Chiapas: Crece rechazo a las bases militares dentro y fuera de la zona de conflicto

15.Ene.04    Análisis y Noticias

México D.F. Jueves 15 de enero de 2004

Protestas en decenas de ejidos y comunidades

Crece el rechazo a las bases militares dentro y fuera de la zona de conflicto

San Cristobal de las Casas, Chis., 14 de enero. Mientras el Ejército echa a andar lo que para observadores independientes es una nueva estrategia en Chiapas, crece el rechazo a la presencia de bases militares y puestos de revisión dentro y fuera de la zona de conflicto.

Sólo la semana pasada la prensa local registró protestas de la población contra las revisiones militares en Arriaga y Tonalá. Particular molestia han causado las actitudes de los soldados contra automovilistas y pasajeros en la caseta de cobro en Arriaga.

También la semana pasada, los ejidatarios de Emiliano Zapata, municipio de Tila, demandaron la salida del 31 regimiento de infantería de su comunidad, argumentando que desestabiliza la vida comunitaria y provoca divisiones.

En 2003 hubo varias protestas contra las bases militares. En Las Delicias, municipio La Trinitaria, la población reaccionó por el asesinato de una persona por un oficial. En Querétaro, municipio Angel Albino Corzo, las familias exigieron, “por la seguridad de sus hijas”, la salida del Ejército y la Policía Sectorial. En la ciudad de Cintalapa, la población rechazó la presencia de los soldados acampados en Chiapas Nuevo (Jiquipilas), que acuden a bares y burdeles y provocan problemas en las calles y la carretera.

Los casos referidos tienen en común que los inconformes son de distintas filiaciones políticas; con frecuencia se trata de priístas. La penetración cotidiana de la tropa ha cambiado el rostro de Ocosingo, Altamirano e incluso de San Cristóbal de las Casas, y ha hecho más densas las noches en Tuxtla Gutiérrez y Comitán. La respuesta de la población no siempre es conformista.

Con todo, este no es el efecto más perturbador de la militarización en Chiapas. En las comunidades indígenas, rebeldes o no, la impronta militar resulta más profunda. En poblados de la zona norte y la selva Lacandona, la penetración alcanza niveles de convivencia. Ocurre en Limar, Nuevo Limar y Emiliano Zapata (Tila), en Monte Líbano, San Quintín y ejido Cintalapa (Ocosingo), en Temó y Bachajón (Chilón). De hecho, es parte del plan.

Menor éxito ha tenido la “convivencia” con los tzotziles de Chenalhó (donde la presencia militar es muy abundante) y los tojolabales de la cañada de Las Margaritas. Al parecer se debe a mecanismos culturales. No obstante, como es bien conocido, en Chenalhó esto no impidió la organización de un grupo paramilitar en forma.

En cambio, las comunidades tojolabales no se prestaron a la paramilitarización, pese a los intentos en Benito Juárez, Poza Rica y Maravillas Tenejapa. Por tanto, allí la acción es puramente militar, y muy especializada.

En el municipio autónomo San Juan de la Libertad las bases militares han sido repudiadas por los indígenas; especialmente San Cayetano. No obstante, a partir de 2003 se establecieron tres atrincheramientos entre esta base y la comunidad Bajoveltic, en un tramo de un kilómetro. Si bien se argumentaron los frecuentes asaltos en la zona para estas posiciones, varios activistas de derechos humanos han sido asaltados ahí por hombres armados, encapuchados y uniformados de negro en meses recientes; es decir, después de la instalación de dichos puestos de guardia.

No es el primer caso de vecindad entre asaltantes de caminos y bases militares. Antes de que desmantelaran la base de Cuxuljá, eran fecuentes los asaltos violentos a camiones de pasajeros que viajaban entre San Cristóbal y Ocosingo. Del mismo modo, en forma intermitente ocurren asaltos en la carretera Ocosingo-Palenque, cerca del crucero Xhanil, donde se instaló una base militar hace dos años, en medio de la eufórica ficción foxista-salazarista de que “se retiró el Ejército de Chiapas”.

En fechas recientes se reactivaron los retenes militares en Amparo Agua Tinta y Chancalá. Durante las primeras semanas de 2004 ha vuelto a operar un puesto de control en Amatenango del Valle, además de que operan tres retenes intermitentes de las agencias Federal de Investigación y Estatal de Investigaciones, Migración y Policía Federal Preventiva en el trayecto Comitán-Teopisca (no más de 50 kilómetros). Según testimonio de diversos viajeros, los agentes se comportan agresivamente con la población y con los extranjeros: si vienen de Centroamérica, podrían ser ilegales; si proceden de Europa, subversivos.