- La AuToNoMíA Se ExPaNde ConTra Las JeRaRquÍaS, EL CaPiTaL y EL EsTaDo -
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12.Jun.05
El método asambleario y la acción directa se va abriendo camino contra la verticalidad del gobierno de partidos y los viejos sindicatos. En los barrios y los cortes de ruta, en escuelas y hospitales, las universidades y los muelles. En las Asambleas de Quito y los Cabildos Abiertos del Alto en Bolivia. En Caleta Olivia y en el Conurbano Bonaerense de Argentina. Entre los blancos y negros, los indígenas y mestizos. En el estado y la actividad privada, los servicios y la industria. Con el obrero okupa y el vendedor ambulante, los artistas y las putas. En el campo y la ciudad, en astilleros y el transporte. Entre la juventud y los adultos, los desocupados y los ocupados. Entre los viejos y los chicos, los sexos y los géneros. Sean estudiantes y analfabetos, precarios y registrados. Donde nace la asamblea muere un poco el patrón y el estado. Cuando las asambleas decidan sobre el destino social de la vida se habrá terminado con el capitalismo.
Colectivo Nuevo Proyecto Histórico
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La Soberanía Asamblearia:
Registrados y precarios, estatales y privados, okupas y sin salario.
“Pero se ha de recordar, pa hacer bien el trabajo, que el fuego, pa calentar debe ir siempre por abajo.”
Martín Fierro.
“La ley nos burla y el Estado oprime y sangra al productor, Nos da derechos irrisorios, no hay deberes del señor”.
Estrofa de La internacional.
Dedicada a la Comuna de París, 1871.
“Estados Unidos tiene centros de detención clandestinos como tuvo la Argentina”.
Reed Brody, Human Rights Watch, 28/4/05.
“El poder come miedo (…) El miedo distrae y desvía la atención (…) en realidad, el poder se mira al espejo y nos asusta contando lo que vio. Peligro, peligro, grita el peligroso”.
Eduardo Galeano, 11/4/05.
Señales y Rumbos:
1.- UN VIAJE DE IDA PARA LA MULTITUD. DESTINO FINAL: PRECARIADO Y PRISIÓN.
2.- ESTUDIANTES: DE CASA A LA ESCUELA, Y DE LA ESCUELA A LA ASAMBLEA Y EL PIQUETE.
3.- MONEY, MONEY AL CALOR DE KIRCHNER.
4.- VIEJO Y NUEVO SINDICALISMO.
5.- LA AUTONOMÍA SE EXPANDE CONTRA LAS JERARQUÍAS, EL CAPITAL Y EL ESTADO.
A la memoria de Mariana Márquez, madre de Liz, asesinada en Cromañón.
A Gabriel Roser del MUP preso político de Kirchner.
A las presas y presos de la Legislatura capital-parlamentaria.
A los que luchan y a los muertos que lucharon.
A los rebeldes procesados por la justicia mercantil.
A todas y todos los que construyen en el mundo entero el cambio social anticapitalista.
5.- LA AUTONOMÍA SE EXPANDE CONTRA LAS JERARQUÍAS, EL CAPITAL Y EL ESTADO.
“Basta de dictaduras democráticas”.
El Alto, Bolivia, 24/5/05.
“Un juez es un policía recibido de abogado”.
Pintada argentina en Avenida de Mayo 789.
“La actual asamblea de Tucuypaj, esta conformada por un colectivo horizontal, que lleva adelante la propuesta de crear un espacio autónomo y autogestionado donde primen la reflexión y el debate de ideas para construir una forma de relación social nueva, desde abajo y priorizando la solidaridad y la cooperación entre los compañeros. No tenemos dirigentes, ni representantes, actuamos lentamente, porque establecemos una forma de trabajo consensuada, no somos infalibles nos equivocamos y mucho pero siempre estamos dispuestos a volver sobre nuestros pasos y buscar nuevos caminos. (…) Convocamos a encontrar soluciones justas y conjuntas con compañeros de todas las organizaciones y por fuera del aparato burocrático-legal-estatal”.
Empresa recuperada Tucuypaj, 2/5/05.
“Repudio a la conducción. Salimos a la lucha por fuera de las estructuras gremiales tradicionales”.
Carlos, delegado de los autoconvocados del Hospital Luciano de la Vega, 28/4/05.
“La CONAIE, como parte de los ecuatorianos y ecuatorianas descontentos con el modelo de democracia representativa cuya institucionalidad ha sucumbido, nos convertimos en las calles en un poder constituyente y como mandantes exigimos a nuestros mandatarios renunciar a sus cargos, de los que han sido revocados por su inconsecuencia”.
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, 12/5/2005.
De las telecomunicaciones y Metrovías con su asambleismo, a los ferroviarios y pueblos originarios. De los docentes autoconvocados en Salta a los aeronáuticos de Lafsa. Del despertar de las asambleas autoorganizadas en la industria a las tomas de escuelas. En abril, se le sumó al poder otra piedra más en el zapato: la comisión interna del Hospital Garrahan expandiendo una multisectorial hospitalaria.
El escalafón del poder capitalista transpira por muchos poros. El mercantilismo se alimenta de humanos. Las jerarquías humanas invisten la forma estado como dispositivos de vigilancia y castigo del capital contra los que no se dejan formatear. Pero no sólo eso. Hay seductores y asesinos. Mandones y caritativos. Cálidos simuladores y fríos como Stalin. Actúan en público y secretamente. En los actos de campaña y en las comisiones legislativas. En el estado y la actividad privada. En cargos encumbrados, en el medio y en la base. En el campo y la ciudad. En la familia, el barrio y la asamblea.
