-gobernador como representante.
El territorio federal de Ladakh será gobernado por la dirección federal a través de un vice-gobernador sin una asamblea local. En la historia de India moderna, es la primera vez que un estado se haya reorganizado y bifurcado en dos entidades federales.
Hasta ahora las entidades federales, con el paso del tiempo, eran promovidas a lograr el estatus de un estado y no al revés.
No hace falta decir que una entidad federal cuenta con mucha menos autonomía que un estado dentro del esquema federal de India, especialmente en términos de control económico, político y administrativo, la ley y el orden.
Al parecer, el BJP, el partido político derechista basado en el mayoritarismo hindú, cuyo ícono más popular es el actual primer ministro de India, cumple con una de las promesas radicales de su campaña electoral que muchos ven en el país como un momento histórico.
Tras el punto de inflexión quizás más importante del siglo XXI en la política nacional, el país queda extremadamente polarizado, sobre todo en la región de Cachemira.
El 15 de agosto, por un lado, el primer ministro Modi afirmando que ahora ‘India es una nación con una constitución’, en su discurso del Día de la Independencia felicitó a los indios este día sagrado por la democracia en el país, y por el otro, las restricciones inhumanas impuestas en Cachemira y su pueblo demuestran que en esa región ya no existe la libertad.
Millones de seres humanos se ven forzados a sufrir bajo un toque de queda absoluto, sin acceso a teléfono (fijo y celular) e internet, con escuelas y oficinas cerradas.
El secretario jefe de Jammu y Cachemira, BVR Subramaniam, anunció este 17 de agosto, una reducción gradual y calibrada de las restricciones a la circulación de personas y servicios de comunicación.
Dijo que las oficinas del gobierno ya comenzaban a funcionar y que las escuelas se abrirían por áreas desde el lunes.
El país ha sido testigo de escenas extremas donde la gente en el resto del país celebraba ‘libertad’ para Cachemira, una narrativa que el BJP promulgó a través de sus grupos proactivos de propaganda tanto en el mundo virtual como el real, que hasta ahora no podía vivir libremente debido a las restricciones impuestas por los artículos 370 y 35A de la Constitución.
Por otro lado, muchos individuos, estudiantes y profesores universitarios, intelectuales, artistas, organizaciones y partidos políticos progresistas protestan contra la decisión del gobierno central, cuestionando la vigencia legal y moral de la movida en el Tribunal Supremo del país.
Las imágenes de las manifestaciones masivas en Cachemira son prueba de que la ‘celebración de la libertad’ puede ser observada en el resto del país, pero la propia región tiene otra historia que contar. Debido al toque de queda, Cachemira ha estado literalmente desconectada del resto del mundo.
Ahora bien, vamos a analizar algunas dimensiones de la problemática de este gran fenómeno socio-político. La manera en que India, ‘la democracia más grande del mundo’, introdujo estas resoluciones en el Parlamento no puede considerarse democrático de ningún modo, de tal forma que el gobernador de Cachemira no sabía nada del plan radical hasta que fue propuesto por el ministro de Asuntos Interiores en el Parlamento.
Justo antes de la decisión tomada por el gobierno federal, el Gobernador de Cachemira oficialmente había negado la posibilidad de estas medidas drásticas y no podía explicar por qué habían mandado alrededor de 50 mil agentes de las fuerzas armadas y paramilitares adicionales a la región, que ya contaba con casi 600 mil militares.
Ni el gobierno federal ni el gobernador en Cachemira respondían a por qué se decidió retirar a todos los turistas y los peregrinos hindúes de forma repentina en los días justo antes de que Cachemira perdiera su autonomía.
El gobernador de Cachemira y los otros oficiales de la administración regional, en ausencia de una asamblea democráticamente elegida, suponían que el aumento en la presencia militar y el retiro de los turistas y los peregrinos hindúes se debía a un posible atentado terrorista que la inteligencia militar sospechaba en la región.
Irónicamente el dictamen presidencial, con el que el ministro de Asuntos Interiores, Amit Shah, propuso las dos resoluciones, tenía la ‘concurrencia’ del estado de Jammu y Cachemira.
Cabe notar que Cachemira no cuenta con una asamblea de representantes elegidos estatales ya que el año pasado el BJP se había retirado del gobierno de coalición que regía en dicha asamblea, hecho que provocó la caída del gobierno estatal.
Mehbooba Mufti, la última ministra principal del gobierno que administró el estado junto con otros ministros de la región, se encuentra bajo arresto desde la medianoche de 4 de agosto. Dicho acto autoritario por parte del BJP prueba que realmente no cree mucho en la política de diálogo o negociaciones con los representantes del pueblo de Cachemira, aunque en varias ocasiones en el pasado mostró su interés en intercambiar con el liderazgo político de la región para llegar a un consenso.
Desde el año pasado, Cachemira permanece bajo el control directo del presidente del país, que controla la administración estatal mediante un Gobernador, quien literalmente recibe instrucciones del gobierno federal, ya que es nombrado por el Centro a través de la Oficina del Presidente.
