Conjugaciones relacionales o formas de relacionarse afectiva y sexualmente

Tres personas —con sus respectivos pseudónimos— intentando sufrir menos, dejar atrás los antiguos mandatos e imaginar nuevos vínculos que construyan otras realidades.De generaciones distintas e inmersas en modelos relacionales diferentes, vinieron a charlar a la redacción de El Salto una tórrida tarde de julio. Aquí algunas de las cosas que se dijeron.



Conjugaciones relacionales

Tres personas conversan sobre cómo entienden los vínculos, la atracción o la confianza. No son expertas ni teóricas, pero tienen mucho que decir.

Byron Maher Sancho Ruiz Somalo
Sarah Babiker
El Salto
2019-08-23 07:42

Gamusina, Diego y Furia Relajada son solo tres personas más —con sus respectivos pseudónimos— intentando sufrir menos, dejar atrás los antiguos mandatos e imaginar nuevos vínculos que construyan otras realidades.De generaciones distintas e inmersas en modelos relacionales diferentes, vinieron a charlar a la redacción de El Salto una tórrida tarde de julio. Aquí algunas de las cosas que se dijeron.

LAS RELACIONES

Gamusina: La agamia es un modelo relacional consistente en no formar vínculos de pareja. Está basada en el feminismo radical, por lo que rechaza el género, las jerarquías del valor sociosexual, el amor como ideología, y aspira a la superación de nuestra orientación sexual. No consideramos el enamoramiento como un justificante para el daño a las personas. En la agamia no hay parejas, la alternativa es la asociación libre: conocer a las personas, crear vínculos confiables en el tiempo. No tener pareja permite que la red sea mucho más amplia, porque no hay una necesidad de restringir las relaciones que hay, se construyen de manera natural.

Diego: A mis 45 años, como hombre CIS hetero poliamoroso —esto último, desde hace poco más de un año—, siento que ha cambiado mi forma de afrontar las relaciones: ahora cuido mucho el tema de las expectativas y que todo el mundo esté informado de todo. Estoy todavía aprendiendo, pues la teoría la aprendes rápido, pero después la práctica es otra cosa. Aún estoy en el proceso de intentar ser consciente y deconstruir muchas cosas, como tener celos o sentir posesión, ahora sé que eso es amor romántico. Estoy en ese punto de deconstrucción por un lado, y de construcción de otra manera de vivir las relaciones.

F.R.: Tengo 62 años. Para mí, el deseo afectivosexual, la construcción de esa experiencia, es un milagro. Y no lo digo por la edad que tengo, siempre fue un milagro. Yo, racionalmente, nunca pude construir un deseo, siempre me encontré sintiendo químicamente las cosas. El olor de una persona me podía fascinar y quizás todo lo demás no. Su cuerpo lo podía rechazar adorando su inteligencia. Para mí, es un milagro orgánico, químico, casi de especie.
LA EXPERIENCIA

F.R.: He recorrido varias cosas, entre ellas una sexualidad muy abierta, el destape sexual que, sobre todo, se dio en España en los años 80-90 hasta que empezó el sida. Y la verdad es que todas las experiencias —parejas hetero, parejas lesbianas y parejas abiertas; el poliamor creo que lo he vivido sin saber que militaba—, lo que realmente me enseñaron fue a separarme con generosidad y aprender que una persona no es tuya, ni tú eres de nadie. Fue el sufrimiento por el que fui pasando, la vida, lo que me creó una inteligencia de supervivencia, lo que hizo que, con la siguiente pareja, fuera mejor que con la anterior, o que el siguiente encuentro sexual fuera mejor que el anterior. A estas alturas me siento sin ningún impulso incontenible de deseo, mi propio cuerpo está en una tranquilidad sorprendente, pero sí que creo que el deseo va a volver, y espero que sea siempre ese milagro que sucede cuando ni lo esperas.

Gamusina: Cada persona está en un momento diferente y eso es determinante en cómo se forman las relaciones. Tengo 22 años y en este momento de la vida la gente se mueve mucho, se va del país a estudiar. Las relaciones cuesta mucho consolidarlas porque somos volubles, estamos constantemente aprendiendo. Y porque el deseo funciona diferente.

Diego: Durante este año ha cambiado bastante lo que pensaba, tanto por experiencia como por lecturas. Lees sobre no monogamias y piensas: esto no lo había pensado, o esto lo había vivido pero no le había puesto nombre. A partir de ahí te creas nuevas ideas. Antes el amor romántico me creaba una dependencia emocional excesiva. Hasta hace muy poco no me había dado cuenta de que todavía seguía esos patrones. Ahora me gustaría quedarme con algo más puro. Cuando conectas con esa persona, pues conectas. Quédate con esa conexión, no con tener que poner a esa persona en un pedestal y que todo sea super maravilloso. Sin embargo, habiendo leído mucho sobre el deseo, aunque he hecho ciertos avances en su deconstrucción, no me está resultando fácil sentirme atraído por otras corporalidades. Y eso siendo alosexual.

F.R: ¿Cómo es la palabra?

D: Alosexual

F.R: Ah, y eso es que tú la sexualidad la tienes separada de la afectividad.

D: Sí. Por supuesto que con afectividad es mucho más divertido todo, pero lo tengo separado.