Los conocemos. Son los que entorpecen la vida que busca emanciparse. Son la mercancía humanizada y la humanidad cosificada. Son lo que ríen y matan. Los que distraen y condenan. El guardián de la plaza y el mandamás de los mulos. El regente de escuela y el director de hospital. El decano universitario y el jefe de Policía. El diputado y el juez. El presidente y el sindicalista. El jefe de personal y el catedrático. El general, el coronel y el capitán. El inspector de zócalos que se cree más que sus compañeros porque dirige a otros dos inspectores de zócalos. El que soborna y el sobornado. El gerente de programación y el alcalde. El secretario académico y el censor. El que tiene una firma para otorgar un plan social y el patrón de estancia. El empresario del rock y las compañías discográficas. El periodista estrella y el industrial. El cafisho y el representante de futbolistas. El comité central y el guardiacárcel. El papa, el obispo y el cardenal. El dueño de una flota de camiones y el leguleyo que se ofende más por un corte de ruta que de las muertes por inanición. El que mete la mano en la lata y el que lo encubre. Los que venden un país y los que cobran por callarlo. El sargento de la Federal y el referente del hall center. El GEO y el dueño del supermercado. El patovica y el homofóbico. La gendarmería, la prefectura y la bonaerense. El servicio de inteligencia del estado y el machista. Los parapoliciales y el vecino correveidile. Los integrantes de la ONU y los sirvientes menores en la OEA. El director del FMI y el aprendiz que le lleva los papeles y espera heredarlo. La maestra ciruela y el alumno obediente. El editor en jefe y el secretario ejecutivo. El presidente de lo que sea con tal de figurar y los adulones que le hacen la corte. El capataz de cuadrilla y la comisión interna de la ONG. La dueña de la cooperadora escolar y el gerente de la fábrica recuperada. Donde no hay autogobierno hay delegación de poder. Y entonces los hombres y las mujeres grises se indigestan de la potencia multicolor de la multitud.
Ya no hace falta decir que la nueva clase obrera, los desocupados y el precariado, las nuevas generaciones de la multitud, se organizan más allá del sindicato. Ahora solamente basta constatar la cada vez mayor difusión de esta práctica, su expansión y articulación conciente con otras experiencias similares, que doten de volumen social y simbólico, a las nuevas formas organizativas del trabajo contra el capital, el mercado y el estado.
Algunos se presentarán a elecciones en los viejos gremios, y otros los dan por muertos y enterrados. Pero lo más importante es que no se puede estar esperando, ni hace falta, otros 20 años como los que pasaron, para conquistar aquí y ahora la manera de autoorganizarse contra las dirigencias sindicales y antagonizar al poder.
Tampoco es lo más importante que la lucha del Garrahan no arrancó, por ahora, más de un escaso diez por ciento de aumento de sueldo para incorporarlo al básico. Lo más trascendente es que la CGT está preocupada por el desborde del comportamiento autónomo del trabajo; y la CTA, se acordó de luchar, rompiendo la modorra de la tregua que le dio al kirchnerismo desde que asumió en el 2003.
Hay que saber aprender las lecciones de la historia por más crueles que sean. El camino de disputar el poder, con las mismas reglas del poder, es un camino sin retorno. El peronismo no acepta, ni aceptará, la independencia de clase. Para integrar la Nueva Clase, para ser como ellos, hay que olvidarse de la autodeterminación y ser uno de ellos.
La brillantez comunicativa de la comisión interna del Garrahan, abreva en el ejercicio semiótico militante que antes hicieron los empleados telefónicos y de los subterráneos. No alcanza con poner el cuerpo en la asamblea, enfrentar a los burócratas y al estado. Hay que salir a disputar el sentido común, permanentemente reforzado por la mass media. Es una batalla desigual pero imprescindible. Los nuevos sentidos de la multitud se van abriendo paso. Desarticulando los viejos significantes con las herramientas de la contrainformación en manos de los mismos trabajadores y el mediactivismo.
No hay que tener miedo de explicar los reclamos. Sabiendo de las zancadillas y mentiras del poder, la oposición de buena parte de la propia multitud, y las operaciones de prensa que tergiversan lo actuado para desprestigiar las luchas.
Pero el posfordismo del precariado, millones de asalariados en la miseria y el desempleo de masas, no trajo consigo todas malas. Ahora, el concepto castrense del “zurdo infiltrado” en las asambleas de empleados autoconvocados no asusta a ninguno de sus participantes. Los empleados conocen a sus delegados que son trabajadores como ellos. Al peronismo le queda grande la acusación de “gorila” o antipueblo, a todo aquel que se oponga a su presidente. El justicialismo en todas sus variantes gobernó 14 de los últimos 16 años; y puso a las mayorías en condiciones, aun más miserables, que la última dictadura militar. No olvidemos que los salarios de hoy son la mitad de los de 1980. Hay 200.000 contratados en el sector público cuando antes no existían y el propio personal de limpieza de Casa de Gobierno está tercerizado. El desempleo pasó del 3 al 17 por ciento y la pobreza aumentó de 5 al 50 por ciento en tres décadas, y el capital-parlamentario sigue asesinando 100 personas por día por causas evitables.
