Crónicas del siglo 21 (Parte 32). Repercusiones en Chile de la oleada de rebeliones que tumbaron gobiernos

El capital parece haber optado por la línea de centro, esto es, el gobiernismo de la Concertación, aunque nunca abandona las otras posibilidades, ya que no necesita para nada a la izquierda reformista, bastándole con la socialdemocracia para mantener cierto orden, y sólo abrirá espacios para escuchar a los reformistas si éstos sirven para organizar población subordinada que ande hacia allí si se lo mandan, que se pare cuando se lo digan y camine hacia el otro lado si lo ordena la jefatura o comité central tal o cual. Una vez demostrando que pueden controlar un sector de población y que pueden por ello entrar a la mesa de los negociadores y depredadores de las estructuras administrativas sin afectarlas, se les abrirán las anchas alamedas.
El pequeño problema de las fórmulas tradicionales de la izquierda reformista es que en Chile la gente no se traga el cuento, no se inscriben en los registros electorales alrededor de dos millones y medio de personas y se abstienen, votan nulo o blanco alrededor de dos millones, por lo que es hacia allí que deben avanzar las estrategias y los blindados del reformismo destinados a ganar puntos para que los acepte el sistema. Y es justamente allí donde proliferan las corrientes miristas, anarquistas, rodriguistas, lautaristas, autónomas, etc. y por eso se hace necesario tender puentes hacia ellos como punta de entrada o efectivación del espacio donde sembrar y arrojar el anzuelo que producirá como resultado estratégico la adscripción de las masas al proyecto “socialista” de las vanguardias y tal.



¿Qué sucede en Chile?

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18.Nov.04

Jaime Yovanovic (Profesor J)

Este viernes se inaugura la magna reunión de los presidentes de los estados que controlan los territorios que miran al océano Pacífico, nombre absolutamente inadecuado para el terreno de los ensayos atómicos que aniquilaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y otros ejemplos más.

Durante estos últimos años hemos asistido a una serie de movidas de readecuaciones geopolíticas por parte del imperio cuyas tropas son dirigidas por su comandancia agrupada en torno al aparato del estado de USA, eje de articulación del resto de las personas, medios y dinámicas del capital a nivel planetario, medianas o pequeñas partes que despiertan el apetido de los reformistas que siguen con la vieja ilusión de atraer algunos de esos “capitales locales” o al menos “empresarios nacionales” a prácticas opositoras al hegemonismo yanqui reeditando los fenecidos (ya no tanto) frentes populares de la pos guerra.

El reordenamiento del control planetario, después de haber lanzado fuertes ofensivas sobre nuestro continente de Abya Yala-Pacha-Mapu, se ha concentrado en la región oriental: oriente medio y áreas del Pacífico. Después de la Revolución Cubana, diversas luchas amenazaron la estabilidad del orden social continental y los pueblos avanzaron por diferentes vías hacia procesos de acumulación de fuerzas que podían tener potencial estratégico para modificar las relaciones de poder. La oleada de golpes militares y la acción de la Alianza para el Progreso y las estrategias contrainsurgentes consiguen frenar los avances y otorgar cierto respiro. Pero muy luego, en los 90, por diferentes lugares nuevamente avanzan los pueblos de esta región derribando gobiernos, ocupando territorios, bloqueando carreteras, etc, con lo que se hacía necesario una nueva modalidad de contención, que ya no podía ser la vieja de sacar las jaurías a la calle. El capital decide sacar las castañas del fuego con la mano de la izquierda.

Petras afirma que el viraje de Lula hacia las posturas neoliberales comienza a inicios de la década del 90. Entre los años 94 y 97 el Banco Mundial en sus informes anuales hace énfasis en la participación popular, creación de consejos populares municipales como de salud, educación, etc. y otras formas de engatuzar a la población con visos de democratización, esto es, extensión de las posibilidades políticas de la democracia como ethos envolvente hacia los marginados que se sublevaban. José Genoino, líder de una de las fracciones del PT, llamada casualmente “Democracia Radical” asume esta línea de operaciones “divulgada” por el Banco Mundial, organismo del capital financiero dirigido no precisamente por algún sector progresista, sino por la flor y nata de la intelectualidad capitalista, intelectuales orgánicos de la mejor estirpe, seleccionados a cañón, y sorprende este líder brazo derecho de Lula diciendo que empieza a seguir la línea filosófica-sociológica de Jurgen Habermas, justamente cuando el gobierno alemán pasea al filósofo por el mundo utilizando los Institutos Goethe, instrumentos de penetración ideológica del estado alemán en otros países. Nada es casual, tampoco el hecho de que Genoino haya sido el único sobreviviente de la guerrilla de Araguaya y su partido de la época PCdoB lo haya señalado como soplón.

