Derrotar el chantaje
Rafael Ramírez Carreño
Aporrea
Domingo, 15/09/2019 07:46 AM
Nuestro país está exhausto de tanto caos y tanta destrucción. La situación de crisis económica y social se hace insostenible, casi al punto de la desesperación. La salida política está bloqueada en manos de grupos minoritarios, extremistas, que colocan sus propios intereses por encima de los de todo el país.
Creo que todos estamos de acuerdo en que esta situación no puede seguir así , que algo debemos hacer, que maduro debe salir y que guaidó no es la opción.
Del lado del madurismo, habría que sumar su manifiesta incapacidad para gobernar, la destrucción de la obra y legado del presidente Chávez, su profundo desprecio por los problemas del pueblo y la manera torpe y errática como han conducido a nuestro país al borde de la guerra y la desesperanza.
Han destrozado la economía, pulverizado nuestras conquistas políticas y sociales, y llevado al pueblo al abismo de la miseria. maduro ha recurrido a la violencia y el crimen en su accionar. Persigue, encarcela, tortura y mata para imponer su voluntad. Es cobarde y cruel. Hace lo que quiere: destruye PDVSA, entrega el petróleo, el gas, el Arco Minero, las empresas del Estado, el Esequibo, la soberanía; y no pasa nada.
Del lado de guaidó, éste pasó de ser un producto mediático, un invento de laboratorios extranjeros, falso hasta en el andar, que había creado expectativas de cambio en amplios sectores de la oposición, a un fracaso. Se ha venido desmoronando en su incapacidad para conducir nada, como un títere que va de un lado al otro. Intenta golpes de Estado desde una autopista, se abraza en las áreas controladas por ellos con el grupo más violento y cruel de los narco-paramilitares colombianos y llama abiertamente a una intervención de tropas extranjeras en nuestro país. Abusa de la impunidad producto de la ausencia de Estado de Derecho y de la debilidad e inconsistencia del gobierno.
Con ninguno de estos señores, o más bien, con ninguno de estos dos sectores, vamos a ningún lado. Por el contrario, en la medida que sigamos entrampados en manos de estos irresponsables, nos alejaremos cada vez más de la posibilidad de recuperar el país. Es urgente hacer algo, salir del chantaje que se ha instalado y dejar atrás el miedo.
El problema fundamental en nuestro país, es que la soberanía popular ha sido secuestrada por las élites, sean éstas maduristas o las tradicionales, con su peligroso agregado de extrema derecha. Se ha impuesto una dinámica política donde estos factores, representados en maduro y guaidó, pasan por encima de la Constitución y las leyes, han demolido la institucionalidad de los Poderes del Estado y se ha impuesto la disfuncionalidad.
Esta dinámica, ausente de ideas, caracterizada por la violencia, la intolerancia, la trampa y la ausencia de valores o ética, ha logrado paralizar al país y desmovilizar al pueblo, el cual trata de salir del infierno como puede. Ha quedado sepultada la política con “p” mayúscula, ésto es, su ejercicio como el arte de la resolución de conflictos, debate de grandes ideas y mecanismo para alcanzar objetivos nacionales, altruistas.
En estos 6 largos años de desgobierno, se ha instalado sobre la sociedad, incluyendo todo el espectro político, un inmenso chantaje, que cabalga sobre la permanente polarización y el miedo, con un discurso intolerante que se esparce como el fuego alimentado con la pólvora del odio, la incitación a la revancha, al escenario de aniquilación del contrario. La razón ha cedido sus espacios a los instintos más básicos, a los intereses más subalternos. En vez de ideas, se recurre al tuiter, se ha impuesto una inquisición 2.0 en las redes sociales que incitan al odio, la descalificación de ideas o personas, el llamado a la violencia.
El madurismo se ha encargado de aniquilar al chavismo. Perseguir cualquier pensamiento disidente, revolucionario, chavista, que no esté dispuesto a subordinarse a sus designios. Ha arrasado con el principio constitucional de la democracia participativa y protagónica, desmantelado los espacios y territorios de participación político-social, del poder popular, de las misiones y grandes misiones. No sólo ha destrozado la economía, sino que se ha encargado de extirpar cualquier vestigio de conciencia, eficacia, compromiso y ejercicio de la soberanía en las empresas e instituciones del Estado, del sector público.