Luego de la lucha del Garrahan nada volverá a ser igual. Y no hizo falta esperar mucho para comprobarlo. La comisión interna del Garrahan no terminaba de firmar en disconformidad, el acta de aumentos de sueldo, que ATE entendió que: o se pone a la cabeza de los reclamos, o la autonomía como forma de lucha de los trabajadores, les retira la prerrogativa de dar la batalla salarial contra el estado.
La autonomía es un comportamiento, una forma de ejercer el poder en los conflictos, un imaginario y un proyecto que no tiene dueños privados, pero sí, millones de portadores.
La vieja idea de “conquistar” a la vanguardia, como si se saliera de caza a atrapar obreros conscientes es indigna. Subestima al sujeto como si no pudiera autoemanciparse sin tutelas. Además es estéril. La inteligencia política no es algo que pueda importarse como una mercancía vendida por los que actúan de manera externa a las propias prácticas autodeterminadas; sino que, el intelecto político, es un atributo de la propia multitud como fuerza cooperante del hacer. La multitud es un cerebro colectivo que hace de la forma asamblearia su esqueleto institucional. Y de la complementación con otras asambleas la musculatura de la futura autogestión generalizada y coordinada del trabajo. El cerebro asambleario de la multitud, le da cuerpo y espíritu anticapitalista, al poder constituyente de la república de las comunas del uso concreto del trabajo.
Si bien hay militantes partidarios y gremialistas todo terreno, los nuevos delegados no se definen en público, ni por su pertenencia partidaria, ni por la disciplina a los viejos gremios. Son mandatarios que mandan obedeciendo. No son profesionales, ni de la política, ni del sindicalismo. Sus comisiones internas son honestas y combatientes. Abnegadas y solidarias. Su identidad es de clase y asamblearia. Lo económico y organizativo define al sujeto social. Lo social y organizativo se da al mismo tiempo. Lo económico y lo político al unísono. La nueva constitución técnica del trabajo va encontrando su nueva composición política.
Por su puesto que hay comisiones, cuyos integrantes, rondan las cuatro décadas y vienen de 22 años de frustraciones electorales y partidarias. Pero a su vez, traen consigo, un bagaje indespreciable de victorias y derrotas en su debe y haber.
Al interior de los hospitales pasa algo parecido como en toda la sociedad. La multitud asalariada está, no sólo fragmentada, sino dividida en castas. El personal profesional es ambivalente. Apuesta a su carrerita que lo suba en su estatus social. Y en momentos críticos de la lucha de clases como los que estamos transitando, se sabe, que el chantaje del ascenso a cambio de traicionar al resto, es una moneda corriente en los juegos palaciegos del poder.
Los directores de hospitales y todas las autoridades jerárquicas cumplen el rol de una verdadera Nueva Clase dominante. Una clase burocrática administrativa. En el campo de la salud son el estado personificado con guardapolvo, matrícula y amenaza de sumario a los insumisos. El perro guardián del capital-sanitarismo dentro del capital-parlamentarismo.
La tecnología de alta complejidad es trabajo muerto alimentado por el trabajo vivo de bioquímicos, enfermeros y mucamas, personal de maestranza y administrativo. Pero como en cualquier empresa, si los productores se rebelan, la fábrica hospitalaria no se mueve por más médicos gerentes y tomógrafos computados que haya.
Si el médico no tiene a su secretaria que le ordene las historias clínicas, al personal que da los turnos, o por caso, el material descartable del que se deshacen las enfermeras: o el galeno se desrepresenta como la autoridad médica a la que no se le caen los anillos por hacer el trabajo de otro, o el sistema de salud estatal no funciona.
Luego del Garranhan, los empleados de los hospitales Alvarez, Ramos Mejía y Gutiérrez se autoconvocaron en asamblea. La semana que se inició el dos de mayo incorporó a la lucha a los hospitales provinciales. Los métodos asamblearios están a la orden del día.
Pero la contratendencia del capital en todas sus variantes burocráticas sindicales no va a ser tomadas por sorpresa dos veces. Impugnadas las conciliaciones obligatorias dictadas por el Ministerio de Trabajo, ignorados los sindicalistas elegidos según el ritual de la rosca y la componenda con el poder, la superestructura jurídica y gremial está colapsada. Ahora las variantes burocráticas del SUTEGBA, la Asociación de Profesionales, UPCN y aún ATE, vienen por las asambleas de los autoconvocados. Desembarcan oportunistamente a ponerse a la cabeza de los conflictos para entregarlos ante el primer aprete del poder, como hizo Pablo Micheli de ATE con el Garrahan. A patotear y dividir como es el estilo del sindicato del menemista, devenido kirchnerista, Andrés Rodríguez de UPCN. Enviando los impresentables de Amadeo Genta y Patricio Datarmine de SUTEGBA a sus matones a fisurar costillas a los autoconvocados del Alvarez. A comprar voluntades y amenazar con acciones por abandono de personas como el gremio más cercano a la Nueva Clase capital-sanitarista: la Asociación de Profesionales de la salud.
El intelecto general como fuerza productiva y reproductiva del capital recorre toda la sociedad. Intelecto general no es sinónimo de intelectualidad académica. Es un general intellect cooperante como forma de valorizar la subsunción real del trabajo en el capital. Una forma virtuosa y colectiva de reproducir la sociedad capitalista. Se puede tener la primaria incompleta, ser un técnico calificado, o estudios universitarios, y en cualquiera de los casos integrar el general intellect. Ocupados y desocupados por el trabajo asalariado, integran el cerebro colectivo de la multitud de la fuerza viva del trabajo. Unos están ante el peligro de la precariedad por un trabajo sobreproductivo, otros, descartados por el capital por subproductivos.
