Turquía y EEUU chocan en Siria por el reparto de la región petrolífera kurda
Nazanín Armanian
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22 de agosto de 2019, 10:15hs
Nazanín Armanian
Licenciada en Ciencias Políticas, ha trabajado en la UNED como tutora de Ciencias políticas. Docente, traductora y escritora de 15 libros.
Después de instalar más tropas con artillería pesada a lo largo de la frontera con Siria, Tayyeb Erdogan anunció con bombo y platillo su intención de invadir la autonomía kurda rodeada de una veintena de bases militares de EEUU.
Consciente de que el Sultán turco cumple con sus amenazas, el gobierno de Trump le ofreció establecer una zona A de 5 kilómetros libres de las patrullas kurdas y otra B controlada por EEUU y países aliados. Ankara lo rechazó, exigiendo una “zona de amortiguamiento” de 32 km de profundidad, libre de las fortificaciones de las Fuerzas Democráticas Siria (FDS), que según el general Raymond Thomas, del Comando de Operaciones Especiales de los EEUU, son las mismas Unidades kurdas de Protección del Pueblo (YPG), a la que le cambiaron de nombre para desasociarlas del grupo “terroristas” de PKK, y facilitar su presencia en las negociaciones sobre el futuro de Siria, pensando que así iba a engañar a Erdogan. Ankara, además, se ofrecer para patrullar esta zona que abarca desde el río Éufrates hasta la frontera sirio-turco-iraquí, y será el asentamiento destinado a 3 millones de refugiados árabes sirios, que en el marco de la política kurdicida turca de “ingeniería demográfica” pretende alterar la composición étnica de la zona. A cambio, se compromete no atacar a las FDS. ¿En serio?
Los kurdos sirios por su parte ofrecen una zona desmilitarizada de 5 km, y ser reemplazada por una patrulla neutral y nunca turca, a cambio de que Ankara retire sus fuerzas “yihadistas” de la región y deje regresar a los kurdos expulsados de sus hogares en Afrin.
Al final, el 7 de agosto, EEUU y Turquía acordaron establecer un centro de operaciones conjuntas en Ankara para coordinar y administrar la “zona segura”, que hará de pasillo para los refugiados, y aunque no habrá tropas turcas en las localidades bajo el control kurdo, sí que los miembros de las FDS podrán ser expulsados en caso de tener lazos con el PKK. EEUU pretende que Erdogan se conforme con Tel Abyad «Colina Blanca», antaño lugar de refugio para cientos de armenios huidos del genocidio a mano de los otomanos, y aparque su plan de exterminar a los kurdos. El (no) “acuerdo” silencia el tamaño de esta zona y la fuerza que la controla, aunque para la tranquilidad de Israel y los países árabes wahabitas que temen al Hermano Musulmán Erdogan, en la patrulla podrán incrustar a los soldados de Egipto, Emiratos Unidos Árabes y los Peshmerga («Quien se enfrenta a la muerte», en kurdo y persa) del Gobierno Regional del Kurdistán en Irak, aliado de Turquía y EEUU.
Los objetivos de Erdogan
Sabemos que Turquía con su poderoso ejército no necesita una ‘zona segura’ para protegerse de los kurdos, que ni se les ha pasado por la mente atacar un enemigo de tal envergadura. Sus posiciones son simplemente defensivas. Por lo que los verdaderos objetivos turcos son:
. Apoderarse del norte de Siria, rica en petróleo, gas, agua y recursos agrícolas, y si puede, anexionarlo a Turquía. Que los kurdos hayan decidido llamarse “Federación Democrática del Norte de Siria“ con el objetivo de atraer a las provincias árabes de Raqqa y Deir ez-Zur, eliminando la palabra ‘Rojava’ «Occidente», (o sea, el Kurdistán occidental, frente a las regiones kurdas en el sur, norte y este en Irak, Turquía e Irán), ha aumentado las preocupaciones turcas.
. Si “la mejor defensa es un buen ataque”, Erdogan amenazando a EEUU con destruir a los kurdos, pretende parar a cambio la imposición de sanciones contra Turquía por sus relaciones con Rusia.
