Crónicas del siglo 21 (Parte 43). El autogobierno de la multitud, un mundo posestatal

“Anticapitalista, con democracia de base y unidad, con respeto de la historia y autonomía de las organizaciones, confianza política y combatividad ante las injusticias”.
“Perdimos, no pudimos hacer la revolución. Pero tuvimos, tenemos, tendremos razón de intentarlo. Y ganaremos cada vez que un joven sepa que no todo se compra, ni se vende y sienta ganas de querer cambiar el mundo.”
“La imaginación es naturalmente ya una praxis”.
“Kirchner transa y transa / Y en la esperanza / Prepara la matanza. […] “Que se vayan todos” es la consigna clave / ¿De qué lado estaban Kirchner y Duhalde el 19 y 20?… / Del lado de los criminales. […] Los que planearon la masacre en el Puente Pueyrredón, como segunda opción nos metieron elecciones / Pero el Fondo Monetario sigue reclamando que la corten con los piqueteros / Con las empresas con control obrero, asambleas vecinales”.



AuTogobierno: un Mundo PosEstatal
https://clajadep.lahaine.org/?p=4099
03.Mar.05

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico
http://www.colectivonph.com.ar
correo@colectivonph.com.ar

La mercancía es el mejor ejército del capital …
Los capitalistas compran tierras y tecnología, bancos y comercios, fábricas y hombres, bosques y pozos petroleros, agua y animales. Endeudan economías y ejecutan genocidios. Su sirviente es el estado que garantiza el robo del trabajo ajeno y el castigo a los rebeldes; y su verdugo silencioso, el desempleo que provocan. Sólo la auto-nomía antimercantil de la multitud, como ley propia del común, como institución de la potencia constituyente del poder hacer, podrá barrer, con un cambio social de raíz, a los empresarios y sus políticos. En una sociedad anticapitalista el dinero sería papel pintado, el estado una pieza de museo y el trabajo por una paga parte de la prehistoria de los mortales. Tornando inservibles, como formas del poder, a los lingotes de oro y títulos de propiedad, bonos y monedas, estados y constituciones. La imposibilidad de poder acumular toda la riqueza de la creatividad de la especie humana es la verdadera medida de la pobreza improductiva del capital. La excedencia del trabajo es la enfermedad que socava su dominio. La lucha organizada de la energía vital que les sobra a los patrones es el remedio anticapitalista, de los más, para combatir a los menos. Bienaventurada la multitud; porque cuando termine con la mercancía, de ella será, el reino de la libertad y de la abundancia en la tierra.

El autogobierno de la multitud.

“Anticapitalista, con democracia de base y unidad, con respeto de la historia y autonomía
de las organizaciones, confianza política y combatividad ante las injusticias”.
Frente Popular, difusor de las ideas del Frente Popular Darío
Santillán, diciembre 2004. Caracterización del espacio surgido
en el Primer plenario, 20/11/04.

“Perdimos, no pudimos hacer la revolución. Pero tuvimos, tenemos, tendremos
razón de intentarlo. Y ganaremos cada vez que un joven sepa que no todo se
compra, ni se vende y sienta ganas de querer cambiar el mundo.”
Envar El Kadri.

“La imaginación es naturalmente ya una praxis”.
Giorgio Agamben.

“Kirchner transa y transa / Y en la esperanza / Prepara la matanza. […] “Que se vayan todos” es la consigna clave / ¿De qué lado estaban Kirchner y Duhalde el 19 y 20?… / Del lado de los criminales. […] Los que planearon la masacre en el Puente Pueyrredón, como segunda opción nos metieron elecciones / Pero el Fondo Monetario sigue reclamando que la corten con los piqueteros / Con las empresas con control obrero, asambleas vecinales”.
Sr. Esperanza, Las Manos de Filippi.

Itinerario:

1) Demodura y dictacracia.
2) El capitalismo como genocidio de la excedencia.
3) El laboratorio Telefónico.
4) Autogobierno: un mundo posestatal.

A los presos corrientes producto del hambre patronal y la represión estatal. A los presos políticos del gobierno kirchnerista; una presidencia que encarcela el excedente humano que lucha y le sobra a los empresarios. A los cautivos comunes y de conciencia, a unos y otros en el mundo entero, reclusos sociales del capitalismo.

4) Autogobierno: un mundo posestatal.

Primicia para Indymedia,
kaos [en-la] red, y Clajadep-La Haine.

“El estómago que nos guía es el del cuerpo social. El ruido de nuestros
estómagos es la nueva música contemporánea”.
Movimiento Etcétera, 19/12/04.

[…] “preservar lo que es la independencia de clase, uno de los principios históricos del movimiento popular, por eso lo de autónomo, tratar de mantener la autonomía, la independencia política frente a los partidos, frente a las instituciones gubernamentales, frente a las organizaciones no gubernamentales (O.N.G.’s). […] esa consigna que siempre esta presente de romper la fragmentación, empezar a unir lo disperso empezar a crear vínculos de coordinación con las organizaciones hoy existentes”.
1º Encuentro de Organizaciones Barriales Autónomas
de Montevideo, 12/12/04.

“Ni policías ni funcionarios”.
Vecinos por la Memoria.

“La horizontalidad es necesaria, pero no la hallamos ni la descubrimos debajo de una gran piedra, no nos la dona nadie, no la encontramos en ningún tomo o capítulo, la debemos construir. La horizontalidad es siempre un horizonte. Jamás es el estado de cosas desde el cual se parte, sino la frontera de toda construcción colectiva, una posibilidad. Lo cual hace a la empresa horizontal doblemente difícil. No se trata solamente de llegar a la horizontalidad, sino de llegar horizontalmente, o al menos tendiendo hacia ella”.
Colectivo de Trabajo + Estudiantes Independientes, Noviembre de 2003.

“¡Que se Vayan Todos! ¡¡¡TODOS!!! Basta de Represión y Muerte”.
Bandera en Plaza de Mayo, 20/12/04.

“Decimos: Que poseemos un enemigo en común: el sistema capitalista. Que el sistema manifiesta su dominación a través de múltiples dispositivos, principalmente el Estado y sus leyes, favoreciendo a los sectores dominantes, así como a través de distintas instituciones estatales y no estatales: iglesias, ONGs, medios masivos de comunicación y el sistema educativo. (…) apuntando en definitiva a un genocidio programado y progresivo, superior a los hoy conocidos. (…) No buscamos una reforma, sino un cambio de fondo. Creemos que con la lucha y la solidaridad estaremos armando el camino de la unión y la alternativa. Tenemos el poder de construir ese poder, en nuestras manos, en nuestras tradiciones y en nuestras acciones, con el pasado, el presente y lo futuro actuando juntos”.
Declaración del II Encuentro Nacional de Organizaciones Indígenas, Campesinas y del Campo Popular. El Bolsón, 30 de enero de 2005.

“No queremos ser obreros. No queremos tener patrones. No queremos ser patrones”.
UST de Mendoza. Unión de trabajadores rurales Sin Tierra.

I.- Espontaneidad y organización.

En la Argentina, el 19 de diciembre de 2001, millones de anónimos que nunca habían cruzado palabra saltaban de sus asientos y salían a juntarse en las calles. En el espacio público, al poco tiempo, ya se autodefinían como asambleístas. La carne y el cerebro de la multitud ya no querían ser ciudadano ni estado, sino asambleísta y poder constituyente. Los vecinos no se conocían, sin embargo, sin previos acuerdos para articular un nuevo poder social en gestación difuminado por todo el territorio urbano, al unísono, las asambleas emergían como hongos después de la tormenta desatada por la represión bajo el estado de sitio decretado por De la Rúa. Tres años después, cuando la progresía la daba por muerta, tras la masacre en el boliche República de Cromañón, la autoconvocatoria y la autoorganización de la multitud decía una vez mas: ¡Presente!

Nuevamente, como en el 2001, para enfrentarse al poder nadie la había acaudillado. ¿Qué había pasado? ¿No había ganado apenas en el 2003 su reelección Aníbal Ibarra sepultando el QSVT? ¿No era la Capital Federal un territorio complaciente y amigo, del amigo, de Kirchner? ¿No eran todos los porteños de “clase media” y conformistas? ¿No era que se había acabado el Que Se Vayan Todos que no quede ni uno solo?

:: Si para edificar un nuevo imaginario, que ponga en acto y palabra, que oriente comúnmente un nuevo vínculo colectivo fuera imprescindible frecuentarse previamente, entonces, no existiría la posibilidad de las explosiones no programadas, las rebeliones implanificables, las insurrecciones espontáneas, las asambleas autoconvocadas, y las revoluciones sociales.

El capital resulta sólo una de las caras del vínculo social dominante; al asesinar sumariamente a la multitud como en Cromañón, que es la otra cara de la moneda mercantil, fue el responsable de reactivar el descontento. Por lo visto, el estado y los empresarios son bien productivos para motorizar los cambios políticos. Su corrupción, su impunidad y sobre todo su función lucrativa a cualquier costo, deja al descubierto, cada vez mas seguido, un amplio abanico de posibilidades para que las crisis antisistémicas broten en el momento que menos se imaginan y de la manera menos pensada. Esa antagonía ante el latrocinio permanente de la vida, que acumula agravios hasta que explota, resultó el llamado invisible que volvió a reunir a los convocados.

Al margen de los que hacen de su militancia social el sentido político de su existencia, y que siempre son una entrañable minoría necesaria; a lo largo de la vida ¿Quién frecuenta a muchas mas personas que a su familia y amigos, los compañeros de trabajo y estudio, a lo sumo a sus vecinos mas cercanos, lo mas próximos, su prójimo? Para peor, el posfordismo amplió como nunca la producción de plusvalor en soledad. Son aquellos hacedores que producen para la sociedad del capital y tienen un autoempleo de cualquier tipo. Y de otros, y otras, que tienen compañía pero sin ninguna forma de trabajo remunerado. Como los que se dedican al crecimiento y cuidado de otros seres humanos, el arte grupal, y la pedagogía popular.

Si para edificar un nuevo imaginario, que ponga en acto y palabra, que oriente comúnmente un nuevo vínculo colectivo fuera imprescindible frecuentarse previamente, entonces, no existiría la posibilidad de las explosiones no programadas, las rebeliones implanificables, las insurrecciones espontáneas, las asambleas autoconvocadas, y las revoluciones sociales. En cada rebelión (el 19 y 20 contra De la Rúa, el 29 de diciembre de 2001 contra Rodríguez Saá, y el 30 de diciembre de 2004 contra Ibarra y Chabán) sólo hizo falta que los participantes se [re]-conocieran en su prójimo como víctimas del poder y como potencia del hacer, para comenzar una nueva construcción política de la vida. Una bio-política de la multitud contra el bio-poder del capital-parlamentario.

:: El asambleísmo constituyente no es un espacio social donde se recree la división entre hombre económico y hombre político. Donde el individuo social sea un productor de mercancías por dinero que trabaja de día, y se transforma en un sujeto que se dirige extenuado por las noches a crear la política asamblearia. De ser así, basta comprobar como la necesidad de venderse para vivir fue el enemigo mas poderoso para vaciar asambleas.

Cuando irrumpe una práctica multitudinaria no existen deliberaciones previas entre sus protagonistas, pero si acuerdos implícitos. Con una análoga autoorientación política que gana el espacio público como fábrica social de plusvalor y antagonía de clase; no se necesitan, formas delegativas de funcionamiento, que consensúen previamente, la voluntad puesta en marcha. Nada es más potente que el nuevo desorden, y nada es más ordenado, que una forma organizada de autogobierno. El propio caos de las asambleas, que lejos están de ser integrados por angélicos participantes, es apenas la tempestad en la superficie. Lo que no se ve son las grietas de la placa geológica del imaginario capitalista que se está resquebrajando. Las prácticas autoconvocadas en la superficie retroalimentan, como una marea que va socavando las costas capitalistas, la ruptura de la placa tectónica que cementa la sociedad. Cuando se termina de quebrar aparece el maremoto, mas o menos inesperado, que colapsa al poder constituido del estado. Si se lo vence se separan los continentes, se hunde el capital, y emerge victorioso el trabajo. Sino, se reacomoda el suelo de la mercancía una vez que pasó el tsunami contra el poder. Mientras tanto, sus ejercicios previos sirven de escuela para la multitud, prefigurando, las futuras instituciones del poder autónomo del hacer.

No hay una dialéctica insuperable entre espontaneidad y organización de la multitud. Entre inexperiencia y amistad. No se le puede reclamar a los que irrumpen que antes se hayan conocido y querido para poder actuar. En cambio, resulta vital que aquellos y aquellas que transitan hace un tiempo caminos similares, se conozcan, afiancen sus vínculos fraternos, y se unan. No hay dicotomía entre insurrección y contrapoder, ambos, se necesitan para poder vencer.

Las redes productivas, reproductivas y de consumo, de las que succiona su energía el capital, han sido creadas por una multiplicidad de hacedores de la vida. Sólo resta que se hagan de ellas de manera completa para comenzar con una nueva vida. Cambiando, de ser necesario, el sentido de la técnica capitalista; pero disfrutando de cada adelanto tecnológico considerado liberador del trabajo como yugo. Vida + tecnología, empleo de la existencia sin capital; trabajo vivo + trabajo muerto; pasado y presente; red y asamblea.

La asamblea tiene un registro físico en el cuerpo a cuerpo de sus participantes, y otro de modo virtual por vía telemática. Cuando se edifica un poder constituyente con una perspectiva anticapitalista, antiestatal y antilucrativa, en diferentes puntos de una provincia, país y aún del planeta, los acuerdos se están produciendo y reproduciendo simultáneamente. Aunque nunca antes los actores sociales se hayan cruzado en sus vidas, millones, están participando de una causa común desde cada singular rincón del universo. Los nodos ya existen, la red de redes está puesta en marcha, su interconexión con sentido antimercantil, sólo depende, de la voluntad de la multitud antagonizando irreductiblemente al capital, para así, lograr, su emancipación universal.

El asambleísmo constituyente no es un espacio social donde se recree la división entre hombre económico y hombre político. Donde el individuo social sea un productor de mercancías por dinero que trabaja de día, y se transforma en un sujeto que se dirige extenuado por las noches a crear la política asamblearia. De ser así, basta comprobar como la necesidad de venderse para vivir fue el enemigo mas poderoso para vaciar asambleas. Sin funcionamiento en simultáneo de lo económico, lo social y lo político, estaríamos sustituyendo la democracia representativa, por otra, mas o menos participativa. Donde, como siempre, actuarán los mas conscientes, aquellos a los que le sobra el tiempo y los que viven del tiempo ajeno; por consiguiente, una minoría. Tiempo libre y tiempo político necesita integrarse en el nuevo tiempo social, del ocio y del hacer, de la multitud.

Si se continúa persiguiendo la mercancía en cualesquiera de sus variantes, con economías cooperativas, ecológicas y solidarias, la democracia directa no dejará de ser mas que una ficción. No alcanza con despedir al patrón de la fábrica. Donde no queda abolida la mercancía fuerza de trabajo de manera social, por mas buenas intenciones que tenga la autogestión insular de sus participantes; el salario, el mercado, la moneda y cualquier variante de democracia delegativa como forma política de la mercancía, seguirá gobernando la vida de los asambleístas.

:: eL PODER NACE DEL TRABAJO, NACE DEL HACER. eNTONCES DE LO QUE SE TRATA ES DE DESAPODERAR A LOS PATRONES PARA QUE NO PUEDAN SEGUIR COMPRANDO EL OBRAR DE LA MULTITUD.

La experiencia de los empleados telefónicos es una ventana al (por)-venir que se abre en tiempo presente. Por un instante, el tiempo de trabajo muerto como capital, que se reproduce a costa del tiempo del trabajo vivo que proporciona el lucro de los capitalistas posfordistas, queda suspendido. Y las computadoras, como trabajo acumulado por los patrones y creado por las generaciones precedentes de hacedores, ahora, prácticamente andan solas por varios días, y gestionan, el tráfico telefónico sin interrupciones del servicio. El espacio asambleario coincide con el tiempo libre de la fuerza de trabajo que deja de alimentar a las máquinas como herramientas reproductoras de capital. Se comprueba en la práctica, que las extenuantes jornadas a las órdenes de los patrones resultan innecesarias para que las comunicaciones sigan activas. La lucha telefónica puso mojones muy claros de una acción de vanguardia anticapitalista en el sentido mas noble de la palabra. Fue un primer experimento en tiempo presente, y por unos días, de la emancipación del trabajo. Dejando al descubierto, lo superfluo a futuro, de los capitalistas.

El poder nace del trabajo, nace del hacer. Entonces de lo que se trata es de desapoderar a los patrones para que no puedan seguir comprando el obrar de la multitud. El poder nace de la potencia de la creatividad, de la cooperación, de la producción material e inmaterial. Nace de la libertad y la igualdad. Nace de la dignidad y la fraternidad. Nace del odio de clase contra los capitalistas que disponen del trabajo ajeno. Nace del amor entre desheredados y exprimidos creando una nueva forma de organización social.

:: ¿pUEDE EXISTIR UNA ORGANIZACIÓN INSTITUCIONAL DE LA AUTONOMÍA QUE NO SEA UN ESTADO?

Abolido el salario y la producción por dinero, y por lo tanto extinguido el capital; una multitud, origen, centro y resultado del hacer colaborativo; constituye, se autoconstituye y con-[forma] un nuevo poder constituyente. Consecuentemente, carne y conciencia, deseos y valores, instintos y energías, instituyen un poder autosoberano. Una multitud autogobernable. Un hacer autónomo de las mayorías.

¿Un territorio que no sea una nación? ¿Una federación de mujeres y hombres libres? ¿Una confederación que no esté integrada por países? ¿La unión mundial del agua, los minerales, la tierra, los combustibles y el trabajo? ¿Puede existir una organización institucional de la autonomía que no sea un estado?

Autonomía, colaboración, autosoberanía, cooperación y autogobierno. Con estos comportamientos de la multitud, los viejos conceptos modernos de la delegación del poder popular, competencia entre razas y naciones, soberanía estatal, rivalidad religiosa y gobierno representativo, sufren un trastrocamiento histórico.

La celeridad del ciclo posfordista desquicia todas las viejas temporalidades de los ciclos económicos que conocimos. Lo que le sobra por hiperproductivo o por subproductivo al capital, deriva en un estado de masas descartables. ¡Pero cuidado!, la excedencia no es sólo pobreza, sino una enorme riqueza inacumulable por los empresarios. El capital quiere absorber toda la vida para hacerla ganancia, pero no puede. Quiere que las redes cooperantes dependan exclusivamente de su comando, pero no puede. Quiere que el intelecto general, el cerebro colectivo de la carne de la multitud, se subordine únicamente a su lógica mercantil, pero no puede. Hoy el boicot al trabajo no proviene de una práctica exclusiva de los trabajadores, sino principalmente de los propios empresarios. Tienen que obstaculizar sistémicamente el instinto anticapitalista del común, o sea, mantener fracturada a la multitud y privatizar el conocimiento que surge de ella. Un saber que se procesa comúnmente y del que se desprenden logros comunes. En tiempos de paradojas posfordistas, el capital precisa la mas plena libertad para transformar la creación, pasiones, imaginarios, y formas de existencia alternativas del general intellect, para lucrar con él y capitalizar lo inmaterial; pero la libertad absoluta lo mata. Necesita el mas férreo control para impedir la emancipación del trabajo, pero entonces la imaginación crítica, los deseos, y las nuevas formas de vida que lo alimenta; se mueren.

Un capitalismo que no produzca bienes para la propia reproducción del sistema, que no incluya plenamente a una porción planetaria por encima de la línea de pobreza, una Matrix sin estas características, no se sostiene. Un modelo humano así, que no proporcione la satisfacción consumista, tan siquiera para algunos millones, no funciona. El capitalismo necesita algún grado de consenso social para mantenerse. El grave problema que afronta es que cada vez mas, son menos, los que confían en esta forma de ligamen histórico para realizar los anhelos de la especie humana.

:: EN LA ARGENTINA HAY 700.000 HOGARES QUE FUNCIONAN COMO TALLERES Y OFICINAS. DESPUÉS DEL 2001; LOS AUTOEMPLEADOS, MICROEMPRENDEDORES Y TELETRABAJADORES HOGAREÑOS, DUPLICARON SU NÚMERO.

El capitalismo proporciona bienes materiales que integran saberes inmateriales dando como resultado los productos mas variados: el último juguete tecnológico que en seis meses estará obsoleto; cárceles vigiladas por circuitos láser y escuelas trilingües; carreteras y museos inteligentes; lavarropas computados y conservas baja calorías; energía ecológica y alimentos dietéticos; ropas que autocontrolan la temperatura corporal y viviendas repletas de confort. Por lo tanto el trabajo inmaterial resulta indisociable del producto material. Pero además, en la era posfordista del capital, cuya tendencia se dirige a profundizar hegemónicamente el trabajo cognitivo, creativo y afectivo; sin las redes informáticas que comuniquen en tiempo real noticias y descubrimientos; alertas metereológicas y procesamiento de transacciones financieras; interconecten producción, distribución y consumo; sin todo este trabajo de la inventiva humana, sin este general intellect distribuido por todo el planeta, sin toda esta fuerza viva de la inteligencia acumulada por la historia del hombre, sin todo este trabajo inmaterial, el capitalismo no funcionaría.

En la Argentina hay 700.000 hogares que funcionan como talleres y oficinas. Mas de medio millón de familias -y no meramente personas- que pluslaboran para el mercado y plusvaloran al capital colectivo. Los que fabrican bienes tangibles en sus casas coinciden con aquellos que producen bienes intangibles. Los hacedores hogareños, elaboran: de alimentos y artesanías, a sitios dedicados al “e-business” y al “e-comerce”; de talleres de costura y reparaciones de artefactos electrónicos, a “brookers” y consultores jurídicos vía web; de pirateo de videos, CD´s y DVD´s, a una segunda opinión médica desde las imágenes de estudios enviados por internet; de peluqueros y cuidado de mascotas, a estudios de grabación y diseño gráfico.

Producir desde el hogar y el teletrabajo, dejó de ser una fantasía futurista y constituye, una mas, de las variantes de plusvaloran al capital. Una más de las formas que adopta el trabajo de la multitud. Es más, profundizando la tendencia posfordista del trabajo, después del 2001; los autoempleados, microemprendedores y teletrabajadores hogareños, duplicaron su número. Aquí está buena parte de la carne que resulta invisible para los sindicatos y partidos como forma representativa de la mercancía fuerza de trabajo. Reiteramos son -ni mas ni menos que- 700.000 hogares que abarcan un universo productivo cercano a los tres millones de personas. Mientras domine el capitalismo las relaciones sociales de producción, sus manos y cerebros, estarán subordinados al capital. Es por ello que, cuando emerge como antagonista, esta porción para nada despreciable de la multitud, no tiene más opción que ganar el espacio público y construir sus campos de lucha mas allá del conflicto directo contra el patrón al que muchas veces ni le conocen la cara. ¿Qué medio de producción van a expropiar si su taller y oficina está en su casa? ¿Con quiénes se van a unir si están aislados en sus hogares? Cuando su antagonía de clase se manifiesta irrumpe directamente contra el mercado como prisión colectiva que los hace padecer una vida absolutamente imbuida en el trabajo. El mercado capitalista es quien le expropia la vida y quien reduce al mínimo su tiempo libre. En cambio, reapropiándose del espacio público y luchando contra el mercado, las y los autoexprimidos, se revelan contra el estado que ha sido detectado como el comando parásito a las órdenes del capital en su conjunto.

