Crónicas del siglo 21 (Parte 83). Argentina: reportaje a Neka Jara, del Movimiento de Trabajadores Desocupados MTD Solano

En el MTD Solano ¿hay un punto de partida, un medio, un punto de llegada definido?
Creo que no, y eso es lo que a veces parece como que desespera a algunos compañeros. Hay un horizonte, es decir, sabemos que este sistema no nos gusta, lo conocemos, lo experimentamos. Sabemos que a las formas que lo sostienen hay que destruirlas desde nuestra práctica concreta. Y sabemos que queremos un cambio social, sabemos que para ese cambio social hay que construir relaciones nuevas, nuevas subjetividades; con prácticas diferentes, por eso nos planteamos el tema de la horizontalidad, la democracia directa, la acción directa. Todos estos son horizontes, pero a la vez son procesos.



Reportaje a Neka Jara, del MTD Solano
https://clajadep.lahaine.org/?p=2815
26.Feb.04

REPORTAJE A NEKA JARA
Militante del Movimiento de Desocupados de Solano

Reportaje publicado en La Fogata revista el 01/2004

Esto es una curiosidad ¿cómo es que primero te hiciste piquetera y después fuiste desocupada?
En realidad hace mucho tiempo que trabajo en esta zona: primero estuvimos en todo lo que fue el proceso de asentamientos, de ocupaciones de tierras; siempre trabajando en organizaciones barriales, y articulando entre distintas organizaciones. Yo trabajaba en un hospital público, y desde el equipo de salud trabajábamos en las comunidades de base el tema de violencia familiar, entre otros. Así fue como fuimos construyendo con los vecinos un espacio de encuentro, de discusión, de proyectos. Cuando surge con fuerza el tema del MTD en torno al desempleo, a la desocupación, nosotros estábamos vinculados a toda esa historia, y comenzamos a participar del MTD, a realizar las acciones directas que se proponían en ese espacio. Esto generó un gran cuestionamiento en los espacios de trabajo -yo trabajaba en educación y en salud- así que al poco tiempo me vi sin empleo.
Pero la integración más que nada tiene que ver con que nunca entendimos que el desempleo, o la desocupación, era el eje fuerte de nuestro encuentro, sino el cómo empezar a transformar desde lo cotidiano, desde una práctica concreta, esta realidad. Con o sin trabajo, cómo cambiar nuestra realidad, eso fue lo que me motivó a mí.
Recorriendo este cambio en tu vida ¿cómo ves la transformación individual en relación con la transformación social, hay algo que viene primero, algo que viene después?
Es un proceso y se va dando en la práctica. Por ahí nosotros, y nos sigue pasando y nos va a seguir pasando, venimos de otras experiencias, con muchos preconceptos, con muchas definiciones que, al encontrarnos y al discutir, al accionar permanentemente sobre esta realidad, se van modificando. Es un ida y vuelta permanente entre lo individual y lo colectivo, como un enriquecimiento, un crecimiento permanente y mutuo, entre la persona y el colectivo.
Esta experiencia del MTD me ha transformado en lo personal en mucha más profundidad que otras experiencias, y la diferencia está en lo cotidiano, en proponernos vivir una experiencia que es de todos los días. Por ahí antes eran espacios, -una asamblea, una acción concreta en el barrio- pero desde la vida de todos los días era diferente. Es una de las experiencias que más me está marcando.
En el MTD Solano ¿hay un punto de partida, un medio, un punto de llegada definido?
Creo que no, y eso es lo que a veces parece como que desespera a algunos compañeros. Hay un horizonte, es decir, sabemos que este sistema no nos gusta, lo conocemos, lo experimentamos. Sabemos que a las formas que lo sostienen hay que destruirlas desde nuestra práctica concreta. Y sabemos que queremos un cambio social, sabemos que para ese cambio social hay que construir relaciones nuevas, nuevas subjetividades; con prácticas diferentes, por eso nos planteamos el tema de la horizontalidad, la democracia directa, la acción directa. Todos estos son horizontes, pero a la vez son procesos. Es decir, no tenemos algo pautado como un programa que te dice “cuando lleguemos acá vamos a ser plenamente horizontales, cuando lleguemos acá vamos a ser plenamente autónomos” sino que va a ser siempre un proceso. No creemos que haya un punto de llegada y está todo dado, sino que la Historia tiene esta característica: que es permanentemente modificada, transformada.