. Con proyectos de construcción de viviendas para los refugiados, beneficiar a las empresas turcas en un momento económico difícil, y llevarse a cambio el petróleo sirio.
. Atraer el apoyo de los chovinistas turcos tras perder la alcaldía de Estambul; por lo que no puede dar marcha atrás y regresar de Siria con manos vacías después de haber gastado miles de millones de euros y destruir tantas vidas. La estrategia magistral de Obama de convertir Siria en un pantano que tragase a los rivales de EEUU e Israel ha funcionado a la perfección: ya controla cerca del 30% del país, sin gran esfuerzo. Y lo más graves para Ankara es que no tiene un Plan B, salvo recurrir a sus “yihadistas” para alargar un fracaso histórico.
. Cumplir con su promesa electoral de expulsar a los refugiados sirios. Pero, a EEUU no le interesa este plan de “la vuelta a la normalidad” en Siria: necesita una guerra aún más larga para declarar a Siria como otro “Estado Fallido”, romperlo en la línea etnoreligioso, consolidar su potencia militar en Eurasia e ir a por Irán, que han sido parte de sus objetivos iniciales. De hecho, ha mantenido las sanciones económicas contra el gobierno de Asad, evitando que gestione la reconstrucción del país.
Este escenario, además de caótico, es también surrealista: Un Tayyeb Erdogan representante del imperialismo turco se está presentando como el campeón de la lucha antiestadounidense en Siria, mientras la izquierda kurda intenta defenderse, con más o menos fortuna, de quienes desde la derecha (turca) e izquierda le tachan de “lacayos de los yanquis”.
El tiempo de EEUU se agota
Sobre qué hacer con los kurdos de Siria, hay dos principales líneas en la política de EEUU:
La que apuesta por crear un estado kurdo, uniendo las áreas kurdas de Irak y Siria, rompiendo ambos países en favor de mini estados controlables basados en el nacionalismo o en la religión, en el cumplimiento del proyecto del Nuevo Oriente Próximo (y a beneficio de Israel). El complejo Militar -Industrial, que vive de estas guerras interminables, y sus representantes Mike Pompeo y John Bolton, tienen esta posición.
La que afirma que la alianza con los kurdos ha sido táctica, ahora son prescindibles y sus efectivos podrán ser sustituidos por armas avanzadas; además, un “Estado Kurdistán” hoy es inviable, por lo que Turquía, que es vital para los intereses de EEUU en Eurasia, debe ser recuperada antes de que sea demasiado tarde, y sólo hay que negociar el precio de la cabeza de los kurdos con Erdogan.
De todas formas, para mantener sus fuerzas militares en un país, EEUU necesita el respaldo de una entidad local (en Irak, en Afganistán, Japón a Alemania se apoya en sus gobiernos), por lo que en Siria necesita de los kurdos, aunque disfrace esta intención con el “compromiso moral” con ellos: saboteará cualquier conversación entre esta milicia y Damasco para retenerla a su lado. Luego, para disuadir a los turcos puede animar al Congreso aprobar una resolución en reconocimiento del Genocidio Armenio, establecer sanciones sobre la economía del país y su políticos, por ejemplo, sin dejar de intentar otro atentado contra Erdogan.
En la otra punta está Donald Trump, quien quiso sacar las tropas de Siria, pero según él mismo la industria militar se lo impidió. EEUU se encuentra en un callejón sin salida y simplemente pretende ganar tiempo: carece de cualquier poder sobre un crecido presidente turco. Por lo que, no podrá detener al ejército turco si éste decide invadir Siria: dejará a los kurdos a la merced de los turcos mientras no haya soldado estadounidense herido.
Ankara se suicida: en el norte de Siria lucha contra los kurdos y EEUU, y en Idlib contra Rusia y Damasco.
Los kurdos, que han sufrido, desde hace siglos, políticas de turkificación, arabización y persificación de sus regiones, colonizadas por los estados que les han perseguido sin piedad, ahora y ante el espejismo del triunfo en el norte de Siria, se plantean ya no “cómo resistir”, sino cómo evitar una nueva ronda de masacre kurda, y aquí es donde la solidaridad internacional es imprescindible.