El obrar de los teletrabajadores resulta un lenguaje valioso y colectivo, una fuerza activa, una sustancia relacional, una energía biopolítica; que transfiere el trabajo vivo a la tecnología y la autovalora y la saca de su estado de trabajo muerto, a costa de fagocitarse, la potencia creativa y afectiva. Para liberarse socialmente deben desactivar el sistema nervioso de la matrix. Terminar con la disociación entre el cuerpo y la mente. Reconciliar la carne de la multitud con el intelecto general de masas como cerebro colectivo. Expropiando los server´s y satélites y poniendo bajo las órdenes del común las telecomunicaciones. Superando el concepto del trabajo como aquella fuerza humana que sirve al capitalismo; emancipando de esta manera, a la fuerza viva del general intellect que desborda las medidas mercantiles. Para eso resulta vital que su autoconciencia perciba que su lucha singular posee elementos comunes con el anticapitalismo, igualmente singular y común, de los empleados telefónicos, los data entry, los hall center, y los que trabajan en las oficinas de las empresas de servicios. Trabajadores de la multitud que para ser libres, también necesitan, emanciparse de la tecnología como capital. Transformando toda la red de redes telemática en una territorio liberado del lucro de los patrones. Aboliendo al capital y a su estado vividor, y haciendo realidad, la democracia directa del común sobre la tecnología informática y comunicacional.

II.- Exhumaciones e inventos de la Nueva Clase. Poder y multitud. Estado, trabajo y política.

Lo reiteramos: la Nueva Clase (NC) es una élite gerencial-administrativa que comparte el poder con la clase hegemónica. Una variante de “Lo político estatal” como centralismo corporativo-burocrático, legitimada, cada vez mas, por menos votos. Un funcionariado profesional aplicado a las finanzas, la jurisprudencia, la cultura y la administración, que se ha sumado, al trono de la burguesía.

Es el propio desarrollo de la relación social, multitud-capital, la que le marca a los personeros de los estados que las fronteras decimonónicas están obsoletas. En Davos 2004, el gurú Samuel Huntington, lo dijo mejor que cualquier marxista: “Los miembros de la élite mundial tienen escasa necesidad de lealtades nacionales, las fronteras nacionales son obstáculos, que por fortuna, desaparecen, y los gobiernos nacionales son restos del pasado y su única utilidad es la de facilitar las actividades de la élite mundial”.

En América Latina, ante la resistencia que opone la multitud campesina, indígena, autoexplotada, asalariada y desempleada, las élites sociales ya no saben que probar. Tan sólo en los últimos tres años pasamos del proyecto de la ampliación del Nafta para conformar el ALCA, a las insurrecciones destituyentes del 2001 y 2003, contra el presidente argentino De La Rúa y el presidente boliviano Sánchez de Lozada. Luego la Nueva Clase enfrentó las barricadas anti-cumbre de la OMC (Organización Mundial de Comercio) en Cancún, y viró hacia la profundización de los tratados de libre comercio país por país. En Chile, de la ronda de la APEC 2004 (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico que incluye a las siguientes economías y países: Estados Unidos, Canadá, China, Rusia, Japón, Brunei, Corea del Sur, Singapur, Vietnam, Tailandia, Taiwán, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Malasia, Australia, Papua Nueva-Guinea, Nueva Zelanda, Chile, México y Perú) la aristocracia imperial se tuvo que medir con la insubordinación en las calles.

Desde la llegada de Kirchner y Lula, a sus respectivos gobiernos, se intenta inflar el Mercosur. Mientras los gerentes estatales argentinos siguen buscando a burguesía nacional extraviada en las tinieblas de la historia, subsidiariamente, se terminan recostando en la burguesía paulista, que representa, el 42 por ciento del PBI brasilero.

:: eN LAS ELECCIONES DEL 27 DE FEBRERO EN LA PROVINCIA DE sANTIAGO DEL eSTERO, LA PRIMERA FUERZA ELECTORAL, JUSTAMENTE FUE, NINGUNA FUERZA ELECTORAL. LA ABSTENCIÓN Y LOS VOTOS EN BLANCO, RECURRIDOS Y ANULADOS, CON EL 37 POR CIENTO, “GANÓ” LAS ELECCIONES.

Argentina, en sólo el 2004, pasó de integrar el grupo de los veinte a mimar a Chávez. Se deslizó de los coqueteos con la Unión Europea a entregarse a los brazos de la tiranía del partido único de China. Para dar por hecho el 2004, lo concluyen derrapando en diciembre en Perú. La tan promocionada Comunidad Sudamericana de Naciones es un triste remedo del anhelo sanmartiniano y bolivariano de la patria grande. El sueño de una patria universal, vale decir, ningún patrioterismo en los términos que lo entiende la burguesía del nacionalismo popular de opereta.

En Cuzco, Perú, estamos ante un encuentro de simuladores. Una cumbre para la foto con el presidente anfitrión Toledo escasamente apoyado por el diez por ciento de su pueblo. Con el presidente boliviano Carlos Mesa que vio desaparecer, en las últimas elecciones municipales de su país, a la coalición bipartidista que gobernó el altiplano en las últimas décadas.
Una caída similar a la de los “adecos” de la Acción Democrática (AD) y el partido cristiano demócrata (COPEI) en Venezuela, luego de la irrupción de las fuerzas armadas y de las masas que catapultaron, y restituyeron al poder, al coronel Hugo Chávez.
Algo parecido a la desaparición, después del 2001, de la hegemonía histórica en la Argentina entre el PJ y la UCR. Muchachos y muchachas de la Nueva Clase, no se hagan ilusiones con Santiago del Estero. Los radicales son tan impresentables que se tuvieron que disfrazar de “Frente Cívico y Social” para poder arribar al gobierno. Como si esto fuera poco, fue la primera derrota nacional de un candidato del PJ, post default, que tuvo la bendición de Kirchner. En medio de la finalización del segundo megacanje, que hipoteca a la multitud por otros 40 años, concluye cuatro décadas de hegemonía peronista en la provincia de Santiago del Estero. El peronismo no salvó la ropa, ni con todas las prebendas del interventor federal que tuvo pingüino por once meses, y los cientos de miles de kilos de alimentos y ropa mandados la semana previa a los comicios para comprar conciencias. Después la progresía despotrica contra el clientelismo de la década pasada, cuando el kirchnerismo, practica el mismo método menemista y duhaldista. Pero la multitud no come vidrio. El dato más importante de las elecciones, que describe todo una fase epocal, es que la primera fuerza electoral, justamente fue, ninguna fuerza electoral. La abstención y los votos en blanco, recurridos y anulados, con el 37 por ciento, “ganó” las elecciones. Por lo visto el 27 de febrero, el éxodo del sufragio reaviva el fuego destituyente del “Que se Vayan Todos”. Con ese porcentaje de voto inválido y no voto, en realidad, el Frente Cívico no ganó por el 45 por ciento, sino, por apenas el 30 por ciento del total del padrón habilitado para votar. Y el Partido Justicialista no obtuvo el 40 por ciento, sino el 25 por ciento del padrón. Pasaron más de tres años del 2001, pero la que no pasa es la crisis orgánica, que en las elecciones de Santiago del Estero, volvió a decir: ¡Presente!

El imperio, como antes el imperialismo, busca afanosamente sus nuevas instituciones. Y ante la resistencia del trabajo hecha mano a todos los imaginarios de la burguesía de los últimos 200 años. Alianzas bilaterales, coaliciones ampliadas como el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, y aún mega bloques regionales como La Comunidad Sudamericana de Naciones. Todo sea para que fantasmagóricamente se de la impresión de un nuevo espacio latinoamericano. Cuando en realidad es un rejunte de representaciones que se unen para negociar en mejores términos su ubicación subalterna en la globalización. Intentando desesperadamente que las fracciones empresariales mas importantes del sub continente no desaparezcan aplastadas por las burguesías transnacionales mas poderosas asentadas en los países centrales.

:: aRGENTINA ESTÁ NADANDO EN RIQUEZA MIENTRAS MILLONES SE AHOGAN DE HAMBRE.

Quien quiera ver en esto el abrazo de San Martín y Bolívar sólo ve un espejismo. Quien crea que aliándose al presidente colombiano Uribe que es un discípulo incondicional de Washington, y al socialdemócrata Lagos cuya país es el mas desigual de América del Sur; continúa el legado progresista de las burguesía de hace dos siglos, quien se preste a esta farsa, solo está en presencia de una entelequia de comunidad de pueblos libres. Inversamente, sus gobiernos sólo participan de una comunidad latinoamericana cada vez mas precaria y cambiante, conducida por las burguesías imperiales autóctonas queriendo urgentemente hallar su lugar en el mundo. Una mundialización a la que no están invitadas mas que en su condición de furgón de cola del desarrollo capitalista. Un imperio donde sus estados actuarán, en primer término, como tomadores y pagadores de deuda externa; y en segunda, y no menor importancia, como valuarte represivo de una multitud en paciente, pero permanente, proceso de autoconstitución soberana.

En las últimas elecciones bolivianas tampoco salió victorioso el recambio por izquierda. El MAS de Evo Morales (como antes Lula que perdió los comicios en los estados de mayor desarrollo de la multitud) corrió igual suerte que el PT. En Brasil, la mayoría de los obreros masa, como de los obreros sociales; de Curitiba, Porto Alegre y San Pablo, le dieron la espalda al “par-tido” de los trabajadores. En el caso boliviano, Evo Morales, perdió en los grandes centros urbanos y suburbanos; donde mineros y campesinos, obreros y empleados públicos, desocupados y autoexplotados, y las nuevas figuras posfordistas del precariado marcan la tendencia hegemónica del desarrollo del capital. Los municipios de Santa Cruz de la Sierra, El Alto, La Paz y Cochabamba, fueron ganados por nuevos partidos vecinalistas y movimientos sociales independientes donde -en promedio- ni ellos pudieron sacar mas del 20 por ciento de los votos.

Estamos asistiendo a la transición entre:
1.- El declive de los partidos que condujeron América Latina por medio siglo.
2.- La abstención electoral.
3.- El voto cínico por el “mal menor”.
4.- Las estrategias defensivas del sufragante que opta por los partidos que procuran bloquear la representación desde la desrepresentación.

Y en forma más amplia entre:
1.- La agonía del mundo de la representación de las masas a través de su voto.
2.- La concreción del autogobierno de la multitud.

Exodo electoral, contrapoder y sublevación. Todos estos caminos tentativos son el fruto del mismo proceso de constitución de la multitud. Si el capital no sólo produce mercancías, sino que reproduce las mismas relaciones sociales que garantiza la producción de mercancías y la forma estado; la antagonía de la multitud, no sólo produce y reproduce al capital, sino que, también anticipa y desarrolla desde su autonomía la posibilidad de la sociedad futura anticapitalista. Una humanidad sin políticos y empresarios, sin división de poderes y moneda, sin estado y mercado.

Mientras las viejas representaciones son decadentes, las nuevas, la izquierda del capital, no termina de afianzarse. En el “intermezzo”, famélicas representaciones tratan de ocupar su lugar. Algunas repletas de las mejores intenciones pero imposibilitadas de ocupar el viejo trono de aquellas que cayeron en desgracia. El propio desarrollo excedentario del trabajo de la multitud, que imposibilita su completa acumulación, trastorna su completa representación electoral. En la Argentina: La “Honorable Cámara de Diputados” y la “Honorable Cámara de Senadores”, como se hacen llamar los representantes del Congreso Nacional, sus 255 diputados están fraccionados en 42 bloques. Y sobre 71 senadores hay 14 bloques. Mientras que, en la vapuleada Legislatura Porteña que no sirvió para nada para evitar la masacre de Cromañón; sobre 60 legisladores, hay 19 bloques. De los cuales, existen 15 bloques, que no superan los tres diputados cada uno. A nivel nacional y en la Capital Federal, queda de manifiesto, una clara demostración de la brutal crisis del poder del capital para representar, estatal y partidariamente, a la multitud.

Esta gigantesca transformación social de la que somos parte, esta mutación civilizatoria que involucra a todos; produce efectos instantáneos, movimientos subterráneos de largo alcance, obvias explosiones de rebeldía, y otras de consecuencias insospechadas que pueden terminar en revoluciones. Las victorias y derrotas de la multitud son permanentes, como las del propio capital. Acumulación de agravios, acontecimientos, rupturas, y procesos sociales de largo aliento, todo en uno. La multitud actúa en la epidermis social y subyacentemente en el novedoso imaginario en gestación. Sus nuevos significantes sociales radicales, se incuban, fuera de la mirada de los mass media y eclosiona en el territorio. Por momentos resulta incomprensible su dinámica intempestiva y demoledora y su proyección social de consecuencias impredecibles. En la era de la subsunción real del trabajo en el capital, de la inclusión del hacer en el mercado, de la sociedad productiva en la matrix; “la pax democrática” (como dominio consensual de los patrones sobre los trabajadores) es una “rara avis”, una especie exótica. Por eso, ante cada ajuste del torniquete para incrementar las ganancias empresarias y consolidar su dominio, detonan, conflictos múltiples en las diferentes fracciones de la multitud. Retiro de planes asistenciales, encarcelamiento de los luchadores sociales, negativa de aumentos salariales, peores condiciones laborales, confirmación de la impunidad de ayer de los genocidas con uniforme, y la actual inmunidad de los genocidas silenciosos del capital-parlamentario; todas estas afrentas contra la multitud, se transforma en una apuesta del capital de difícil concreción ante la antagonía del trabajo.

El poder, el estado, la política es una relación social, no una cosa. La coacción del poder sin hegemonía social sobre las masas, como puro dominio de la fuerza desnuda del capital por intermedio del estado, como manifestación excluyente del poder político contra la multitud, profundiza las grietas del suelo social; haciéndolo cada vez menos sólido.

Lo que caracteriza este tiempo histórico es la inestabilidad y lo antiteleológico del proceso de lucha. Como nunca en 20 años, los capitalistas no tienen comprada la historia. Por cierto que tampoco la multitud. Pero justamente, este incierto desenlace del movimiento humano en su conjunto, es lo que permite que lo aparentemente macizo del dominio capitalista se tambalee, y lo potente de la fuerza de trabajo se consolide como poder autónomo del capital.

Por supuesto que los conflictos no son lineales. Se están desarrollando al interior del magma de significancias sociales dominantes que intenta reabsorberlo, al mismo tiempo, que pujan por su independencia de todo lo conocido.

Si el poder está en el trabajo como vínculo social, entonces, la potencia del hacer es una fuerza política. La plusvalía nunca se realiza como ganancia privada dentro de las cuatro paredes de la empresa. No es un vínculo personal obrero-patrón. Por eso por más que se expropia, esta o aquella empresa, la que sigue comandando a la unidad okupada es la relación social capitalista que la trasciende. Aquellos que dicen lo contrario, que construyendo nuevos vínculos personales y grupales (sin un área social autónoma libre de estado, el mercado y la moneda) se están liberando del capitalismo; mienten o se autoengañan. La liberación del capital será social, como social es la moderna esclavitud al servicio del lucro empresario. De lo contrario, no habrá liberación de la especie humana de los parásitos capitalistas. La redención de la energía colectiva expropiada por los patrones precisa emanciparse socialmente para recuperar el dominio de su destino.

La política es una fuerza común creativa. La carne del trabajo es lo que produce y reproduce la vida social, lo que actualmente se entiende por economía política de las relaciones sociales capitalistas. En cambio, las redes universales autogestivas del común, aboliendo lo económico como ciencia y función diferenciada de la especie; ubica a lo social, lo económico y lo político como el origen, medio y fin de la multitud en permanente transformación. Una nueva relación social. Un poder constituyente perpetuo.

La tensión entre la división del trabajo y la forma de relacionar lo hecho con la mediación de la mercancía; es decir, el hacer de los trabajadores fracturado por el capital, una forma de vínculo que une separando; se enfrenta, a la antagonía del mundo del trabajo y a su propia unidad que aspira a separarse de la mediación de la mercancía que mantiene con vida el dominio del capital. Los patrones unen la sociedad dividiendo a los trabajadores, inversamente, los trabajadores se reencuentran separándose del lazo que le imponen los empresarios.

Si el capital no amplía la colaboración del intelecto general de masas como cerebro colectivo de la multitud perece. El desarrollo cooperante del general intellect es una fuerza valorizante del capital, pero también, es su potencial sepultura. Si no segmenta la unidad del trabajo inmaterial bajo la forma de la mercancía, como valor de cambio, y trabajo por dinero; el hacer como valor de uso tiende a unificarse bajo la cooperación, sin necesidad, de mediación alguna. Recobrando el puro uso sin valor, que beneficie el libre usufructo y consumo del trabajo de cada cual; según lo que necesite cada quien. Un hacer recíproco sin ninguna prestación monetaria a cambio. Fin del valor de cambio, del trabajo abstracto y de la mercancía. Fin de la comercialización, del capital como trabajo muerto y del estado. Reinado del valor de uso, del trabajo concreto, del libre beneficio sin la mediación de la mercancía dinero, recuperación de las máquinas como trabajo muerto acumulado puesto a disposición de toda la multitud, y un nuevo poder constituyente. Un mundo de redes autogestivas que unifica sin masificar. Que reúne sin uniformar. Que articula singularidad y comunidad, lo objetivo con lo subjetivo, lo económico con lo político como potencia de lo social.

Los asalariados y autoempleados que producen plusvalor y autovaloran el capital, respectivamente, en cada una de sus luchas parciales develan lo inútil del comando empresario. Ellas y ellos, son los creadores de la vida en sociedad. Ellos y ellas, son los que modifican la naturaleza con la energía que emite el trabajo como producto humano del hacer. En cada conflicto que se desarrolla con características asamblearias, horizontales, desde la desobediencia civil a las normas de los patrones, desde la acción directa de la toma de empresas y el espacio público; se exilian por un momento del dominio heterónomo, por lo tanto ajenos a ellos, del control parasitario del poder capitalista y estatal.

Entreabren una época futura, “kairológica”, una intersección de tiempo y espacio que: irrumpe e interrumpe, un presente monótono. Una dosis de ruptura, o “clinamen”, con el tiempo muerto del reloj capitalista. Mientras dura el conflicto los pasajeros de la cápsula del tiempo tienen un pie, en cada orilla, entre lo viejo y lo nuevo. Conquistan por unas horas, o días, una porción del paraíso terrenal. Detienen al dios Cronos y dan paso al dios Kairos. Espían cómo es el mas allá del capital y el trabajo por dinero. Conquistan un tiempo anticapitalista que se esfuma cuando se termina la lucha y se vuelve a la cincha del trabajo forzado. Un lapso de antagonía que deja un resto, un plus de autonomía y goce, que sedimenta en el cuerpo y la cabeza de cada trabajador y trabajadora; que saborearon comúnmente, mientras duró, la dignidad de ser una mujer y un hombre libre. Otean un futuro deseable, de igualdad y de opulencia, para todos y todas. Se unifican en la lucha sin desingularizarse. Se apropian del tiempo mientras los rodea un mar de mercancías-zanahorias de las que nunca gozarán bajo el capitalismo.

Argentina está nadando en riqueza mientras millones se ahogan de hambre: el PBI del 2004 creció otro nueve por ciento y el superávit fiscal fue de 17.000 millones de pesos. Se pagaron 10.600 millones de pesos entre capital e intereses de la deuda externa y otros 2.000 millones de intereses de los títulos que no están en default. El ahorro fiscal fue del 6,2 % del PBI, y el superávit del Banco de la Nación Argentina ha sido del orden de los 900 millones de pesos. El superávit comercial de 2004 es de 12.000 millones de dólares y la inversión creció un 35 por ciento.

:: La miseria es una enfermedad social creada por el capitalismo. El cara dura de Rodríguez Saá, que pregona que tiene el desempleo mas bajo del país; en realidad, tiene el guarismo más alto de toda la Argentina.

Al mismo tiempo, bajo la presidencia “K”, los desempleados están peor que con Duhalde. Ya se dieron de baja más de 600.000 planes Jefes y Jefas de Hogar. Y lo que viene es “el Plan Familia”, que busca hacer caer otro medio millón de planes Jefes y Jefas; y así desarticular, a las organizaciones sociales en lucha que bloquean con su autonomía la dependencia clintelística del estado de la fuerza de trabajo excedente. A cambio de miserables 25 pesos (unos 8 dólares) se pretende que las madres eduquen, curen y alimenten a cada hijo. Se busca acortar, a uno sólo de sus términos, la vieja frase del general Perón: “De casa al trabajo y del trabajo a casa”. En el caso de aquellos que no cobran un salario el planteo genocida del estado es claro: si no se hace trabajo social en los barrios no hace falta moverse de la casa. Hay que encerrarse y masticarse la bronca viendo como los hijos se sumergen en el analfabetismo, se enferman por desnutrición, y mueren por causas evitables.

La miseria es una enfermedad social creada por el capitalismo. Y en la era posfordista del desempleo estructural el estado colabora en eliminar, mas o menos lentamente, a los que sobran. Una provincia rica en recursos petroleros como Santa Cruz, la provincia que pingüino condujo por tres mandatos, amortigua el desempleo a costa de un 41 por ciento de empleo público. Entretanto el actual gobernador encarcela desocupados, que reclaman sólo ser, esclavos asalariados. El cara dura de Rodríguez Saá, que pregona que tiene el desempleo mas bajo del país; en realidad, tiene el guarismo más alto de toda la Argentina. La provincia puntana, sin planes sociales, tiene una desocupación que trepa del 3 al 26,9 por ciento. Según las últimas cifras completas aportadas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), sin planes asistenciales, estas son los valores del desempleo que le siguen a San Luis en orden decreciente: Concordia 25,9 %; Gran Rosario 22,7 %; Gran Tucumán con 22,2 %; Gran La Plata 22 %; Bahía Blanca 21,7 %; Gran Resistencia con 21,3 %; Corrientes 21 %; Formosa 20,7 por ciento; y La Rioja con 20 %. Esto se condice con el aumento, en un 110 por ciento, de las importaciones de bienes de capital en el último año. Que profundiza la excedencia de asalariados al ser reemplazados por el trabajo muerto de las máquinas. Se trabaja cada vez más, pero con menos empleados a sueldo. Se produce plusvalor de manera cada vez más social pero el producto del esfuerzo humano resulta apropiada por cada vez menos personas. No olvidemos compañeros, que el decil más rico de la población recibe 50 veces más que el decil más pobre.

Si una herencia ha dejado el 19 y 20 de 2001, es haber demostrado, a cada una y uno de sus protagonistas, la propia capacidad de autoorganización como sujeto singular y comunitario. Una voluntad autodeterminante, sin la intervención de nadie más que el motor de los propios deseos de aquellos que participaron en la primera insurrección de la multitud del nuevo siglo. Toda una fiesta democrática del individuo social, en medio de las balas de De la Rúa y del estado de excepción de Duhalde.

:: ¿cUÁL ES ENTONCES EL HILO ROJO QUE RECORRE A LAS DIFERENTES SUBJETIVIDADES EN EL MUNDO ENTERO?

Estas prácticas nacen de una nueva subjetividad, la misma subjetividad que conforma la sustancia que incrementa el valor del capital. La subjetividad que anima, da vida, a las máquinas. Un hacer humano que ceba de ganancias a la tecnología en manos de los patrones. Una subjetividad que comenzó siendo comprada por una relación social, cosificada y objetivada, que se presenta como dinero, y que no es más que el viejo trabajo acumulado que antes produjo el hacedor. Una subjetividad que termina plus-cosificada, plus-objetivada, en las cosas materiales y servicios como mercancía. Que transforma la subjetividad del trabajo en productos, y que por intermedio de la compraventa y las ganancias que se obtienen de la subjetividad objetivada, del trabajo concreto en trabajo abstracto, del valor de uso en valor de cambio, incrementa el capital y el dinero puesto en juego. Produciendo, en definitiva, un plusvalor, un plustrabajo y una plusvalía acumulable para los patrones. Una cadena social que cierra el ciclo expresándose, una y otra vez, como salario, dinero y capital, que compra objetivamente la autonomía del trabajo. Dicho de otro modo, como la potencia subjetiva de la multitud contra el poder objetivado de los empresarios, que los obliga a venderse, o morir de hambre. Como la antagonía social del trabajo contra la relación social capitalista, o lucha de clases.