¿Pensás que todos los movimientos de trabajadores desocupados en la Argentina tienden hacia lo mismo, como plantear que es posible una unidad de MTDs, por ejemplo?
En algunos espacios donde hemos participado coordinando, compartiendo las prácticas y proponiendo algunos ejes, algunos puntos de encuentro, hemos constatado que sí: hay muchos MTD que se proponen construir un movimiento nacional que conduzca un poco toda la transformación o la lucha de estos últimos tiempos, otros que por ahí plantean el tema de estos MTD como un paso hacia la construcción de un partido. Nosotros, como algunos otros MTD, como algunas otras organizaciones o movimientos, creemos que no, creemos que esto no es lo necesario, sobre todo a partir de la historia que hemos vivido como pueblo, es decir, como argentinos y también como parte de Latinoamérica. Nosotros, en estos momentos, vemos el fuerte en la coordinación a partir de experiencias diversas, sí con estos horizontes de los que hablábamos hoy, porque tampoco es todo lo mismo. Pero no creemos en las prácticas uniformes, homogeneizadas.
¿Eso es lo que diferencia a Solano y a los MTD que están en la misma línea?
La propuesta del proyecto de autonomía es lo diferente, es decir, desde dónde nos plantamos para decir “la experiencia autónoma se construye desde acá”, porque también en este sentido hay diferentes propuestas. A veces parece que la autonomía o la horizontalidad sirvieran para un determinado momento, pero ya para otros momentos se necesitaran otros tiempos, otras prácticas. Nosotros creemos que el proyecto a construir es la autonomía, esto es lo diferente, y sobre todo entendiendo que la autonomía no suplanta, no viene a reemplazar aquello que ha fracasado, los partidos tradicionales, los movimientos tradicionales, sino que es algo nuevo a construir.
Debe haber muchos compañeros que se acercan al MTD por una cuestión de necesidad del plan; ¿cómo es esta relación con un compañero nuevo, es ganar un plan más? ¿qué se espera de quien por ahí no conoce este proyecto autónomo de Solano?
El punto de partida es el encuentro, el encontrarnos compartiendo una situación concreta, que es la desocupación y todas sus consecuencias: los problemas familiares, el tema de la salud, la educación, todo lo que se va degradando con el problema del desempleo. Reflexionar juntos y primero, que esta apertura del espacio que es el MTD no sea algo como que le va a resolver los problemas, sino que es un espacio donde llega y puede encontrarse con otros que viven la misma situación, y a partir de ahí juntos, charlando, reflexionando cuál es la causa de todo esto que nos está pasando, poder encontrar caminos de lucha juntos; un poco ésta es la propuesta.
Lo cierto es que la gran mayoría se acerca a partir de la necesidad; el tema es cómo plantearnos, es decir, cómo hacer que el MTD no se convierta en una empresa o en un administrador de la pobreza o de la miseria de los demás, sino que sea realmente un espacio de encuentro y de lucha para transformar esa situación. Esto es una reflexión y una práctica permanente, porque puede pasar que con nuestras prácticas, con nuestras actitudes, con los roles que vamos asumiendo en la organización, muchas veces caemos en el papel de administradores. Entonces, a veces la opresión la deja de ejercer el Estado, pero, a través de la coacción del clientelismo, estas organizaciones también se pueden convertir en la herramienta de opresión que a partir de la lucha logra estos planes o bolsones de mercadería. El desafío nuestro permanente es reflexionarlo y tratar de madurarlo, para que esto no sea así. Cuesta mucho, cuando nos juntamos a partir de la necesidad, hablar sobre la libertad o construir desde la libertad. Es uno de los ejes de discusión fuerte permanente en nuestro movimiento: hasta dónde un compañero está en el movimiento porque encuentra un espacio de lucha o de reconstrucción.
Esta libertad ¿es una libertad con responsabilidad, con lealtad hacia el otro compañero? Siendo así ¿no resulta un proceso difícil para una persona que está acostumbrada a “recibir todo”?