Lo peor de todo: ha demolido la espiritualidad del pueblo, la solidaridad, el altruismo, el interés colectivo. Ahora impera el “sálvese quien pueda”, el “bachaqueo”, el individualismo, la trampa, el saqueo de la Nación. Lo ha corrompido todo: la Fuerza Armada, el psuv, las empresas del Estado, los trabajadores. Los antiguos bolivarianos o revolucionarios, ahora son empresarios de todo tipo: del oro, del petróleo, del coltán, del sector importador, traficantes de la miseria de la Patria.
maduro, abusando de manera descarada de su investidura y del nombre de Chávez, se ha convertido en un dictador. Una persona intolerante, abusadora, que no respeta la ley. Capaz de mandar a meter preso, perseguir y destruir la vida de cualquiera porque a él “le da la gana”, porque no tolera ni siquiera la presencia de su contrincante, porque es inseguro, porque no acepta la crítica, porque no tiene razones.
Esa actitud personal se ha convertido en una forma de actuar de todo el gobierno, extendida a todos los niveles. Sus subalternos, escogidos por él mismo y colocados en puestos claves del gobierno y del Estado actúan de la misma manera. Han arrasado con el gobierno de Chávez, con sus equipos de trabajo: desde PDVSA, pasando por la CVG, hasta el último ministerio y organismo de la administración pública.
maduro es acompañado por un séquito de jala bolas, aduladores, que cuidan que nadie diga nada del “jefe”, ni haga ninguna crítica; mucho menos que opine en contrario a “lo que maduro diga”. Es triste ver, a uno que otro ex ministro de Chávez, o ex comandantes u otrora dirigentes políticos y populares, detrás de la estela cantinflérica de maduro y su séquito, sólo aplauden como focas y celebran sus malos chistes, a veces, crueles contra el propio pueblo.
Lo grave de ésto es que han instalado el miedo no sólo en el gobierno, en la Fuerza Armada Bolivariana, en la Asamblea Nacional Constituyente, el psuv y todas las estructuras del Estado, sino en el seno mismo del movimiento popular, los dirigentes políticos, los intelectuales, los obreros y los dirigentes sociales. Con violencia y represión han extirpado el carácter democrático y participativo del movimiento bolivariano, del chavismo, otrora rebelde y contestatario, convirtiéndolo en una masa débil e intrascendente. Los escritores, periodistas, intelectuales y conductores de programas de opinión, alguna vez, voces de la revolución, han devenido en eunucos de ideas o instigadores del fascismo.
Los cabilleros del madurismo, encabezados por su fiscal y organismos de seguridad, vigilan y actúan, en cualquier empresa del Estado o instancia del gobierno, para perseguir y escarmentar a cualquier chavista que alce su voz en contra de esta situación: los acusan, los persiguen, los difaman, los exilian, los meten presos y por supuesto, sin audiencia, los secuestran, los despiden de las empresas, persiguen a sus familiares, les allanan e incluso invaden sus casas, les quitan sus espacios naturales.
Ejemplos de este accionar hay muchos: mi propio caso, acusado, perseguido, vilipendiado, permanentemente difamado, acusado sin pruebas y, mucho menos, sin posibilidad de defensa ante la hegemonía del poder absoluto que vocifera en cadena nacional cuantas veces desea; y, sobre todo, cuando quiere distraer la atención de algún asunto grave o de una de sus nuevas ¨travesuras¨, exiliado, por advertir y denunciar lo que pasaba con la economía y PDVSA.
También están los casos del Mayor General y ex ministro Miguel Rodríguez Torres, secuestrado por más de 18 meses; el ex ministro, General Raúl Isaías Baduel, sepultado en vida; los más de cien trabajadores (La Alta Comisionada Michelle Bachelet y los Derechos Humanos en Venezuela) de PDVSA secuestrados sin juicio ni derecho a la defensa; los más de 150 oficiales de la Fuerza Armada Bolivariana secuestrados, en prisiones del gobierno; entre tantas otras víctimas, cuyas vejaciones hemos denunciado ante la Oficina de la Alta Comisionada; y que ella, valientemente, ha reflejado en la actualización de su informe sobre Venezuela (video)
Para que las decisiones ilegales o los arranques de “arrechera” de maduro tengan mayor impacto, entonces humillan a sus víctimas, como vimos con las detenciones del ex ministro Nelson Martínez, posteriormente fallecido en custodia; del ex ministro Eulogio Del Pino; de los miembros de la Junta Directiva de CITGO, detenciones hechas con algarabía fascista.