Las nuevas prácticas autónomas de la multitud, sus victorias parciales, los aumentos salariales conquistados, el incremento del presupuesto estatal en beneficio de las mayorías, amplifican la nueva subjetividad. La multitud creadora comprueba su poder y le arranca conquistas al capital bajo las diferentes formas en que se manifiesta como nexo colectivo: sea como salario, sea como presupuesto estatal.

:: Pero bajo la secesión del estado vive la tensión entre: la república anticapitalista de la multitud y un país capitalista más, sólo formalmente, independiente.

Pero el capitalismo no es únicamente un lazo económico, sino una ligadura global y política que permita la producción, reproducción y circulación de mercancías como células que alimentan, regeneran; pero también indigesta, a la matrix capitalista. ¿Cuál es entonces el hilo rojo que recorre a las diferentes subjetividades en el mundo entero? ¿Que late de todo esto, en la subjetividad por su independencia de Moscú, del combate de las masas ucranianas? Lo que subyace en la multitud ucraniana es el principio de secesión, de separación, del trabajo del capital. La independencia de la multitud del estado como forma del capital. La autonomía del hacer contra el estado ucraniano pos-socialista.

Por supuesto que los capitalistas ucranianos, filo europeos, intentarán que este conato de independencia de clase se encause en la constitución, en el peor de los casos, de una Ucrania dividida en dos. Una Ucrania pro Rusa y otra pro europea. Dos ucranias, dos estados, dos variantes capitalistas. Por supuesto que ninguno de los dos candidatos en pugna busca la autonomía de la multitud. Pero bajo la secesión del estado vive la tensión entre: la república anticapitalista de la multitud y un país capitalista más, sólo formalmente, independiente. Algo parecido a lo que está pasando con el empresariado de Santa cruz de la Sierra, que busca oponerle a la autonomía de los pueblos originarios y al precariado, una autonomización del estado nacional boliviano para crear un nuevo estado en el oriente petrolero del altiplano.

El líder opositor a Moscú, Viktor Yushchenko, no era nada sin las masas acampando por semanas bajo el crudo invierno del hemisferio norte. Yushchenko resultó un rehén de una multitud que estaba al borde de asaltar el parlamento sino se respetaba su voluntad expresada en los comicios.

:: LA ALTERNANCIA ESTÁ BIEN VISTA EN LA ERA DEL IMPERIO, SIEMPRE Y CUANDO, LAS OPCIONES SEAN INOFENSIVAS PARA EL CAPITAL.

Es fácil para el poder sostener la religión del sufragio mientras sus candidatos ganan las elecciones. Pero el espectáculo electoral se está tornando incontrolable para el sistema representativo en su conjunto. Entre la abstención y las victorias de los candidatos no pautados para ganar, se está transformando en imprevisible, el acostumbrado y suave recambio de unas élites políticas por otras. Práctica que se daba normalmente en décadas pasadas. La alternancia está bien vista en la era del imperio, siempre y cuando, las opciones sean inofensivas para el capital.

Si en el 2000 en Estados Unidos, ganaba Al Gore, y el establishment esperaba que fuera George W. Bush, fraude y a la bolsa. Chávez llegaba en Venezuela a la presidencia por la vía electoral, pero como no respondió a pie juntillas a los intereses del imperio, complot de Washington, y Carmona al poder. Si no fuera por la movilización de las masas y los fusiles del ejército que no se pasaron en masa al golpe, estaríamos en plena campaña internacional contra la violación sistemática de los derechos humanos en Venezuela, o en una guerra civil. El pueblo haitiano votó a Aristide, que no pudo disciplinar la insurrección de la multitud ante las promesas electorales incumplidas. No hay problema: Francia, Canadá y Norte América, raptan al presidente; lo mandan al Africa, invaden militarmente su territorio bajo el manto de la ONU y despliegan a los ejércitos lame botas de Brasil, Chile y Argentina. Y de la democracia electiva no hay noticia hasta nuevo aviso. Si en la India pierde el prospecto cobijado por los mercados, se da un golpe financiero y a otra cosa. Como el candidato del presidente ruso Vladimir Putin, Víctor Yanukovich, no triunfó, entonces se envenena al opositor. Si hubiera muerto por la conspiración de Moscú, adiós a la voluntad popular expresada en los comicios.

Todavía los representantes capitalistas, todos ellos, los aliados de la nueva oligarquía comandada por Vladimir Putin, y la nueva clase amiga de la Europa de los mercados; pueden reconducir la antagonía de la multitud por intermedio del estado de partidos. Pero si no quieren ver caer la ficción del sufragio, como soberanía popular delegada, necesitan respetar la democracia del voto que ellos tanto pregonan.

:: LOS CAMBIOS, AUNQUE POR MOMENTOS IMPERCEPTIBLES, SON PERMANENTES.

El menú es claro: Capital-parlamentario y estado de excepción. Estado de emergencia permanente y Capital-parlamentario, como guerra civil y global no declarada contra la multitud. Estado de guerra, o estado en guerra; y estado de paz, entrelazado, uno con otro, de manera indistinguible. El estado de excepción, como forma política provisoria que suspende el estado de derecho burgués para salvarlo, se transforma en la regla de funcionamiento del estado. Lo inusual ahora es cotidiano. La excepción es la norma. Lo anormal se hace normal. La emergencia se transforma en permanencia. Este es el menú del imperio. Sólo la multitud posee, a través del poder de su trabajo, de su autodeterminación y organización, la posibilidad de alumbrar una nueva civilización poscapitalista.

Un mundo donde quepan todos los mundos de la multitud, no está, en este mundo. Ya no alcanza con entender la realidad para después modificarla. Sino que tenemos que, a partir de este viejo mundo, hacerlo de nuevo. El planeta está puesto en entredicho. Los cambios, aunque por momentos imperceptibles, son permanentes. La división de naciones que forjó el desarrollo mercantil nunca fue estable. El mapamundi se ha modificado sustancialmente en los últimos 200 años. ¿O acaso la tierra era igual en el siglo XVIII antes de la revolución norteamericana y francesa, dónde ni siquiera existía este país que hoy llamamos la Argentina? ¿O en el siglo XIX, con los cambios producidos entre la derrota de Napoleón Bonaparte, la independencia de las colonias Latinoamericanas y la irrupción de la Comuna de París? ¿O en el siglo XX, después de la caída del imperio Austrohúngaro y la pérdida de hegemonía inglesa a manos de los norteamericanos, el nacimiento de la URSS y la revolución China? ¿O para no irnos tan lejos, después del final del Tercer Reich, la revolución cubana, vietnamita y nicaragüense, y la caída del muro de Berlín; todos, acontecimientos que se sucedieron en menos de cincuenta años? Ahora, en el siglo XXI, después de la batalla de Génova, la destrucción de las torres gemelas y la invasión a Afganistán e Irak, las juntas de buen gobierno zapatistas, la insurrección Argentina y boliviana, el golpe de estado fallido contra Chávez, la autonomía en Cabila y la revolución en marcha en Nepal que afronta una contrarrevolución; todo indica, que estamos en pleno clivaje civilizatorio, antropológico, económico, geográfico, político y social.

:: La crisis no se ubica exclusivamente en el capital como “cosa”, y en los patrones como enemigos de la multitud. Sino que, está en el propio comportamiento, imaginario y lenguaje impurificado por las relaciones sociales dominantes que involucra a los propios trabajadores.

El planeta tierra como hoy lo habitamos, con su actual división geográfica por países, está siendo reestructurada por una nueva regionalización. De resultas complementaria con una futura reunificación diferente a todas las conocidas. Este es el plan de las clases dominantes y sus agencias políticas. Hacer coincidir la concentración transnacional del poder empresario, distribuido funcionalmente como redes nacionales autovalorativas del capital, con nuevas instituciones imperiales en formación. Red y centralización, imperio y nación, multitud y estado, trabajo y capital, por el momento conviven. Pero son formas antagónicas para el desarrollo del intelecto general de masas como forma dominante de la producción inmaterial que alimenta al imperio, o que puede emanciparse sin rodeos de su control y dominio.

No están separados de manera tajante el trabajo y el capital. Si lo que valoriza al capital es la sustancia humana creativa, el trabajo como fuerza subjetiva, entonces, la crisis no está fuera de los cuerpos y las conciencias que alimentan al capital. La crisis no se ubica exclusivamente en el capital como cosa, y en los patrones como enemigos de la multitud. Sino que, está en el propio comportamiento, imaginario y lenguaje impurificado por las relaciones sociales dominantes que involucra a los propios trabajadores. La compraventa de los seres humanos como objetos, deriva en consecuencias ambivalentes. No sólo en prácticas contrapuestas, sino también identificatorias con los capitalistas. Algo así como: te odio, pero más detesto no poder ser como vos. Te aborrezco como patrón, pero más aborrezco no ser un patrón. Algo de eso hubo en una porción de las obreras y obreros de la cooperativa 18 de diciembre, ex- Brukman, que ante la lucha por la ley definitiva de expropiaciones impulsada por los obreros de Zanón dijeron que no marcharían con ellos. Sin mantener concientemente la esquizofrenia de caminar hacia el anticapitalismo mientras se produce bajo el dominio de las relaciones capitalistas (situación que no ocultan los compañeros de Zanón); sin este grado de lucidez, se termina tirando la toalla, y se sigue produciendo para el sistema bajo la misma esquizofrenia, pero reprimiendo, la toma de conciencia de la enfermedad social llamada capitalismo. El nuevo imaginario no se construye, únicamente, haciéndose de las máquinas que pertenecían al patrón. Por lo visto algunos obreros okupas, cuando se ponen a trabajar para el mercado, y renuncian lisa y llanamente al anticapitalismo, vuelven a reproducir, no sólo, su trabajo como mercancías tasadas en dinero y acumulables como capital, sino, que reproducen los comportamientos inherentes a la lógica sistémica de cualquier empresa capitalista. Por más que ganen todos por igual y se digan dueños de su destino, en realidad, retornan a una vida expropiada por el mercado capitalista.

Los medios masivos de (in)-comunicación dirigiéndose a ese tercio de la multitud con cierta capacidad consumista y orgullo de ser un esclavo rentable, con pretensiones de burgués, lo diría mas o menos así: “No pierda su tiempo en vencer a los capitalistas. Usted que está por encima de la línea de la pobreza, que respeta la ley, que vive de su digno trabajo; usted noble ciudadano, que vota y delega su destino en los que saben, aspire a ser, ¡usted también!, un envidiable empresario. Eso sí, ¡no desfallezca en el intento! No atienda a guerras y convulsiones, a devaluaciones y confiscaciones, muertos y presos políticos, a corrupciones y hambrunas. ¡Esmérese un poco más, que veinte años de democracia no es nada! Sólo es una cuestión de tiempo, bajar la cabeza y el lomo, un poco de fortuna, y mucha, pero mucha, paciencia y esfuerzo”.

El trabajo y su crisis, la disputa entre autonomía y heteronomía, entre la autodeterminación social y su apropiación por los empresarios; constituye una relación, que menos estable, es cualquier cosa. Creativa y confiscada, liberadora e intolerable, productiva y conflictiva, imaginativa y cosificante. Pero sobre todo, si algo hoy caracteriza al trabajo es su inestabilidad. La energía subjetiva y viva, inteligente y esforzada, física y mental, cooperante y competitiva del trabajo, es la contracara del imperio. El obrar bajo el capitalismo nos muestra su reverso despiadado: indigencia y desempleo, subconsumo y trabajo asalariado, conflagraciones y desolación, impunidad genocida y riquezas para una minoría. Un semblante siniestro, el otro lado, del bello rostro de la creatividad humana expropiada por el capital.

Las formas capitalistas del estado-nación resultan desgarradas por la autonomía cooperante de la multitud que constituye el revés de la trama del imperio. Esta doble dimensión, material y subjetiva entre el capital y el trabajo, no soporta por mucho más tiempo la actual división política del globo.

El trabajo hiperproductivo y tecnológico, fantasioso y afectivo, creativo y cognitivo, sin el dominio del capital, nos pone a las puertas del mayor grado de libertad y abundancia que conoció hasta el presente la humanidad. Por cierto, que son los propios patrones los que hacen buena parte de la tarea. Si el socialismo era la primera fase del comunismo, es decir, la abolición paulatina del trabajo asalariado, entonces, el posfordismo constituye la mismísima transición, la antesala del anticapitalismo. Si hacía falta una primera etapa para alumbrar la sociedad de hombres libres, esta labor la está efectuando el propio capital como contracara excedentaria del trabajo.

Un mundo poscapitalista es una demanda y una práctica de la propia multitud. Un mundo donde el trabajo excedente del capital, que no puede ser disciplinado directamente por el hambre y la guerra, no les deja más opción a los empresarios que, mientras no los pueda arrasar; tolerar las redes de autoconsumo y una reproducción simple del capital en su variante cooperativa. Formas de gestión social, que por otro lado, no constituyen nuevas relaciones sociales antagónicas y anticapitalistas. Sino que son variantes personales y grupales que no confrontan con la hegemonía de la ley del valor.

:: Pero la cooptación también tiene su reverso trágico para el trabajo. El paraguas del estado no es gratis. El supuesto manto protector no es más que un chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos garantizan con la cooptación de los créditos para las apropiaciones hechas por la multitud, es impedir, el fin de las relaciones humanas tarifadas por plata.

Un capitalismo que, bajo un peligroso ejercicio de cooptación, se puede permitir la toma de cientos de empresas en Argentina sin estado obrero, y la okupación de miles de kilómetros de tierras en Brasil sin revolución campesina. El estado, coquetea con estas prácticas, mientras no sean un peligro inminente para las ganancias capitalistas. Pero la cooptación como ejercicio de dominio social, y no como la mera compra de este o aquel dirigente, también es binaria. La cara tenebrosa para los gobiernos de la reabsorción de las acciones autónomas, se dibuja, bajo el peligroso biorritmo desbordante de las expropiaciones impregnando al conjunto de las prácticas de la multitud. Que las okupaciones no solamente terminen con la explotación directa entre los protagonistas de estos laboratorios sociales en lucha, sino que, pongan en cuestión todo el sistema capitalista.

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4) Autogobierno: un mundo posestatal. (Segunda parte)
https://clajadep.lahaine.org/?p=4100

II.- Exhumaciones e inventos de la Nueva Clase. Poder y multitud. Estado, trabajo y política.

Lo reiteramos: la Nueva Clase (NC) es una élite gerencial-administrativa que comparte el poder con la clase hegemónica. Una variante de “Lo político estatal” como centralismo corporativo-burocrático, legitimada, cada vez mas, por menos votos. Un funcionariado profesional aplicado a las finanzas, la jurisprudencia, la cultura y la administración, que se ha sumado, al trono de la burguesía.

Es el propio desarrollo de la relación social, multitud-capital, la que le marca a los personeros de los estados que las fronteras decimonónicas están obsoletas. En Davos 2004, el gurú Samuel Huntington, lo dijo mejor que cualquier marxista: “Los miembros de la élite mundial tienen escasa necesidad de lealtades nacionales, las fronteras nacionales son obstáculos, que por fortuna, desaparecen, y los gobiernos nacionales son restos del pasado y su única utilidad es la de facilitar las actividades de la élite mundial”.

En América Latina, ante la resistencia que opone la multitud campesina, indígena, autoexplotada, asalariada y desempleada, las élites sociales ya no saben que probar. Tan sólo en los últimos tres años pasamos del proyecto de la ampliación del Nafta para conformar el ALCA, a las insurrecciones destituyentes del 2001 y 2003, contra el presidente argentino De La Rúa y el presidente boliviano Sánchez de Lozada. Luego la Nueva Clase enfrentó las barricadas anti-cumbre de la OMC (Organización Mundial de Comercio) en Cancún, y viró hacia la profundización de los tratados de libre comercio país por país. En Chile, de la ronda de la APEC 2004 (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico que incluye a las siguientes economías y países: Estados Unidos, Canadá, China, Rusia, Japón, Brunei, Corea del Sur, Singapur, Vietnam, Tailandia, Taiwán, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Malasia, Australia, Papua Nueva-Guinea, Nueva Zelanda, Chile, México y Perú) la aristocracia imperial se tuvo que medir con la insubordinación en las calles.

Desde la llegada de Kirchner y Lula, a sus respectivos gobiernos, se intenta inflar el Mercosur. Mientras los gerentes estatales argentinos siguen buscando a burguesía nacional extraviada en las tinieblas de la historia, subsidiariamente, se terminan recostando en la burguesía paulista, que representa, el 42 por ciento del PBI brasilero.

:: eN LAS ELECCIONES DEL 27 DE FEBRERO EN LA PROVINCIA DE sANTIAGO DEL eSTERO, LA PRIMERA FUERZA ELECTORAL, JUSTAMENTE FUE, NINGUNA FUERZA ELECTORAL. LA ABSTENCIÓN Y LOS VOTOS EN BLANCO, RECURRIDOS Y ANULADOS, CON EL 37 POR CIENTO, “GANÓ” LAS ELECCIONES.

Argentina, en sólo el 2004, pasó de integrar el grupo de los veinte a mimar a Chávez. Se deslizó de los coqueteos con la Unión Europea a entregarse a los brazos de la tiranía del partido único de China. Para dar por hecho el 2004, lo concluyen derrapando en diciembre en Perú. La tan promocionada Comunidad Sudamericana de Naciones es un triste remedo del anhelo sanmartiniano y bolivariano de la patria grande. El sueño de una patria universal, vale decir, ningún patrioterismo en los términos que lo entiende la burguesía del nacionalismo popular de opereta.

En Cuzco, Perú, estamos ante un encuentro de simuladores. Una cumbre para la foto con el presidente anfitrión Toledo escasamente apoyado por el diez por ciento de su pueblo. Con el presidente boliviano Carlos Mesa que vio desaparecer, en las últimas elecciones municipales de su país, a la coalición bipartidista que gobernó el altiplano en las últimas décadas.
Una caída similar a la de los “adecos” de la Acción Democrática (AD) y el partido cristiano demócrata (COPEI) en Venezuela, luego de la irrupción de las fuerzas armadas y de las masas que catapultaron, y restituyeron al poder, al coronel Hugo Chávez.
Algo parecido a la desaparición, después del 2001, de la hegemonía histórica en la Argentina entre el PJ y la UCR. Muchachos y muchachas de la Nueva Clase, no se hagan ilusiones con Santiago del Estero. Los radicales son tan impresentables que se tuvieron que disfrazar de “Frente Cívico y Social” para poder arribar al gobierno. Como si esto fuera poco, fue la primera derrota nacional de un candidato del PJ, post default, que tuvo la bendición de Kirchner. En medio de la finalización del segundo megacanje, que hipoteca a la multitud por otros 40 años, concluye cuatro décadas de hegemonía peronista en la provincia de Santiago del Estero. El peronismo no salvó la ropa, ni con todas las prebendas del interventor federal que tuvo pingüino por once meses, y los cientos de miles de kilos de alimentos y ropa mandados la semana previa a los comicios para comprar conciencias. Después la progresía despotrica contra el clientelismo de la década pasada, cuando el kirchnerismo, practica el mismo método menemista y duhaldista. Pero la multitud no come vidrio. El dato más importante de las elecciones, que describe todo una fase epocal, es que la primera fuerza electoral, justamente fue, ninguna fuerza electoral. La abstención y los votos en blanco, recurridos y anulados, con el 37 por ciento, “ganó” las elecciones. Por lo visto el 27 de febrero, el éxodo del sufragio reaviva el fuego destituyente del “Que se Vayan Todos”. Con ese porcentaje de voto inválido y no voto, en realidad, el Frente Cívico no ganó por el 45 por ciento, sino, por apenas el 30 por ciento del total del padrón habilitado para votar. Y el Partido Justicialista no obtuvo el 40 por ciento, sino el 25 por ciento del padrón. Pasaron más de tres años del 2001, pero la que no pasa es la crisis orgánica, que en las elecciones de Santiago del Estero, volvió a decir: ¡Presente!

El imperio, como antes el imperialismo, busca afanosamente sus nuevas instituciones. Y ante la resistencia del trabajo hecha mano a todos los imaginarios de la burguesía de los últimos 200 años. Alianzas bilaterales, coaliciones ampliadas como el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, y aún mega bloques regionales como La Comunidad Sudamericana de Naciones. Todo sea para que fantasmagóricamente se de la impresión de un nuevo espacio latinoamericano. Cuando en realidad es un rejunte de representaciones que se unen para negociar en mejores términos su ubicación subalterna en la globalización. Intentando desesperadamente que las fracciones empresariales mas importantes del sub continente no desaparezcan aplastadas por las burguesías transnacionales mas poderosas asentadas en los países centrales.

:: aRGENTINA ESTÁ NADANDO EN RIQUEZA MIENTRAS MILLONES SE AHOGAN DE HAMBRE.

Quien quiera ver en esto el abrazo de San Martín y Bolívar sólo ve un espejismo. Quien crea que aliándose al presidente colombiano Uribe que es un discípulo incondicional de Washington, y al socialdemócrata Lagos cuya país es el mas desigual de América del Sur; continúa el legado progresista de las burguesía de hace dos siglos, quien se preste a esta farsa, solo está en presencia de una entelequia de comunidad de pueblos libres. Inversamente, sus gobiernos sólo participan de una comunidad latinoamericana cada vez mas precaria y cambiante, conducida por las burguesías imperiales autóctonas queriendo urgentemente hallar su lugar en el mundo. Una mundialización a la que no están invitadas mas que en su condición de furgón de cola del desarrollo capitalista. Un imperio donde sus estados actuarán, en primer término, como tomadores y pagadores de deuda externa; y en segunda, y no menor importancia, como valuarte represivo de una multitud en paciente, pero permanente, proceso de autoconstitución soberana.

En las últimas elecciones bolivianas tampoco salió victorioso el recambio por izquierda. El MAS de Evo Morales (como antes Lula que perdió los comicios en los estados de mayor desarrollo de la multitud) corrió igual suerte que el PT. En Brasil, la mayoría de los obreros masa, como de los obreros sociales; de Curitiba, Porto Alegre y San Pablo, le dieron la espalda al “par-tido” de los trabajadores. En el caso boliviano, Evo Morales, perdió en los grandes centros urbanos y suburbanos; donde mineros y campesinos, obreros y empleados públicos, desocupados y autoexplotados, y las nuevas figuras posfordistas del precariado marcan la tendencia hegemónica del desarrollo del capital. Los municipios de Santa Cruz de la Sierra, El Alto, La Paz y Cochabamba, fueron ganados por nuevos partidos vecinalistas y movimientos sociales independientes donde -en promedio- ni ellos pudieron sacar mas del 20 por ciento de los votos.

Estamos asistiendo a la transición entre:
1.- El declive de los partidos que condujeron América Latina por medio siglo.
2.- La abstención electoral.
3.- El voto cínico por el “mal menor”.
4.- Las estrategias defensivas del sufragante que opta por los partidos que procuran bloquear la representación desde la desrepresentación.

Y en forma más amplia entre:
1.- La agonía del mundo de la representación de las masas a través de su voto.
2.- La concreción del autogobierno de la multitud.

Exodo electoral, contrapoder y sublevación. Todos estos caminos tentativos son el fruto del mismo proceso de constitución de la multitud. Si el capital no sólo produce mercancías, sino que reproduce las mismas relaciones sociales que garantiza la producción de mercancías y la forma estado; la antagonía de la multitud, no sólo produce y reproduce al capital, sino que, también anticipa y desarrolla desde su autonomía la posibilidad de la sociedad futura anticapitalista. Una humanidad sin políticos y empresarios, sin división de poderes y moneda, sin estado y mercado.