Sí. El asistencialismo es algo que nos ha calado muy fuerte como pueblo, y es una de las rupturas más fuertes que intentamos hacer en estos últimos tiempos: justamente, el sujeto pasivo que necesita del organizador, ya sea de un líder, de un dirigente o de una organización que le solucione los problemas. Uno de los desafíos más fuertes que tenemos es cómo romper con esto. Y si bien nuestros acuerdos, nuestros principios, son la autonomía, la horizontalidad, la democracia directa, la participación, muchas veces hay como una expectativa hacia algunos compañeros, de alguna manera se busca reconstruir el líder, el dirigente y esperar algo de estas personas o de estos grupos; el tema es cómo ir rompiendo con todo esto. Si nosotros decimos que en el movimiento no hay referentes, estamos mintiendo; porque hay personas que por su participación, por los roles que van asumiendo, se convierten por ahí en referentes fuertes. El desafío es qué hacemos con estas referencias, cómo vamos rompiendo con esto, que vayan madurando otros y se vaya haciendo verdaderamente colectivo.
¿Cómo se relacionan uds. con otros referentes de los barrios, por ejemplo, los punteros de los partidos?
Hemos pasado por etapas. En un principio fue un ataque brutal, de difamación, de agresión psicológica, física. Han atacado casas de compañeros, las han incendiado. Después, cuando el movimiento se fue desarrollando en el barrio, se ha pasado a otra etapa, que es una búsqueda de convivencia, pero más bien para cooptar al movimiento, para ir chupando compañeros con mensajes como que “acá vas a estar mejor, no vas a tener que cortar la ruta, acá te vamos a dar el plan, la comida”. Pero como el movimiento ya tenía algunos años de desarrollo, han prendido otras cosas más allá de la necesidad, es decir que el fuerte no es el plan trabajar ni la mercadería sino que hay otros tipos de vínculos, por ejemplo, el afecto es muy fuerte entre nosotros. Al tener una práctica cotidiana, algo que nos une, que nos sostiene fuertemente es el afecto y el apoyarnos mutuamente; así que no han logrado romper a los núcleos fuertes.
Hoy estamos en una situación así por una política de este gobierno, de este Estado, de que “hay que pacificar los barrios, hay que pacificar la Argentina; entonces tratemos de formar una comunidad de colaboración; de cooperación”. Sabemos que eso es una propuesta más que nada para ir aplacando; fragmentando al mismo movimiento; hoy no hay choques fuertes pero sí hay utilización, hay clientelismo. Y se usa mucho, por ejemplo a los jóvenes que están en la calle, que están con el tema de la droga, el alcohol. Hay una articulación muy fuerte entre lo que es la fuerza, el aparato represivo, el Estado, y este tipo de personas de distintos barrios.
Hablabas recién de los principios del MTD: horizontalidad, democracia directa, autonomía. Desde la experiencia concreta, ¿están en contradicción con la organización como necesidad, con el socialismo como modo de vida?
Hay un hilo muy fino en qué es la autonomía, o qué es la libertad de cada uno, y cómo juega en el colectivo el tema de la libertad y la autonomía individual. Muchas veces caemos en entender que la autonomía es sinónimo de desorganización y de liberalismo, o que la libertad está entendida como que cada uno pueda hacer lo que quiera “porque somos libres”. Nosotros creemos que la libertad también se construye y va pasando por diferentes procesos. En los espacios de educación popular reflexionamos, discutimos mucho este tema: toda la carga que traemos, toda la educación que traemos es para vivir justamente no como individuos, sino como individualistas, como egoístas. Entonces, necesitamos de espacios de organización para ir rompiendo colectivamente con esto.
¿Cómo trabajar juntos todos los días en proyectos dónde compartimos la vida si no nos organizamos? Es imposible; por ejemplo, para fabricar el pan, los compañeros que están en el grupo de panadería, alguna planificación, alguna propuesta de cómo trabajar, de cómo organizarse, tienen que tenerla, porque si no, es imposible realizar las actividades. Y esto está en articulación con el movimiento en general, es decir, cómo vamos articulando los distintos espacios, los distintos proyectos que nosotros tenemos, en una organización verdaderamente colectiva. No creo en que la libertad es el ejercicio de que cada uno pueda hacer lo que quiera, sino que todos tenemos propuesta cómo vamos construyendo ese aprendizaje que es colectivo, ese conocimiento o pensamiento colectivo.
