Los incendios queman la careta de país serio
Bolpress
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6 septiembre, 2019
Boya.news.- Los incendios forestales que persisten en la Chiquitanía cruceña han puesto en evidencia y hasta agravado un estado de desorden que parece ser normal en Bolivia: muchos vieron venir el fuego desde las primeras chispas hace un mes, pero casi nadie reaccionó oportuna ni eficazmente; los gobiernos nacional y regionales dedicaron más tiempo a discutir si la situación daba para declarar desastre que a coordinar y sumar acciones; unos justificaron y otros condenaron los chaqueos o quemas controladas con fines agrícolas, y la campaña electoral, que nunca se detuvo del todo, hizo del desastre una oportunidad proselitista.
Desde que se detectaron los primeros indicios de un brote peligroso de incendios pasaron casi tres semanas hasta que la Gobernación de Santa Cruz declaró el estado de desastre departamental que reclamaban varios municipios afectados. Entonces, 18 de agosto, ya había casi medio millón de hectáreas quemadas. Y transcurrieron casi otras tres semanas hasta que el gobernador cruceño, Rubén Costas, promulgó este jueves 5 de septiembre una ley regional de pausa ambiental, que pone sello cruceño a una decisión anunciada antes por el presidente Evo Morales.
El Gobierno nacional, que en teoría dispone de los mismos e incluso mejores sistemas de vigilancia ambiental que la gobernación cruceña, pareció esperar confiadamente que el fuego no llegaría a mayores y solo comenzó a actuar cuando Morales visitó la zona el 19 de agosto, declarando entonces que los incendios en el área de Roboré estaban en gran parte apagados.
No era tan fácil
Un mes después de las primeras señales, el Gobierno dice tener el mando de la operación sin precedentes -por el tamaño de los recursos humanos y técnicos desplegados- contra los incendios, pero la gobernación cruceña sigue actuando por su cuenta y reclamando que La Paz declare desastre nacional.
Cada lado divulga sus propias cifras sobre la magnitud del desastre chiquitano, con el Gobierno estancado en 800.000 hectáreas y deslizando cifras más altas nunca confirmadas formalmente, y la gobernación cruceña dando en todo momento números mayores, hasta decir este jueves que los incendios en bosques y pastizales orientales habían devorado 1,7 millones de hectáreas en el último mes.
Algunas organizaciones no gubernamentales terminaron agravando el caos informativo con reportes variados del tamaño de los incendios, en los que con frecuencia se confundían los datos exclusivos del agosto de fuego en la Chiquitanía con los de todo Santa Cruz y, para colmo, con los de toda Bolivia en lo que va del año.
No sólo es un caos de cifras. El Gobierno dijo enfáticamente en la semana del 19 de agosto que tenía recursos económicos, técnicos y humanos suficientes y que no consideraba necesaria la ayuda internacional para enfrentar los incendios, descartando por ello la declaración de desastre. Y terminó recibiendo, sin decreto de desastre, primero una veintena de bomberos del norte argentino gestionados por la gobernación de Tarija, luego dos helicópteros prestados por Perú con tripulación incluida, después una variedad de ayuda financiera y técnica de varios países y organismos internacionales, hasta rematar con los 204 “cascos blancos” o militares especialistas en combatir incendios enviados por Argentina, que comenzaron a llegar este jueves.
Todo en campaña
El presidente-candidato Morales, que busca una tercera reelección, y sus dos principales rivales Carlos Mesa y Oscar Ortiz declararon, a causa de los incendios, sendas pausas en sus campañas hacia los comicios generales del 20 de octubre, pero en los hechos el proselitismo nunca cesó.
Morales se mostró casi a diario en las dos últimas semanas dirigiendo personalmente las operaciones antiincendios y hasta con overol azul -color de su partido el MAS- echando agua en medio del bosque humeante. Llevó a la zona de los incendios no solo el liderazgo de las operaciones sino también ayuda humanitaria para los afectados, a quienes ofreció además proyectos de agua potable, riego y viviendas, entre otros.
Con su campaña todavía oficialmente en suspenso, Morales reanudó esta semana su programa de entregas de obras en varios departamentos, en las que volvía a quedar difusa la separación entre gestión gubernamental y proselitismo. Este jueves, en la entrega de la doble vía Caracollo-Confital, el mandatario habló de algunos de sus planes para el período 2020-2025 y un líder agrario regional, Trifón Canaviri, de la provincia Tapacarí de Cochabamba, no dudó en lanzar una proclama electoral. “Esta magna tarea que tenemos los dirigentes regionales y provinciales de la región andina de Cochabamba es demostrar 100 por ciento el día 20 de octubre nuestro apoyo al presidente Evo Morales”, dijo.
Los opositores no se quedaron atrás. Después de tomarse fotografías en la zona de los incendios el 20 de agosto, Mesa se encargó de denunciar repetidamente que el principal culpable de los incendios era Morales y achacó también alguna responsabilidad al senador Ortiz. Este último denunció la supuesta responsabilidad de Mesa en los incendios de 2004, aún más graves que los actuales, e hizo campaña de recolección de ayuda para los afectados por el fuego, que entregó a la gobernación cruceña y no al Gobierno nacional.
El cáncer…
El cáncer ganó espacio en los medios este jueves, con la promulgación de una Ley del Cáncer largamente reclamada por enfermos y sus familiares. Morales hizo allí anuncios de importantes proyectos de infraestructura, incluso medicina nuclear, y dio un toque personal al acto confesando que se sentía “abandonado” por los sectores que, como los enfermos de cáncer, pueden ser beneficiados con algunas medidas pero no salen en defensa del Gobierno frente a grupos opositores o críticos, como los colegios médicos que ahora aceptan dialogar pero continúan una larga huelga contra la política oficial de salud desafiando inclusive una sentencia del Tribunal Constitucional.
Y al final del día, Morales confirmó que este viernes viajará a Colombia, a una cumbre de emergencia de los países amazónicos que tratará el desastre de los incendios forestales.