Mientras las viejas representaciones son decadentes, las nuevas, la izquierda del capital, no termina de afianzarse. En el “intermezzo”, famélicas representaciones tratan de ocupar su lugar. Algunas repletas de las mejores intenciones pero imposibilitadas de ocupar el viejo trono de aquellas que cayeron en desgracia. El propio desarrollo excedentario del trabajo de la multitud, que imposibilita su completa acumulación, trastorna su completa representación electoral. En la Argentina: La “Honorable Cámara de Diputados” y la “Honorable Cámara de Senadores”, como se hacen llamar los representantes del Congreso Nacional, sus 255 diputados están fraccionados en 42 bloques. Y sobre 71 senadores hay 14 bloques. Mientras que, en la vapuleada Legislatura Porteña que no sirvió para nada para evitar la masacre de Cromañón; sobre 60 legisladores, hay 19 bloques. De los cuales, existen 15 bloques, que no superan los tres diputados cada uno. A nivel nacional y en la Capital Federal, queda de manifiesto, una clara demostración de la brutal crisis del poder del capital para representar, estatal y partidariamente, a la multitud.

Esta gigantesca transformación social de la que somos parte, esta mutación civilizatoria que involucra a todos; produce efectos instantáneos, movimientos subterráneos de largo alcance, obvias explosiones de rebeldía, y otras de consecuencias insospechadas que pueden terminar en revoluciones. Las victorias y derrotas de la multitud son permanentes, como las del propio capital. Acumulación de agravios, acontecimientos, rupturas, y procesos sociales de largo aliento, todo en uno. La multitud actúa en la epidermis social y subyacentemente en el novedoso imaginario en gestación. Sus nuevos significantes sociales radicales, se incuban, fuera de la mirada de los mass media y eclosiona en el territorio. Por momentos resulta incomprensible su dinámica intempestiva y demoledora y su proyección social de consecuencias impredecibles. En la era de la subsunción real del trabajo en el capital, de la inclusión del hacer en el mercado, de la sociedad productiva en la matrix; “la pax democrática” (como dominio consensual de los patrones sobre los trabajadores) es una “rara avis”, una especie exótica. Por eso, ante cada ajuste del torniquete para incrementar las ganancias empresarias y consolidar su dominio, detonan, conflictos múltiples en las diferentes fracciones de la multitud. Retiro de planes asistenciales, encarcelamiento de los luchadores sociales, negativa de aumentos salariales, peores condiciones laborales, confirmación de la impunidad de ayer de los genocidas con uniforme, y la actual inmunidad de los genocidas silenciosos del capital-parlamentario; todas estas afrentas contra la multitud, se transforma en una apuesta del capital de difícil concreción ante la antagonía del trabajo.

El poder, el estado, la política es una relación social, no una cosa. La coacción del poder sin hegemonía social sobre las masas, como puro dominio de la fuerza desnuda del capital por intermedio del estado, como manifestación excluyente del poder político contra la multitud, profundiza las grietas del suelo social; haciéndolo cada vez menos sólido.

Lo que caracteriza este tiempo histórico es la inestabilidad y lo antiteleológico del proceso de lucha. Como nunca en 20 años, los capitalistas no tienen comprada la historia. Por cierto que tampoco la multitud. Pero justamente, este incierto desenlace del movimiento humano en su conjunto, es lo que permite que lo aparentemente macizo del dominio capitalista se tambalee, y lo potente de la fuerza de trabajo se consolide como poder autónomo del capital.

Por supuesto que los conflictos no son lineales. Se están desarrollando al interior del magma de significancias sociales dominantes que intenta reabsorberlo, al mismo tiempo, que pujan por su independencia de todo lo conocido.

Si el poder está en el trabajo como vínculo social, entonces, la potencia del hacer es una fuerza política. La plusvalía nunca se realiza como ganancia privada dentro de las cuatro paredes de la empresa. No es un vínculo personal obrero-patrón. Por eso por más que se expropia, esta o aquella empresa, la que sigue comandando a la unidad okupada es la relación social capitalista que la trasciende. Aquellos que dicen lo contrario, que construyendo nuevos vínculos personales y grupales (sin un área social autónoma libre de estado, el mercado y la moneda) se están liberando del capitalismo; mienten o se autoengañan. La liberación del capital será social, como social es la moderna esclavitud al servicio del lucro empresario. De lo contrario, no habrá liberación de la especie humana de los parásitos capitalistas. La redención de la energía colectiva expropiada por los patrones precisa emanciparse socialmente para recuperar el dominio de su destino.

La política es una fuerza común creativa. La carne del trabajo es lo que produce y reproduce la vida social, lo que actualmente se entiende por economía política de las relaciones sociales capitalistas. En cambio, las redes universales autogestivas del común, aboliendo lo económico como ciencia y función diferenciada de la especie; ubica a lo social, lo económico y lo político como el origen, medio y fin de la multitud en permanente transformación. Una nueva relación social. Un poder constituyente perpetuo.

La tensión entre la división del trabajo y la forma de relacionar lo hecho con la mediación de la mercancía; es decir, el hacer de los trabajadores fracturado por el capital, una forma de vínculo que une separando; se enfrenta, a la antagonía del mundo del trabajo y a su propia unidad que aspira a separarse de la mediación de la mercancía que mantiene con vida el dominio del capital. Los patrones unen la sociedad dividiendo a los trabajadores, inversamente, los trabajadores se reencuentran separándose del lazo que le imponen los empresarios.

Si el capital no amplía la colaboración del intelecto general de masas como cerebro colectivo de la multitud perece. El desarrollo cooperante del general intellect es una fuerza valorizante del capital, pero también, es su potencial sepultura. Si no segmenta la unidad del trabajo inmaterial bajo la forma de la mercancía, como valor de cambio, y trabajo por dinero; el hacer como valor de uso tiende a unificarse bajo la cooperación, sin necesidad, de mediación alguna. Recobrando el puro uso sin valor, que beneficie el libre usufructo y consumo del trabajo de cada cual; según lo que necesite cada quien. Un hacer recíproco sin ninguna prestación monetaria a cambio. Fin del valor de cambio, del trabajo abstracto y de la mercancía. Fin de la comercialización, del capital como trabajo muerto y del estado. Reinado del valor de uso, del trabajo concreto, del libre beneficio sin la mediación de la mercancía dinero, recuperación de las máquinas como trabajo muerto acumulado puesto a disposición de toda la multitud, y un nuevo poder constituyente. Un mundo de redes autogestivas que unifica sin masificar. Que reúne sin uniformar. Que articula singularidad y comunidad, lo objetivo con lo subjetivo, lo económico con lo político como potencia de lo social.

Los asalariados y autoempleados que producen plusvalor y autovaloran el capital, respectivamente, en cada una de sus luchas parciales develan lo inútil del comando empresario. Ellas y ellos, son los creadores de la vida en sociedad. Ellos y ellas, son los que modifican la naturaleza con la energía que emite el trabajo como producto humano del hacer. En cada conflicto que se desarrolla con características asamblearias, horizontales, desde la desobediencia civil a las normas de los patrones, desde la acción directa de la toma de empresas y el espacio público; se exilian por un momento del dominio heterónomo, por lo tanto ajenos a ellos, del control parasitario del poder capitalista y estatal.

Entreabren una época futura, “kairológica”, una intersección de tiempo y espacio que: irrumpe e interrumpe, un presente monótono. Una dosis de ruptura, o “clinamen”, con el tiempo muerto del reloj capitalista. Mientras dura el conflicto los pasajeros de la cápsula del tiempo tienen un pie, en cada orilla, entre lo viejo y lo nuevo. Conquistan por unas horas, o días, una porción del paraíso terrenal. Detienen al dios Cronos y dan paso al dios Kairos. Espían cómo es el mas allá del capital y el trabajo por dinero. Conquistan un tiempo anticapitalista que se esfuma cuando se termina la lucha y se vuelve a la cincha del trabajo forzado. Un lapso de antagonía que deja un resto, un plus de autonomía y goce, que sedimenta en el cuerpo y la cabeza de cada trabajador y trabajadora; que saborearon comúnmente, mientras duró, la dignidad de ser una mujer y un hombre libre. Otean un futuro deseable, de igualdad y de opulencia, para todos y todas. Se unifican en la lucha sin desingularizarse. Se apropian del tiempo mientras los rodea un mar de mercancías-zanahorias de las que nunca gozarán bajo el capitalismo.

Argentina está nadando en riqueza mientras millones se ahogan de hambre: el PBI del 2004 creció otro nueve por ciento y el superávit fiscal fue de 17.000 millones de pesos. Se pagaron 10.600 millones de pesos entre capital e intereses de la deuda externa y otros 2.000 millones de intereses de los títulos que no están en default. El ahorro fiscal fue del 6,2 % del PBI, y el superávit del Banco de la Nación Argentina ha sido del orden de los 900 millones de pesos. El superávit comercial de 2004 es de 12.000 millones de dólares y la inversión creció un 35 por ciento.

:: La miseria es una enfermedad social creada por el capitalismo. El cara dura de Rodríguez Saá, que pregona que tiene el desempleo mas bajo del país; en realidad, tiene el guarismo más alto de toda la Argentina.

Al mismo tiempo, bajo la presidencia “K”, los desempleados están peor que con Duhalde. Ya se dieron de baja más de 600.000 planes Jefes y Jefas de Hogar. Y lo que viene es “el Plan Familia”, que busca hacer caer otro medio millón de planes Jefes y Jefas; y así desarticular, a las organizaciones sociales en lucha que bloquean con su autonomía la dependencia clintelística del estado de la fuerza de trabajo excedente. A cambio de miserables 25 pesos (unos 8 dólares) se pretende que las madres eduquen, curen y alimenten a cada hijo. Se busca acortar, a uno sólo de sus términos, la vieja frase del general Perón: “De casa al trabajo y del trabajo a casa”. En el caso de aquellos que no cobran un salario el planteo genocida del estado es claro: si no se hace trabajo social en los barrios no hace falta moverse de la casa. Hay que encerrarse y masticarse la bronca viendo como los hijos se sumergen en el analfabetismo, se enferman por desnutrición, y mueren por causas evitables.

La miseria es una enfermedad social creada por el capitalismo. Y en la era posfordista del desempleo estructural el estado colabora en eliminar, mas o menos lentamente, a los que sobran. Una provincia rica en recursos petroleros como Santa Cruz, la provincia que pingüino condujo por tres mandatos, amortigua el desempleo a costa de un 41 por ciento de empleo público. Entretanto el actual gobernador encarcela desocupados, que reclaman sólo ser, esclavos asalariados. El cara dura de Rodríguez Saá, que pregona que tiene el desempleo mas bajo del país; en realidad, tiene el guarismo más alto de toda la Argentina. La provincia puntana, sin planes sociales, tiene una desocupación que trepa del 3 al 26,9 por ciento. Según las últimas cifras completas aportadas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), sin planes asistenciales, estas son los valores del desempleo que le siguen a San Luis en orden decreciente: Concordia 25,9 %; Gran Rosario 22,7 %; Gran Tucumán con 22,2 %; Gran La Plata 22 %; Bahía Blanca 21,7 %; Gran Resistencia con 21,3 %; Corrientes 21 %; Formosa 20,7 por ciento; y La Rioja con 20 %. Esto se condice con el aumento, en un 110 por ciento, de las importaciones de bienes de capital en el último año. Que profundiza la excedencia de asalariados al ser reemplazados por el trabajo muerto de las máquinas. Se trabaja cada vez más, pero con menos empleados a sueldo. Se produce plusvalor de manera cada vez más social pero el producto del esfuerzo humano resulta apropiada por cada vez menos personas. No olvidemos compañeros, que el decil más rico de la población recibe 50 veces más que el decil más pobre.

Si una herencia ha dejado el 19 y 20 de 2001, es haber demostrado, a cada una y uno de sus protagonistas, la propia capacidad de autoorganización como sujeto singular y comunitario. Una voluntad autodeterminante, sin la intervención de nadie más que el motor de los propios deseos de aquellos que participaron en la primera insurrección de la multitud del nuevo siglo. Toda una fiesta democrática del individuo social, en medio de las balas de De la Rúa y del estado de excepción de Duhalde.

:: ¿cUÁL ES ENTONCES EL HILO ROJO QUE RECORRE A LAS DIFERENTES SUBJETIVIDADES EN EL MUNDO ENTERO?

Estas prácticas nacen de una nueva subjetividad, la misma subjetividad que conforma la sustancia que incrementa el valor del capital. La subjetividad que anima, da vida, a las máquinas. Un hacer humano que ceba de ganancias a la tecnología en manos de los patrones. Una subjetividad que comenzó siendo comprada por una relación social, cosificada y objetivada, que se presenta como dinero, y que no es más que el viejo trabajo acumulado que antes produjo el hacedor. Una subjetividad que termina plus-cosificada, plus-objetivada, en las cosas materiales y servicios como mercancía. Que transforma la subjetividad del trabajo en productos, y que por intermedio de la compraventa y las ganancias que se obtienen de la subjetividad objetivada, del trabajo concreto en trabajo abstracto, del valor de uso en valor de cambio, incrementa el capital y el dinero puesto en juego. Produciendo, en definitiva, un plusvalor, un plustrabajo y una plusvalía acumulable para los patrones. Una cadena social que cierra el ciclo expresándose, una y otra vez, como salario, dinero y capital, que compra objetivamente la autonomía del trabajo. Dicho de otro modo, como la potencia subjetiva de la multitud contra el poder objetivado de los empresarios, que los obliga a venderse, o morir de hambre. Como la antagonía social del trabajo contra la relación social capitalista, o lucha de clases.

Las nuevas prácticas autónomas de la multitud, sus victorias parciales, los aumentos salariales conquistados, el incremento del presupuesto estatal en beneficio de las mayorías, amplifican la nueva subjetividad. La multitud creadora comprueba su poder y le arranca conquistas al capital bajo las diferentes formas en que se manifiesta como nexo colectivo: sea como salario, sea como presupuesto estatal.

:: Pero bajo la secesión del estado vive la tensión entre: la república anticapitalista de la multitud y un país capitalista más, sólo formalmente, independiente.

Pero el capitalismo no es únicamente un lazo económico, sino una ligadura global y política que permita la producción, reproducción y circulación de mercancías como células que alimentan, regeneran; pero también indigesta, a la matrix capitalista. ¿Cuál es entonces el hilo rojo que recorre a las diferentes subjetividades en el mundo entero? ¿Que late de todo esto, en la subjetividad por su independencia de Moscú, del combate de las masas ucranianas? Lo que subyace en la multitud ucraniana es el principio de secesión, de separación, del trabajo del capital. La independencia de la multitud del estado como forma del capital. La autonomía del hacer contra el estado ucraniano pos-socialista.

Por supuesto que los capitalistas ucranianos, filo europeos, intentarán que este conato de independencia de clase se encause en la constitución, en el peor de los casos, de una Ucrania dividida en dos. Una Ucrania pro Rusa y otra pro europea. Dos ucranias, dos estados, dos variantes capitalistas. Por supuesto que ninguno de los dos candidatos en pugna busca la autonomía de la multitud. Pero bajo la secesión del estado vive la tensión entre: la república anticapitalista de la multitud y un país capitalista más, sólo formalmente, independiente. Algo parecido a lo que está pasando con el empresariado de Santa cruz de la Sierra, que busca oponerle a la autonomía de los pueblos originarios y al precariado, una autonomización del estado nacional boliviano para crear un nuevo estado en el oriente petrolero del altiplano.

El líder opositor a Moscú, Viktor Yushchenko, no era nada sin las masas acampando por semanas bajo el crudo invierno del hemisferio norte. Yushchenko resultó un rehén de una multitud que estaba al borde de asaltar el parlamento sino se respetaba su voluntad expresada en los comicios.

:: LA ALTERNANCIA ESTÁ BIEN VISTA EN LA ERA DEL IMPERIO, SIEMPRE Y CUANDO, LAS OPCIONES SEAN INOFENSIVAS PARA EL CAPITAL.

Es fácil para el poder sostener la religión del sufragio mientras sus candidatos ganan las elecciones. Pero el espectáculo electoral se está tornando incontrolable para el sistema representativo en su conjunto. Entre la abstención y las victorias de los candidatos no pautados para ganar, se está transformando en imprevisible, el acostumbrado y suave recambio de unas élites políticas por otras. Práctica que se daba normalmente en décadas pasadas. La alternancia está bien vista en la era del imperio, siempre y cuando, las opciones sean inofensivas para el capital.

Si en el 2000 en Estados Unidos, ganaba Al Gore, y el establishment esperaba que fuera George W. Bush, fraude y a la bolsa. Chávez llegaba en Venezuela a la presidencia por la vía electoral, pero como no respondió a pie juntillas a los intereses del imperio, complot de Washington, y Carmona al poder. Si no fuera por la movilización de las masas y los fusiles del ejército que no se pasaron en masa al golpe, estaríamos en plena campaña internacional contra la violación sistemática de los derechos humanos en Venezuela, o en una guerra civil. El pueblo haitiano votó a Aristide, que no pudo disciplinar la insurrección de la multitud ante las promesas electorales incumplidas. No hay problema: Francia, Canadá y Norte América, raptan al presidente; lo mandan al Africa, invaden militarmente su territorio bajo el manto de la ONU y despliegan a los ejércitos lame botas de Brasil, Chile y Argentina. Y de la democracia electiva no hay noticia hasta nuevo aviso. Si en la India pierde el prospecto cobijado por los mercados, se da un golpe financiero y a otra cosa. Como el candidato del presidente ruso Vladimir Putin, Víctor Yanukovich, no triunfó, entonces se envenena al opositor. Si hubiera muerto por la conspiración de Moscú, adiós a la voluntad popular expresada en los comicios.

Todavía los representantes capitalistas, todos ellos, los aliados de la nueva oligarquía comandada por Vladimir Putin, y la nueva clase amiga de la Europa de los mercados; pueden reconducir la antagonía de la multitud por intermedio del estado de partidos. Pero si no quieren ver caer la ficción del sufragio, como soberanía popular delegada, necesitan respetar la democracia del voto que ellos tanto pregonan.

:: LOS CAMBIOS, AUNQUE POR MOMENTOS IMPERCEPTIBLES, SON PERMANENTES.

El menú es claro: Capital-parlamentario y estado de excepción. Estado de emergencia permanente y Capital-parlamentario, como guerra civil y global no declarada contra la multitud. Estado de guerra, o estado en guerra; y estado de paz, entrelazado, uno con otro, de manera indistinguible. El estado de excepción, como forma política provisoria que suspende el estado de derecho burgués para salvarlo, se transforma en la regla de funcionamiento del estado. Lo inusual ahora es cotidiano. La excepción es la norma. Lo anormal se hace normal. La emergencia se transforma en permanencia. Este es el menú del imperio. Sólo la multitud posee, a través del poder de su trabajo, de su autodeterminación y organización, la posibilidad de alumbrar una nueva civilización poscapitalista.

Un mundo donde quepan todos los mundos de la multitud, no está, en este mundo. Ya no alcanza con entender la realidad para después modificarla. Sino que tenemos que, a partir de este viejo mundo, hacerlo de nuevo. El planeta está puesto en entredicho. Los cambios, aunque por momentos imperceptibles, son permanentes. La división de naciones que forjó el desarrollo mercantil nunca fue estable. El mapamundi se ha modificado sustancialmente en los últimos 200 años. ¿O acaso la tierra era igual en el siglo XVIII antes de la revolución norteamericana y francesa, dónde ni siquiera existía este país que hoy llamamos la Argentina? ¿O en el siglo XIX, con los cambios producidos entre la derrota de Napoleón Bonaparte, la independencia de las colonias Latinoamericanas y la irrupción de la Comuna de París? ¿O en el siglo XX, después de la caída del imperio Austrohúngaro y la pérdida de hegemonía inglesa a manos de los norteamericanos, el nacimiento de la URSS y la revolución China? ¿O para no irnos tan lejos, después del final del Tercer Reich, la revolución cubana, vietnamita y nicaragüense, y la caída del muro de Berlín; todos, acontecimientos que se sucedieron en menos de cincuenta años? Ahora, en el siglo XXI, después de la batalla de Génova, la destrucción de las torres gemelas y la invasión a Afganistán e Irak, las juntas de buen gobierno zapatistas, la insurrección Argentina y boliviana, el golpe de estado fallido contra Chávez, la autonomía en Cabila y la revolución en marcha en Nepal que afronta una contrarrevolución; todo indica, que estamos en pleno clivaje civilizatorio, antropológico, económico, geográfico, político y social.

:: La crisis no se ubica exclusivamente en el capital como “cosa”, y en los patrones como enemigos de la multitud. Sino que, está en el propio comportamiento, imaginario y lenguaje impurificado por las relaciones sociales dominantes que involucra a los propios trabajadores.

El planeta tierra como hoy lo habitamos, con su actual división geográfica por países, está siendo reestructurada por una nueva regionalización. De resultas complementaria con una futura reunificación diferente a todas las conocidas. Este es el plan de las clases dominantes y sus agencias políticas. Hacer coincidir la concentración transnacional del poder empresario, distribuido funcionalmente como redes nacionales autovalorativas del capital, con nuevas instituciones imperiales en formación. Red y centralización, imperio y nación, multitud y estado, trabajo y capital, por el momento conviven. Pero son formas antagónicas para el desarrollo del intelecto general de masas como forma dominante de la producción inmaterial que alimenta al imperio, o que puede emanciparse sin rodeos de su control y dominio.

No están separados de manera tajante el trabajo y el capital. Si lo que valoriza al capital es la sustancia humana creativa, el trabajo como fuerza subjetiva, entonces, la crisis no está fuera de los cuerpos y las conciencias que alimentan al capital. La crisis no se ubica exclusivamente en el capital como cosa, y en los patrones como enemigos de la multitud. Sino que, está en el propio comportamiento, imaginario y lenguaje impurificado por las relaciones sociales dominantes que involucra a los propios trabajadores. La compraventa de los seres humanos como objetos, deriva en consecuencias ambivalentes. No sólo en prácticas contrapuestas, sino también identificatorias con los capitalistas. Algo así como: te odio, pero más detesto no poder ser como vos. Te aborrezco como patrón, pero más aborrezco no ser un patrón. Algo de eso hubo en una porción de las obreras y obreros de la cooperativa 18 de diciembre, ex- Brukman, que ante la lucha por la ley definitiva de expropiaciones impulsada por los obreros de Zanón dijeron que no marcharían con ellos. Sin mantener concientemente la esquizofrenia de caminar hacia el anticapitalismo mientras se produce bajo el dominio de las relaciones capitalistas (situación que no ocultan los compañeros de Zanón); sin este grado de lucidez, se termina tirando la toalla, y se sigue produciendo para el sistema bajo la misma esquizofrenia, pero reprimiendo, la toma de conciencia de la enfermedad social llamada capitalismo. El nuevo imaginario no se construye, únicamente, haciéndose de las máquinas que pertenecían al patrón. Por lo visto algunos obreros okupas, cuando se ponen a trabajar para el mercado, y renuncian lisa y llanamente al anticapitalismo, vuelven a reproducir, no sólo, su trabajo como mercancías tasadas en dinero y acumulables como capital, sino, que reproducen los comportamientos inherentes a la lógica sistémica de cualquier empresa capitalista. Por más que ganen todos por igual y se digan dueños de su destino, en realidad, retornan a una vida expropiada por el mercado capitalista.