¿Cómo se toman las decisiones en las asambleas y desde allí, cuál es el compromiso de los compañeros de llevarlas a la práctica, en una relación entre el decir y el hacer?
También es un proceso de construcción, las asambleas dependen mucho de cada barrio, de los tiempos, de los distintos colectivos que se van formando. La idea es tomar las decisiones en base al consenso, es decir, construir decisiones que estén discutidas, consensuadas. Es muy difícil, por lo que decíamos antes: todavía tenemos esta carga, arrastramos esto de que muchas veces esperamos que otros nos solucionen los problemas. Entonces por ahí, ante algunas propuestas que se hacen, muchos dicen “sí, estamos de acuerdo, apoyamos esto” pero en realidad lo que se apoya es que aquellos que traen una propuesta hagan las cosas. Entonces, se trata de una evaluación permanente sobre la práctica, y también, de ir buscando una rotación de roles permanente: “este rol lo asumí yo hoy, mañana asumilo vos o que lo asuma el otro compañero”. Esta coherencia entre el decir y el hacer, el decidir y el accionar, es permanente justamente para ir rompiendo justamente con toda esa carga.
Hay una problemática que es histórica en cualquier movimiento, en cualquier organización, y es el tema del género: no sólo las mujeres, sino también los homosexuales, los travestis y el rol que juegan en los movimientos populares. Muchas veces vemos discriminación y autodiscriminación, aún dentro del campo popular, ¿cómo se vive esta cuestión en el MTD, en el día a día, tanto en lo que es el trabajo como en las asambleas? O sea, ¿quién lava los platos en Solano, quién redacta los comunicados? ¿y en los piquetes, hay algún trato diferencial hacia “las chicas”?
Si hay algo que tiene de nuevo también el MTD es la participación de la mujer. En el ´97, cuando comenzamos en el movimiento, el 90% éramos mujeres. Después, despacito, se fueron integrando los compañeros, los jóvenes.
La discriminación tiene que ver con una de las formas de dominación, el machismo. Nuestra cultura es predominantemente machista. Por ejemplo, en las asambleas hay muchísimas mujeres participando, haciendo cosas; pero en los espacios donde se hacen discursos y se habla de proyectos políticos, generalmente son hombres. Sólo basta con armar un palco en la Plaza de Mayo y que vayan distintos representantes a hacer discursos para ver que el desfile generalmente es de hombres, y esto tiene que ver con esta estructura machista que tenemos como sociedad. Es un desafío de todos los días para nosotros y fundamentalmente para las mujeres, no sólo el proponernos cómo cambiar la relación con los compañeros, cómo discutir el tema de los roles, sino también pensar en qué medida reproducimos esta educación machista con los hijos, entre vecinos, en las asambleas.
Estamos como en punto de partida en esto, si bien muchos compañeros empezaron a lavar los platos o a lavar la ropa o a cuidar los chicos. Tenemos compañeros que se turnan; en las últimas manifestaciones sobre todo, después de grandes represiones donde se veía que era muy difícil participar con todos los chicos, una vez se quedaba el papá y otra vez la mamá, con ellos en la casa. Después fuimos encontrando también espacios colectivos donde algunos compañeros se dedican a cuidar los chicos, pero bueno, se hizo todo un proceso en esto. De todas maneras, quedan ciertos resabios, ciertos aspectos de esta cultura machista, por ejemplo yo lo noto, -los compañeros se ríen, pero algunas mujeres hinchamos mucho con esto- en los cantos, cómo se degrada a la mujer; para putearlo a Menem se dice “es un hijo de puta, un bastardo”, y siempre quedamos las mujeres como responsables de estos tipos.
Muchas veces también, en la valoración de la mujer, es decir, desde dónde se mira a una mujer, desde dónde se la tiene en cuenta, prevalece lo que te da la prensa, lo que te da esta cultura machista: el cuerpo como objeto de consumo. Si bien pareciera que falta mucho todavía para romper y para proponernos vivir desde otras relaciones, estamos en ese camino,. Lo que se nota es que hay un respeto muy grande entre las compañeras y los compañeros. Al principio, por ejemplo, costaba mucho que las compañeras participaran en el área de seguridad, en los piquetes. Hoy ya ni siquiera cabe esa duda. Las compañeras están en distintas actividades, no hay un trabajo para la mujer y un trabajo para el hombre, sino que se da una participación democrática.