O sea, el ministro de Asuntos Interiores Amit Shah proclamó en el Parlamento que el gobierno central había consultado al gobierno estatal mediante la figura constitucional del Gobernador, quien en realidad representa más al gobierno central que el estatal.
Cabe destacar que el Gobernador no es un representante elegido por el pueblo del estado, sino una figura constitucional nombrada por el gobierno federal.
Teniéndolo en cuenta, es evidente que la concurrencia de la que el gobierno federal habla es algo legalmente debatible.
En las últimas manifestaciones sociales, como se esperaba, los jóvenes empezaron a protestar contra las decisiones del gobierno federal y en las confrontaciones con los militares, muchos resultaron heridos.
Los representantes políticos de la región, incluso los que han gobernado Cachemira dentro del esquema federal de India en las últimas décadas, han sido tomados presos en su propio domicilio o en algún sitio clandestino.
A partir del 5 de agosto el pueblo de Cachemira vive ansiosamente sin acceso a teléfono, internet y sin tener el derecho a salir a la calle. El Gobierno de la India anunció el levantamiento gradual de esas restricciones.
El estado se ha convertido en una prisión abierta donde uno puede respirar, pero el aire es muy pesado y políticamente contaminado.
El BJP, a través del ministro de Asuntos Interiores Amit Shah en el Parlamento, argumentó que la gente está celebrando la libertad para Cachemira.
La ironía es que se celebre dicha libertad fuera del estado, cuando los propios habitantes de Cachemira tengan que sufrir constantemente bajo un toque de queda absoluto.
Otra paradoja es cuando el gobierno, a través de jefes militares en Cachemira, proclama que todo está tranquilo y el ejército indio está en Cachemira para asegurar ‘Paz y Prosperidad’ en el estado.
Cabe destacar que, para comprender los desafíos actuales y futuros desde el punto de vista puramente militar, Ajit Doval, el asesor de Seguridad Nacional, se encuentra en Cachemira actualmente.
Doval fue el diseñador de la política agresiva hacia Cachemira en los últimos cinco años para controlar la insurgencia y el terrorismo en el área.
La comparación de la situación de Cachemira durante el periodo de Modi con los años anteriores, sin embargo, comprueba que, bajo esta nueva política muscular y agresiva, Cachemira sufre más atentados terroristas, más fallecimientos civiles, policíacos y militares y un aumento significativo en insurgencia local.
Mandar más militares y paramilitares a la zona más militarizada del mundo no ha ayudado a Modi a controlar y detener el terrorismo y la insurgencia local en Cachemira.
Como muchos otros líderes de la historia mundial, el mandatario indio parece no haber aprendido la lección de la historia y por lo tanto continúa con un acercamiento muscular hacia la Cachemira y sus pueblos originarios.
El gobierno indio, posiblemente, ha podido ocuparse del territorio y lograr control administrativo y político de Cachemira.
No obstante, hasta que no se hagan esfuerzos concretos de entender las aspiraciones de los habitantes de Cachemira, nada va a cambiar en la región. De hecho, se pueden esperar más actos de violencia, insurgencia y atentados terroristas debido a factores internos y externos en Cachemira.
Lo que procura lograr el BJP en Cachemira es obviamente producir cambios demográficos en la región que hasta ahora ha sido dominada por la población musulmana.
Ahora, con los cambios, cualquier ciudadano indio puede ir a vivir en Cachemira y obtener los derechos como la población originaria, como comprar propiedad y votar en la asamblea y parlamento.
El BJP puede en India, siendo un país mayoritariamente hindú y siguiendo el modelo israelí, incentivar asentamientos hindúes en toda Cachemira, sobre todo en regiones donde actualmente domina la población musulmana para lograr cambios demográficos que más tarde podrán ayudar al BJP a ganar las elecciones en la asamblea estatal.
Aun si el BJP tiene éxito, no podrá controlar la inestabilidad socio-política que causará dicho plan de asentamientos hindúes.
Como la historia demuestra, los asentamientos de Israel pudieran haber ayudado a ocupar grandes extensiones de tierra originalmente palestinas, pero la verdad es que el pueblo palestino sigue resistiendo contra el gran poderío de Tel Aviv.
De la misma manera, cambiar la demografía de Cachemira tampoco podrá realizarse tan fácilmente donde ya habitan millones de personas, sobre todo porque es una región geopolítica muy importante para Pakistán y China, lo cual implica que la inestabilidad socio-política no será fácilmente tolerada por sus propios intereses.
La administración de Modi comprende el escenario político en todas sus dimensiones, sin embargo, desafortunadamente, el gobierno indio parece estar dispuesto a apostar a la estabilidad regional por su plan ideológico de largo plazo.
arb/abm
*Surendra Singh Negi es columnista de relaciones internacionales y labora actualmente como académico universitario en India con área de especialización en Estudios Latinoamericanos.