Los medios masivos de (in)-comunicación dirigiéndose a ese tercio de la multitud con cierta capacidad consumista y orgullo de ser un esclavo rentable, con pretensiones de burgués, lo diría mas o menos así: “No pierda su tiempo en vencer a los capitalistas. Usted que está por encima de la línea de la pobreza, que respeta la ley, que vive de su digno trabajo; usted noble ciudadano, que vota y delega su destino en los que saben, aspire a ser, ¡usted también!, un envidiable empresario. Eso sí, ¡no desfallezca en el intento! No atienda a guerras y convulsiones, a devaluaciones y confiscaciones, muertos y presos políticos, a corrupciones y hambrunas. ¡Esmérese un poco más, que veinte años de democracia no es nada! Sólo es una cuestión de tiempo, bajar la cabeza y el lomo, un poco de fortuna, y mucha, pero mucha, paciencia y esfuerzo”.

El trabajo y su crisis, la disputa entre autonomía y heteronomía, entre la autodeterminación social y su apropiación por los empresarios; constituye una relación, que menos estable, es cualquier cosa. Creativa y confiscada, liberadora e intolerable, productiva y conflictiva, imaginativa y cosificante. Pero sobre todo, si algo hoy caracteriza al trabajo es su inestabilidad. La energía subjetiva y viva, inteligente y esforzada, física y mental, cooperante y competitiva del trabajo, es la contracara del imperio. El obrar bajo el capitalismo nos muestra su reverso despiadado: indigencia y desempleo, subconsumo y trabajo asalariado, conflagraciones y desolación, impunidad genocida y riquezas para una minoría. Un semblante siniestro, el otro lado, del bello rostro de la creatividad humana expropiada por el capital.

Las formas capitalistas del estado-nación resultan desgarradas por la autonomía cooperante de la multitud que constituye el revés de la trama del imperio. Esta doble dimensión, material y subjetiva entre el capital y el trabajo, no soporta por mucho más tiempo la actual división política del globo.

El trabajo hiperproductivo y tecnológico, fantasioso y afectivo, creativo y cognitivo, sin el dominio del capital, nos pone a las puertas del mayor grado de libertad y abundancia que conoció hasta el presente la humanidad. Por cierto, que son los propios patrones los que hacen buena parte de la tarea. Si el socialismo era la primera fase del comunismo, es decir, la abolición paulatina del trabajo asalariado, entonces, el posfordismo constituye la mismísima transición, la antesala del anticapitalismo. Si hacía falta una primera etapa para alumbrar la sociedad de hombres libres, esta labor la está efectuando el propio capital como contracara excedentaria del trabajo.

Un mundo poscapitalista es una demanda y una práctica de la propia multitud. Un mundo donde el trabajo excedente del capital, que no puede ser disciplinado directamente por el hambre y la guerra, no les deja más opción a los empresarios que, mientras no los pueda arrasar; tolerar las redes de autoconsumo y una reproducción simple del capital en su variante cooperativa. Formas de gestión social, que por otro lado, no constituyen nuevas relaciones sociales antagónicas y anticapitalistas. Sino que son variantes personales y grupales que no confrontan con la hegemonía de la ley del valor.

:: Pero la cooptación también tiene su reverso trágico para el trabajo. El paraguas del estado no es gratis. El supuesto manto protector no es más que un chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos garantizan con la cooptación de los créditos para las apropiaciones hechas por la multitud, es impedir, el fin de las relaciones humanas tarifadas por plata.

Un capitalismo que, bajo un peligroso ejercicio de cooptación, se puede permitir la toma de cientos de empresas en Argentina sin estado obrero, y la okupación de miles de kilómetros de tierras en Brasil sin revolución campesina. El estado, coquetea con estas prácticas, mientras no sean un peligro inminente para las ganancias capitalistas. Pero la cooptación como ejercicio de dominio social, y no como la mera compra de este o aquel dirigente, también es binaria. La cara tenebrosa para los gobiernos de la reabsorción de las acciones autónomas, se dibuja, bajo el peligroso biorritmo desbordante de las expropiaciones impregnando al conjunto de las prácticas de la multitud. Que las okupaciones no solamente terminen con la explotación directa entre los protagonistas de estos laboratorios sociales en lucha, sino que, pongan en cuestión todo el sistema capitalista.

Pero la cooptación también tiene su reverso trágico para el trabajo. El paraguas del estado no es gratis. El supuesto manto protector no es más que un chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos garantizan con la cooptación de los créditos para las apropiaciones hechas por la multitud, es impedir, el fin de las relaciones humanas tarifadas por plata. Que no se extirpe el mercado del territorio social. Que no se concluya con la explotación ampliada del hombre por el hombre. Expoliación que se sostiene en la compraventa como la manera expansiva del capital. Como forma de explotación social a gran escala.

Con sus respectivas características, en Ucrania, se está produciendo un ejercicio de autonomía de proporciones colectivas y potenciales consecuencias globales. Mientras tanto, el capital europeo, fogonea la insumisión de la multitud contra la nueva burguesía de Moscú; y conduce la fantasía capitalista independentista de una parte de los ucranianos que estiman que, separándose de Putin, por lo menos por un tiempo vivirán mejor. Entre resistencia y secesión juega sus naipes el capitalismo que no tendría problemas en permitir la división de Ucrania, como antes lo hizo con los Balcanes, si de esto depende que no se instituya la “res-pública” de la multitud que puede comenzar en Ucrania y no se sabe donde termina.

:: Si no hay una permanente ampliación de un área autónoma constituida por redes universales antimercantiles que provean todo lo necesario para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado de resistencia, sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el intercambio de su hacer en términos mercantiles.

Sin independencia posestatal y anticapitalista de la multitud ucraniana, la secesión y la constitución de las nuevas fronteras de una Ucrania dividida; puede terminar, en el mejor de los casos, como un territorio de producción, circulación y simple consumo entre sus habitantes. Logro para nada menor. Pero que, de no conectar su experiencia anticapitalista con otras diseminadas en el planeta, cuando busquen ampliar el intercambio con otros países capitalistas para conseguir aquello que no tienen y necesitan, caerán en la reproducción ampliada del capital. Si no hay una permanente ampliación de un área autónoma constituida por redes universales antimercantiles que provean todo lo necesario para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado de resistencia, sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el intercambio de su hacer en términos mercantiles. Recostándose en el caso de Ucrania, naturalmente, en la Unión Europa como el bloque económico mas próximo a sus fronteras.

Pero si bien la toma de una empresa y territorio no termina por abolir la plusvalía como argamasa colectiva del sistema mercantil, tampoco, una vinculación en red de diferentes territorios secesionistas, pero capitalistas, produce efectos anticapitalistas.

:: uNA NACIÓN DE NACIONES, UN PAÍS COMÚN COMPUESTO POR LOS TERRITORIOS SINGULARES EMANCIPADOS DEL CAPITALISMO. uN PAÍS RED. uN ÁREA PAÍS.

No provendrá de la reedición de ninguna nueva forma de socialismo, así sea posestatal y en red, la que termine con la expoliación de unos hombres y mujeres por otros. En todo caso un área autónoma global, otro mundo, una coordinación interplanetaria, una composición de nuevos territorios autodeterminados; para evitar retornar a los dominios mercantiles, precisan, fundar un universo pos-estatal, pos-nacional y pos-dinerario en cualquiera de sus formas. Sea capitalista o sea socialista.

Conformando una nación de naciones, un país común compuesto por los territorios singulares emancipados del capitalismo. Un país red. Un área país. Una zona común integrada por las porciones secesionistas de cada nación. En vez de una asociación de comercio libre, una asociación libre de comercio. Un área libre sin comercio. El fin de la nación, los países y el mundo, como hoy los conocemos.

Una tierra compuesta por unidades productivas cooperantes, retazos de barriadas, porciones de provincias, condados y regiones, y aún países completos que se separan del viejo mundo. Pero integrando todos juntos un territorio común como parte del nuevo mundo. El sureste mexicano con sus caracoles; el Alto Boliviano con sus quinientas juntas vecinales en las que está organizada una multitud de 800.000 mil habitantes; los miles de hectáreas okupadas en Brasil por el Movimiento de los Sin Tierra; las comunidades indígenas del Ecuador y Perú; las urbes argentinas donde las brazas del “Que se Vayan Todos” le quema la nuca a la clase política, las redes piqueteras de autoconsumo, las asambleas que resisten, y las 12.000 trabajadoras y trabajadores de empresas recuperadas argentinas; los laboratorios sociales del precariado en Inglaterra y España, Italia y Alemania; media Ucrania; las aldeas independientes de Argelia; las multitudes nigerianas y de Costa de Marfil que buscan recuperar sus recursos naturales; y el millón de menesterosos haitianos de la villa Cité-Soleil que están enfrentando la ocupación de la ONU. Estas y otras miles de prácticas invisibilizadas por los grandes medios, pero no por ello menos existentes, socavan al imperio y fundan el nuevo mundo de la multitud desde las propias entrañas del capital. Que es igual que decir, desde las propias entrañas del trabajo que lo sostiene pero que antagoniza con el capitalismo para independizarse de él y articularse mas allá de su dominio.

Esto no significa que no se combata por liberar todo el territorio nacional donde esté asentada cada experiencia donde se confronta contra el capital. Ni que no haya que concluir con el poder dominante. Ni que la autoorganización niegue la antagonía contra el capital, que por otro lado, no se podrá evitar porque ninguna clase dominante se suicida. Autonomía no es atomización ni autismo. Ni el éxodo del capital es la reedición posmoderna de la isla de Robinsón Crusoe. Tampoco significa que se desprecie la reivindicación por mejoras salariales y más presupuesto estatal en beneficio de la multitud, mientras el asalariamiento y el trabajo por dinero, sea la forma dominante del corsé social.

:: La resistencia se transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y cooptar cada experiencia de éxodo.

Cada una de las múltiples formas de la multitud tiene demandas singulares y comunes. No es lo mismo estar desempleado que ser un trabajador inmaterial de Telefónica. No es lo mismo ser un operario de una PyME que pelea por un mejor sueldo, que haberle ocupado la fábrica al patrón. No es lo mismo ser un repositor de supermercado que un diseñador de páginas web. No es lo mismo integrar una red de familias campesinas bajo el dominio del autoconsumo que ser empleados en el servicio de transporte. Ser un trabajador sexual que un operario automotriz. Trabajar el campo como obrero golondrina que un técnico de la industria del petróleo. Ser vendedor ambulante que docente. La composición técnica de cada variante laboral, asalariada o autoexplotada, ocupada y desocupada, que gana menos que la canasta de indigencia o más que la línea de la pobreza, depara diferentes tácticas de resistencia. Pero como la clase de la multitud se recompone permanentemente, como la lucha es constituyente a la clase, mas aún bajo los ciclos de crisis cada vez más periódicas del posfordismo; por consiguiente, todas las singularidades productivas y reproductivas del capital, son recomposiciones singulares y comunes del trabajo. Cada una de sus tácticas específicas, resultan absolutamente compatibles con una misma estrategia de emancipación social.

Todas y cada una de las luchas resultan valiosas y necesarias. La particularidad de cada una de ellas, debe servir, para potenciar lo común que la multitud tiene como clase. El desprecio a ser los esclavos modernos de otros hombres, la conquista de la más plena libertad, el amor por la igualdad humana expresado como la ontológica diferencia de cada persona, y la autosoberanía del trabajo que no precisa de ninguna mediación estatal y mercantil para autogobernarse. Lo común en lo singular y lo singular en lo común. La democracia de la multitud como proyecto posible y concreto.

La resistencia se transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y cooptar cada experiencia de éxodo.

El asedio es mutuo entre el trabajo y el capital. Como bifronte y recíproca es la relación social antagónica que constituye el imperio. El capital combate cada expresión de emancipación social por más pequeña que sea. Al mismo tiempo que, cada una de ellas, entrelazándose con otras que actúan fuera de sus fronteras geográficas se autodefienden mutuamente del enemigo común: Los empresarios y sus estados. Y todos los dispositivos del imperio: las burocracias sindicales, las ONG´s sistémicas, las personalidades que viven a costa de los que luchan, los movimientos sociales meramente reformistas, los saboteadores de la contrainformación, las nomenclaturas religiosas, los comunicadores de los mass media, los partidos del sistema en cualesquiera de sus variantes, los policías, jueces y militares.

Una red de redes comunitaria y antimercantil. Una red sin nodo central ni núcleo rector. Una bandada que desquicie todos los aparatos de captura de la insumisión. Que impida que las fuerzas del orden puedan concentrar su maquinaria bélica en un solo punto. Una resistencia que se defiende expandiéndose, y no acantonándose, en ningún baluarte particular. Donde cada unidad bioproductiva y cultural de trabajo humano liberado, cuente con los recursos naturales, tecnológicos y de infraestructura de todo tipo, en cada una de sus latitudes.

Para todos, todo. Donde cada individuo social entienda que lo propio es fruto de lo común, y el fruto de lo común es propio. Que lo de todos es producto del esfuerzo de cada uno. Y lo de cada uno resulta una realización de todos. Donde la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y distribución, no impide, el respeto de la propiedad personal obtenida por el esfuerzo individual como parte de un trabajo colectivo. Donde persona, grupo y colectividad, no se superponen, ni se homologan; sino que se complementan y diferencian. Este es un nuevo mundo de singularidades. Una identidad geográfica y social, compuesta, por múltiples identidades sociales y geográficas. Un mundo de los comunes donde quepa cada uno de los nuevos mundos singulares.

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4) Autogobierno: un mundo posestatal.(tercera parte)
https://clajadep.lahaine.org/?p=4101

Un capitalismo que, bajo un peligroso ejercicio de cooptación, se puede permitir la toma de cientos de empresas en Argentina sin estado obrero, y la okupación de miles de kilómetros de tierras en Brasil sin revolución campesina. El estado, coquetea con estas prácticas, mientras no sean un peligro inminente para las ganancias capitalistas. Pero la cooptación como ejercicio de dominio social, y no como la mera compra de este o aquel dirigente, también es binaria. La cara tenebrosa para los gobiernos de la reabsorción de las acciones autónomas, se dibuja, bajo el peligroso biorritmo desbordante de las expropiaciones impregnando al conjunto de las prácticas de la multitud. Que las okupaciones no solamente terminen con la explotación directa entre los protagonistas de estos laboratorios sociales en lucha, sino que, pongan en cuestión todo el sistema capitalista.

Pero la cooptación también tiene su reverso trágico para el trabajo. El paraguas del estado no es gratis. El supuesto manto protector no es más que un chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos garantizan con la cooptación de los créditos para las apropiaciones hechas por la multitud, es impedir, el fin de las relaciones humanas tarifadas por plata. Que no se extirpe el mercado del territorio social. Que no se concluya con la explotación ampliada del hombre por el hombre. Expoliación que se sostiene en la compraventa como la manera expansiva del capital. Como forma de explotación social a gran escala.

Con sus respectivas características, en Ucrania, se está produciendo un ejercicio de autonomía de proporciones colectivas y potenciales consecuencias globales. Mientras tanto, el capital europeo, fogonea la insumisión de la multitud contra la nueva burguesía de Moscú; y conduce la fantasía capitalista independentista de una parte de los ucranianos que estiman que, separándose de Putin, por lo menos por un tiempo vivirán mejor. Entre resistencia y secesión juega sus naipes el capitalismo que no tendría problemas en permitir la división de Ucrania, como antes lo hizo con los Balcanes, si de esto depende que no se instituya la “res-pública” de la multitud que puede comenzar en Ucrania y no se sabe donde termina.

:: Si no hay una permanente ampliación de un área autónoma constituida por redes universales antimercantiles que provean todo lo necesario para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado de resistencia, sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el intercambio de su hacer en términos mercantiles.

Sin independencia posestatal y anticapitalista de la multitud ucraniana, la secesión y la constitución de las nuevas fronteras de una Ucrania dividida; puede terminar, en el mejor de los casos, como un territorio de producción, circulación y simple consumo entre sus habitantes. Logro para nada menor. Pero que, de no conectar su experiencia anticapitalista con otras diseminadas en el planeta, cuando busquen ampliar el intercambio con otros países capitalistas para conseguir aquello que no tienen y necesitan, caerán en la reproducción ampliada del capital. Si no hay una permanente ampliación de un área autónoma constituida por redes universales antimercantiles que provean todo lo necesario para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado de resistencia, sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el intercambio de su hacer en términos mercantiles. Recostándose en el caso de Ucrania, naturalmente, en la Unión Europa como el bloque económico mas próximo a sus fronteras.

Pero si bien la toma de una empresa y territorio no termina por abolir la plusvalía como argamasa colectiva del sistema mercantil, tampoco, una vinculación en red de diferentes territorios secesionistas, pero capitalistas, produce efectos anticapitalistas.

:: uNA NACIÓN DE NACIONES, UN PAÍS COMÚN COMPUESTO POR LOS TERRITORIOS SINGULARES EMANCIPADOS DEL CAPITALISMO. uN PAÍS RED. uN ÁREA PAÍS.

No provendrá de la reedición de ninguna nueva forma de socialismo, así sea posestatal y en red, la que termine con la expoliación de unos hombres y mujeres por otros. En todo caso un área autónoma global, otro mundo, una coordinación interplanetaria, una composición de nuevos territorios autodeterminados; para evitar retornar a los dominios mercantiles, precisan, fundar un universo pos-estatal, pos-nacional y pos-dinerario en cualquiera de sus formas. Sea capitalista o sea socialista.

Conformando una nación de naciones, un país común compuesto por los territorios singulares emancipados del capitalismo. Un país red. Un área país. Una zona común integrada por las porciones secesionistas de cada nación. En vez de una asociación de comercio libre, una asociación libre de comercio. Un área libre sin comercio. El fin de la nación, los países y el mundo, como hoy los conocemos.

Una tierra compuesta por unidades productivas cooperantes, retazos de barriadas, porciones de provincias, condados y regiones, y aún países completos que se separan del viejo mundo. Pero integrando todos juntos un territorio común como parte del nuevo mundo. El sureste mexicano con sus caracoles; el Alto Boliviano con sus quinientas juntas vecinales en las que está organizada una multitud de 800.000 mil habitantes; los miles de hectáreas okupadas en Brasil por el Movimiento de los Sin Tierra; las comunidades indígenas del Ecuador y Perú; las urbes argentinas donde las brazas del “Que se Vayan Todos” le quema la nuca a la clase política, las redes piqueteras de autoconsumo, las asambleas que resisten, y las 12.000 trabajadoras y trabajadores de empresas recuperadas argentinas; los laboratorios sociales del precariado en Inglaterra y España, Italia y Alemania; media Ucrania; las aldeas independientes de Argelia; las multitudes nigerianas y de Costa de Marfil que buscan recuperar sus recursos naturales; y el millón de menesterosos haitianos de la villa Cité-Soleil que están enfrentando la ocupación de la ONU. Estas y otras miles de prácticas invisibilizadas por los grandes medios, pero no por ello menos existentes, socavan al imperio y fundan el nuevo mundo de la multitud desde las propias entrañas del capital. Que es igual que decir, desde las propias entrañas del trabajo que lo sostiene pero que antagoniza con el capitalismo para independizarse de él y articularse mas allá de su dominio.

Esto no significa que no se combata por liberar todo el territorio nacional donde esté asentada cada experiencia donde se confronta contra el capital. Ni que no haya que concluir con el poder dominante. Ni que la autoorganización niegue la antagonía contra el capital, que por otro lado, no se podrá evitar porque ninguna clase dominante se suicida. Autonomía no es atomización ni autismo. Ni el éxodo del capital es la reedición posmoderna de la isla de Robinsón Crusoe. Tampoco significa que se desprecie la reivindicación por mejoras salariales y más presupuesto estatal en beneficio de la multitud, mientras el asalariamiento y el trabajo por dinero, sea la forma dominante del corsé social.

:: La resistencia se transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y cooptar cada experiencia de éxodo.

Cada una de las múltiples formas de la multitud tiene demandas singulares y comunes. No es lo mismo estar desempleado que ser un trabajador inmaterial de Telefónica. No es lo mismo ser un operario de una PyME que pelea por un mejor sueldo, que haberle ocupado la fábrica al patrón. No es lo mismo ser un repositor de supermercado que un diseñador de páginas web. No es lo mismo integrar una red de familias campesinas bajo el dominio del autoconsumo que ser empleados en el servicio de transporte. Ser un trabajador sexual que un operario automotriz. Trabajar el campo como obrero golondrina que un técnico de la industria del petróleo. Ser vendedor ambulante que docente. La composición técnica de cada variante laboral, asalariada o autoexplotada, ocupada y desocupada, que gana menos que la canasta de indigencia o más que la línea de la pobreza, depara diferentes tácticas de resistencia. Pero como la clase de la multitud se recompone permanentemente, como la lucha es constituyente a la clase, mas aún bajo los ciclos de crisis cada vez más periódicas del posfordismo; por consiguiente, todas las singularidades productivas y reproductivas del capital, son recomposiciones singulares y comunes del trabajo. Cada una de sus tácticas específicas, resultan absolutamente compatibles con una misma estrategia de emancipación social.

Todas y cada una de las luchas resultan valiosas y necesarias. La particularidad de cada una de ellas, debe servir, para potenciar lo común que la multitud tiene como clase. El desprecio a ser los esclavos modernos de otros hombres, la conquista de la más plena libertad, el amor por la igualdad humana expresado como la ontológica diferencia de cada persona, y la autosoberanía del trabajo que no precisa de ninguna mediación estatal y mercantil para autogobernarse. Lo común en lo singular y lo singular en lo común. La democracia de la multitud como proyecto posible y concreto.

La resistencia se transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y cooptar cada experiencia de éxodo.

El asedio es mutuo entre el trabajo y el capital. Como bifronte y recíproca es la relación social antagónica que constituye el imperio. El capital combate cada expresión de emancipación social por más pequeña que sea. Al mismo tiempo que, cada una de ellas, entrelazándose con otras que actúan fuera de sus fronteras geográficas se autodefienden mutuamente del enemigo común: Los empresarios y sus estados. Y todos los dispositivos del imperio: las burocracias sindicales, las ONG´s sistémicas, las personalidades que viven a costa de los que luchan, los movimientos sociales meramente reformistas, los saboteadores de la contrainformación, las nomenclaturas religiosas, los comunicadores de los mass media, los partidos del sistema en cualesquiera de sus variantes, los policías, jueces y militares.

Una red de redes comunitaria y antimercantil. Una red sin nodo central ni núcleo rector. Una bandada que desquicie todos los aparatos de captura de la insumisión. Que impida que las fuerzas del orden puedan concentrar su maquinaria bélica en un solo punto. Una resistencia que se defiende expandiéndose, y no acantonándose, en ningún baluarte particular. Donde cada unidad bioproductiva y cultural de trabajo humano liberado, cuente con los recursos naturales, tecnológicos y de infraestructura de todo tipo, en cada una de sus latitudes.

Para todos, todo. Donde cada individuo social entienda que lo propio es fruto de lo común, y el fruto de lo común es propio. Que lo de todos es producto del esfuerzo de cada uno. Y lo de cada uno resulta una realización de todos. Donde la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y distribución, no impide, el respeto de la propiedad personal obtenida por el esfuerzo individual como parte de un trabajo colectivo. Donde persona, grupo y colectividad, no se superponen, ni se homologan; sino que se complementan y diferencian. Este es un nuevo mundo de singularidades. Una identidad geográfica y social, compuesta, por múltiples identidades sociales y geográficas. Un mundo de los comunes donde quepa cada uno de los nuevos mundos singulares.

III.- Marcándole el paso al imperio.

Es la autonomía del trabajo, de la que está preñada el capital, la que le está marcando el paso al imperio. ¿No estaremos exagerando? ¿No serán estas banales fantasías sociológicas del colectivo NPH? Veamos:

1.- El nueve de diciembre de 2004, el continente Sudamericano conmemoró el 180 aniversario de la batalla de Ayacucho. Combate donde las burguesías latinoamericanas obtuvieron su derecho a disputar un lugar en el mercado universal capitalista. En cambio, ahora, está muy claro que algo anda muy mal para la clase dominante. Cuesta creer que si la multitud aspira a la Comunidad Sudamericana de Naciones la sesión fundacional en Cuzco sea militarizada como el encuentro del Grupo de los 8, que se realizó en Génova, en julio del 2001.

