Sobre el comunicado del EZLN: Y rompimos el cerco

La noticia no sorprende dada la trayectoria organizativa del zapatismo; sin embargo, el incremento del hostigamiento y acoso denunciado, en especial los últimos meses, habían centrado la preocupación sobre la situación de los territorios zapatistas. Cuestión que ellos abordaron al anunciar que no podían asistir a Amilcingo el pasado abril. El subcomandante Moisés explicó que desde 2016 han estado trabajando en la ruptura del cerco. He señalado que los municipios autónomos, los caracoles y las juntas de buen gobierno constituyen virtuales zonas liberadas.



EZLN: y rompimos el cerco
Magdalena Gómez
La Jornada

Del 10 al 15 de agosto el subcomandante Galeano publicó varios textos para reafirmar la postura crítica del EZLN en torno a la autodenominada Cuarta Transformación, sus políticas, programas y megaproyectos vistos desde el impacto a los pueblos indígenas, y cuidando el deslinde con la derecha aparentemente opositora y sus sectores realmente beneficiarios. Todo ello ubicado en la crisis económica mundial que se está apuntando. Sería importante que se respondiera con argumentos; sin embargo, no parecen proclives a ese intercambio. El telón de fondo de los textos referidos, se inscribe en lo que se denominó la reaparición de los pueblos zapatistas. Justamente el pasado 17 de agosto el subcomandante insurgente Moisés dio a conocer el importante avance organizativo del EZLN: “Nombramos los nuevos centros de resistencia autónoma y rebeldía zapatista (Crarez). En la mayoría de los casos, estos centros serán también sede de caracoles, juntas de buen gobierno y municipios autónomos rebeldes zapatistas (Marez). Ahora serán 12 caracoles con sus juntas de buen gobierno”.

Los municipios oficiales de Chiapas con nuevas zonas zapatistas son Ocosingo, San Cristóbal de las Casas, Chilón, Tila, Amatenango del Valle, Motozintla y Chicomuselo. Son 11 centros nuevos, más los cinco caracoles originales, 16. Además los municipios autónomos originales, que son 27, total de centros zapatistas son 43.

La noticia no sorprende dada la trayectoria organizativa del zapatismo; sin embargo, el incremento del hostigamiento y acoso denunciado, en especial los últimos meses, habían centrado la preocupación sobre la situación de los territorios zapatistas. Cuestión que ellos abordaron al anunciar que no podían asistir a Amilcingo el pasado abril. El subcomandante Moisés explicó que desde 2016 han estado trabajando en la ruptura del cerco. He señalado que los municipios autónomos, los caracoles y las juntas de buen gobierno constituyen virtuales zonas liberadas. Su desarrollo se ha dado en un entorno problemático, como la falta de recursos, la militarización, la paramilitarización, las campañas de contrainsurgencia, de las cuales hacen parte la continuidad de los apoyos en dinero, desde el Pronasol para acá, los acosos de delincuentes y del narcotráfico entre otros factores que enmarcan su desafío al Estado mexicano para construir la autonomía en los hechos y recrear su derecho al derecho propio al margen de su reconocimiento constitucional. Por ejemplo, en 1998 vivieron una fuerte crisis por el intento del gobierno chiapaneco de “desmantelar” los municipios autónomos, lo que se tradujo en hechos de violencia y una campaña de supuesto contenido jurídico para descalificarlos. Se cuestionó entonces la validez jurídica de los municipios autónomos como se perfiló tras la relativa a las juntas de buen gobierno. Luego vino 2001, cuando el EZLN abrió la posibilidad de retorno al diálogo y como resultado se aprobó la contrarreforma indígena, lo que los llevó a replegarse de la escena nacional, lo cual no ha significado pasividad en su territorio. Justo el 9 de agosto de 2003 instalaron formalmente las juntas de buen gobierno en Oventic, Chiapas; ahí pudimos constatar, una vez más, la congruencia del EZLN en cuanto al respeto a los pueblos indígenas. La decisión de ubicar a la organización militar, el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) en el plano de la defensa y deslindar este componente de las funciones de gobierno nos hablan de la reiteración de la postura de no suplantar a los pueblos y, en última instancia, de no “militarizar” su cultura. Por ello decidieron que no pueden coincidir mandos militares en cargos civiles. Ya para entonces los municipios autónomos cumplían tareas de impartición de justicia, salud comunitaria, educación, vivienda, tierra, trabajo, alimentación, comercio. Se propuso una auténtica segunda instancia de mediación y resolución de conflictos a través de las juntas para atender denuncias contra los consejos autónomos por violaciones a los derechos humanos, indagar su veracidad, ordenar a los consejos autónomos la corrección de estos errores y para vigilar su ­cumplimiento.

2019: “Después de años de trabajo silencioso, a pesar del cerco, de las campañas de mentiras, de las difamaciones, de los patrullajes militares, de la Guardia Nacional, de las campañas contrainsurgentes disfrazadas de programas sociales, del olvido y el desprecio, hemos crecido y nos hemos hecho más fuertes”.

Muy certera la crítica al indigenismo de hoy y a sus megaproyectos, ubicando sus raíces en el ayer como también dura la que abiertamente se realiza a quien ahora es su operador designado y antes le dieron la confianza los pueblos y el propio zapatismo. El comunicado concluyó con una propuesta de foros y reuniones, unas como participantes y otras como anfitriones. Buena señal, la reapertura del territorio zapatista.