Tampoco era posible aceptar las ambiciones de Menem, que más que ayudar a calmar las convulsionadas aguas argentinas, exacerbaría los ánimos. Manejar ánimos es buena estrategia, el modelado de los estados de conciencia a partir de voladores de luces. De modo que fue escogido uno de la izquierda peronista moderada, Kirchner, fiel al legado de Perón, mañoso en el uso de la simbología y el lenguaje populista, firme baluarte de la defensa del capitalismo y muy bien dispuesto a enamorar y hacer cositas malas con la izquierda reformista argentina, que no esperaba más que el salvavidas para sumarse alegremente a las instituciones desde las cuales ordenar el “avance hacia el socialismo” amenzado por esas multitudes horrorosas llenas de piqueteros, MTDs, asambleas, colectivos autónomos, búsquedas, sueños, etc. donde, nuevamente según Petras, los partidos se quedaron debajo de la cama y la gente parecía empezar a hablar por sí misma desde diferentes lados.

El bloque estaba armado. Hans Dieterich, el intelectual tanque de la izquierda argentina ligado al empresariado del Partido Comunista de ese país, partido que se había negado a luchar contra la dictadura aduciendo pretextos, se lanza en picada (Dieterich, no el PC, aunque también los camaradas lo hacen igualito) a imaginar el Mercosur como el camino de la liberación continental escribiendo payasadas tales como “el Mercosur Revolucionario” y similares.

La idea del capital, expresada en ese cuento de la participación democrática divulgado por el Banco Mundial y una enorme serie de entidades poco confiables, hacía carne en la izquierda reformista, que ni corta ni perezosa recogió la invitación y se lanzó a los brazos amorosos de los empresarios para reeditar el welfare state. Mientras Dieterich y algunos jerarcas del PC se reunían con los peronistas para delimitar acuerdos de matrimonio, éstos planificaban la criminalización de la lucha social. Al mismo tiempo varios intelectuales de izquierda mundial se arrojan al mismo río, algunos por ejemplo llegando a proponer que el Mercosur, dirigido por Lula haga una alianza con un hipotético eje París-Berlín-Moscú-Pekín en el cual se podría incluso incorporar a África y en general países del ex Tercer Mundo, todo ello, claro en medio de gritos contra el imperialismo, espacio agitativo del que se espera extraer beneficios en forma de alianzas con sectores de capital nacional o empresarios nacionalistas o al menos partidos que filtren con esos dueños y administradores.

Desde la caida del muro de Berlín, los comunistas andaban de capa caida, con sus principales deestacamentos virados hacia la socialdemocracia, y desde Le Monde Diplomatique, uno de esos especímenes, Ramonet, junto a Bernard Cassens, levantan la idea genial de luchar por la tasa Jobin, o sea, sacarle un impuesto a la circulación del capital internacional, impuesto que sería destinado a paliar el hambre de los pobres, pero claro, distribuido por algunas ONGs, entre las cuales Greenpeace, cuya ex-presidenta, la Susan George, asume la vicepresidencia en Francia del engendro nacido de estas mentes brillantes, Attac, bien llamada de quinta columna del capital, esto es, la mano directa de los capitalistas operando en el campo popular, levantando la defensa del capìtalismo con la idea tan vaga como la de “humanizarlo hasta tener con qué sustituirlo”.
El acuerdo con el PT, ya abiertamente neoliberal, no podía esperar. En Francia, especificamente en un café de París, se reunen los enviados de Lula con Ramonet y Cassen para darle forma al primer Foro Social Mundial de Porto Alegre, un Forro. Allí se pondría en práctica la astucia de invitar a todo el mundo, pero la comisión organizadora divulgaría las ideas de Attac al interior y a posteriori del evento. Se consiguió la plata para eso y la Fundación Ford, muy de acuerdo con las propuestas del Banco Mundial de democratizar el estado, digamos humanizar, destina caudalosos fondos para asegurar el éxito de la “progresista” convocatoria de Porto Alegre. Ya es conocida la triste y desvergonzada historia de que ese Forro sólo sirvió para catapultar la elección de Lula, mientras el Forro chileno es utilizado para catapultar la candidatura de Tomás Moulian al calor de las batallas anti-Apec. Todo bien cocinado, hay que esperar que no se queme el pan en la puerta del horno.