2.- Cuesta creer que las masas chilenas están seducidas por la APEC cuando protagonizaron un Santiagazo en su última cumbre. También cuesta creer que la crisis Argentina esté cerrada y que Kirchner sea tan amado por el pueblo, cuando a más de tres años del 19 y 20, el edificio anexo del Congreso Nacional esté enjaulado, la Legislatura Porteña tenga un corralito de acero presto para cada movilización, y la clase política no haya podido retirar las vallas que parte en dos a la Plaza de Mayo y separa a los manifestantes de la casa de gobierno. Es difícil creer que los votantes herederos de Juan Perón, llegado el caso, den la vida por Kirchner; cuando su discípulo santacruceño mantiene procesados a 4.000 luchadores sociales; y volviendo treinta años atrás, se reedite, el escándalo de tener decenas de presos políticos.

:: uNA DE LAS FIGURAS DESCOLLANTES DE LA ANTAGONÍA DE CLASE ES EL TRABAJADOR POSFORDISTA DEL CAPITALISMO DE EXCEDENCIA. tANTO DEL GENERAL INTELLECT O TRABAJO INMATERIAL, COMO DEL DESEMPLEADO O DESOCUPADO.

3.- Por mas que los filósofos de la Nueva Clase del diario Página/K busquen ningunear los nuevos sentidos, prácticas y valores fraternales que están forjando los oprimidos; aún contra sus intereses y miopía, un imaginario antagónico al capital se está abriendo paso. A punto tal, que el ala progresista del encuentro en Cuzco tenga que hablar de un nuevo sujeto histórico y político. Para ellos un “hermoso” sujeto epocal, siempre y cuando, delegue su poder, como un presente griego, adentro de la urna de la soberanía estatal. Tolerando, una vez mas, a una nueva clase política que piense, parlamente y actúe en su nombre.

4.- No sólo el capitalismo contamina a los trabajadores; las prácticas anticapitalistas de la multitud también impregnan las prácticas de los empresarios y el estado. La relación humana del hacer bajo el dominio del capital es un vínculo antagónicamente bicéfalo. Como tendencia histórica la era de la subsunción real del trabajo en el capital no permite más compartimientos estancos entre tiempo de vida y tiempo de producción; entre tiempo ocupado y tiempo libre; entre lo social y lo económico; entre lo comercial y lo político; entre tiempo del trabajo y tiempo del capital.

5.- En lo que respecta a la traducción concreta de estas categorías en relación a los puntos mas salientes de la lucha de clases Argentina podemos decir lo siguiente: el capitalismo es una relación social obstaculizadora de la autonomía de la multitud en su conjunto, y por ahora, una de las figuras descollantes de la antagonía de clase es el trabajador posfordista del capitalismo de excedencia. Tanto del general intellect o trabajo inmaterial, como del desempleado o desocupado. Este último, en realidad, como solemos llamarlo, es un des-asalariado que no recibe una paga directa de un empresario privado. Quedando excluido de un sueldo pero no de la formación de valor. Ya que, si no ocupa su vida de algún modo para ganarse el pan, se muere. Sean piqueteros, o sean obreros que gestionan por sus medios la empresa. La oposición antisistémica también se produce entre las asambleas y la delegación estatal; entre los sindicatos que abandonaron a su suerte a los desocupados y la lucha piquetera; entre la ocupación de las empresas quebradas y una nueva acumulación originaria del capital que acorrala el circuito de apropiaciones, poniéndola a trabajar, bajo la lógica de la mercancía; entre el Que Se Vayan Todos y el Se Quedaron Todos.

6.- Las experiencias de antagonía social no resueltas a favor de la multitud, si bien no permitió una recomposición completa del sistema de partidos previo a diciembre de 2001, constituyeron los más valiosos pilares sobre los que se asienta la reconversión del dominio capital-parlamentario. Una matrix que no fue vencida en el momento del colapso de comienzos de siglo, fue muy hábil, para reabsorber una parte de la autonomía de la multitud, y sobrevivir así, a su peor momento.

7.- Mientras tanto, esta entente gubernamental desesperada reunida en Cuzco, apelará a que ellos son los personeros del combate contra el neoimperialismo norteamericano. Intentando expropiar las rebeliones ecuatoriana, peruana, boliviana y argentina. Una impostura de la clase política que encubre su labor en beneficio del capital latinoamericano en su conjunto. Buscando anticiparse a las nuevas formas institucionales de la multitud y cimentando las novedosas instituciones imperiales del capitalismo posmoderno. De hacer falta, se regodearán con la unidad en la diversidad y hasta pregonarán la horizontalidad. Claro, unidad en la diversidad de todos patrones, contra los intereses irreductiblemente opuestos y diversos de la multitud. Una horizontalidad que termine, en el mejor de los casos, en la constitución de un nuevo ciudadano latinoamericano que entregue, una y otra vez, su poder. Una patria común del capital, pero no de los comunes. Un territorio convergente de los intereses empresarios. Un Mercosur ampliado a medio camino del ALCA. Del estado nacional al estado regional.

:: Toda clase social dominante, precisa estratégicamente, de algún imaginario internacionalista que de sentido al lugar en el mundo mercantil que le tocó habitar a cada persona.

8.- En Cuzco no se está alumbrando ninguna patria grande de mujeres y hombre libres. Un territorio común que le ponga fin a la soberanía estatal. Muy por el contrario, ampliando el marco geográfico del dominio estatal sólo se profundiza el concepto de ciudadanía capitalista. Una mera representación de la multitud como pueblo indiferenciado que delega su potencia en el poder de Uno. Así sea, que este Uno, sea un estado o un conjunto de estados. Una abstracta igualdad formal y una concreta desigualdad real entre representantes y representados; entre estado y multitud; entre el hombre político y el hombre económico; entre el capital y el trabajo.

9.- Que el capital es una relación universal que necesita permanentemente expandirse y profundizarse, o contrariamente estalla, lo reconocen los presidentes reunidos en Cuzco. Doce estados que se reúnen, en una carrera contra reloj, para ampliar sus respectivos mercados en un espacio pos-nacional. Una geografía de 360 millones de habitantes que ocupará el 45 por ciento de todo el continente americano y, nada menos, que el 85 por ciento de América Central y América del Sur.

10.- Hasta que punto el calendario del capital queda pautado por las diferentes luchas (de la América morena y mestiza, indígena y blanca; del empleo precario y el neoproletariado posfordista; del subproletariado del subconsumo y el desempleo como pandemia universal; de la resistencia ante la definitiva privatización de los recursos naturales y de los campesinos sin tierra) queda de manifiesto, a partir de que la federación de naciones reunidas en Cuzco, no surge, de ningún sueño neosocialista. Sino, a pesar de las propias burguesías, que desesperadamente buscan, un lugar en el mundo ante la competencia impiadosa entre los capitales mas fuertes y sus propias multitudes en estado de autonomía.

11.- Toda clase social dominante, precisa estratégicamente, de algún imaginario internacionalista que de sentido al lugar en el mundo mercantil que le tocó habitar a cada persona. Que los una al universo, al unísono, que los diferencia a unos de otros. Que los identifique. Que afiance en los ciudadanos el sentimiento de pertenecer a una nación. Que los provea de un fin en la vida, un tanto mas encantador, que ser un voto en las urnas cada dos años; un objeto de represión si lucha por su dignidad; un infortunado asalariado y; para aquellos mas favorecidos, apenas un número de una cuenta bancaria que perderá sus ahorros en cada colapso capitalista.

:: Con el debut del Frente Amplio en Uruguay, sus conspicuos dirigentes setentistas, parece que extrajeron que la mejor lección revolucionaria es crear una nueva burguesía nacional. Ellos que la habían combatido hasta con las armas en la mano, siendo asesinados y exilados, encarcelados y torturados; ahora pregonan, la “nueva utopía” de ser un explotado.

12.- Para mantener esta farsa “regionalista” ya no le alcanza a la Nueva Clase con el Mercosur y la APEC. Ahora cada uno de los estados integrantes de la Comunidad Sudamericana de Naciones, va a expandir el dislate del capitalismo con rostro latinoamericano, unificando sus ilusiones de que otro mundo (capitalista) es posible. Una obra maestra del terror representada por Kirchner “El Pingüino”. Cuyo gobierno tiene el récord de presos políticos y procesados sociales por luchar, y la distribución de la riqueza mas deshonrosa de la historia Argentina.
Una tragicomedia estelarizada por: alguna vez fui “Lula” el obrero metalúrgico, pero ahora soy de la Nueva Clase y me dicen Ignacio da Silva a secas. Otro lindo gobierno progresista, que en un año, nos demostró, como rodearse de ex guerrilleros y marxistas que tiraron la toalla, y por el mismo precio, mantuvo el salario mínimo en menos de 100 dólares. Incrementando, en dos millones y medio mas, los hambrientos del Brasil.
Con el debut del Frente Amplio de centroizquierdistas en Uruguay. Cuyos conspicuos dirigentes setentistas parece que extrajeron que la mejor lección revolucionaria que se desprende del oriundo de Tréveris que escribió, El Capital, contra burguesía (y que para continuar las enseñanzas del barbado la habían combatido hasta con las armas en la mano; siendo asesinados y exilados, encarcelados y torturados muchos de ellos) ahora, sin embargo nos dicen, que hay que recrear a la propia burguesía nacional. Son tan, pero tan modernos, que en vez de concluir con el trabajo asalariado para felicidad de la humanidad, y por ende del pueblo uruguayo; hoy día, hay que afianzar, y si hace falta crear, un nuevo empresariado nacional que tenga como estación terminal la “nueva utopía” de ser un feliz explotado.
Juntos con ellos y cerrando el reparto de papeles protagónicos, para no perder la costumbre de la dictadura de Stroessner; estará Duarte Frutos, el actual presidente paraguayo mata campesinos.

13.- Los nacionales y populares, progresistas y socialdemócratas, no le hacen asco a nadie. En Cuzco los santos de la centroizquierda no rehúsan estrechar sus vínculos cobijando al demonio neoliberal que dicen combatir. Un lucifer, bien terrenal, representado de manera formidable por Uribe, el presidente colombiano. Un tirano dispuesto a dejarse invadir por Estados Unidos, de ser necesario, para frenar la revolución social Latinoamericana.
Actuando de bisagra, entre el cielo centroizquierdista y el averno de la centroderecha, desde el purgatorio venezolano, Chávez, realiza sus santos oficios. Un simpático Perón fuera de época que ahora habla de socialismo, mientras que es tan, pero tan antiimperialista, que ni siquiera se atreve a hacerle un boicot de petróleo a los Estados Unidos mientras controla PDVSA (Petróleo de Venezuela Sociedad Anónima).
Cierran el pelotón de impresentables, el tan corrupto como Fujimori, presidente del Perú, Alejandro Toledo. Lo acompaña, Lucio Gutiérrez, el traidor de la alianza indígena ecuatoriana que lo llevó al poder. Y Carlos Mesa, el presidente que se ganó la magistratura boliviana sobre los cadáveres de los insurrectos que desparramó Sánchez de Losada y de cuyo “tandem” presidencial formaba parte. A distancia de la comparsa de la Nueva Clase observarán el espectáculo antes de sumarse, al carnaval carioca encabezado por Lula, el presidente de Panamá y el ex-gerente de la compañía Coca Cola para México y América Latina, el presidente de México, Vicente Fox.

:: ¿Que pasaría si lo que excede de la creatividad autodeterminada de cada nodo de la resistencia, pudiera disponer, de los sobrantes que tengan otros nodos anticapitalistas?

14.- Así es compañeras y compañeros. El nuevo internacionalismo latinoamericanista posmoderno, no es ningún sueño de mentes autónomas afiebradas. Sino del mas puro y crudo instinto de supervivencia de los capitalistas y sus gerentes del continente americano, que ven crujir bajo sus pies, el piso nacional donde se asienta su antagonía contra la multitud.

15.- Pero el internacionalismo de la Comunidad Sudamericana de Naciones no es sinónimo de internacionalismo de la multitud. ¿Qué pasaría, en cambio, si el corredor bioceánico, las pampas argentinas, el gas boliviano, el petróleo venezolano, sea por caso; alimentase una libre circulación y uso del hacer de la multitud, en vez de transformarse en una nueva quimera capitalista? En un inflado ABC o un Bandum berreta. En Chiapas hay buen café, pero sobre todo hay una ética del hacer que no quiere perecer triturada, por el invierno mas crudamente mercantil que domina el mundo, al ampliar el intercambio de lo que hace en los caracoles con empresas dominadas por el lucro capitalista. Una tensión que afrontan los zapatistas entre: no condenarse al autoconsumo, y disponer de un excedente que no sea utilizada para una acumulación originaria de capital que demuela todo lo hasta aquí tan arduamente conquistado.

16.- ¿Que pasaría si lo que excede de la creatividad autodeterminada de cada nodo de la resistencia, pudiera disponer, de los sobrantes que tengan otros nodos anticapitalistas? Si los bienes materiales se complementasen, sin mediarse por la moneda, con los bienes inmateriales de cada zona liberada en América Latina y el mundo entero. Si una basta zona pública y no estatal, mundial pero no globalizada por el capitalismo, se abasteciera recíprocamente a partir de lo que produce cada nodo productivo y cada talento, cada obrar intelectual y manual, cada sueño insumiso y cada pensamiento. Si fueran parte, en cada una de sus partes, de un mundo de muchos mundos en continua expansión. Y como tal, el mejor mecanismo de defensa que preserva y prolonga las nuevas relaciones sociales anticapitalistas de cada territorio emancipado.

17.- Si la palabra solidaridad tiene algún sentido superior a la hipócrita caridad burguesa, es a partir de un hacer, un imaginario, y una voluntad reflexiva en común. Una biopolítica anticapitalista, es decir, el reencuentro de la vida con la política mas allá de lo político estatal; la fraternidad entre oprimidos con la antagonía a los opresores; la riqueza social con el fin del mercado. Una nueva relación social entre la naturaleza y la humanidad rebelde, entre la palabra y los cuerpos, el hacer y el pensar, las manos y el cerebro, entre los afectos con la ética. Un proyecto universal anticapitalista entre los cuerpos de la multitud como cerebro colectivo del intelecto general de masas.

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4) Autogobierno: un mundo posestatal. (Cuarta Parte)
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IV.- Precariado, clase obrera y multitud.

Cambia, todo cambia, dice la canción. En la Argentina de hoy los patrones no están en condiciones ni de echar un boletero del ferrocarril, que los trabajadores, van al paro. Mientras que en la década pasada los empresarios los despedían como perros. Los empleados de las comunicaciones toman las empresas y logran que los capitalistas no profundicen la precariedad, congelen los salarios, y sigan con los despidos. En cambio durante el menemismo militarizaban sus oficinas ante la toma de los edificios.

Los docentes y trabajadores del subte se ganaron el derecho de proseguir el conflicto sindical violando la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo. Todos estos comportamientos jalonan una larga lucha social y producen valiosas enseñanzas en el aprendizaje de la multitud. Para no remontarnos muy lejos diremos que, son parte, de un nuevo humus social. Una rica tierra abonada, que sedimentó, desde las últimas luchas del obrero fordista durante las privatizaciones; las primeras escaramuzas de los piqueteros ante la ampliación del posfordismo, se profundiza luego de la tempestad del 19 y 20, y se expanden en los últimos tres años.

:: La multitud es una clase social posfordista. Que se reorganiza desde la desorganización impuesta por el estado y los empresarios, que fragmentaron y enflaquecieron a la clase obrera fabril, que era la manera privilegiada de trabajo bajo el capitalismo fordista.

La antagonía de la multitud como clase, no posee un lugar privilegiado para el desarrollo de su antagonía contra el capital. Cuando ridículamente se quiere congelar el 19 y 20 como una revuelta de caceroleros y piqueteros, de ahorristas e indigentes; no se puede, o no se quiere, percibir el latido constituyente de un conjunto de formas de la multitud que eclosionaron en el 2001.

Cuando se dijo: “asambleas de clase media”, a la Nueva Clase y sus escribientes no le convenía percatarse, que la clase media de hoy, tiene cada vez menos puntos de contacto con la pequeña burguesía del siglo XX. Una clase no se determina exclusivamente a partir de su ubicación en la producción y de cuánto gana. Sino que una clase se constituye, deconstruye y reconstruye de manera permanente. El capitalismo es un lazo social que está vivo, justamente, porque vampiriza al trabajo vivo; tanto en la producción como en la reproducción mercantil, tanto en la circulación del capital como en el consumo.

La multitud es una clase social posfordista. Que se reorganiza desde la desorganización impuesta por el estado y los empresarios, que fragmentaron y enflaquecieron a la clase obrera fabril, que era la manera privilegiada de trabajo bajo el capitalismo fordista.

:: Hoy, Las Clases Medias Argentinas son Básicamente Asalariadas y Autoexplotadas.

El nuevo obrero social, determina donde y como, con quien y para que se organiza. La clase de la multitud se completa confrontando a otra clase; antagonizando a la clase de los patrones, a la clase de los capitalistas. Una clase no se define únicamente desde su posición objetiva en la producción, sino además en la reproducción y circulación del capital. Una clase también es sus pautas de consumo, sueños y deseos. Una clase se define acorde a su individuación, su hacerse clase, su subjetividad. Por supuesto sabiendo quien la exprime, cuanto trabaja y para que trabaja. Teniendo claro contra quien lucha y para que lucha.

La clase creadora está en una incesante constitución, desarticulación y reelaboración. Un comportamiento tan cambiante como la composición orgánica del capital que la subsume. Hoy, las clases medias argentinas son básicamente asalariadas y autoexplotadas. Y por mas que se autoperciban como clase media, están mas cerca de ser calificadas de nuevos asalariados y productores sociales del capitalismo del precariado.

:: Un apartado especial se merecen muchos dirigentes de la izquierda cuando desembarcan en las funciones estatales. Se comportan como cualquier patrón, estableciendo el mismo grado de precariedad y jerarquías, y en algunos casos aún peores, que cualquier burgués. Aún mas, no tienen empacho de hablar de autonomía, si les sirve, para sus fines de “representantes” autonomistas, como una “mercancía” más, de la “oferta” política y forma de “acumulación” de su “capital” político.

a) Se puede ser precario y estar registrado. Cobrar bajo recibo y ser despedido en unos meses.
b) Y se puede trabajar durante años en un mismo lugar y ser un informal. Cobrando sin recibo de sueldo hasta ser despedido.
c) Precario y en negro, no siempre son sinónimos. Como estable y en blanco tampoco.
d) Se puede ser un contratado, tanto en la actividad privada como en el estado. El trabajo en negro, la evasión impositiva, y el abandono de la seguridad social, no es patrimonio exclusivo de los empresarios particulares. Sino que también se naturaliza en el poder ejecutivo, legislaturas, hospitales, CGPs, sindicatos y universidades.
e) En el medio se dan otras figuras híbridas como el trabajador registrado que cobra en blanco sólo el salario mínimo, y el resto, en negro.
f) O como el caso del profesional en situación de dependencia obligado a facturar por sus servicios como si fuera un cuentapropista. Cuando en realidad, resulta, un empleado que tiene todas las obligaciones de la dependencia hacia el patrón y ninguno de sus derechos sociales.
g) Un apartado especial se merecen muchos dirigentes de la izquierda cuando desembarcan en las funciones estatales. Se comportan como cualquier patrón, estableciendo el mismo grado de precariedad y jerarquías, y en algunos casos aún peores, que cualquier burgués. Dividiendo el trabajo entre las “tareas administrativas” de los soldados-militantes, y “las tareas políticas” reservadas a los generales-dirigentes. Se reproduce la dicotomía empleado-empleador, dirigido-dirigente, ser económico y ser político, bajo el manto rojo del discurso de izquierda. Aún mas, no tienen empacho de hablar de autonomía, si les sirve, para sus fines de “representantes” autonomistas, como una “mercancía” más, de la “oferta” política y forma de “acumulación” de su “capital” político. Si el estado es el capitalista ideal, el político de izquierda hecho empleador de sus colaboradores, resulta el ideal del patrón, para demostrar, como el estado es una forma más del capital que somete a todos a su lógica. Los empresarios y los viejos partidos se relamen, viendo como todo lo que pregonan los dirigentes de la izquierda sobre la defensa del trabajo “digno”, se va al tacho de la basura, cuando arriban al estado.

La clase media argentina en los últimos treinta años descendió de ser, el 60 por ciento, al 20 por ciento de la población. La nueva composición técnica de la clase media trastoca su viejo ser social y su vetusto hacer político, por mas renegatorio que sea en su decir-[se] económicamente de clase media.

Las jóvenes generaciones de la multitud son herederas de los triunfos y derrotas de la vieja clase trabajadora. Pero la porción de ella que lucha, no está infecta, de hipotecas ideológicas, nostalgias populistas, terror inmovilizante hacia los militares y mackartismo anticapitalista.

En el capitalismo posfordista no hay fracción privilegiada de la multitud como sujeto por antonomasia del cambio antisistémico. Si bien en los últimos años el trabajador excedentario lleva la delantera.
a) Reparemos en que, los empleados dedicados al mercado del software, superan, tres a uno, a los operarios automotrices. Para el 2004 había 30.000 trabajadores de la industria informática contra 10.000 obreros ocupados en forma directa por las terminales de autos.
b) El conflicto de clase se desliza zigzagueante por toda la superficie social. ¡Si sabrán de eso los vendedores ambulantes y artesanos, prostitutas y limpiacoches; malabaristas todos, del sustento diario, que hacen de su fábrica el mismísimo terreno social! Una labor que unifica mercado y sociedad, con trabajo y espacio público.
c) Sólo en la Capital Federal, había registrados para el 2002, nueve mil cirujas.
d) Buscando ampliar el volumen social de la antagonía de clase contra el capital, los propios Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) saben que su valiente lucha y la construcción de lazos solidarios entre sus integrantes; por sí solos, no son las únicas experiencias que cuentan para poder vencer al capitalismo.

:: eS LA PALANCA AUTÓNOMA DEL MOVIMIENTO COOPERANTE DEL TRABAJADOR INMATERIAL QUIEN DESESTABILIZA LA LOZA BUROCRÁTICA COMO EXCRECENCIA INTOLERABLE, QUE BLOQUEA LA COLABORACIÓN, DEL INTELECTO GENERAL DE MASAS COMO FUERZA DEL HACER.

El desafío de una nueva izquierda autónoma es no pasar de ser (como hace parte de la vieja izquierda) los apologistas, aún hoy, del obrero con mameluco manchado de grasa como excluyente sujeto de la revolución. A creer, ahora, que el piqueterismo todo lo puede. Ni la clase obrera industrial ni los desocupados, ni uno ni otros, pueden cargar con tamaña responsabilidad de “salvar” a una sociedad del trabajo que debe auto-emanciparse en cada una de las formas que adopta la multitud como clase productora de valor. De lo contrario, no habrá liberación social posible.

El propio capital, que es la contracara del trabajo, reunifica, repotencia y resignifica, las luchas de los que era la clase obrera de cuellos azules y manos callosas; con los empleados de cuello blanco del trabajo intelectual del capitalismo hegemónicamente fordista. Hoy, ciruja y telefónico, desocupada y empleado público, docente y matricero, enfermero y obrera okupa, teletrabajador y campesina, periodista y artesano, programador y petrolero, repositor y motoquera, publicista y cadete, vendedora ambulante y ferroviario; componen algunos de los tonos de la paleta multicolor de las singularidades múltiples del nuevo universo del trabajo. Con y sin empleo, con y sin salario, con o sin patrón a la vista. Ganando mas y ganando menos, sindicalizados y desagremiados. Todos son expoliados y desempleados por el capital como relación social explotadora y represiva. Todos necesitan emanciparse de los patrones y el estado para ganar una nueva vida; y todos juntos, pueden lograrlo.