Lo que el Garrahan nos muestra como síntoma, es una forma asamblearia donde la lucha gremial destituye al viejo sindicato fabril. Una gestación de un nuevo imaginario sindical y un imaginario político en gestación. La constitución autosoberana de los asambleístas, un discurso alternativo y la vinculación con la comunidad: conforma un todo material y simbólico, una real organización contracultural. El propio cerebro colectivo se para sobre sus pies, pelea y habla, se organiza y construye campos de fraternidad política. Los trabajadores abandonan la vieja cultura peronista que los condenaba a ser la columna vertebral que soportaba todo el peso de la dominación burocrática, que pensaba y decidía por ellos. Se vuelven autónomos. Está naciendo una poderosa máquina de guerra económica, social y política de los trabajadores.
Un contrapoder que no acepta delegar su potencia, salvo circunstancialmente, en nadie más que en alguno de los participantes de la lucha. Acotando el liderazgo de los delegados a la negociación contra la patronal. Pero conservando la asamblea la voluntad decisoria y su propia autosoberanía.
El intelecto general de las masas, cerebro colectivo, o general intellect, no es un patrimonio exclusico del desarrollo capitalista de los países más desarrollados o post-industriales. El posfordismo es la tendencia dominante también en América Latina, además de serlo en EE.UU., Japón y Europa.
De México a la Argentina, pasando por Nicaragua y Ecuador, de Bolivia a Chile, no es casual ver a los universitarios como un afluente fundamental de la marea del movimiento de las multitudes.
Los estudios superiores han dejado de ser un pasaporte a la vida burguesa. Se acabó la era fordista del ascenso social para la mayoría que terminaba con un título de grado. Sólo en la Universidad de Buenos Aires (UBA) cursan 294.000 estudiantes, de los cuales, en promedio, trabaja más del 60 por ciento. En algunos casos, son aún más los estudiantes empleados que componen la multitud. La mayoría no son obreros fabriles, pero ganan menos que un trabajador de una planta automotriz. No son operarios, pero no por esto, dejan de producir plusvalor para el capital. En la carrera de Ciencias Económicas el 73.8 % tiene un trabajo; en Filosofía y Letras el 71 por ciento; en Ciencias Sociales el 69.7 %; y en Arquitectura, Diseño y Urbanismo el 66 por ciento.
De cada 10 alumnos que ingresan 8 se quedarán en el camino por más esfuerzos que hagan. Su condición de clase los obliga a dejar los estudios y mantener el hogar paterno o el propio. La condición juvenil de las nuevas camadas los tiene atrapados en la precariedad posfordista con empleos intermitentes y mal pagos. Los que sobreviven a esta carrera de obstáculos como castigo social capitalista a los que aspiran a un título de grado, les espera, como parte de la condena, estirar en promedio la carrera más de un 50 por ciento.
Dictaduras mediante en los ´70, caída del muro de Berlín en el `89, derrota de la revolución Sandinista en 1990, y con la consolidación capital-parlamentaria en la última década, el posfordismo llegó a su madurez. Y con él el afianzamiento de la tendencia hacia el trabajo inmaterial, el excedente de millones de operarios fabriles, el fin de las burguesías nacionales, el estado árbitro de algo, y la economía keynesiana con base en la demanda y la distribución de la riqueza.
Los estudiantes nicaragüenses, ecuatorianos y argentinos, no son una pequeña burguesía jacobina. Por el contrario, la mayoría de ellos son asalariados y cuentapropistas, con sueldos miserables y empleos no registrados. El capital los educa en la universidad estatal y privada para transformarlos en los obreros del conocimiento, funcionarios de la Nueva Clase, investigadores de la fundaciones del poder, la quinta columna de las ONG´s y el Banco Mundial, artistas para hacer de bufones en los salones del poder, y docentes para sostener y reproducir la crisis de sentido en la que está imbuida la humanidad bajo el dominio del capital.
Pero como el poder es una ruta de dos manos, no solo control y domino del capital, sino también autonomía y antagonía del trabajo; la energía y los deseos de libertad del general intellect no está dispuesto a ser condenado sin oponer resistencia a una vida de esclavitud tecnológica y dictocrática.
Del mismo modo que el Garrahan es una muestra de un universo más basto en gestación, en sentido más amplio, Ecuador, es un laboratorio del QSVT que ha dejado nuevas lecciones para la lucha.
Veamos:
1. En Ecuador, como en el resto del planeta, tres de cada cuatro habitantes vive en las ciudades. A diferencia del siglo XVIII, donde tres de cada cuatro personas vivía en el campo. La urbanización es directamente proporcional al desarrollo universal capitalista. Hay ciudades que hoy funcionan como verdaderas ciudades-estados. Su importancia geopolítica hace que lo que pase allí repercuta no sólo en su propio país sino en todo el planeta.
2. Ecuador tiene 13 millones de habitantes, Quito su capital, 1.3 millones. Tenía razón el tirano depuesto Lucio Gutiérrez que en los peores momentos destituyentes no se movieron más de 50.000 personas. Pero lo que no tenía razón era que con eso no bastaba para terminar con su presidencia. Cuando cincuenta mil almas se mueven por las calles al grito del QSVT, es porque hay otros millones en sus hogares dando su anuencia.
