Entrevista a Óscar Figuera, Secretario General de Partido Comunista de Venezuela
“La revolución bolivariana ha estado dirigida por cuadros de la pequeña burguesía”
Carlos Crespo
cronica.uno
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09-09-2019
El secretario general del PCV considera que en el Gobierno hay temor a la clase obrera: “No somos de los que nos metemos mentiras de que estamos en socialismo”.
Nacido en el entonces Territorio Federal Delta Amacuro, hijo de un campesino y de una enfermera, el acercamiento de Óscar Figuera al movimiento sindical data del año 73, cuando se trasladó hasta la zona industrial de La Victoria para trabajar como obrero en el área de hornos de la empresa metalúrgica Grifos de Venezuela (Griven). Ahí se unió al Sindicato Único de Trabajadores de la Industria de Llaves de Metal, Plomería, Similares y Conexos del Distrito Ricaurte del estado Aragua. “El sindicato tenía un nombre tan largo, que costaba aprendérselo”, recuerda entre risas.
Hoy Figuera es diputado y secretario general del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y rememora con nostalgia aquellos tiempos. Con 43 años de experiencia en las luchas del movimiento obrero, considera que se ha perdido la “tradición de lucha” de los trabajadores. A pesar de que sigue dando su respaldo a la revolución bolivariana le atribuye a esta una cuota de responsabilidad en este fenómeno, pues la “pequeña burguesía”, asegura, es la que ha sostenido las riendas del proceso y ha fomentado una “política paternalista” para desactivar los reclamos sindicales. “Nosotros no somos de los que nos metemos mentiras de que estamos en socialismo”, agrega.
Por esta razón, desde 2011 el PCV trabaja en la “perspectiva de un bloque popular revolucionario” con la participación de obreros y campesinos que coinciden en que es la clase obrera la que debe liderar el camino hacia el socialismo. Aunque aclara que sigue apoyando al Gran Polo Patriótico (GPP), admite que este tiene “muy poca existencia práctica”. Reitera la posición del PCV, el partido más longevo de Venezuela —con 86 años de actividad— de no asistir a la renovación exigida por el Poder Electoral para proteger la identidad los militantes, postura que podría resultar en la cuarta ilegalización de las siglas comunistas en la historia de Venezuela.
¿Cuál es la realidad del movimiento obrero en este momento?
—Los tiempos de los 70 y los 80 fueron tiempos duros pero los trabajadores peleaban, no esperaban que el Estado les regalara las cosas. Una jornada importante de aquellos tiempos fue la huelga nacional de los trabajadores textiles del año 80. Esos eran tiempos en los que la movilización la costeábamos los mismos trabajadores, donde construíamos fondos de huelga, antes de ir al conflicto, para pelear contra el patrón.
Hay una tradición de lucha bien importante que se ha venido perdiendo en los últimos años y las últimas décadas. Se ha venido perdiendo como consecuencia de lo que significó el golpe a la organización sindical a consecuencia de la desestructuración del movimiento de los trabajadores a partir de la política neoliberal: desmontaje de precios, empresas que cerraron, que se fueron para Colombia y para otros países ¿Por qué? Porque al abrir las frontera el producto que venía del exterior era más barato que producirlo en Venezuela y como había bastantes petrodólares preferían importarlo y enriquecerse con las importaciones, que es uno de los mecanismos de acumulación capitalista en las economías rentistas, y que sigue existiendo hoy en una proporción importante como mecanismo de acumulación.
No tenemos porqué poner en riesgo nuestra militancia porque una institución del estado burgués haya decidido algo.
Con la llegada de Chávez, que se desarrolló un movimiento y una política de reversión de las orientaciones neoliberales, teníamos el criterio de que podía revertirse de manera importante la situación del movimiento obrero y sindical. Aunque se desestructuró el modelo puntofijista por la debilidad de la CTV [Confederación de Trabajadores de Venezuela] —no solo por las políticas neoliberales sino luego por la crisis del modelo político encabezado por el bipartidismo del cual era parte la CTV— surgen nuevas estructuras sindicales, pero estas grandes estructuras sindicales surgen con una gran debilidad, con una concepción de muchos de sus dirigentes de no construir sindicalismo clasista sino sindicalismo con una profunda carga reformista y con una profunda carga patronal y con una profunda carga de dependencia estatal.