La fuerza de trabajo no incluida totalmente en el capital, que produce plusvalor de una manera absoluta con mucho trabajo intensivo y, en menor medida, plusvalor relativo con escaso trabajo maquínico; todavía, fantasea con el estado como un instrumento de lo popular en manos de una “clase política” remozada. En cambio, la unificación del trabajo en el capital del productor dominado por la plusvalía relativa; atado al trabajo muerto de la máquina, la computadora, el tractor robotizado y la línea de producción informatizada; facilita que esa porción de la multitud sea mas proclive al anticapitalismo sin escalas. La propia constitución de la relación de su hacer, absorbidos plenamente en la ganancia de los capitalistas, los hace mas propensos al cinismo político. El trabajador del general intellect, del trabajo inmaterial en todas sus variedades: cognitivo, imaginativo y afectivo, comprueba; que entre la máquina que los domina al servicio del capital y el estado que ordena todo el proceso social, entre el yugo empresario y su emancipación personal, no hay nada mas que la antagonía directa al patrón, el mercado, el salario y los gobiernos. La máquina, como trabajo de la inteligencia acumulada, esa aliada fabulosa para eximir a la especie humana de la rutina del empleo, hoy, bajo dominio de los capitalistas, es la herramienta mas odiada. Mientras sirva para producir mas ganancias para los empresarios (incrementando la intensidad del trabajo y trastornando el cuerpo y la psiquis del empleado) la tecnología, transforma cada vez mas a la persona en un animal mutante biotecnológico. Un trabajo que humaniza a la máquina. El ser humano como biomáquina. El trabajo vivo subordinado al trabajo muerto. Lo presente dominado por el pasado. La potencia subyugada por el poder. El trabajo comandado por el capital. La vida subsumida a la muerte. La energía personal y social, la biopolítica, bajo las órdenes del biopoder. Un hacer que da vida al robot, robotizando a la vida; en vez de emancipar el ser humano, utilizando a la máquina, a los fines de su liberación social del trabajo.

Los resabios del trabajo del obrero masa de producción indiferenciada, básicamente acantonados en la manufactura y el pequeño taller; es donde la separación entre el hacer y la ganancia del patrón, conserva mas analogías, con la absorción parcial del trabajo en la mercancía y su separación formal del mercado como vínculo social. Una separación que se proyecta, por un lado, entre el obrero y el patrón, y por el otro, el estado y el mercado. Un dominio que se asienta en el productor, y su delimitación, entre tiempo de trabajo y tiempo libre, entre la fábrica y su vida personal. Entre esfera privada y pública, entre representado y representante, gobernado y gobernante, obrero y patrón, pueblo y estado.

En cambio, el obrero social polifuncional dominado realmente por el capital, y no formalmente como el obrero masa; comprueba en su propia carne la cada vez mas escasa separación entre su trabajo y el capital, y entre este y el estado. Vive para trabajar y no trabaja para vivir. Toda la jornada se le transforma en un único tiempo de trabajo. Se levanta para trabajar, pasa su día trabajando, y tiene pesadillas con el trabajo. No por casualidad los conflictos más agudos, de noviembre y diciembre de 2004, son básicamente de hacedores absorbidos por el capital. De trabajadores de producción inmaterial, de los servicios públicos, y del trabajo afectivo y cognitivo. Empleados públicos y choferes de larga distancia, ferroviarios y subtes, docentes y telefónicos. Aquí los sindicatos vuelven a un primer plano porque son empujados por sus bases. Y las bases son nada menos que el trabajo cooperante subordinado al capital de manera competitiva. Ya no es la loza burocrática, como en la época fordista del trabajador calificado, la que puede impedir las luchas, manteniendo, la separación de las diferentes actividades de la producción. Inversamente, es la palanca autónoma del movimiento cooperante del trabajador inmaterial quien desestabiliza la loza burocrática como excrecencia intolerable, que bloquea la colaboración, del intelecto general de masas como fuerza del hacer.

El enemigo desequilibrante del capital resulta el valor excedente que produce la multitud y no puede ser acumulado. Por mucho y desbordante en el caso del trabajador inmaterial. Por poco e infravaluable en el desempleado sin salario. Uno produce un valor potencial inacumulable, el otro, ningún valor acumulable para empresarios privados.

:: ¿Por qué cuanto mas fácil es explicar la plusvalía, cuanto más concreta, formal y palpable se vuelve, resulta más difícil combatirla; y cuando más difícil es explicarla, cuanto más abstracta, real e incorpórea, es más fácil combatirla?

La clase obrera industrial de las grandes empresas posfordistas, alimenta sin cesar, la nueva acumulación originaria pos devaluación. Transformando prácticamente todo su hacer en ganancia acumulable. Por lo tanto les permite a los patrones otorgar aumentos selectivos de salarios para prevenir las huelgas. Toda esta mezcla, material y subjetiva, objetiva y humana (entre nueva acumulación y recupero de la tasa de ganancia, entre el salario obrero y el lucro empresario, entre el capital y el trabajo) explica porqué, por el momento, esta parte de la multitud no antagoniza con la misma intensidad, con que lo hace, el productor posfordista del trabajo inmaterial. Cuando la productividad aumente para evitar el descenso de la tasa de ganancia, vale decir, la plusvalía relativa del trabajo vivo se incremente y recobre su primacía el trabajo muerto presionando a la baja a los salarios, la intensificación del trabajo humano, detonará, la antagonía obrera contra la patronal.

Cincuenta por ciento de empleados en negro, veinticinco por ciento de autoempleados, y treinta por ciento de desocupados y subempleados; desquician la representación de la mercancía, fuerza de trabajo, como forma política del capital. Dislocando la representación del trabajo como representación sindical y estatal.

¿Por qué cuanto mas fácil es explicar la plusvalía, cuanto más concreta, formal y palpable se vuelve, resulta más difícil combatirla; y cuando más difícil es explicarla, cuanto más abstracta, real e incorpórea, es más fácil combatirla?

1) En cuanto al padecimiento de ser un animal social productor de plustrabajo en beneficio de la clase de los capitalistas, dueños de pequeñas empresas; unos cuantos obreros en cada unos de los talleres, comprueban su empobrecimiento, en los dos últimos años. Entre tanto, su patrón incrementa su confort, se toma vacaciones cuando quiere, y cambia el auto y la casa. Los trabajadores producen cosas corpóreas: máquinas herramientas y envases plásticos, conservas y caños galvanizados, galletitas y bulones, gabinetes para computadoras y muebles. Por lo tanto, el producto de su trabajo, se ve y se toca.

Contrariamente, ocho mil trabajadores telefónicos nunca les verán las caras a los verdaderos dueños de las empresas. No producen objetos, no se materializa en cosas su expoliación, y el trabajo excedente parece invisible. Pero vigilando y animando con su hacer inmaterial, aportando su lenguaje como técnica humana y su dedicación polifuncional sobre el lenguaje acumulado en el hardware y el software, sobreintensifica el estrés, de su sistema nervioso. De este modo, produciendo plusvalía relativa, su fuerza psíquica colapsa más fácilmente que la del obrero manual productor de plusvalía absoluta. Se transforma en un operador de la tecnología, la fibra óptica y las computadoras, y su trabajo como fuerza nerviosa resulta la contraparte de la objetividad instrumental de la máquina. Una herramienta de tortura social del empresario, que le extrae su energía vital al obrero, para lucrar con el trabajo vivo inmaterial.

:: La Línea Roja de los Conflictos por Venir, Es la Línea de Excedencia del Trabajo.

2) En cambio, con relación a combatir la explotación, si el patrón no se fuga, y un puñado de operarios de una pequeña fábrica aspiran a okuparla para ponerla bajo su gestión directa; necesitan, algo más que sus propias fuerzas para sostener la toma.

Mientras que cientos, y mejor aún miles de empleados, son un contrapoder, un pequeño ejército popular, cuando se apropian de los edificios y se enfrentan a los gerentes que administran las sociedades anónimas multinacionales. Lo que iguala a ambas expropiaciones, la de un taller o de la Telefónica, es que unos y otros, necesitan construir lazos sociales con su comunidad para poder ganar los conflictos y resistir los embates del estado. Sólo de esta manera, las okupaciones con orientación anticapitalista y no meramente cooperativistas, tienen oportunidad de defenderse, cuando no se está, en un estado insurreccional como el del 19 y 20.

El sentido común no está de un lado y la clase obrera de otro. Sino que la propia clase obrera padece, crea, modifica, y demuele el sentido común. Un insoportable sentido común que ella misma soporta y sostiene, del cual es parte, y que puede abolirlo apelando a su buen sentido. Un contra-sentido, o sentido contrario, al sentido común mercantil.

La línea roja de los conflictos por venir, es la línea de excedencia del trabajo. Para decirlo de otra manera: la profundización del combate anticapitalista, detona en un caso, ante un desempleo estructural, permanente y sistémico, en función de un trabajo inacumulable por improductivo. Y por el otro, ante una mayor precarización, polifunción y despidos, realizando un trabajo inacumulable para el capital por hiperproductivo.

:: Excedencia No es Sólo Pobreza, sino También Riqueza.

¿Pero que significa ser la escoria o excedente del trabajo inmaterial? Una potencia imposible de ser medida totalmente en el tiempo, y por consiguiente, incuantificable en dinero. Por lo tanto, no acumulable completamente. Su opuesto complementario es la sobra y excedencia del trabajo de los desocupados. Que con su potencia improductiva no acumulable de manera directa por el capital, si bien todavía son presa del mercado en su conjunto, día a día incrementan el valor de los vínculos de los desempleados. Autovalorando lo social y desvalorizando a fracciones completas de capitalistas privados.

:: En la Argentina la mayoría de los trabajadores de la actividad privada, el 58 por ciento, son sub expoliados y sobre explotados.

Excedentes no son únicamente los indigentes que le sobran y descarta el capitalismo. No son simplemente los inempleables por un salario. Excedente es también el trabajo hiperproductivo. Excedencia no es solo pobreza, sino también riqueza. Excedencia es potencia. Al capital cada día le sobran más de las dos cosas. No puede acumular toda la riqueza del trabajo y para no desvalorizar el capital puesto en juego, y poder seguir midiendo en tiempo y moneda la fuerza viva del hacer, expulsa a los empleados sobrantes. El capital hace agua cuando el trabajo está muy por encima de su capacidad de acumulación de valor y también cuando está muy por debajo. Al capital le sobran asalariados. Es mucha potencia la que debe descartar para no colapsar. Por eso el posfordismo mantiene sobreocupados y subocupados a los que ganan un salario, y desemplea al resto. Por eso precariza a la mayoría y tiene en estado de infortunio latente a toda la multitud.

En la actividad privada Argentina hay:

a) 2,7 millones de trabajadores plenos que trabajan en promedio 36 horas a la semana.
b) 760 mil son subempleados a 225 pesos por mes (75 dólares). Laboran en promedio 19 horas semanales, y el 82 por ciento está en negro.
c) 3 millones están sobreocupados. Con jornadas promedio de 59 horas por semana. Y el 56 por ciento está empleado bajo las órdenes de la benemérita pequeña burguesía del capitalismo nacional.
Es decir, estamos ante un capitalismo de castas laborales. A esto también es a lo que llamamos posfordismo. La mayoría, el 58 por ciento, son sub expoliados y sobre explotados; y el resto, tiene un empleo con jornada completa.

Entre el trabajo inmaterial y el desempleo, está la clase obrera de las PyMEs. Los asalariados subsumidos parcialmente por el capital que producen ganancias. El colchón que suaviza el estado de excedencia y evita, con su trabajo intensivo, que cada tallerista se transforme en un ser humano descartable. Pero que producto de su penuria asalariada sin fin, mira con menos recelo a los desocupados, a los empleados reapropiadores, y las huelgas con okupaciones como la de los telefónicos. Como obrero e integrante de las múltiples expresiones singulares del trabajo, para emanciparse de su patrón, precisa destruir el sentido común capitalista en su conjunto. Reencontrándose como integrante de la clase de la multitud con los empleados del general intellect y con los desocupados. Encarnación del trabajo excedente que se le escapa a la acumulación del capital por invaluable y excesivo, o por escaso y desvalorizante.

En el combate telefónico para algunos fue sorprendente ver en la misma lucha a empleadas “fashion” junto a operarios con camisa de trabajo. A estudiantes universitarios y profesionales recién recibidos, con operadores de varias décadas. Las luchas constituyen a las clases. La autonomía del trabajo, la independencia de clase, la antagonía al capital constituye a la multitud. No la condiciona su mera posición objetiva en la producción, el lugar que ocupen en la reproducción social, ni cómo se vistan y que consumen.

Si el posfordismo es, entre otras cosas, el reinado de la multitud que implica y desborda al trabajador asalariado; Si la sociedad toda de la producción, reproducción y circulación del capital queda atrapada en la mercancía al mismo tiempo que la excede; Si la fábrica ha sido desbordada como lugar privilegiado de la producción de ganancia privada y el conflicto de clase; Si cada vez se difumina mas la línea que divide tiempo de trabajo con tiempo de vida, entonces, el conflicto de clase está en todos lados y existe todo el tiempo. En el barrio y la fábrica; en la escuela y los campos; en el piquete y la asamblea; en la facultad y en el arte; en el ciberespacio y el estado; en el corte de ruta y la toma de empresas. En el escrache a los torturadores de ayer y en el escrache a los asesinos del gatillo fácil de hoy. En la memoria histórica de los caídos por luchar en los ’70, en las víctimas asesinadas desde 1983, y en la lucha del presente, como ejercicio anticipatorio de la memoria del mañana, por los caídos bajo el hambre capitalista de hoy.

:: Un registro de la insumisión que rebasa el papel del intelectual y la artista comprometida con su pueblo de las décadas del ’60 y ’70. Que disuelve la vieja frontera entre observador y observado, entre sujeto analizante y objeto de estudio, entre cronista político y militante social.

No existen capitalistas buenos y capitalistas malos. Como no hay muertos honrosos del pasado y sacrificios menos trascendentes del presente. Los presos políticos de hace tres décadas fueron tan presos del sistema capitalista, como los nuevos presos políticos del posfordismo. Ahora no son militantes guerrilleros, delegados de coordinadoras fabriles clasistas, ni cuadros sindicales revolucionarios. Sino prostitutas que para trabajar se dejan regentear por algún policía; vendedores ambulantes que tienen grabado en su piel las heridas del conflicto de clase infringidas en el territorio urbano como la gran fábrica social de plusvalor; las hay travestis y mendigos adolescentes; piqueteras y limpiacoches; repartidores de comida y motoqueros; niños explotados sexualmente y cartoneras.

Si el capital busca transformar todo en mercancía, toda antagonía contra el capital autovalora a la multitud y desvaloriza a los patrones. Si la educación y la salud, el lenguaje y las ideas, el universo simbólico y deseante; tienden a transformarse en valor, toda insubordinación discursiva y afectiva (todo acto de contracultura y contrainformación, toda expresión artística contra el imaginario y el discurso dominante del poder, todas las redes inmateriales que tejen los cuerpos resilientes) resultan dispositivos afectantes contra el capital, y efectivas formas de resistencia. Todas y cada una de ellas, constituyen un muestrario de las distintas maneras de combatir al capitalismo. Ni mas ni menos valioso que cualquier conflicto gremial. Si el capital no pudo arrasar la resistencia después del argentinazo, la masacre del Puente Pueyrredón, y los crímenes en el boliche Cromañón; es, entre otras razones, porque ella no se recluye y acantona en las empresas y el estado que invisibiliza y reabsorbe las luchas. No queda oculta detrás de los muros patronales sino que se desliza por todo el territorio social del espacio público. Una insubordinación que resulta acompañada -o directamente protagonizada- por cronistas de su propia resistencia; por una red de videístas contraculturales en estado de rebelión; fotógrafos y periodistas independientes que aborrecen de las leyes heterónomas del capital; revistas y radios comunitarias insurrectas; TVs piqueteras y páginas digitales insumisas. Medios en lucha y en medio de la lucha. Medios de lucha y para la lucha. No son únicamente observadores implicados con la realidad combatiente de la multitud, lo que no sería poco, sino que ellos mismos son la multitud que actúa con sus imágenes tiernas y candentes, y sus voces y palabras, crudas y bellas. Una multitud que, mostrándose y mostrando se autoprotege. Y recíprocamente, colabora con el cuidado de todos aquellos que expresan su hartazgo y vocación de cambio de todas las formas posibles. Un registro de la insumisión que rebasa el papel del intelectual y la artista comprometida con su pueblo de las décadas del ’60 y ’70. Que disuelve la vieja frontera entre observador y observado, entre sujeto analizante y objeto de estudio, entre cronista político y militante social.

Los cambios de raíz, las revoluciones, las transformaciones antisistémicas no las realizan únicamente los militantes históricos. Del mismo modo que los conflictos económicos no los ganan solamente los viejos activistas sindicales. Media Argentina está en la pobreza. Medio país está con los dientes apretados habitando el malestar de la cultura capitalista. Medio país con su solidaridad activa, o su pasividad; protegen o toleran, a cada uno y una, de los que no se resignan y siguen construyendo el cambio social.

:: Cualquier atisbo represivo se catapulta como una bola de fuego contra las murallas del sistema en su conjunto. Atacando a “lo político” estatal, como técnica policial y social, que censura y reprime, empadrona y encarcela, clienteliza y asesina, a la multitud.

Se está coagulando una nueva subjetividad donde palpita la democracia absoluta, y por lo tanto, la democracia antipatronal. Donde se borronea la separación ente instrumentos de trabajo y fuerza de trabajo. Donde cada lucha de la multitud, por mas fragmentada que sea, se dispara como una flecha envenenada al corazón del Leviatán. Donde cada conflicto resulta reenviado al plano político estatal, como garante de la dominación, que debe ser abolido. Cualquier atisbo represivo se catapulta como una bola de fuego contra las murallas del sistema en su conjunto. Sea que provenga de la antagonía entre salario y capital; entre el libre control de la natalidad y el dominio sobre el cuerpo que alimenta al poder; una muestra artística subversiva y la censura previa o posterior del estado. Sea contra los recortes del capital y la mayor recuperación de plusvalor social (como subsidio y salario indirecto, de los planes asistenciales y un mayor presupuesto para salud y educación). Un antagonía irreductible y constituyente, entre la sociedad hacedora de la multitud y la forma estado capital-parlamentaria. Entre la excedencia del trabajo y el poder que busca gobernar la vida. Lo político estatal como técnica policial que censura y reprime, empadrona y encarcela, clienteliza y asesina, a la multitud.

Zanahoria y palo, ONG y jaula, ambulancia y morgue. Hoy el capital ya no puede separar nítidamente la política social de la política penal. La política de cooptación de la violencia organizada del estado. Para decirlo de otro modo, resulta complementario:

a) El mercado laboral precarizado posfordista y el trabajador social difuso, con las migajas de asistencialismo arrancadas al estado a costa de la vida de los nuevos mártires.
b) Arrojar al calabozo las vidas que le estorban al capital para continuar su ciclo de negocios, con la policía de gatillo fácil que elimina sumariamente el excedente humano que le sobra al gobierno.

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4) Autogobierno: un mundo posestatal. (Quinta parte)
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V.- ¿Quién le teme al anticapitalismo?

:: Cuando convergen forma y contenido, cuando la horizontalidad coincide con decisiones anticapitalistas ejercidas por la potencia de los que sostienen los conflictos, entonces, se desequilibra el sistema nervioso de la verticalidad del estado.

Estamos asistiendo al clivaje decisivo de un régimen de la carencia fordista, a uno de la excedencia posfordista. Del estado de “bienestar” al estado policial. Del estado de derechos conquistados constitucionalmente por la clase obrera de la modernidad; al estado de excepción y la falta de derechos sociales, negados, a la multitud posmoderna.

Cuando convergen forma y contenido, cuando la horizontalidad coincide con decisiones anticapitalistas ejercidas por la potencia de los que sostienen los conflictos, entonces, se desequilibra el sistema nervioso de la verticalidad del estado. El plan es el movimiento insurrecto del trabajo, y la forma horizontal, es el fin del mercado. La democracia absoluta es la premisa de la multitud. El adiós al capital-parlamentario y la liberación del yugo del mercado de los empresarios, sus objetivos inmediatos y mediatos. La CGT se estremece. Moyano teme que la lucha salarial se les escape de las manos. Hace bien en estar alterado. En el conflicto telefónico no fue mas que un observador, y en el de subterráneos, un convidado de piedra. Descubierta por las generaciones mas jóvenes la democracia del común, y redescubierta por las generaciones intermedias la democracia obrera de base, evidentemente, los burócratas sindicales tiene porqué preocuparse.

Si no se pudo arrasar a los telefónicos, que pasaría, si en cualquier país, incluso la Argentina, una provincia se autonomiza anticapitalistamente del control estatal. Se dirá que el poder militarizaría la región y acontecería la más brutal represión. ¿Pero acaso creemos que la multitud se quedaría impávida contemplando como se bloquea y devasta la posibilidad de conquistar finalmente la más plena libertad? ¿Quizá esto, no aparejaría, la solidaridad de la multitud en otras provincias y aún de otras partes del mundo? ¿No será, que tal vez, millones en el planeta están esperando un acontecimiento con estas características para hacer lo mismo? ¿Y porqué no pensar que en vez de defender exclusivamente el bastión insumiso, en cambio, otros nuevos bastiones surgirían en el mundo entero como un medio de defensa cosmopolita? ¿O qué, para defenderse mutuamente, los cientos de nodos municipales y regionales, barriales y comunitarios; unirían sus recursos para potenciarse recíprocamente desde cercanos y remotos lugares donde estalle la autonomía constituyente? No hay un manual del doble poder aplicable, indistintamente, para todos los tiempos y para todos los países. Del mismo modo que el capitalismo como modo de producción se revoluciona o perece, la nueva ciencia del antagonismo es respeto por los que nos precedieron y, al mismo tiempo, tozuda creación.

En Irak, donde el imperio lleva al paroxismo, la conquista política como guerra; la mejor defensa para la victoria de la resistencia iraquí está en cada resistencia mundial que obliga al capital, y a todos sus estados, a desenvolverse en un conjunto de territorios. Impidiendo la concentración de las fuerzas represivas en un solo país. Del igual forma, la mejor defensa para los insubordinados en cada rincón del planeta son lo insurrectos iraquíes. Una intransigencia que le está enseñando a la mayor máquina de muerte capitalista de todos los tiempos que, contra una multitud decidida, consecuente y organizada descentralizadamente, no hay tecnología bélica suficiente que pueda terminar de someterla.

:: eL IMPERIO DEL CAPITAL NO TIENE LUGAR PARA TODOS, NI SIQUIERA PARA TODOS LOS EMPRESARIOS.

En Argentina, la clase burguesa dividida entre dolarizadores y pesificadores, tras el golpe civil del 19 de diciembre, se reunifica de apuro ante el pavor del inesperado “Que Se Vayan Todos”. Una clase patronal que es homogénea para combatir a la multitud, pero caníbal entre sí. El ciclo de alta productividad y sueldos bajos toca a su fin. Una década y media, con apenas unos retoques salariales, resulta intolerable para las mayorías. Los empresarios se pueden acostumbrar a vivir bajo un capitalismo de excedencia, no así, los trabajadores. Mientras que la multitud pelee por una mayor tajada de la torta, pero no se presente en estado destituyente, los grandes capitalistas continuarán emparchando los salarios para evitar el cataclismo social. Proseguirán con sus juegos palaciegos y tironeos de ocasión. Abandonando a su suerte a las fracciones menores de su clase patronal que no puedan sostener las exigencias económicas de sus trabajadores. El imperio del capital no tiene lugar para todos, ni siquiera para todos los empresarios.