F.R: He de reconocer que ese tipo de talento o recurso yo percibí que lo podían tener más los chicos que las chicas, y algo que me complejizó mucho las relaciones con mujeres fue la excesiva carga del vínculo. Yo quería algo intermedio, no ser tan desapegada del vínculo, no ser alosexual… Creo que he sido más alosexual en mi vínculo con los hombres. Había como un feedback, reaccionaba en respuesta a eso, y me costaba más afectivizar las relaciones con los chicos.
LA AGAMIA Y EL ENAMORAMIENTO
G: Desde la agamia hacemos una crítica al amor, porque es un término paraguas. Lo puedes entender como ideología o como sentimiento de enamoramiento, o como sentimiento de vínculo. Desde la agamia lo entendemos como vínculo, como algo que está entre el afecto, el apego y la admiración. El apego sucede naturalmente cuando una persona te proporciona afecto. La admiración todo el mundo sabe lo que es y por qué es buena y bonita en nuestros vínculos. En cuanto al enamoramiento, lo que he aprendido es que, cuanto más lo observas desde la razón, menos intenso es, más fácil es surfear la ola. Es como si estuvieras borracho. Si sabes beber, pues bebe con moderación, sé consciente de que te va a joder el hígado, intenta no fastidiar a tus amigos porque te pones a vomitar por las esquinas, bebe poquito, bebe consciente y si no sabes beber, no bebas. Respecto al deseo, yo creo que se cambia a través de la razón, tu deseo también cambia a lo largo del tiempo y por medio de las experiencias que tienes.
HOMBRES HETERO Y POLIAMOR

D: El primer riesgo de desigualdad que se me ocurre es que para un hombre tener varias parejas está visto dentro del patriarcado como algo deseable: “Mira el macho alfa”. Y a la mujer se la tilda de buscona como mínimo. Pero los acuerdos que he hecho son todos simétricos, lo que hemos decidido es igual para los dos. ¿Que cómo se mantiene esa igualdad en los pactos cuando hay desigualdad de partida entre hombres y mujeres en una cultura patriarcal? Pues no lo había pensado así: el poliamor se basa en que hombres y mujeres se relacionan con las mismas posibilidades y acuerdos, y que está bien que sea así, esa es la meta. Aunque es verdad que estamos lejos de ello.
EDADISMO Y DESEO

F.R: Cuando se piensa en la sexualidad de la gente mayor, siempre se romantiza, en plan “qué bonito que dos abuelitas se enamoren, se besen y se metan mano”. Se nos exige volver a lo anterior, que es el amor romántico y demás. Me parece que hay un momento en el que el enamoramiento no te lo puedes inventar, pero, sin embargo, la descarga que provoca la sexualidad es tan necesaria como dormir en un momento determinado. Hay mucho prejuicio con los cuerpos envejecidos, es muy excepcional que a la gente le gusten.

Todo está preparado para que seamos parejas y, cuando empiezas a entrar en el tercer acto de la vida, se complica porque el cuerpo empieza a pasar factura. Todas esas grandes orgías que viví —de la misma manera que el hígado te dice, demasiado whisky—, todo eso queda en el cuerpo, hay que administrar la energía de otra manera. Creo que, en esta última etapa, todo lo que tiene que ver con el cuerpo, la sexualidad, la afectividad, tendrá que estar muy en el nido de los cuidados.

De repente, te puede provocar mucha más felicidad una compañía o una conversación que un cuerpo con el que tienes unos instantes de pulsión sexual y punto. Lo ideal son las dos cosas, pero no necesariamente en la misma persona. Así como una puede asistir a un psicólogo, a un orientador o a un grupo político o manada para, entre todas, fortalecer nuestras ideas, debería existir el terapeuta sexual. Alguien, o un grupo de personas, que asistan sexualmente a aquellas personas que querrían sentir y no pueden porque no tienen pareja. O espacios como clubes donde, de forma natural, se puedan solucionar estos estados de soledad sexual en los que estamos las personas por muchas razones.

La sexualidad en la vejez está muy abandonada, hay muchas mujeres solas. Creo que va a tener que haber una solución que sustente los cuidados en grupo. No me refiero solo a lo sexual. Cuando ya los cuerpos están más cansados, el apetito sexual mengua. El capitalismo ha inventado los artificios electrónicos y los juguetes, que no vienen mal. Es más, los ginecólogos a las mujeres cada vez nos recetan más consoladores para estimular la vagina por dentro y que esté sana, por decirlo de alguna manera. Yo a mi madre, cuando cumplió 70 años, le llevé un consolador de regalo y estaba feliz, sus amigas querían todas uno. Hay que desmitificar ciertas cosas.
El COMPROMISO

G: El compromiso se construye en base a la confianza y los años. Ver a una persona en muchas experiencias diferentes y que esa persona se gane tu confianza, desde luego no en base al amor, a la sexualidad, al enamoramiento. Es una cosa racional, probada a lo largo de los años. Esa persona se gana tu confianza, y te comprometes con ella.

D: Creo que el compromiso es con los acuerdos que tengas con las personas con las que interactúas. En la medida en la que el compromiso con esos acuerdos se mantiene, la otra persona se siente segura y a partir de ahí se crea esa confianza y ese vínculo fuerte de saber que esa persona va a estar ahí, que no te va a fallar.

F.R.: Yo creo que el compromiso es la suma de la experiencia acumulada en un grupo, un vínculo, una causa: la experiencia marca, el tiempo vivido, el tiempo acompañado. Yo me puedo comprometer con determinadas cosas racionalmente, pero eso es racional, lo que me lleva a confiar es el día a día, la suma de pequeñas victorias juntos, de pequeñas derrotas, el camino recorrido al final.