Luego tocó el turno a Bolivia, donde la lucha de los cocaleros y de la Coordinadora del Agua de Cochabamba ponían de relieve las viajes reivindicaciones originarias que se agitan por todos lados. Evo Morales comenzó humildemente organizando a los campesinos de la coca en el Chapare y llegó a contar con un verdadero ejército de varios miles de aguerridos luchadores sociales capaces de cortar carreteras y enfrentar a las tropas con armamento casero. El ejemplo cundía, hasta que fue sacado Goni y asumió Mesa, allí Evo cambia radicalmente y se entrega a las instituciones de manera descarada con la espectativa de ser el próximo presidente y sumarse al eje Lula-Kirchner. Estos dos, sin un pelo de tontos, dan palmadas en la espalda del líder cocalero y dan todo el apoyo al gobierno Mesa, manteniendo Evo la lucha solamente en el plano de la crítica y de las marchas, para no perder espacio “contestatario”, claro. Así aparece como interlocutor ante Mesa, puede negociar mejor, obviamente, y puede hacer el rol que Lula hizo de amarillo conciliando la lucha entre los trabajadores metalúrgicos con las empresas automotrices del ABC Paulista, actividad que dejó satisfecho al empresariado. Como de casualidad acaba de firmarse con honores un acuerdo entre el gobierno y los cocaleros, acuerdo que pone fin a las batallas y restablece, alivio general, la paz social de la convención y de la racionalidad instrumental. Es claro que en alguna cosa ayudaron los 7 aviones que Chávez regaló al ejército y sus anhelos de bañarse en mar boliviano, así con palmaditas en los hombros y aún aviones, se teje la red de pueblos cautivos a los tejemanejes por arriba.

Cuando se reunieron los presidentes hispanos en El Cusco, ese mismo día el magnate mexicano dueño de las principales empresas televisivas y otras, convocó en secreto (hasta que abrieron casualmente la noticia el día de la inauguración del encuentro de presidentes) en su país a los más importantes propietarios del continente para diseñar ideas sobre integración continental, o sea, a nosotros no nos dejan fuera, parecen gritar, pero también es Fox que mueve los palillos para evitar que el eje de la integración se quede en Lula-Kirchner-Chávez (hoy Lula-Kirchner-Chávez-Tavaré-Evo), ya que por ahí hay aceptación de que Cuba participe también de la red empresarial y comercial. Pero como las aguas parecen estarse aquietando, justamente por el fino trabajo de la izquierda que ha traido a los revoltosos a las ordenadas filas de la disciplina electoral, hoy los yanquis no se van a hacer más problema con las relaciones de Cuba con el empresariado, en tanto los empresarios efectivamente cuenten con la población aquietada, de otro modo no hay trato. Ya en Venezuela el asunto se va institucionalizando y sólo queda segurar que no se desarrolle la autonomía de las organizaciones sociales, que sigan al gran jefe y nada más, y en Colombia ya se ha acabado el fantasma de la invasión, etc, todo aquello que hacía temblar a las izquierdas que agitaban el cuento del lobo. Que viene el yanqui, que viene el yanqui, pero nunca llegó, total si se ha conseguido el objetivo, ya no hay para qué invadir, las izquierdas se han portado bien, sigan así, niños.