3. La multitud móvil y con barricadas, con consignas, palos y piedras, descubre que para hacer política no hace falta ser político, integrar un sindicato, ni militar en un partido. Recordemos que el 13 de abril en Quito hubo un llamado al paro general convocado por la CONAIE, la Asamblea de Quito, y los partidos opositores de centroizquierda, que por decir lo menos, fue un fracaso. De seguir interpretando la política como en la época fordista, se terminaría cometiendo el mismo error que Gutiérrez: que envalentonado al ver el poco respaldo a una iniciativa de sus ex aliados y las viejas corporaciones, salió en cadena nacional a humillarlos. Pero bastó este discurso para que la multitud ganara las calles. Se autoorganice, defendiera a un radio comunitaria que fogoneaba el contrapoder y era atacada por los esbirros del presidente, y se autoconstituyera en un poder soberano extra partidario, sindical y estatal. El resto es historia conocida. Entre el estado de sitio fallido y la represión, seis días después, Gutiérrez huía de Ecuador en helicóptero, un día 20, como De la Rúa en Argentina.
4. ¡Si sabrá Kirchner de la importancia de dominar los instintos destituyentes del área metropolitana! Un territorio que no termina en la Avenida General Paz, sino que se extiende a los cordones bonaerenses de la Argentina. Una zona compuesta por la Capital Federal y los barrios suburbanos. El Dr. K y su gobierno, temblaron por derecha con Blumberg cuando el primero de abril del año pasado la manifestación amenazaba avanzar con la sociedad civil a Plaza de Mayo pidiendo seguridad; y tembló por izquierda cuando la multitud se insurreccionó exigiendo justicia luego de la masacre de 194 personas en el boliche Cromañón y el intento de excarcelación de Chabán.
5. Con unos cuantos cientos de miles dispuestos a echar al presidente que hambrea al pueblo, encarcela luchadores, descuida hasta lo calamitoso la salud y la educación, apaña la impunidad de los poderosos y encima mata, alcanza y sobra para recuperar en la calles la soberanía delegada y decirla adiós a su mandato. Por cierto, que con esto no basta para construir una nueva sociedad. Pero como ninguna revuelta es igual a la otra, y la multitud está cada vez peor, ella decidirá cuando luchará hasta el final para barrer con el viejo mundo y crear un nuevo mundo desde sus ruinas.
El capital-parlamentario deja fuera de su lógica electoral a millones. Desocupados, precarios y autoempleados, aunque quisieran, son impotentes para jugar en las grandes ligas mass mediáticas de la política espectáculo sólo apta para ricos o respaldados por las corporaciones. La política vuelve a la multitud en forma de piquete, asamblea, toma de empresas y acciones directas de diferente tipo.
¿Cuántos militantes tendrían los viejos sindicatos si no rentasen a sus activistas? Porque una cosa es tener que sobrevivir en el capitalismo vendiendo la fuerza de trabajo o morirse de hambre, y otra muy distinta, es la complicidad de cada pichón de burócrata que lubrica las maquinarias corruptas de la amplia mayoría de los gremios, como contrapartida, de plata y una cuotita de poder.
¿Sin la zanahoria de la prebenda, cuántos militantes partidarios harían el camino espinado de la obsecuencia al dirigente? Tolerando la inconsecuencia del legislador progresista, la impostura del profesor de izquierdas, o el profesionalismo del sindicalista; si no tuviera que venderse para vivir, entregando en el mismo combo su fuerza de trabajo y honestidad intelectual, a cambio, de las canonjías universitarias, un cargo en el gremio, el partido, o el estado.
La Nueva Clase y la forma estado son dos dimensiones recíprocas de una misma cosa: la representación de la fuerza de trabajo como mercancía, sea como gremialista, sea como político. La autonomía de la multitud cuestiona ser representada, y al hacerlo, disputa contra todas las formas de representación: el eterno dirigente partidario, el gremialista atornillado al sillón, y el político de comité.
Desde 1983, ya son dos generaciones de militantes que fueron demolidos por los partidos como máquinas de picar voluntades antisistémicas. La rosca partidaria, la humillación para llegar a integrar el congreso y el comité central, la línea que se les baja a las bases y que estas nunca elaborará, provocan el hastío, repudio y futura explosión, que lleva a las organizaciones partidarias de izquierdas, sea de la variante que fuera, a expulsiones y alejamientos de sus militantes.
Además, en los primeros años del siglo XXI hay una nueva generación que no se la corre con el posibilismo de reclamar sólo lo que resulta funcional al capital. No se la asusta con el cuco de las dictaduras, no se las ahuyenta hablando de los peligros del comunismo. No se las pacifica pidiéndoles que esperen, porque el gobierno recibió una herencia muy pesada. Esta nueva militancia, heredera de derrotas, sinsabores y victorias de los que los precedieron, no está dispuesta a ser pasto de ninguna organización externa a su hacer y pensar, que los venga a conducir hacia el camino de la revolución.