Si los pequeños burgueses tienen salidas marginales para sobrevivir no construirán el anticapitalismo. Y cuando decimos pequeños burgueses nos referimos a una fracción de la clase de los capitalistas; tanto en términos políticos, culturales y económicos. Son pequeños rentistas que viven en las rendijas que les deja la expoliación financiera para que su capital produzca un interés. Son los comerciantes que lucran con una porción de la plusvalía del trabajo que se realiza en el circuito mercantil. Son los pequeños industriales, da lo mismo si con empleados en negro y en blanco, en cualquier caso sus trabajadores soportan condiciones miserables de existencia. Patrones que compensan con una mayor cantidad de trabajo vivo la imposibilidad de competir contra los empresarios más grandes que disponen de más trabajo muerto. Sea que su contendiente posea más capital monetario, sea trabajo acumulado en su forma de capital fijo, máquinas y robots. Son los pequeños y medianos hacendados y la banca cooperativa que se suben a cada moda económica y que sostienen cada nuevo modelo capitalista mientras le permita seguir a flote. Anteayer con la convertibilidad peronista-menemista-aliancista hasta el 20 de diciembre de 2001; ayer, desde la llegada de Duhalde al gobierno en el 2002, con la devaluación de los ingresos efectuada por la patria bonaerense peronista-radical; y hoy, con Kirchner, como el conductor de un peronismo-nacional-popular y continuación progresista y transversal del neoliberalismo, pero por otros medios.

Después de la pesificación, que licuaron las deudas en dólares de los patrones, y con la devaluación del salario como eterna fuente de la juvencia de la acumulación originaria de capital; la pequeña burguesía, profundizando el rumbo de la convertibilidad, colabora con la concentración de la riqueza y la cada vez más injusta distribución de la renta. A la pequeño burguesía no le importa las penurias de sus trabajadores, si este el precio que deben pagar sus empleados para perpetuarse en su condición de clase expoliadora. Aún los mejores sueldos que se pagan en algunos sectores, como en la industria del software y la tercerización de servicios informáticos de las grandes empresas, a cargo, de las PyMEs del cognitariado, son el resultado, de la enorme productividad del asalariado; de la escasa oferta en el mercado de empleados poseedores de un saber inmaterial y cognitivo muy demandado; y de la capacidad del pequeño burgués en transformar el obrar creativo de su empleado en una mercancía exportable y competitiva. Que a valor dólar y euros, hace que los salarios en pesos, estén en los mismos niveles pauperizados de un programador de la India, un consultor en seguridad informática de Polonia, y un diseñador de plataformas de “stockeo” de México. Estos burgueses pequeños, como el zángano de la colmena, se alimentan del rico néctar aportado por sus hábiles abejas obreras que fecundan a las máquinas con su trabajo. El patrón, que sólo aprecia la vida que produce valor, a cambio de que cada uno de sus esclavos modernos le entregue la savia que alimenta el árbol decrépito del capital, tarifa en moneda, su derecho a acumular todo el excedente posible de la creatividad humana. El resto le sobra y le estorba en su ciclo de valorización. Esa escoria inmaterial, es la riqueza de la multitud del cognitariado inacumulable para el capital. Fuente de su poder como valor de uso excedente, y la línea roja del conflicto de clase entre el trabajo inmaterial y el capital informático.

:: ¿qUÉ NOS ENSEÑA LA EXPERIENCIA BOLIVIANA DE ESTOS DOS ÚLTIMOS AÑOS?

Los patrones, sus amanuenses y políticos, la curia y el progresismo mediático; prometen, escriben y arengan, rezan y editorializan, una y otra vez (como en los últimos 20 años) que esta vez sí, ¿Otra vez mas?, la multitud debe confiar en su patriotismo. ¡Que ahora sí serán nacionalistas y populares! ¿Pero de qué nacionalismo patriótico están hablando? Para ellos el único nacionalismo posible es un nacionalismo de clase, un nacionalismo burgués. Un nacionalismo tragicómico que arruina cada vez más a la multitud y hace cada vez más ricos a los capitalistas. Con el ALCA y con el Mercosur, con China y con Europa, con la Comunidad Sudamericana de Naciones y con la India; en todos los casos, siempre, es un nacionalismo leído en clave capitalista. En la era del imperio se acabó el nacionalismo popular y revolucionario. Se terminó la época de la contradicción principal enmarcada en la liberación nacional del imperialismo, y la posterior contradicción secundaria, que nunca en la historia acometieron los nacionalistas, por la liberación social de los trabajadores de la burguesía.

Para los patrones y la Nueva Clase, la única contradicción principal es con la multitud, y la secundaria, en ver como se reciclan en la economía-imperio. Así, para esto, tengan que desmembrar a los propios estados nacionales que crearon en la modernidad, como en los conatos de división que se están desarrollando en Ucrania y Bolivia. Haciéndoles pagar la cuenta, de cada uno de sus experimentos políticos de autonomía estatal burguesa, a los desocupados, asalariados y autoempleados productores de valor. Esta es la única independencia, como nacionalismo autonómico, que puede permitirles continuar como la clase dominante.

La multitud está imponiendo sus sentidos autónomos y sus nuevas prácticas antagónicas, y el capital busca canalizarlos bajo el signo patronal y estatal. El poder intenta reapropiarse de las acciones y de los imaginarios alternativos, aún de aquellos antisistémicos. Como en la Alemania de los años ´30 con un ejército de desocupados, y reserva industrial taylorista, provenientes de una clase obrera combatiente y combatida por la patronal y su estado. Una clase productora que padecía recurrentemente el desempleo de masas desde la década del ´20 y pujaba por el socialismo y el comunismo. Hitler y el nazismo del pleno empleo instituyó (en clave de economía de guerra keynesiana y previo arrasamiento de sus opositores, empezando por los anarquistas y comunistas) un “nacional socialismo”, con un disciplinante trabajo “genuino” para cada obrero masa. O en el caso del stalinismo de la URSS, que transformó la utopía anticapitalista, en un capitalismo de estado bajo el capote del socialismo en un solo país.

Siempre para el relanzamiento de la iniciativa económica, social y política de la burguesía a gran escala, esta debe actuar, haciendo basa en los puntos mas altos de la antagonía de la multitud. Lo que demuestra, una vez más, la preeminencia del comportamiento autónomo del trabajo sobre el capital. Sea este realizado por indígenas y campesinos, el cognitariado y el precariado, o los peones de estancia y los obreros industriales. El poder para reciclarse se reafirma en las conquistas territoriales y simbólicas del trabajo.

Son los indígenas, los que en la última década, enfrentándose a los grupos económicos hidrocarburíferos, exigen el control social sobre los recursos naturales de Santa Cruz de la Sierra. Una disputa que nos retrotrae a los combates que viene dando el pueblo guaraní por la autonomía de su territorio originario y que les costó, en 1892, ser arrasados por el estado central y los hacendados cruceños. Un genocidio que se conoció como la Masacre de Kuruyuki. Donde se asesinaron 5.000 indígenas guaraníes. Ahora su magma de imaginarios y luchas, vivificadas por un occidente boliviano en latencia insurreccional, necesitan ser capturadas, en oriente, por los empresarios forestales y de la soja; los hacendados y los industriales de las minas de oro; las cooperativas pequeño burguesas con ínfulas de gran patrón; algún cacique comprado, y el burócrata traidor que siempre aparece. Todos ellos, aliados subalternos de las grandes corporaciones transnacionales; intentan fundar un nuevo estado provincial, para trasmutar, bajo la ley capitalista, la autonomía de los pueblos originarios. La multitud le impone su agenda al imperio y la elite oriental boliviana busca apropiarse del reclamo por autonomía y trabajo. ¿Qué nos enseña la experiencia boliviana de estos dos últimos años? Que si no se consolida institucionalmente una autonomía antimercantil (y tampoco el capital puede aniquilar el movimiento antagonista) el poder la capitaliza en sentido contrario al poder constituyente de la multitud que no logró afianzarse y expandirse. Una vez más digámoslo con todas las letras: toda contrarrevolución del capital se origina en una revolución fallida del trabajo.

Entretanto, la pequeña, mediana y lumpen burguesía, fantasea con llegar a subirse al tren de cada nuevo proyecto de la gran burguesía. Muy por el contrario, la mayoría de las fracciones capitalistas subalternas morirán en el intento. Esta en manos de la multitud, y sólo de la multitud, demostrar-[se] si lo que quiere es re-apropiarse y gozar de los mayores adelantos tecnológicos para su propio beneficio, y que hoy bajo la técnica del capital hacen insoportable el trabajo, tendiendo a reducir a cero el empleo del tiempo socialmente necesario como trabajo obligatorio. Viviendo en una sociedad del tiempo liberado del trabajo forzoso, haciendo del nuevo tiempo libre, ocioso, excedentario, la contracara de un nuevo hacer de la especie humana. Donde tiempo excedente no sea una condena por no tener un salario, o ser la sobra superproductiva de la sociedad de la mercancía. Donde no exista la pobreza provocada sistemáticamente por el empleo tarifado en dinero. Donde el delito no sea una decisión desesperada para no morir de hambre. Donde las patologías paranoides no constituyan el ácido que corroe la fraternidad de la especie, y donde no haya gobernantes y gobernados, clase política y multitud.

:: tODOS LOS PATRONES SON DELINCUENTES. rOBAN Y ACUMULAN EL TRABAJO AJENO, O DE LO CONTRARIO, DESAPARECEN COMO CAPITALISTAS.

Por consiguiente, ¿Quién le teme al anticapitalismo? Los pequeños capitalistas que (por convicción o desesperación, por su propia voluntad o por la ruina inducida por el sistema mercantil) respeten la auto-nomía, las nuevas normas que instituya la multitud del poder constituyente, no tienen nada mas que perder, que las llaves de los grilletes que encadenan a la multitud al martirologio del hacer por dinero. En cambio, si lo que prima en estos patrones, como en todos, es la acumulación de capital como poder social, su reproducción como clase dominante a costa del dominio de los mas, la compra del trabajo por un salario para perpetuar y engrosar su fortuna; de ser así, tienen que prepararse para la oposición irreductible de la multitud a su egoísmo, intereses y prepotencia. Y enfrentarse a una polifacética rebelión social, que despunta y recorre, todo el globo terráqueo.

No se trata de una guerra de clases entre la amabilidad y las buenas razones de la multitud, y la perversidad y la falta de voluntad de los capitalistas. El cambio social no apela a la conversión de los patrones, ni es un catecismo de pobres para ricos. Tampoco se trata, del buen o mal burgués; mas allá de los componentes sádicos agudizados por el sistema capitalista para perpetuarse a toda costa como lo demuestra la guerra en Irak. Para la multitud, su emancipación social no es un tema fundamentalmente ético, sino ontológicamente carnal. La materia quiere ser libre y el capital se lo impide. Los capitalistas no son de por sí malévolos, si bien, los hay unos mas abusadores que otros. En todo caso, la ética de los empresarios, es una ética del robo legalizado. Todos los patrones son delincuentes. Roban y acumulan el trabajo ajeno, o de lo contrario, desaparecen como capitalistas. Esa es la naturaleza del capital y su inherente violencia. Explotar humanos, y de ser necesario, expulsarlos al desempleo para que no decaigan sus ganancias. El lucro privado jamás admitirá la real igualdad y libertad de los hombres, de lo contrario, se acaba el capitalismo. La fraternidad entre hombres y mujeres, iguales y libres, jamás será conquistada, sin concluir con la sociedad capitalista del dinero.

La reproducción del capital es un vínculo social y no personal. Posee dimensiones universales y no nacionales. La relación capital-trabajo tarifada en dinero, también impide, que el socialismo sea un sistema antagónico al capital. Un paradigma, que no es más, que una forma de gestión estatal planificada, o una autogestión insustancial como en la ex Yugoslavia, de la fuerza de trabajo. Un modelo de reproducción social, que nunca logró superar, la mediación del hacer por dinero y la abolición del estado y el mercado.

:: Una autonomía institucionalizada en comunas asamblearias; o en redes cosmopolitas productoras de bienes y saberes, creatividades y servicios, arte y afecto, para su propio uso y consumo.

Por más buenas intenciones que tengan sus participantes, las valiosas nuevas relaciones personales, no sustituyen, la abolición de las viejas relaciones sociales. Evitando el estancamiento de los experimentos autogestivos que se den: desde un barrio a una fábrica; a una interbarrial de asambleas de democracia directa y una red de empresa recuperadas; de una región con poder constituyente a una nación liberada; y, en cambio, afianzando esos nodos con nuevas relaciones sociales de producción, distribución y consumo anticapitalistas.

Ninguna administración del hacer por dinero, sea cooperativa y socialista, que se desarrolle en una, o en un conjunto de unidades productivas, sean tierras o empresas; tiene mas destino, que la competencia y el subconsumo. Por lo tanto, escapa a la mera voluntad de cada pedazo de tierra recuperado, cada red de consumo solidario, cada empresa bajo gestión obrera directa, controlar el conjunto de relaciones mercantiles de las que son parte.

De lo que se trata es de hacer “un mundo nuevo”. Es decir, hacer un mundo “a nuevo”. De constituir un territorio de territorios, un espacio multinacional como sinónimo de posnacional, público pero no estatal. Una autonomía institucionalizada en comunas asamblearias; o en redes cosmopolitas productoras de bienes y saberes, creatividades y servicios, arte y afecto, para su propio uso y consumo. Cuyos excedentes productivos resulten empleables para satisfacer a los nodos que carezcan de ellos, y sean libremente utilizables, por quien los necesite. Para ser acopiados, pero no acumulados, como trabajo muerto formador de ganancia. Impidiendo que luego sea puesto en circulación, para que se reproduzca como capital, a partir de un nuevo trabajo vivo. Un ahorro antimercantil en aquellos territorios donde sobra la producción de algún bien inmaterial y material.

:: Los hacedores no tienen porque rescatar a los pequeños capitalistas que también son sus verdugos. ¿O la pobreza de un trabajador de un PyME es menos pobreza que la de un empleado de una transnacional? De los tres millones de sobreocupados, el 56 por ciento, está empleado bajo las órdenes de la pequeña burguesía del capitalismo nacional. No hay alianza posible entre el capital y el trabajo. El cincuenta por ciento de los asalariados no está registrado; y en promedio, apenas ganan 120 dólares, o 360 pesos al mes.

Cosas, servicios y su sobreabundancia, puestos a disposición de todos y todas los integrantes de una zona universal liberada del lucro. Una red de redes que compone un nuevo mapa que todavía no está dibujado formalmente en el planisferio. Donde no rija un valor de intercambio como el dinero, ni ningún sucedáneo premonetario como los créditos del trueque, que asesina, a la criatura anticapitalista en pleno nacimiento. Un hacer autogestionado de manera generalizada y sin mediadores estatales. Una creación que no es trabajo obligatorio sino vocación libremente elegida. Articulando lo diferente de cada historia personal pero uniendo lo común de la rebelión de la multitud. Este es un proyecto que no tiene nada de quimérico. Y que, por el contrario -por la voluntad y el deseo, la imaginación y la lucha, el trabajo y la organización de la multitud- ya ha comenzado, aquí y ahora, su desarrollo autónomo. De maneras muy diversas, con torpeza y lucidez, generosidad y narcisismo, tropiezos y logros, desafiando al genocidio planetario del capitalismo.

Los hacedores no tienen porque rescatar a los capitalistas que son sus verdugos. No hay alianza posible entre el capital y el trabajo. El cincuenta por ciento de los asalariados no está registrado; y en promedio, apenas ganan 120 dólares, o 360 pesos al mes. No son mejores los pequeños empresarios que pagan salarios por debajo de la mínima reproducción calórica, y mantienen a los trabajadores, débiles, pero vivos. Sacándole poco a poco su energía transformada en fuerza de trabajo, pero sin matarlos. Este patronazgo del capitalismo nacional, es tan defenestrable, como el de las empresas multinacionales. ¿O la pobreza de un trabajador de un PyME es menos pobreza que la de un empleado de una transnacional? ¿O el estómago de uno es de lata y el del otro es de oro? ¿O el trabajo es menos esclavo porque el patrón sea argentino o extranjero?

En las cadenas de “fast food” argentinas el sueldo por hora, del capitalismo en serio de “K”, es mas bajo, que en las multinacionales. En los supermercados nacionales el régimen laboral es tanto, o mas despótico, que en las cadenas extranjeras. No es una cuestión de raza y nacionalidad, sino una cuestión de clase. Tuvieron tres años para acumular nuevo capital con el sudor de los argentinos y, ni siquiera así, fueron capaces de asalariar a todos sus siervos por arriba de la línea de la pobreza. Es más, ni mínimamente lograron el pleno empleo a costa de salarios infrahumanos. El posfordismo no tiene marcha atrás. Apenas paradas intermedias cuando la multitud lo atasca con su lucha. Pero si no concluye con la relación social que constituye la transformación del hacer en trabajo, el plusvalor en mercancía, y la compra venta de cosas y servicios en capital; sino se termina con todo esto, el mercantilismo sigue profundizando su rumbo de hiperexpoliación y excedencia de trabajadores.

La función progresiva del capital está terminada. Si la IBM tiene que vender su línea de hardware al socialismo de estado chino porque no puede competir con ellos; imaginemos, que les espera a los pequeños y medianos patrones nativos, textiles y del calzado, jugueteros y del plástico, cuando se profundice el desembarco oriental durante el 2005.

¿Acaso se puede creer que, con su nacionalismo patriótico de clase, les interesa proteger a sus trabajadores? Para ellos, sus empleados, son una mercancía más. Cuyo obrar tiene sentido si puede incrementar el capital arriesgado. Le pedirán al estado que los defienda porque ellos “dan” trabajo digno y genuino a los argentinos. ¡Qué hipócritas! ¡Ahora resulta que los capitalistas son buenos samaritanos! Ellos no devuelven nada más que una porción de todo el hacer de los creadores de riquezas bajo la forma de un salario. El resto, es trabajo excedente que los patrones se embolsan para vivir a costa del sudor ajeno, y tener más capital, para someter a los trabajadores a su arbitrio.

Trabajo forzoso, trabajo genuino, es la carga social que sobrellevan sus empleados. Un trabajo, que por cierto, no tiene nada de digno. Los burgueses nacionales están asustados por la amenaza China y por el ALCA, por la Unión Europea, y aún, por la burguesía paulista. Sólo temen por el futuro despido de sus empleados, producto del pánico que les da una competencia que los barra y que les impida continuar succionando la energía del hacer, de aquellos que los constituyen, en una clase empresaria. Una clase privilegiada que se esconde tras los pantalones de papá gobierno que comanda el sistema capitalista en su nombre.

:: Los métodos apropiatorios sobrevuelan todas las empresas capitalistas.

Los capitalistas de cabotaje están atenazados por las demandas de sus trabajadores y por la competencia mundial. Saben que se acaba la paciencia de sus empleados. Saben del hartazgo por los salarios (hindúes y brasileños, chinos y coreanos) que abonaron por tres años. Además, mientras la subordinación de otros trabajadores en el resto del planeta así lo permita; siempre habrá otros capitalistas que pueden pagar sueldos más bajos y que tengan mas capital fijo que ellos para producir, en menos tiempo, más unidades y mas baratas. Si Néstor -“El Flaco”- el presidente de un país normal capitalista los “abandona”, y no logran que sus trabajadores defiendan sus puestos para que los empresarios los sigan exprimiendo por unas monedas; los patrones desahuciados, antes que les tomen los establecimientos, cerrarán sus empresas como en los ’90. Reciclarán su capital como intermediarios financieros; y en el caso que la antagonía del trabajo no lo impida, reducirán al mínimo, sus planteles. Transformando sus unidades económicas en galpones de stock de mercadería foránea, o siendo distribuidoras, de productos extranjeros. Pero la clase trabajadora esta película ya la vio. Padeció la segunda década infame con el menemismo y, anticipándose a la estrategia desguasadora de los patrones, siguió okupando en el último año otras cincuenta empresas. Las reapropiaciones de unidades productivas continuará, sumando nuevas prácticas, a la invalorable experiencia de las ya tomadas.

Con todas sus virtudes y errores, las okupaciones y expropiaciones han sido, y son, una buena enseñanza para lo que viene. Los métodos apropiatorios sobrevuelan, potencialmente, todas las empresas capitalistas. Si la okupación para resistir y producir del 2001, fue el paso previo, para que durante tres años otros las emulen; las próximas ocupaciones de PyMEs y multinacionales, constituirá, “un plus reapropiatorio”. Repotenciado la puesta en funcionamiento de un circuito recuperador más amplio de valor de uso. Extendiendo el área social de una red de redes de empresas bajo la gestión directa de sus empleados. Disponiendo mutuamente, las viejas y las nuevas, de mas bienes y servicios. Ensanchando un territorio social que facilite, cada vez más, actuar mas allá del universo de la compra venta. Sobrepasando, de esta forma colectiva, la lógica cooperativa capitalista. Esto sin poder descartar un proceso antisistémico, más vasto y profundo, que dispute contra todo el orden estatal y mercantil vigente. Destituyendo al poder, e instituyendo en su lugar, un nuevo poder constituyente de la multitud.

:: ¿Por cuánto tiempo mas el hombre tendrá que operar un robot, haciendo lo que hoy llamamos trabajo, en vez que la tecnología trabaje para la multitud?

Las líneas industriales de producción robotizadas, cada vez más, necesitan menos trabajo obrero para funcionar. La tecnología del posfordismo aplicada a la agroindustria reemplaza el trabajo que antes hacían millones de obreros agrícolas. Las cadenas de reproducción de trabajo inmaterial, como las comunicaciones, prácticamente andan solas. Cada vez se precisa menos trabajo vivo para mantenerlas en funcionamiento. ¿Por cuánto tiempo mas el hombre tendrá que operar un robot, haciendo lo que hoy llamamos trabajo, en vez que la tecnología trabaje para la multitud? ¿Qué dificulta que los mayores avances maquínicos provenientes de la inteligencia humana, nos libere del trabajo, sino es la necesidad de ganancia que estira la jornada laboral para reproducir y autovalorar al capital como tecnología empresaria? ¿Quién lo impide, sino no son los patrones, los “gordos” de los sindicatos, y el estado?

La reapropiación, como gestión obrera directa de comienzos del siglo XXI, dio la primera campanada emancipatoria del trabajo. Se expande después del 19 y 20 y nunca fue interrumpida desde entonces. El conflicto telefónico demostró, que la toma de edificios, no se queda en las empresas quebradas y en la resistencia de la emblemática Zanón. Los ecos de las coordinadores interfabriles de 1975 de la clase obrera fordista, los fantasmas de intelectuales y artistas comprometidos con su pueblo, la pasión heroica de estudiantes de izquierda y los tormentos a los delegados villeros, la entrega de cientos de miles de revolucionarios, todos ellos: despedidos y exilados, torturados y asesinados en los ´70, y aquellos sobrevivientes que no se resignaron y continúan luchando por un mundo nuevo; vengándose de la historia, hoy, se corporizan en la autonomía y la antagonía del trabajador posfordista: en las nuevas desobediencias sociales y acciones directas, imaginarios antisistémicos y expresiones artísticas rebeldes, insurrecciones y okupaciones, piquetes y asambleas.

Cuándo la multitud decida sobre la nada de la condición parasitaria capitalista y del todo de su hacer autodeterminado; los empresarios, el mercado y el estado tendrán porqué temer como nunca en los últimos treinta años. Ninguna lucha fue inútil. Ningún agravio contra el pueblo quedará impune. A partir del ajuste de cuentas con el pasado, que haga la multitud en el presente, podrá conquistar en el futuro su tan anhelada victoria.

1 de marzo de 2005.

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico.

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