En Chile, con eso de la reunión de la Apec, la izquierda electoral vió la gran oportunidad de hacer como que hay lucha para marcar presencia, atraer a los destacamentos de izquierda revolucionaria, autónomos y anarquistas a que hagan actividades llamativas, los lleven presos, en fin, mientras ellos dicen a los cuatro vientos que no hay que llevar mochilas para no provocar, para que la represión no piense que hay alguna cosa dentro de ellas, o sea, empujar al resto a quemarse las pestañas mientras ellos hacen su examen de buena conducta. Estategia fina, Lenin debe aplaudir a rabiar desde su tumba.
En Valparaíso, además de llamar sólo a “marchar” y otras gracias hicieron la simpatía de incluir en el afiche oficial una convocatoria a un acto de la Juventud Comunista, sin decirlo, firmado por la Coordinadora Antimperialista sin que dicha coordinadora se enterara, de modo que aparece como una actividad convocada de conjunto. Pillerías viejas que sorprenden a los pajaritos nuevos, que dentro de algunos años podrán decir que aprendieron que trabajar con los amigos del capital es un tanto desanimador.

El capital parece haber optado por la línea de centro, esto es, el gobiernismo de la Concertación, aunque nunca abandona las otras posibilidades, ya que no necesita para nada a la izquierda reformista, bastándole con la socialdemocracia para mantener cierto orden, y sólo abrirá espacios para escuchar a los reformistas si éstos sirven para organizar población subordinada que ande hacia allí si se lo mandan, que se pare cuando se lo digan y camine hacia el otro lado si lo ordena la jefatura o comité central tal o cual. Una vez demostrando que pueden controlar un sector de población y que pueden por ello entrar a la mesa de los negociadores y depredadores de las estructuras administrativas sin afectarlas, se les abrirán las anchas alamedas.

El pequeño problema de las fórmulas tradicionales de la izquierda reformista es que en Chile la gente no se traga el cuento, no se inscriben en los registros electorales alrededor de dos millones y medio de personas y se abstienen, votan nulo o blanco alrededor de dos millones, por lo que es hacia allí que deben avanzar las estrategias y los blindados del reformismo destinados a ganar puntos para que los acepte el sistema. Y es justamente allí donde proliferan las corrientes miristas, anarquistas, rodriguistas, lautaristas, autónomas, etc. y por eso se hace necesario tender puentes hacia ellos como punta de entrada o efectivación del espacio donde sembrar y arrojar el anzuelo que producirá como resultado estratégico la adscripción de las masas al proyecto “socialista” de las vanguardias y tal.

Más fácil resulta con los rodriguistas, de modo que hacia ellos van los primeros sondeos y acuerdos, en especial para que ellos hagan el trabajo de relaciones y conversaciones con los otros grupos apoyándose en criterios de identidad ideológica. Así avanzan las redes de las alianzas y encuentros, penetrando hacia lo social en busca del vellocino de oro, mientras los ideólogos del capital verifican si se cumplen o no los objetivos trazados, a saber, que las redes izquierdistas capturen el máximo de población posible y la traigan al ejercicio de la ciudadanía. En especial si es en esos territorios sociales donde surgen propuestas alternativas reales basadas en la autonomía y la autogestión.

Eso ya se ha verificado en Argentina y en Bolivia, donde los frentepopulistas invitan a otros destacamentos para hacer “unidad” y van deshaciendo las redes autónomas o el potencial de desarrollo protagonista de localidades. Aunque se verifica siempre. La policía acepta a los que andan de buenitos y apalea a los que se salen de la línea. Para ello no se necesitan acuerdos tácitos, están implícitos, y se les nota.

En estos territorios se asiste hace ya algún tiempo a una notable expansión y multiplicación de iniciativas, sean grupales o dinámicas, que poco o nada tienen que ver con los afanes de los pescadores de aguas revueltas, gente, en especial jóvenes, que lentamente, con envidiable sabiduría, constituyen colectivos autónomos con un creciente potencial de creación, sea cultural, artística, metodológica, pedagógica o aún filosófica. Esa corriente tiende a crecer en el territorio social de los que no participan en el circo electoral y presenta tres grandes vertientes, por una parte los de base marxista, algunos libertarios pero otros de extracción leninista, destacándose entre ellos los que provienen del mirismo, algunos rodriguistas y algunos lautarinos, así como otros orígenes, y muchos de todos ellos se presentan como guevaristas, algunos tienden a reconocer un eje homogeneo de comprensión, interpretación, diagnóstico y trabajo social, sea en una especie de orgánica global o proyecto común a lo largo del territorio, con lo que su autonomía aparece hipotecada y se debe dar aún un largo debate acompañado de prácticas y análisis de las prácticas de otros. Existe en este campo una fuerte tradición de espíritu de secta y vanguardismo, o sea, se valora, por ejemplo, más el marco ideológico que la construcción concreta, bastando a veces que exista un colectivo de afinidad aunque no tenga expresión social, con lo que se asemejan a los partidos. Algunos de ellos dicen claramente que el objetivo es llegar a construir el partido proletario.