En relación a este tema ¿la policía discrimina?
La represión discrimina muchísimo, fijate vos que en estos últimos tiempos hay muchos casos: el caso de una compañera mapuche, por ejemplo, que está a punto de perder la tenencia de sus hijos por estar comprometida justamente en la acción directa, en la lucha. Es muy difícil que se cuestione al papá que esté en la lucha, en una acción directa, pero si se trata de una mujer, hasta es inclusive condenada por la misma sociedad, por los mismos vecinos. Le sacan los chicos, porque “mirá en lo que andaba, mirá lo que estaba haciendo”. En ese sentido, la represión golpea mucho más a la mujer que al hombre. Acá en el MTD también: en las escuelas, los maestros, la directora, generalmente apuntan a eso. Cuando hay algún problema de aprendizaje, algún problema que nosotros lo analizamos desde otro lugar -los problemas de aprendizaje son producidos por el mismo sistema- pero socialmente se entiende como que la responsabilidad es de la mujer, si está o no está en la lucha. Y generalmente para la policía, sobre todo para las mujeres policía, “sos una puta de mierda, sos una callejera que abandonás a tus hijos”. Lo de la discriminación es muy fuerte, muy violento.
Incluso muchos homosexuales discriminan a los travestis.
O lo que relatan muchas compañeras que estuvieron en campos de concentración en la dictadura militar: en el trato la violencia era mucho mayor, en el sentido de que tenían responsabilidad por ser subversivas pero además por parir hijos subversivos, como si fuera una doble carga. Es muy difícil separar qué grado es más violento que otro, pero muchas compañeras cuentan esto. Cuando cuentan por ejemplo que la violación sexual ni siquiera era considerada parte de la misma violencia de la tortura, sino algo extra. Eso es una marca de que es otro lugar donde se ubica esto.
A partir del comunicado de Solano explicando los motivos para retirarse de la coordinadora Aníbal Verón, ya han corrido chorros de tinta, litros, toneladas. ¿querés agregar algo para aclarar alguna duda que pueda haber quedado?
El comunicado es claro, por ahí a veces hay como una reinterpretación de lo que es. Siempre decimos que una de las decisiones más importantes para nosotros fue el haber decidido como movimiento irnos de la Verón; y le dedicamos mucho tiempo a eso, le dedicamos asambleas, espacios de educación popular, plenarios, es decir, mucho tiempo. Realmente hemos tomado una decisión colectiva, sobre todo analizando todos los aspectos, lo que nuestra participación en la Verón nos aportó y lo que nos debilitó.
En lo personal, puedo decir que hicimos un camino juntos con otros movimientos, con otros compañeros. Que cuando comenzamos nos proponíamos algunas cosas que después la coyuntura, la práctica, la suma de otros compañeros, fueron mostrando que había propuestas y caminos diferentes. A mí en lo personal me duele mucho cuando caemos en esto de quiénes son los verdaderos y quiénes no, o quién está en una práctica correcta y quiénes no. Tenemos prácticas diferentes, nosotros hemos optado por ésta, por la autonomía, y ellos han optado por construir un movimiento a nivel nacional, un movimiento único, con posibilidad de una conducción de ese movimiento -lo que hablábamos al principio- y nosotros la respetamos pero no es la construcción que compartimos. Tanto como el MTD de Allen, de Cipoletti, como el de Guernica, nosotros hemos reflexionado que nuestra práctica hoy no se sustenta en la Verón; nos debilitaba mucho, entonces no tenía sentido estar ahí.
Con respecto a las asambleas barriales que nacieron después del 19 y 20, que son mucho más nuevitas que los MTD, ¿ves que puedan tener una base ideológica común? Si la tienen ahora o es posible que la tengan ¿en qué medida puede haber una suerte de construcción en común con los MTD?