Resulta grotesco como militantes setentistas sexagenarios, buscan aparecer para la foto y acaparar las cámaras cuando la mass media viene a interrogar a los delegados acerca de los conflictos. ¿Qué pensarían sus compañeros asesinados en la lucha popular? La mayoría de los sobrevivientes de los ´70 están reblandecidos. Ahí están reptando en algún ministerio justificando lo injustificable, y poniéndose a la moda armando alguna Mutual, Red y MTD, como fachada para actuar como falange del estado al interior de los movimientos. Se los ve ansiosos por llegar a ocupar algún lugar al calor del poder, y queriéndose desquitar con la historia sobre las espaldas de los que luchan. ¡Dan vergüenza ajena! Lamentablemente, son como el partido peronista y radical: ya dieron todo lo que podían dar. No pueden seguir otros veinte años, como en estos últimos 20 años, refregando como último criterio de sometimiento a sus posturas con que en el pasado fueron presos políticos, torturados y exiliados. ¡Todo el pueblo luchador reconoce su gesta pasada, y la de toda su generación que se la jugó entera por una patria liberada del capital! Pero desde su intocable pedestal, ahora son más un estorbo que una ayuda. No están dispuestos a cambiar. Ven a los jóvenes revolucionarios como antes los veían sus mayores conservadores a ellos: peligrosos. Se niegan a crear lo nuevo. A lo sumo se ubican discursivamente del lado de la utoorganización, haciendo de ella, una mercancía más que ofrecen en el mercado persa electoral. Aspiran a conservar, o alzarse, con el soñado cargo que de jóvenes repudiaban.
La consecuencia es un atributo humano que requiere permanente muestras de coherencia. No basta con lo que se fue. Ahí está el ejemplo de Lula. El obrero metalúrgico que luchó contra los militares y ahora es un dócil discípulo de Washington. Tampoco basta llegar con un movimiento social antisistémico al poder y no demoler el estado. De nada le sirve a la multitud que sus representantes tomen posesión de las funciones gubernamentales y se apoltronen. Entendamos sino, si esta no fue la gran carencia, que facilitó la posterior traición, de Gutiérrez hacia la CONAIE en Ecuador. Y de la CONAIE que confió, que desde el estado y sin asambleas, sin abolir el trabajo capitalista, se pueda cambiar la sociedad.
Si la multitud es un concepto de clase, ella, está integrada por diferentes realidades laborales. En la Argentina de los ´70, la clase obrera automotriz, la aristocracia del fordismo, trabajaba en tres turnos en fábricas donde había miles de operarios. En 1974 en la sucursal Pacheco de la Ford había 7.500 obreros. Tres décadas después, solamente queda el 23 por ciento: 1.700.
La General Motors recién habilitó el segundo turno en septiembre de 2004. ¿Acaso tomó miles de empleados aprovechando la baratura de los salarios posdevaluación? No. Apenas si ocupó 400 nuevos operarios. ¿Por lo menos los escasos nuevos puestos tuvieron la estabilidad de los ´70 con contratos por tiempo indefinido? No, tampoco. De los 400 cargos sólo 80 fueron puestos efectivos, los restantes 320 son precarios. ¿Será tal vez que los puestos basura son una modalidad que mantiene en el tiempo el trabajo aunque sea de manera inestable? Menos que menos. Apenas ocho meses después General Motors amagó con desmantelar el segundo turno. Sólo la amenaza de paro de sus operarios abrió un impasse por tres meses.
La burguesía automotriz no es tonta. Sabe que tiene que plebiscitarse el gobierno de Kirchner, su gobierno. Y si sus trabajadores luchan conviene, si con esto alcanza para contenerlos, mantener los contratos. Esperan a que pase octubre aguardando si las mayorías aceptan, o no, el rumbo genocida implementado por el peronismo. Llegado ese momento los patrones verán que hacen. De todos modos, como siempre, los obreros tienen la última palabra acerca del destino de sus vidas, y con ella, la del capitalismo.
El autismo social de la crema del capital: la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y el presidente Kirchner, es digna de Luis XVI.
a) Pero hay que reconocer que no mienten cuando apelan a un país normal. Para ellos un país en serio es aquel en que la fuerza de trabajo es dócil, delega su soberanía en el político, baja la cabeza cuando falla la justicia, confía en los viejos sindicatos, y se asusta ante las homilías del cardenal Bergoglio. Un viejo país fordista que no volverá jamás. Un país sin cartoneros y travestis, con maestras y profesores venerados por sus alumnos (a-lumno=sin luz, suena feo ¿no?).
b) Un país sin piqueteros, con viejas chismosas y viejos maldicientes que viven pegados a Radio 10. Con encargados de edificio que veneran a Víctor Santa María, mientras hacen de alcahuetes de la policía alertando a las comisarías sobre las reuniones de los raritos y zurditos del barrio. Un país donde el saber sólo venga envasado en libros y no fluya por la internet.
c) Donde el docente universitario sea el “summun” del conocimiento y que los desheredados no generen su saber emancipador. Donde el pueblo arrodillado ante el sentido común que emana del señor televisor, se consuele con los consejos del reportero bien pensante que adora el orden capitalista y la seguridad policial. Con los medios masivos de comunicación inmovilizando a los lectores, radioescuchas y teleplateas, con una nueva ola de delitos aterrorizantes, justo, justo, cada vez que la lucha de clases recrudece. Haciéndolos sentir tan poca cosa, tan expuestos, que sólo el orden castrense les permita volver a dormir, a costa, de que los pobres vivan sus sueños mortuorios como sus propias pesadillas funerarias.
d) Donde “la gente” sea lo opuesto a la multitud. Donde la política sólo se haga en el estado y las instituciones del capital. Pues bien, ese país está en bancarrota. Su crisis de sentido es brutal. Su imaginario está más próximo a la ideología, como falsa conciencia, que a un proyecto de sociedad. ¿Qué todavía hay millones que creen en él? ¿Qué tienen su ideal desfondado pero no pueden creer que ese país se acabó? Así es. Aún en plenas jornadas revolucionarias millones se quedarán mirando la TV. Y otros llegarán a defender el capitalismo con todo lo que tengan a mano, no sea cosa, que se termine de enterrar las veinte verdades de su universo decrépito.