Desde esa perspectiva, podríamos afirmar que el sindicalismo venezolano hoy está cruzado por un predominio de las corrientes reformistas. ¿Qué son las corrientes reformistas? Son aquellas que solo se proponen conseguir mejoras en el marco de la sociedad capitalista y no cuestionan la esencia de sistema y la necesidad de los trabajadores de asumir su papel de vanguardia revolucionaria para transformar el capitalismo, romper la cadena de dominación y construir el socialismo. Esto es, los que se quedan solo luchando por reformas, que al final de cuentas, solo reproducen el metabolismo del capitalismo.
—Nuestra apreciación es porque, en primer lugar, el proceso político social venezolano conocido como «revolución bolivariana», en lo esencial ha estado dirigida por cuadros de la pequeña burguesía y de las capas medias, civiles y militares que, aun cuando hablen de socialismo, le tienen mucho temor a la clase que ellos saben que sí puede hacer el socialismo y que los desplazaría, que es la clase obrera.
¿Los cuadros de la revolución le tienen miedo a la clase obrera?
—Muchos que se dicen revolucionarios y socialistas, aunque lo griten a los cuatro vientos, en la práctica no les interesa que la clase obrera, que la clase trabajadora de la ciudad y del campo, internalicen su condición de clase para que entienda que debe asumir el liderazgo de las transformaciones porque, obviamente, serían desplazados por esa clase obrera, por ese pueblo trabajador, de la dirección del proceso. Prefieren mantener a la clase obrera, a los trabajadores, con una política paternalista donde usted no tiene por qué pelear porque el Estado se lo da.
Una franja importante de los trabajadores se ha mantenido en una situación de aceptación de esa política. En la misma medida que la crisis general del sistema capitalista mundial imperialista impacta también a la sociedad venezolana, que es una sociedad capitalista dependiente con un modelo de acumulación rentista, la incorpora a esa crisis general del sistema. En esa misma medida, los gobiernos y estados no están en condiciones de mantener políticas dadivosas y los trabajadores tendrán que pelear más frente al capital privado y frente al Estado que, en general, es un instrumento que legitima la dominación del capital privado.
¿Desde cuándo no se reúne el Gran Polo Patriótico?
—El GPP tiene un tiempo importante que no se reúne y eso tiene que ver con las propias características del GPP. El PCV ha planteado la necesidad de construir, a través del GPP, un instrumento de dirección política y colectiva unitaria y revolucionaria que participe en la construcción de la política, su evaluación, su seguimiento, su control crítico y autocrítico. Independientemente que ese ha sido el planteamiento del partido, y que ha sido acogido de manera general, esa no es la práctica.
El GPP se ha convertido, históricamente, en un aparato que funciona cuando vienen los procesos electorales para llegar a unos acuerdos electorales y luego para mantener una especie de status quo, de relaciones muy superficiales, que no profundizan en la práctica política revolucionaria y eso obviamente va matando la organización, porque si la organización no tiene sentido práctico, pierde la razón de su existencia. Podríamos afirmar que el GPP tiene muy poca existencia práctica. Eso es muy malo para este proceso político y social venezolano. No nos alegramos por eso. Lo señalamos, más bien, como un déficit que nos hace daño.
¿El PCV se plantea la posibilidad de conformar alguna alternativa a los dos grandes polos electorales?
—Desde el XIV congreso, en agosto de 2011, el partido concluyó que en Venezuela había condiciones para avanzar en la dirección de profundizar una línea de liberación nacional e incluso construir condiciones para avanzar en la perspectiva, ni si quiera en la construcción, sino en la perspectiva, de construcción del socialismo. Abrirle causa a la construcción del socialismo, porque no, nosotros no somos de los que nos metemos mentiras de que estamos en socialismo o que el socialismo está a la vuelta de la esquina. Toma en cuenta algunas otras experiencias.