También han recurrido a los tratos crueles, la tortura física y psicológica, y al asesinato político. Los centros de detención no tienen nada que envidiar a las peores dictaduras: La Tumba y el Helicoide, donde el maltrato, la violencia, los castigos, el matraqueo, abusos sexuales, son constantes.
Del lado de la oposición, la situación no es distinta. Este sector de la población es rehén de toda una fauna de intereses, ambiciones personales y de grupos que los dirigen de fracaso en fracaso. Aquí existe un componente definitivo y distorsionador: la injerencia extranjera. Los factores de la extrema derecha, representados en voluntad popular y guaidó, tienen la conducción de la oposición porque cuentan con la bendición, recursos y apoyo político al más alto nivel de grupos de Florida, Washington y Bogotá.
La oposición se embriagó con el triunfo en las elecciones a la Asamblea Nacional de 2015. Desde el primer día, un oscuro personaje de lo peor de la IV República, asumió la presidencia de la AN con el propósito declarado de derrocar al gobierno. Iniciaron su gestión ofendiendo, arrasando, convirtieron la Asamblea en un tribunal inquisitorio. Mostraban lo que pasaría en el país si ellos llegaban al poder. No tenían ideas, ni pensamiento estratégico. Este mismo personaje, mientras ofendía al presidente Chávez y sacaba de la sede parlamentaria su retrato, negociaba y hacía negocios con maduro en secreto. Una oposición ambiciosa, corrupta y oportunista, se convirtió en caballo de Troya del madurismo. Los mató el oportunismo, la falta de liderazgo, de claridad; y, sobre todo, las apetencias personales.
Los años 2014, 2016 y 2017, estuvieron marcados por la violencia irresponsable y criminal. Llamaron a los suyos a incendiar el país. El liderazgo lo asumió la extrema derecha. Pusieron a sus seguidores en el terreno donde seguramente serían derrotados y desgastados por el gobierno. Se hicieron famosos aquellos personajes que salían incitando a la violencia, dando instrucciones, declaraciones con bastante cobertura de medios y la cara pintada de blanco, como si estuvieran en una barricada; luego, desaparecían. Más de 130 venezolanos murieron producto de la irresponsabilidad y la violencia. Usaron el dolor y la tragedia de los suyos y luego negociaron, pactaron con maduro.
A partir de allí, fueron derrotados. Vino la Constituyente de 2017 y los mismos factores, los extremistas, siguieron imponiendo su agenda. No participaron ni en ese proceso electoral, ni en las presidenciales. En el momento en que el gobierno está más débil en el seno del pueblo, con el chavismo desmovilizado, decidieron los factores externos no aprovechar esa posibilidad táctica que se abrió producto de la misma debilidad del madurismo.
Los factores de la extrema derecha ejercen el control del resto de la oposición, no permiten que nadie distinto a ellos levante cabeza. El caso de Henri Falcón en las pasadas elecciones presidenciales es la mejor demostración. Fue la oposición extremista la principal responsable de la derrota de Falcón, su principal obstáculo. Prefirieron bloquear la opción electoral, optaron por la promesa de que “otros” resolverían nuestros problemas.
Luego, de la nada, en una operación de laboratorio político, apareció un personaje absolutamente desconocido para todos, sin trayectoria de ninguna índole, impuesto por los factores externos: guaidó, quien con su autoproclamación, dejó fríos a los propios factores de la oposición que, estando al lado suyo, ni siquiera levantaron la mano.
A partir de allí, este personaje insiste en “que vamos bien”, mientras va dando tumbos de aventura en aventura, hasta tomarse fotos con paramilitares Colombianos de “los rastrojos”, asesinos y narcotraficantes prófugos de la misma justicia Colombiana, que fueron los que le proporcionaron logística y apoyo para el 22 de enero cuando montaban provocaciones desde la frontera. Por cierto que las excusas de este señor, absolutamente irrespetuosas con respecto a nuestro pueblo, de que él “no sabe con quien se toma fotos”, podrían ser válidas para una manifestación o un mitin, pero, en medio de la selva, en plena frontera, con hombres armados y claramente controladores de esa zona en la que no pueden transitar si no ellos o quienes ellos expresamente autoricen, ¡por favor! es patético. Sus “sponsors” deben estar muy preocupados.
