Otra ola represiva ordenada por el gobierno turco contra los kurdos

Nada parece detener la voracidad del presidente Recep Tayyip Erdogan. Este lunes volvió a hacer gala de su autoridad férrea y ordenó que tres co-alcaldes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) sean destituidos de los municipios de Amed, Mardin y Van, las principales regiones del Kurdistán turco.



22-08-2019
Otra ola represiva ordenada por el gobierno turco contra los kurdos
El gobierno de Erdogan refuerza la represión contra el pueblo kurdo y sus representantes político, y ordena destituciones y detenciones masivas

Leandro Albani
La tinta

Nada parece detener la voracidad del presidente Recep Tayyip Erdogan. Este lunes volvió a hacer gala de su autoridad férrea y ordenó que tres co-alcaldes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) sean destituidos de los municipios de Amed, Mardin y Van, las principales regiones del Kurdistán turco.

Desde las seis de la mañana, un fuerte operativo policial acompañó a los funcionarios que llevaron adelante las “intervenciones”, aunque desde el HDP -la tercera fuerza política del país encabezada por los kurdos- denunciaron que lo que sucedió fue un nuevo “golpe político” del mandatario. Erdogan, que reforzó sus política represivas luego del intento del golpe de Estado en su contra en 2016, dejó en claro hace bastante tiempo que uno de sus objetivos principales es erradicar al pueblo kurdo, conformado por más de veinte millones de personas en el sudeste del país.

Días antes de que el presidente tome esta decisión, la diputada kurda Ebrü Gunay y el legislador Garo Paylan, de origen armenio, llegaron a Argentina en el marco de una gira por Sudamérica hasta el 24 de agosto. El jueves pasado, Günay y Paylan brindaron una conferencia en el Senado de la Nación, y el sábado en la Asociación de Trabajadores Argentinos (ATE), en Buenos Aires, donde alertaron que el genocidio cometido por el Estado turco hace 105 años contra los armenios ahora se puede repetir contra los kurdos. Las palabras de los representantes del HDP sonaron premonitorias.
“La injusticia ha llegado a su máxima expresión”, declaró Ahmet Türk, co-alcalde de Mardin, destituído junto a Selçuk Mızraklı, co-alcalde de Amed, y Bedia Özgökçe Ertan, del municipio de Van.

La razón de este nuevo movimiento represivo del gobierno turco es conocido: acusar a los dirigentes del HDP de tener vinculaciones con el terrorismo. Para Ankara, el terrorismo no es el Estado Islámico (ISIS), sino el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), la organización política e insurgente que hace más de cuarenta años lucha por los derechos del pueblo kurdo.

En una declaración oficial difundida por los medios, la administración de Erdogan justificó las destituciones ya que los co-alcaldes, supuestamente, buscaban “convertir estos municipios en centros logísticos donde se proporcionaban recursos militantes, recursos financieros y equipos para apoyar actividades terroristas”.
Para Ahmet Türk, la administración de Erdogan “no reconocen la voluntad de los pueblos y lo quieren llamar democracia. Pero la realidad es evidente”. Türk fue elegido co-alcalde de Mardin, tras conseguir el 56 por ciento de los votos en las elecciones del 31 de marzo. En esos mismo comicios, Mızraklı alcanzó el 63 por ciento de los votos y Ertan el 53 por ciento.

Türk, que seguramente enfrentará un proceso judicial en su contra, aseveró el gobierno de Erdogan intenta establecer “un sistema carente de cualquier atisbo de legalidad”.

Para el presidente turco, esta modalidad de destitución no es nueva. Luego del intento de golpe de Estado de 2016, Erdogan ordenó intervenir la mayoría de las alcaldías del Kurdistán turco, gobernadas por el Partido Democrático de las Regiones (BDP), organización hermana del HDP. Más de sesenta co-alcaldes y co-alcaldesas fueron desplazados de sus cargos y muchos de ellos judicializados.
El paso de Ebru Günay y Garo Paylan por Argentina fue demasiado urgente. Anteriormente, habían estado en Uruguay, donde se reunieron con la comunidad armenia de ese país y con el ex presidente José “Pepe” Mujica. También mantuvieron un encuentro con la vicepresidenta uruguaya Lucía Topolansky. En unos pocos días, los representantes del HDP dejaron varias definiciones y opiniones sobre la larga noche que atraviesan los pueblos de Turquía.