¿Qué dicen los chinos? El Partido Comunista está dirigiendo la sociedad china desde el año 1949, no desde el 99. Hasta el 2016 son 67 años, por conquistar una sociedad modestamente acomodada. Hace 20 años dijeron que en 50 años, o sea dentro de 30 años, es que ellos estarán en condiciones de plantearse la construcción del socialismo. Imagínate tú que alguien que tiene 67 años trabajando para construir las bases materiales para el socialismo todavía dice que le faltan unos cuantos años para poder entrar en esa fase.
No tenemos porqué poner en riesgo nuestra militancia porque una institución del estado burgués haya decidido algo.
¿Te puede decir una dirección política que en 10 o 15 años ya está construyendo socialismo? Eso aún no acontece en Venezuela. Aquí sigue privando el régimen de la propiedad privada y de las relaciones sociales de producción determinada por la propiedad privada, que son las relaciones sociales de explotación de la fuerza de trabajo asalariada.
A partir de esta consideración, el partido comunista ha considerado que es necesario construir un bloque de fuerzas obreras, campesinas, popular revolucionaria que, sin romper con el GPP, permita que las corrientes más identificadas con el socialismo científico y el marxismo —que también asumen el ideario bolivariano como un elemento fundamental de su cultura política y de sus objetivos políticos de unidad latinoamericana y caribeña, pero que reconoce en la clase obrera y los trabajadores de la ciudad y el campo el sujeto de la revolución— nos agrupemos en un bloque popular revolucionario que tenga un claro perfil de clase.
Eso es desde 2011 y hemos venido trabajando por eso, lentamente, poco a poco. Es un proceso complejo, que tiende a acelerarse en la misma medida que se agudiza la crisis del modo de producción capitalista mundial y también su reflejo en el capitalismo dependiente rentista venezolano.
¿Por eso les dificultan, con el tema de la renovación de los partidos, el postular candidatos?
—No, no creo. No sé si algún otro camarada lo cree, pero no lo creo y no es el análisis de la dirección porque para esta orientación que estamos desarrollando la existencia de la condición legal no es un requisito fundamental. Lo fundamental es la legitimidad de la existencia política revolucionaria. Con legalidad o sin legalidad podemos desarrollar este plan que tiene que ver con la acumulación de fuerzas para que la clase obrera del pueblo trabajador sea vanguardia del proceso revolucionario venezolano. No es un problema de legalidad sino de legitimidad y la legitimidad no nos la da la legalidad sino el trabajo con el pueblo, con la clase obrera, los trabajadores, nuestra lucha por la revolución socialista. A nosotros no nos legitima ningún Estado.
¿Entonces a qué responde este tema de la renovación?
—Hay una deuda jurídica. La ley de la que emanan los reglamentos y normas para la renovación de la matrícula de los partidos es una ley del año 65. El artículo 25 de esa ley no ha sido reformado desde su surgimiento, una ley que surge en un momento histórico de confrontación político militar en Venezuela, de desarrollo de una lucha insurgente del PCV junto con el MIR que nos enfrentamos al proceso de entrega al capital trasnacional, al imperialismo norteamericano, por parte de los gobierno puntofijistas encarnados por [Rómulo] Betancourt y [Raúl] Leoni y con la aceptación de URD y Copei, Jóvito Villalba y [Rafael] Caldera.
La forma jurídica debe hacerse a partir de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que tiene unos contenidos y principios más avanzados que los del 65. El principio de la participación y el protagonismo popular no existían en la Constitución del año 61. La norma preconstitucional y el artículo 25 crean las condiciones para que, al reglamentar, se caiga en situaciones como las que se presentan hoy, que nosotros no acompañamos. No las acompañamos por razones políticas y jurídicas. Los partidos de la burguesía no tienen por qué temer el entregar sus listas de nombres al estado burgués. ¿Quién va a despedir a un militante de Voluntad Popular de una empresa privada? Si las empresas privadas son las que sostienen a esos partidos.