El presente con su materialidad y subjetividad, la realidad, desborda la imaginería nostálgica de la sociedad keynesiana del estado de “bienestar” capitalista. El posfordismo avanza, y mientras lo gerencia Kirchner a decretazo limpio, su gobierno va articulando todo un frente opositor. Quiere destruir a los piqueteros sacándoles los planes sociales ganados en las rutas bajo el frío, la lluvia, el calor, y las balas de los políticos. Quiera acelerar la muerte por inanición y encarcelar el excedente de la fuerza de trabajo que les sobra a los patrones.
Sólo en la Provincia de Buenos Aires, en el 2004, se detuvieron 307 personas por día. Entre el 2003 y 2005, el país normal de Kirchner aumentó progresivamente los detenidos que terminan recluidos en las prisiones. En el 2003 eran detenidos 88.140 argentinos, mientras lo liberados fueron 29.161 (el 33 por ciento). En el 2004, se apresaron 112.349 personas y se liberaron 34.073 (el 30 por ciento de los presos). En lo que va del 2005 la proyección indica que habrá más de 130.000 arrestados. Y por los 8.106 liberados en el primer trimestre, el porcentaje que recupera la libertad vuelve a descender a sólo el 24 por ciento.
Digámoslo más rotundamente: en el 2003 cada 10 detenidos quedan presos menos de siete; en el 2004 siete; y en el 2005 van camino a ser ocho. Por lo tanto, es mentira el discurso fascistoide que los detenidos entran por una puerta y salen por la otra.
Sólo en Buenos Aires, hay 25.000 detenidos en cárceles y comisarías. El 80 por ciento son pobres que cometieron delitos de pobres: crímenes contra la propiedad. Cada 100, casi 70, son delitos contra la propiedad privada, robos y hurtos de mercancías. Tipologías delictuales características de las sociedades capitalistas de la escasez posfordista para las mayorías. “Al trabajo atípico se le contrapone, como Jano, la policía posmoderna, la encarcelación preventiva y la privatización de la represión. El perfil del preso argentino es un calco de la nueva figura del trabajador posfordista: varón, pobre con empleo precario o intermitente, soltero, tiene entre 18 y 34 años, con educación formal (primaria), además sólo el 4% es extranjero. El 46% tenía un trabajo a tiempo parcial; el 19% un trabajo a tiempo completo y sólo el 35% estaba desocupado. Casi un 60% tenía un oficio o profesión. El 81 % no participó en alteraciones al orden público nunca. El 8% de las mujeres detenidas tenían hijos con ella. El 72% de los condenados no era reincidente.” Colectivo NPH, La Nueva Clase Obrera Argentina, 8/5/2005.
Las cárceles son depósitos, campos de concentración, y manicomios al mismo tiempo. El 90 por ciento está “guardado” sin sentencia firme. En los primeros meses del 2005, en la lista de muertes sumarias para controlar la ecología carcelaria, hay que anotar a 49 humanos que le tocó abandonar el mundo contra su voluntad mientras se hacinaban en las cárceles bonaerenses subhumanas. Para el resto el estado de excedencia le reserva “la pepa posfordista”. Vivir como zombis para poder tolerar el infierno humano con barrotes. En Buenos Aires se reparten por mes 269.544 ansiolíticos y antidepresivos. Diez pastillas por cada preso. En el resto de las cárceles federales las cosas no van mejor. En el año 1993 se los falopeaban con 4 pastillas por cada preso, en el 2005, son 9 por cada uno. Asesinado o empastillado, son las respuestas del estado del capital para los que se revelan en las cárceles de la indigencia mercantil. Crecimiento del PBI y estado de excedencia se potencian. Genocidio por hambre y prisiones se abrazan, arrullados bajo el peronismo en marcha que se autoproclama sin ningún pudor: el gobierno paladín de los derechos humanos.
A los piqueteros desasalariados, se les suman la lucha por el salario de los empleados estatales. Que junto con los jubilados son los que más perdieron con la pesificación. También están los empleados de los servicios públicos privatizados, las 150 empresas recuperadas con 15.000 empleados, los indígenas que pelean por su autonomía, los movimientos campesinos que procuran una demanda tan elemental, y que la brutalidad del capitalismo ha tornado inaplazable, como la soberanía alimentaria. Y todas las luchas de las nuevas figuras del trabajo posfordista: los cartoneros, trabajadores sexuales, fleteros, vendedores ambulantes y delincuentes.
Al ser la circulación del capital el modo en que producción y reproducción del valor se realiza, en la etapa del domino absoluto del trabajo en el capital, del trabajo territorial en la mercancía, del barrio como fábrica social; es obvio, que aquellos encargados de autovalorar el capital en la superficie social sean los nuevos sujetos que enfrenten al mercado como sistema; y al estado como el representante capitalista colectivo que los somete y los condena. Sean empresas alternativas de colectivos y fleteros enfrentados a Moyano y a la Cámara patronal de los transportistas, vendedoras callejeras y 10.000 cartoneros sólo en la Capital de la Argentina; todos ellos, son nuevos desafíos para cualquier estrategia de panóptico social a gran escala.