La extrema derecha está decidida a tomar el poder, de la manera que sea: con guaidó, con un golpe de Estado, con una invasión extranjera, una guerra con Colombia, haciendo tratos con los paramilitares, narcotraficantes, mercenarios, con quien sea y como sea. No solo han fracasado, sino que en su imposición de liderazgos aéreos, su intolerancia y sus tremendos errores políticos, se han convertido en el principal aliado de maduro. Este sigue allí, en buena medida por los errores de la extrema derecha.
Por otro lado, maduro está decidido a hacer lo que sea para mantenerse en el poder: negocia, entrega la patria, cede territorio y utiliza todo su poder, su violencia, para mantener agarrado por el cuello a todo un pueblo. Sabe que ha tenido un estruendoso fracaso en la conducción del país, que está aislado, que no puede poner un pié fuera del territorio por él controlado, ni siquiera es capaz de ir a la Asamblea General de la ONU, al máximo evento de la política internacional, manda a dos “carritos chocones” para seguir poniendo la cómica ante el mundo.El madurismo tiene miedo, sabe que no tienen nada que mostrar, ningún logro, ninguna épica.
Venezuela es hoy día, un país empobrecido como nunca, arruinado. Nuestro pueblo, los hijos de Bolívar, está exhausto, manipulado por dos caras de la misma moneda, está harto de la clase política que se ha enquistado en el país, sale como puede y como nunca antes de la Patria (el paso de los Andes).
La mayoría de los ciudadanos, más allá de la diatriba y del mundo del twitter, del odio, del conflicto, debe tomar las riendas de su propio destino.
El pueblo que va en metro o en una “perrera”, resignado, sin esperanzas, al que no le alcanzan los 2 dólares que recibe al mes de salario, al obrero que le arrebataron sus derechos, al pobre del barrio reprimido por el FAES, el campesino expulsado de sus tierras, asesinado por los nuevos señores del campo, , el profesional frustrado en sus aspiraciones de trabajo y futuro, el joven que sufre en el exterior las agresiones de la xenofobia, ese profesional que lo ha dejado todo y debe volver a empezar, el oficial patriota indignado porque han sido utilizados para sostener a una tiranía, todos deben recobrar la conciencia del poder que tienen: La soberanía reside precisamente en el pueblo, en cada uno de nosotros.
El pueblo debe quitarse de encima, sacudirse, el chantaje que lo oprime, de dos sectores que no ofrecen nada al país, sino pobreza, caos, violencia, intolerancia, desestabilización, injerencia y hasta guerra. Hay que levantar la cara, alzar la voz: ¡somos la mayoría!, nos asiste la razón. Debemos recuperar la posibilidad de un futuro digno para nosotros y nuestros hijos. ¿Por qué dejar nuestro país en manos de esta minoría incapaz y violenta? ¿Por qué debemos abandonarlo todo y dejar nuestra patria y nuestros afectos atrás? ¿A cuenta de qué, siguen destruyendo nuestra hermosa patria?
Debemos insistir una y otra vez, saldremos adelante, podremos recuperar a nuestro país, tenemos todo, sabemos cómo. Más allá de las diferencias y posiciones, los venezolanos, los patriotas, a los que le duela esta Patria, debemos deslastrarnos de este cáncer que consume a nuestra tierra, y expresar nuestras opiniones a viva voz, reorganizar a la sociedad, rescatar su sentido de pertenencia, su amor por la patria, el futuro posible.
Hay que organizarse como sea, juntar todas las voces y todos los movimientos políticos, sociales, militares, populares. Es el momento de la política, de las grandes de ideas. Hemos propuesto una Junta Patriótica de Gobierno capaz de conducir al país a un restablecimiento de la Constitución, de las leyes, de la normalidad, del vivir viviendo.
Ven con nosotros, contáctanos, incorpórate, discutamos lo que sea, pongamos a mover las ideas, los corazones, pero avancemos hacia la recuperación de nuestro amado país. Nadie lo va a hacer por nosotros. El poder radica en tí, en el pueblo.