En segundo lugar estań los colectivos anarquistas, de sorprendente crecimiento en escuelas y facultades, así como en barrios en la forma de colectivos, centros culturales y similares. Entre ellos vemos expresiones diversas como bakuninistas, anarcosindicalistas, punks, anarcopunks y ultimamente skinheads, pops, etc. Algunos entienden y practican el concepto de autonomía, pero otros simplemente lo instrumentalizan en función de reclutar para su corriente anarquista. La presencia cercana a ellos de grupos hardcore, rastas, autónomos, situacionistas, etc, hace aparecer la corriente más amplia de lo que es.

Por último están los autónomos, en menor proporción comparados con los dos anteriores, pero en lugares son más. Van detrás de los conceptos y las prácticas de la autonomía, la rebeldía, la horizontalidad, el anti-autoritarismo, etc. y no quieren definirse ideologicamente, aunque hay gran simpatía hacia el zapatismo y la lucha del pueblo mapuche. Son los que tienen las mejores condiciones de acceder a la población, justamente por la ausencia de la limitación ideológica o de la guía para la acción, o también porque se gestan como colectivo en su propio barrio.

Estos tres sectores están creciendo a ojos vista. Las luchas por la libertad de los presos políticos, incluyendo los mapuche, han permitido una aproximación práctica muy importante, pero que debe ser superada rapidamente, so pena de quedar reiterativa y aislada, apenas como foco irradiador y persistente que espera atraer gente. Las batallas contra la Apec han sido contempladas con el mismo criterio que las luchas por los presos, es decir, a la calle, a las barricadas, manifestaciones fuertes en presencia, combatividad, acciones y resultados. Y es allí justamente donde se ha introducido el reformismo disfrazado de autónomo y rebelde, adecuando el lenguaje y la sonrisa para aumentar la presencia en el sector en función de objetivos distintos, como hemos analizado más arriba.

El campo autónomo y libertario ha caido en el error de querer jugar en el mismo terreno del reformismo, como que los espacios fuesen similares, cuando en realidad no hay nada a competir ni público a conquistar, ni en las universidades, pues se pueden conformar cientos de colectivos de afinidad inoperantes, por más que salgan a levantar barricadas, pero lo que no se puede negar es la construcción social, que permanece en el tiempo haciendo vida, donde la discusión intelectual pierde el sentido y surgen otros sentidos, surge el brote y la esperanza del ser social emancipador, única garantía de futuro.

Sin ninguna duda las batallas contra la Apec representan una nueva situación de las luchas sociales en Chile, nuevas posibilidades que se abren, que obviamente no podrán quedarse en los ecos de los acontecimientos, sino que tendrán que ser nutrientes de la continuidad de la lucha en otras modalidades, y esa continuidad sólo podrá darse si se piensa en algunas condiciones:

1.Está visto que no se puede trabajar con el reformismo. Que la mona, aunque se vista de seda, mona se queda. Hay que delimitar aguas y no competir espacios ni propagandas. Hay que hacer más que discutir, mostrar más que decir, sin buscar gente, sin llamarla, que vean lo que se hace.
2.No hay que trabajar más en el centro de las ciudades, sino descentralizar, llevar las batallas a los barrios, olvidar el aspecto mediático de las luchas para priorizar por su carácter constructivo. No hay que olvidar que la crítica se hace con la palabra o con la acción, pero continua siendo una opinión, otra cosa es construir una nueva sociedad.
3.Ello podrá asegurarse si de inmediato, antes, durante y acabada la Apec, junto al llamado y al balance de las luchas, se hace una convocatoria general a dirigirse a los barrios a practicar la autoorganización social, a divulgar la idea, a apoyar los procesos en esa dirección.

Profesor J

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