Günay, electa diputada por la provincia de Mardin, explicó que en Turquía “es muy difícil abrir caminos para las mujeres en la política, porque el fascismo no quiere que existan diferencias y por eso no tiene espacio para las mujeres”. Según la diputada, “el fascismo” del partido gobernante AKP “depende y se fortalece con la guerra, donde la mayoría de las víctimas son las mujeres y los jóvenes”.

Imagen: Ebru Günay y Garo Paylan en Argentina / ANF

Günay también explicó que el HDP “trata de unir a los pueblos” para “construir la paz y derrotar a la política polarizadora del AKP”.

Por su parte, Paylan, elegido por la región de Amed, manifestó que en su país “el remedio al nacionalismo no es la enemistad entre los pueblos, sino la solidaridad y la cooperación entre las minorías”. Para Paylan, es fundamental “construir puentes de hermandad y fraternidad”. Paylan no perdió la oportunidad para mostrar la realidad dentro de Turquía: “Estoy en el área de economía en el parlamento pero en la agenda nunca es el primer tema, porque todos los días hay violaciones de derechos humanos. Miles de trabajadores, académicos, abogados, periodistas están en las cárceles para silenciar al pueblo. Hace cuatro años hubo un proceso de paz entre el pueblo kurdo y el gobierno turco y hoy la situación es más dura. Roban el dinero del pueblo y compran armas y bombas que luego utilizan contra el pueblo kurdo. Hablan de la amenaza de seguridad, y usan eso de excusa y recrudecen la situación económica también. Pero si no podemos resolver la democratización en Turquía no podemos empezar a discutir la situación de los trabajadores y la situación económica”.
“Una Turquía democrática puede ser un ejemplo de paz para todos, pero una Turquía oscura y racista puede ser un ejemplo para el mundo oscuro y una amenaza para todos -reflexionó Paylan-. En el mundo está lleno de defensores de derechos humanos pero también hay gente como Trump, Putin y Bolsonaro. Tenemos que demostrarle al mundo que nosotros somos mejores que ellos”.

En medio de la gira por Sudamérica, Günay y Paylan ayer dieron a conocer un declaración en la que explicaban que suspendían las actividades restantes que tenían programadas en Argentina, Chile y Brasil, para volver a Turquía. En un breve comunicado, la diputada y el legislador expresaron que las destituciones de los co-alcaldes es “una clara demostración de la terrible situación en materia de derechos humanos y civiles, y de represión” que vive el país.

Erdogan no se contenta con la represión de los kurdos de Turquía, por eso su gobierno mantiene abierto otros dos frentes con el fin de desbaratar el poder del Movimiento de Liberación de Kurdistán.

En lo interno, como vimos, recortando los derechos y logros del HDP, y al negar el inicio de las negociaciones de paz. Aunque el gobierno permitió que el líder kurdo Abdullah Öcalan recibiera unas pocas visitas, al máximo dirigente del PKK -encarcelado en la isla-prisión de Imrali de 1999- se le niega la participación en unos diálogos que toda Turquía necesita de forma urgente.

El 12 de agosto pasado, Mehmet Öcalan, hermano del fundador del PKK, pudo visitar Imrali. En declaraciones posteriores, comunicó que el líder kurdo reiteró que es necesaria para Turquía una solución política que rechace el estado de guerra permanente en el que se vive dentro del país.

Con respecto a los frentes externos, el Estado turco continúan con los bombardeos constantes contra el Kurdistán iraquí (norte de Irak, Bashur), con el objetivo de destruir a la guerrilla kurda asentada en las montañas de Qandil. Ni el gobierno de Bagdad ni la administración de la región semi-autónoma de Bashur, encabezada por el Partido Democrático de Kurdistán (PDK), se pronunciaron en contra de estos ataques. El PDK, comandando por el poderoso clan Barzani, es uno de los principales aliados de Turquía en la zona. Sin respetar la soberanía de un país vecino, las aviación turca arrasa pueblos y aldeas, dejando como saldo a decenas de civiles muertos.

