“Patria libre, mujeres libres”, el grito de liberación de las mujeres palestinas
El reciente femicidio de Israa Ghareeb desató una ola de protestas en Palestina que parece haber visibilizado y contribuido a despertar demandas que venían gestándose desde hace años.
Leticia Silvestri
https://notasperiodismopopular.com.ar/2019/10/01/patria-libre-mujeres-libres-grito-liberacion-mujeres-palestinas/
1 octubre, 2019
Como el #NiUnaMenos en Argentina, cuyo detonante fue el asesinato de Chiara Páez, el Taliaat palestino -que tuvo como disparador el femicidio de Israa Ghareeb- está permitiendo que se manifiesten en el ámbito de lo público las cadenas de violencias que constituyen muchas veces los antecedentes de un femicidio.
El Taliaat (que en árabe significa “salir a las calles”) es un movimiento impulsado por mujeres cuyo objetivo es hermanar en esta lucha a las palestinas viviendo en territorios ocupados, las que viven en ciudades de la Palestina histórica (hoy Estado de Israel) y también las de la diáspora, las desplazadas o descendientes de familias que debieron migrar antes, durante y después la guerra de 1948 u otros conflictos relacionados con el colonialismo israelí.
Este movimiento recoge ideas que las feministas árabes en general, y las palestinas en particular, vienen gestando desde fines de siglo XIX y principios del XX. Principalmente se plantean luchar contra la violencia patriarcal, haciendo especial énfasis en la idea de que la liberación de Palestina no podrá lograrse sin la liberación de sus mujeres.
“Quizás lo que llamó la atención del mundo en el caso de Israa fue lo normal que era su vida”, dijo en el periódico 972 Nooran Alhamdan, una periodista palestina de ciudadanía estadounidense. Y es que el caso demostró que lo que vivió la joven lo podría haber vivido cualquier mujer palestina. Una vida “normal”, una familia “normal”; por su perfil, no era una chica a la que se le podría endilgar algún tipo de responsabilidad por su propio asesinato. Lo único que hizo fue publicar una foto, algo que podría haber hecho cualquiera.
Las movilizaciones que tuvieron lugar los últimos días en las ciudades palestinas de Haifa, Yafa, Ramala, Gaza e incluso Beirut (la capital del Líbano donde viven miles de refugiadas) no sólo pedían justicia para Israa y la modificación del código penal jordano (vigente en los territorios ocupados y que atenúa las penas de los asesinos de mujeres si las causas del hecho tuvieron que ver con el “honor”), sino que ya empezaron a visibilizarse consignas contra el patriarcado en sentido más general, reconociendo a la violencia verbal y psicológica como parte fundante y muchas veces antecedente de la violencia física.
Alhamdan lanzó una encuesta en sus redes sociales: “¿Cómo llevás la vida siendo mujer palestina?”. Las miles de respuestas llevan todas a un mismo tema: el “honor”.
“Mi padre dice que le voy a provocar un ataque cardíaco. A veces no es necesario que el abuso sea físico. Ésa es la trampa del patriarcado, en muchos sentidos… la manipulación tiene muchas formas, como la culpa y la vergüenza”, fue la respuesta de una chica que además contaba que la familia todo el tiempo le decía que debía estar agradecida por las libertades que le daban, como tener un auto y permitirle trabajar.
Otra de las mujeres contó sobre el estigma que tuvo que padecer por haberse divorciado. Si bien el divorcio es legal hace años en esos territorios, no es bien visto y aquellas que lo deciden hacer sin consentimiento de su marido suelen ser muy criticadas. Sin embargo, también contó cómo pudo convertirse en una “mujer independiente”, criar a su hija y “ganarse” el respeto de su familia y la sociedad.
Pero además de situaciones personales (sociales, políticas), las mujeres también pusieron en evidencia la complicidad de los distintos poderes al querer romper con los círculos de violencia. Una de ellas contó que cuando buscó un abogado para denunciar las amenazas de su padre, éste le dijo: “¿Tus padres te dejan vestirte así? ¿Cómo podés quejarte?”. Tenía puesto un jean y una musculosa.
Una adolescente palestina con ciudadanía estadounidense, que venía siendo acosada por su familia por haberse puesto de novia en secreto a los 16 años, al no encontrar apoyo en abogados ni asistentes sociales, fue a la Embajada de EE.UU. del país donde vivía, creyendo que los representantes del Estado que se jacta de su democracia liberal y moderna iban a apoyarla. Sin embargo, lo único que consiguió es que la mandaran a su casa con su familia por ser menor de edad.
Este tipo de denuncias hasta otras que contaron casos de violencia física se incluyeron en las respuestas. Y es que evidentemente la necesidad de no callarse más estaba latente, gestándose en el silencio de las mujeres palestinas.
El feminismo será anticolonial, la liberación de los pueblos será feminista
Las mujeres palestinas son conscientes de que el mundo occidental suele menospreciar a los pueblos árabes, haciendo referencia a su supuesta incapacidad de autogobernarse, el autoritarismo de sus propios líderes, y otras supuestas características.
Alhamdan lo explica claramente: “Es un desafío; nuestra lucha es multifacética. En un frente, las mujeres palestinas luchan contra las feministas salvadoras blancas que utilizan tragedias como la de Israa para hacer parecer al patriarcado como un fenómeno inherentemente árabe o musulmán, en oposición a la plaga universal que efectivamente es. También deben lidiar con la cooptación de su lucha por parte de las feministas coloniales, que justifican la opresión y la ocupación de los palestinos utilizando al machismo como ‘prueba’ de que un pueblo entero no merece la liberación y la dignidad. Por otro lado, en el frente interno, el patriarcado. Deben insistir en que su lucha no sea independiente o posterior a la consecución de sus derechos y libertad como pueblo, sino parte de una misma lucha anticolonialista”.
Pero las feministas árabes entendieron, ya desde las luchas por la liberación de sus pueblos contra el Imperio Otomano a principios de siglo XX, que la acusación de “occidentalistas” de parte de sus propios compañeros era tan poco válida como la legitimación de las sucesivas colonizaciones justificada en que “no son capaces ni de gobernarse a sí mismos”.