En el caso de la militancia comunista, históricamente en Venezuela la derecha, el fascismo y las instituciones del Estado, han trabajado por conocer las listas y nóminas del PCV, pero nosotros no se las vamos a entregar. Objetamos que tengamos que entregar la lista de los militantes comunistas a una institución del Estado, que esa nómina se publique y que de inmediato estará en manos de la derecha, de la ultraderecha y de los patronos públicos y privados que podrán ejercer acciones de despido, como una primera medida, contra nuestra militancia y acciones posteriores que ponen en riesgo la vida de nuestra militancia.
Pero eso fue algo definido por el Tribunal Supremo de Justicia y aceptado por el Consejo Nacional Electoral.
—Lo puede definir quien quiera pero nosotros también podemos definir no hacerlo. Ese es nuestro derecho. No tenemos porqué poner en riesgo nuestra militancia porque una institución del estado burgués haya decidido algo. Preferimos no existir en esas condiciones, en esa legalidad y mantener nuestra acción legítima con las masas. Si no hay cambio en eso buscaremos otro mecanismo de participación política, también electoral, pero no por la vía de entregar listas de nuestra militancia. No la entregaremos, eso está descartado, lo decida quien lo decida en el Estado venezolano. Será la cuarta vez que el PCV esté ilegalizado: en la dictadura de Juan Vicente Gómez, en el gobierno de [Marcos] Pérez Jiménez, el Gobierno de Betancourt y posteriormente Leoni, y esta sería la cuarta vez. Cada quien que asuma su responsabilidad histórica, nosotros asumimos la nuestra y no entregaremos nuestra nómina de militancia a ninguna institución del estado.
¿Por qué no pusieron esa misma objeción cuando se puso esa norma en el referendo revocatorio en el que también se hicieron públicos los listados?
—Nadie pone objeción, en general, a las cosas que no los afectan. Nosotros no hemos querido referendo revocatorio contra nadie. El que tenía que poner esa objeción eran los que solicitaban esos referendos (sic).
O sea, que si no los afecta a ustedes, no…
—En general, tú no te das cuenta de los problemas y su esencia hasta que no te afectan. Tú te aproximas a los problemas cuando tienen que ver con tu propia condición de vida, existencia y funcionamiento. Si a ti te ponen una condición y tú la aceptas, yo no tengo que salir a decir que no la acepto, ese es tu problema. Nosotros no tenemos que salir a defenderle a la oposición derechos si ellos no los exigen, esa es su responsabilidad.
¿Cómo ven las conversaciones que se dieron entre Gobierno y oposición?
—Consideramos que el denominado diálogo entre Gobierno y oposición es una extensión de lo que se denominó los espacios de trabajo con los sectores del capital y que se han expresado, de manera más concreta, en el Consejo Nacional de Economía Productiva, donde los sectores del capital tiene una presencia activa, donde han venido construyendo acuerdos con el Gobierno. Entre sus acuerdos —forma parte importante de las observaciones que hacemos— está la liberación de los precios que está impactando negativamente al pueblo venezolano con la especulación. Los partidos son expresión de los intereses de las clases y capas sociales. Los partidos de la oposición son expresión, independientemente de la cantidad de pueblo que tengan, pero su dirección y su ideología, su filosofía y su programa, son expresión de los intereses de las clases dominantes económicamente, de los factores económicos más poderosos.
Nosotros, el PCV, nos consideramos una expresión de los intereses de la clase obrera y del pueblo trabajador, otros partidos se consideran expresión de intereses de capas medias, de sectores campesinos, de pequeños y medianos productores. En la misma medida que existe un Consejo Nacional de Economía Productiva, donde los sectores del capital establecen algún tipo de acuerdo con el Gobierno, en esa misma medida los sectores del capital, aun cuando le quieren poner la mano completa al Gobierno, crean niveles de elasticidad en las relaciones que también se expresan en el terreno de lo político. Porque los sujetos políticos, que están en los partidos de oposición, a final de cuentas van a aplicar una política que le sirva a esos sectores del capital. Por eso nosotros decimos que las mesas de diálogo con el capital y la oposición nunca deben servir para hacer concesiones que dañen los intereses generales de los pueblos.
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