El otro frente exterior es en el territorio sirio. La región que gobierna la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES) y defienden las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), se encuentra en una tensión continua por las amenazas del gobierno turco. El plan de Erdogan es invadir la región, como lo hizo en el cantón kurdo de Afrin, para imponer un gobierno leal a Ankara. Por ahora, Turquía bombardea algunas zonas del norte y el este de Siria, además de sostener al Ejército Libre Sirio (ELS) en Afrin. Este grupo, donde se reúnen mercenarios, miembros de Al Qaeda y ex combatientes de ISIS, está acusado de cometer una limpieza étnica en Afrin. Días atrás, Estados Unidos acordó con el gobierno de Erdogan implementar “centros de control” en una extensa zona del norte y el este de Siria, luego de varios días de negociaciones. Desde la AANES y las FDS rechazaron el plan original de Turquía, que era aplicar una “zona segura” de 40 kilómetros de profundidad en territorio sirio.

Con la destitución de los co-alcaldes de Amed, Mardin y Van, el HDP recibió un nuevo golpe de Erdogan. En un comunicado, desde el partido denunciaron “un nuevo y evidente golpe político”, que “muestra una actitud abiertamente hostil contra la voluntad política del pueblo kurdo”.

La dirección del HDP criticó que en las intervenciones anteriores en municipios kurdos, los recursos económicos fueron “agotados”. “El ministerio del Interior y el gobierno han sido el foco de la corrupción y los robos a través de sus fideicomisarios (interventores)”, remarcaron en el partido.

Ante el nuevo atropello, el HDP convocó “a todas las fuerzas democráticas, a todos los ciudadanos con conciencia, a todos los partidos de la oposición, las organizaciones de la sociedad civil, sindicatos y asociaciones democráticas, a unirse solidariamente contra un poder que se apodera de la voluntad de las urnas y las elecciones”.

Durante la jornada de ayer, en varias ciudades kurdas del sudeste de Turquía se efectuaron protestas y manifestaciones, reprimidas duramente por la policía. Horas antes de las protestas, el gobierno había desplegado un operativo policial en docenas de localidades kurdas, en las cuales fueron arrestados más de 400 miembros y militantes del HDP.

Los trabajadores de medios de comunicación tampoco quedaron al margen del operativo. Ziyan Karahan, editora de la agencia de noticias Mesopotamia, fue detenida durante una redada. A su vez, fue arrestado Vedat Dag, periodista de la oficina de prensa del HDP.

Selçuk Mızraklı, el co-alcalde de Amed que fue destituido, aseveró que se está usurpando “la voluntad de la gente” y que “ni la Constitución ni las elecciones están siendo respetadas”. “Todo el mundo que viva en Turquía debe saber que nadie puede sentirse protegido por la ley. Es de la voluntad de la gente de lo que se han apoderado”, sintetizó Mızraklı.

El gran temor del presidente Erdogan crece día a día. La respuesta del mandatario a los “peligros” que siente que lo acechan es, inevitablemente, la represión. El presidente turco sabe que el pueblo kurdo, junto a otras minorías étnicas dentro y fuera de Turquía, apuesta a la profundización de un cambio social heterodoxo, anti-estatal, democrático y donde las mujeres se convirtieron en el motor que tracciona la lucha y la resistencia. Este es el gran peligro que observa Erdogan. Los bombardeos indiscriminados, los arrestos masivos y los asesinatos a sangre fría son las respuestas de un mandatario acorralado, que no encuentra (o no le interesa encontrar) una fórmula para estabilizar a su país en lo económico y político.

Desde el otro lado, el Movimiento de Liberación de Kurdistán, en todas sus variadas expresiones, despliega sus propuestas abiertamente, para que todos y todas la oigan: en Turquía, demandando un proceso de paz y que su lucha institucional sea respetada; en Irak, defendiendo la autonomía en las montañas de Qandil, donde la premisa es vivir en comunidad y en paz; en Siria, reforzando un autogobierno en el norte y el este del país, creando nuevos órganos e instituciones para concretar la convivencia entre kurdos, árabes y otras nacionalidades de la región.

Frente a este panorama, el sueño de Erdogan de convertirse en un nuevo sultán otomano es apenas una pesadilla de un hombre trasnochado.

Fuente original: https://latinta.com.ar/2019/08/otra-ola-represiva-ordenada-por-el-gobierno-turco-contra-los-kurdos/