Un freno al poder: Italia desarrolla anticuerpos para contener a Salvini

El hombre fuerte de Italia, que determinó la ruptura de su alianza con el Movimiento Cinco Estrellas (M5E), aparece de repente vulnerable. Después de haber llamado a elecciones anticipadas envalentonado por sondeos que indican que tendría un 38% de los votos, “el capitán” cayó en la cuenta de que su jugada al “todo o nada” fue como un búmeran.



Un freno al poder: Italia desarrolla anticuerpos para contener a Salvini

Sus planes de adelantar las elecciones para fortalecer su liderazgo generaron una reacción impensada tanto en los partidos políticos como en la ciudadanía; hasta hace poco era intocable

Elisabetta Piqué
Para La Nación
19 de agosto de 2019

ROMA.- En el verano más turbulento que se recuerde en la historia reciente de Italia, una de las grandes novedades es que el país comienza a desarrollar anticuerpos contra Matteo Salvini.

El hombre fuerte de Italia, que determinó la ruptura de su alianza con el Movimiento Cinco Estrellas (M5E), aparece de repente vulnerable. Después de haber llamado a elecciones anticipadas envalentonado por sondeos que indican que tendría un 38% de los votos, “el capitán” cayó en la cuenta de que su jugada al “todo o nada” fue como un búmeran.

Pese a las vacaciones y a que los palazzi del poder estaban cerrados, enseguida comenzaron las maniobras subterráneas. Llamadas telefónicas, mensajes de WhatsApp y SMS entre los líderes de las diversas fuerzas políticas comenzaron a poner en pie una “santa alianza”, para frenar el ascenso del ministro del Interior y viceprimer ministro de la Liga. Un animal político que, más allá de su evidente carisma, parece haber calculado mal su arriesgada jugada de ajedrez. Y desestimó esos anticuerpos latentes en la sociedad.

En primer lugar, según analistas, se equivocó al pretender elecciones ya -llamó incluso a los parlamentarios a “levantar el culo” y volver de las vacaciones-, ya que de esa manera desconoció que Italia es una democracia parlamentaria y que hay reglas que respetar en ese sentido, como le recordó el primer ministro, Giuseppe Conte.

Por otra parte, desde el principio de su aventura en el gobierno, el soberanismo de Salvini (”los italianos primero” es su mantra), sus actitudes autoritarias y sus modos recordaron la nefasta experiencia de la dictadura de Benito Mussolini. Haber reclamado hace unos días ir a las urnas para tener “plenos poderes” para salvar a Italia puso los pelos de punta a muchos.

De hecho, más allá de los sondeos que indican que es el político más popular de Italia, en los últimos días del modo campaña permanente de Salvini, que hundió a Italia en el caos, en un momento de gran fragilidad económica y justo en meses en que debe aprobarse una nueva ley de presupuesto, aparecieron señales de hartazgo.

Al margen de que hubo opositores que le lanzaron bombitas de agua, lo silbaron y abuchearon como nunca antes, hubo gente con carteles con leyendas de lo más elocuentes: “Fuera fascista”, “Ministro del odio”, “Puertos abiertos”, “Respeto a la Constitución”.

¿Qué pasó con el todopoderoso huracán Salvini? Los analistas explican que, sin contar las reminiscencias fascistas -que se notan también porque el líder de la Liga suele moverse rodeado de guardaespaldas muy parecidos a los que tenía el Duce-, hay otros factores.

Uno de ellos es el abuso que ha hecho Salvini de los símbolos religiosos. Ha revoleado el rosario en muchos comicios, algo que ha ofendido a los sectores católicos, también indignados por su falta de humanidad a la hora de manejar el drama de la inmigración.

Si bien muchos italianos comparten la idea de que se trata de una cuestión evidentemente mal gestionada por la dirigencia de la Unión Europea y que Italia ha sido dejada sola, la política de cierre de puertos de Salvini y su demonización de las ONG y demás organismos que ayudan a los desesperados han ido demasiado lejos. No por nada anteayer tuvo que ceder ante la presión de Conte y dejar desembarcar de l a nave Open Arms a los menores atrapados allí desde hace más de dos semanas.

La explotación de la “psicología del miedo y del odio” a los inmigrantes de Salvini, si bien cala en una parte del electorado, en otra causa escándalo.

¿Cómo no recordar que el italiano es un pueblo de inmigrantes que se vio obligado a cruzar el océano para escapar de la miseria y la guerra?

Hay quien cree que “el delirio de omnipotencia” del que hizo gala Salvini fue como un gol en contra. Al ver que su jugada de ruptura de la coalición y reclamo de ir a elecciones es mucho más complicada de lo que parecía, “el capitán” ya comenzó a dar señales de querer una tregua. De hecho, dijo que su teléfono “siempre está prendido”, cuando un periodista le preguntó si podía llegar a haber una reconciliación con el M5E.

“La tortilla ya está hecha”, le retrucó su líder y también viceministro, Luigi Di Maio, que lo tildó de “traidor”, insulto que se va repitiendo entre los opositores al hombre fuerte, que se siente ahora menos invencible.

Ayer, el fundador del M5E, el cómico Beppe Grillo, al cabo de una reunión cumbre en su “villa”, dejó claro que no hay ninguna posibilidad de reacercamiento: “Salvini es un interlocutor que ya no es creíble”, sentenció.

“Es evidente que la popularidad de Matteo Salvini también depende del contexto de estabilidad, hasta hace poco garantizada por Conte”, dijo el sociólogo Ilvo Diamanti.

Este politólogo también aclaró que “una cosa es votar por la Liga de Salvini y otra cosa es votar por Salvini”.

En este sentido, vale recordar que la Liga en las elecciones nacionales de 2018 apenas obtuvo un 17%, número que si bien duplicó en las europeas de mayo pasado, cuando obtuvo el 34%, no tiene el mismo significado en una democracia parlamentaria.

“La historia nos lo enseña: basta recordar que desde la época de Berlusconi [Silvio, magnate y expremier] y hasta Renzi [Matteo, expremier] los vencedores anunciados siempre han fracasado”, evocó.

Y recordó otro ejemplo, el exprimer ministro Mario Monti, que había registrado el mayor consenso quizás nunca alcanzado en épocas recientes por un hombre de Estado, que cuando se presentó al frente de un partido suyo en elecciones fracasó rotundamente.