El mundo del trabajo en sus diferentes variedades va tejiendo sus contrapoderes. Las expresiones mas avanzadas ya no luchan únicamente por un mejor sueldo, sino que, como los empleados de subterráneos, cuando sus compañeras y compañeros de otras empresas son reprimidos, paran sus actividades por solidaridad de clase.
La lucha autónoma del trabajo inmaterial: como el servicio de camilleros en los hospitales, el cognitariado de los laboratorios, y el trabajo afectivo de las enfermeras; demuestra, que la nueva clase obrera no necesita producir bulones y acero para ser parte de la nueva clase revolucionaria de la multitud.
Trabajadoras y trabajadores sexuales, vendedores de productos populares en el espacio público, y recolectores de residuos reciclables; perseguidos y encarcelados como las presas y presos de la Legislatura porteña, constata, que su antagonía al estado del capital es tan desequilibrante a la gobernabilidad posfordista, como las viejas luchas del operario fordista de la industria de los ´70.
Una clase revolucionaria es aquella que, oponiéndose a valorizar el capital a costa de sus privaciones, destruye su circuito de acumulación. La circulación, como forma por excelencia de la subordinación del trabajo en la mercancía, torna a las nuevas figuras del general intellect distribuido en toda la trama geográfica, en tan peligrosamente antisistémico como el obrero industrial de antaño. ¿Qué queremos decir con esto? ¿Qué no hay mas proletarios industriales, o que sus luchas son innecesarias? No, no estamos diciendo eso. Una vez más lo repetimos: el trabajo industrial perdura, y el fordismo sigue existiendo. Pero la fábrica ha dejado de ser el lugar central, y el proletariado industrial la figura social por excelencia, de la antagonía de clase. El trabajo fabril es una forma, y sólo una, de las variantes productoras de plusvalor y ganancia privada capitalista. Ni más ni menos relevante que aquellas funciones de la multitud que ejerce su trabajo en la esfera de la circulación del capital. Todos reproducen la sociedad capitalista. Y obviamente, si se unieran en su antagonía a los patrones y el estado, todo sería más fácil para poder derrotarlos. Por cierto, que sin los obreros industriales no se podrá vencer. Pero la lucha de clases no espera a nadie. Una clase revolucionaria se constituye con los que pelean y tiene conciencia de su pelea y objetivos anticapitalistas. Más allá del lugar que ocupen en la producción, reproducción y consumo capitalista.
Plan de lucha sí, y una lucha hecha plan también. Plan como imaginario de los actores en lucha que buscan su concreción. Planificar la lucha, organizarla sin desautonomizarla. Ponderar los puntos más débiles de la matrix y antagonizar sobre ellos. Atascar las iniciativas del gobierno para evitar la profundización del posfordismo. Desde esa perspectiva será más fácil saber: contra quién, cómo, con quién y, para qué se lucha.
Todo en uno: Batalla sindical y nueva sociedad. Reclamo puntual y contrapoder. Demanda inmediata y fines mediatos. El sujeto social como agente económico y sujeto colectivo. Fin de la delegación de la soberanía corporal y espiritual en personajes y organismos exteriores al conflicto. Unificación de la acción, el discurso y el imaginario por los propios actores. Formas organizativas más allá del sindicato y el partido. Formas políticas más allá de la democracia parlamentaria y más cercana al autogobierno. Contra el poder del capital y el estado, un contra-poder de la multitud asamblearia. El sujeto social como protagonista económico y político del nuevo poder constituyente del trabajo. Una república anticapitalista y comunal. La democracia directa en gestación.
El fin del trabajo alienado y competitivo dando paso al trabajo vocacional y cooperante. El fin de la compraventa del hacer humano, preanunciando el reinado del uso y consumo sin valor monetario de todo los haceres y servicios producidos. Para la multitud todo, para el capital nada.
Fin de la mercancía y comienzo de un nuevo mundo. Contra el desorden del gobierno, el orden nuevo del autogobierno. Contra lo político estatal como gobierno sobre el trabajo, la política asamblearia como autonomía de la multitud. Contra la máquina que se come el trabajo del hombre para escupir pobreza y capital, la tecnología al servicio del trabajo para que exista la abundancia y el tiempo libre. Robótica, redes virtuales y maquinarias, para las manos y el cerebro de la multitud, contra el trabajo esclavo y la esclavitud del desempleo capitalista.
Una vida poshumana del capital. El mínimo de trabajo socialmente necesario para reproducir la existencia material, y el máximo tiempo emancipado del trabajo para edificar una nueva civilización. Menos trabajo obligatorio y más tiempo de ocio. El fin del capitalismo implica, menos tiempo de producción como carga para no morirse de hambre, y más tiempo excedente para uso personal y social.
No hay democracia directa donde exista el capital como relación social que tarifa la vida. Ni hay anticapitalismo donde la mayoría no pueda actuar políticamente construyendo la sociedad porque continúa produciendo plusvalor, y delega su autosoberanía, en el poder de una nueva clase dominante hecha estado. El anticapitalismo no es sólo un más allá del capitalismo, sino también, un más allá del socialismo como gestión estatal del capital. El anticapitalismo es el fin de todo estado, la oferta y la demanda, los representantes políticos y los empresarios, la moneda y el mercado.
6 de Junio de 2005.
Colectivo Nuevo Proyecto Histórico.
Ver las anteriores Crónicas del siglo 21 en:
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