Muchos intelectuales o muchos activistas, militantes, hacen el análisis que las asambleas han fracasado. Yo no creo que hayan fracasado, sino que los tiempos han cambiado, se ha hecho un proceso y me parece mucho más interesante lo que queda de ese proceso, de esas asambleas que eran multitudinarias. Es mucho más fuerte las experiencias chicas que generar núcleos que se han propuesto realmente producir cambios. Por ahí el encuentro, el desafío de compartir una experiencia es qué nos proponemos transformar. A mí muchas veces no me gusta este tema de las etiquetas, por ejemplo, los piqueteros, las asambleas, los ahorristas, sino qué podemos hacer juntos para transformar esta realidad que nos afecta a todos de determinadas maneras. Hay muchas cosas para compartir, se está produciendo mucho, se están produciendo desde alimentos, vestido, calzado, como también se están produciendo nuevos pensamientos, nuevas subjetividades; todos esos son motivos de intercambio y de fortalecimiento. La ronda de pensamiento autónomo me parece un espacio muy interesante en este sentido, más allá de que a veces hay cosas de compartimos, otras no, pero la diversidad que hay ahí y la propuesta de encuentro me parecen muy valiosas.
¿A partir de qué expectativa surge esta idea de la ronda de pensamiento autónomo, en principio convocada por Solano, y por qué este enero autónomo?
Sobre todo surgen de propuestas que justamente parten de este conocimiento de las prácticas. De distintos lugares empezaban a proponer cómo profundizar en esta práctica y surgió esta posibilidad de estar haciendo una ronda de pensamiento autónomo entre asambleas, movimientos piqueteros, espacios ocupados, y por qué no ampliarlo a otros lugares del mundo que también quieren compartir esto. Y yo creo que el desafío es que la ronda de enero sea un punto de partida y un punto de llegada, a veces le temo un poquito a esto: cómo pensar todo, cómo armar todo, estructurarlo todo de manera tal que eso sea “el evento” entre comillas, y como que todo queda ahí, sino justamente que eso dispare una autonomía en distintos lugares del mundo. Tengo muchas expectativas con respecto a esto y tiene que ver con que a partir de ahí no se generen modelos, por ejemplo, qué práctica es la que más enseña, qué práctica es la que más habla, sino que sea realmente un intercambio, que se produzca algo nuevo, algo que se produce colectivamente.
Hablando de los lugares del mundo, conocés muchos países de Europa y tenés este viaje reciente a los EE.UU. ¿Qué dejaste allí, qué trajiste, has visto prácticas parecidas desde historias tan diferentes?
Me da muchas contradicciones a veces, porque primero nunca en mi vida imaginé que iba a conocer tantos lugares. Y cada lugar tiene su particularidad. Nunca me imaginé que me iba a encontrar en EE.UU. con activistas desafiando al y en el corazón de la bestia, vomitando en el estómago de la bestia, desafiando al monstruo. Para mí eso fue muy fuerte. O que en distintos lugares como Italia, España, que tienen corporaciones multinacionales ejerciendo todo este poder de la crisis que estamos atravesando los argentinos, se estén proponiendo cómo articular e ir rompiendo con todo esto; me parece muy interesante. Lo que más me impacta es que en distintos lugares del mundo hay como una necesidad de repensar el cambio, de repensar la transformación, y creo que ése es un punto de encuentro: analizando distintos momentos, distintas situaciones, tantas revoluciones, cómo podemos superar todo aquello que ha fracasado, se ha truncado. Que sirven, que sostienen, que aportan, pero cómo superar aquello que lo ha debilitado, eso es muy interesante.
¿Has recibido preguntas sobre puntos de comparación, por ejemplo, con las teorías de Negri, con el zapatismo?
Creo que es la tendencia más fuerte: la de cómo interpretar una práctica y poder encasillarla en un paquete. Es decir, “cómo vendo esto, cómo se vende esta práctica”. Al compartir un poco qué es lo que hacemos, cómo lo venimos haciendo, surge “¿leyeron a Negri, leyeron a éste?”. Te ponen siempre la etiqueta, o sos negrista, o sos anarquista; y la verdad que son rótulos que te quitan la posibilidad de la autonomía. Cuando ya te encasillás en uno de esos marcos, te queda poco margen después para construir la autonomía.
¿Te enojaste alguna vez por esto?
Respeto mucho las diferencias, las distintas posturas, y valoro mucho el poder discutir a partir de esas diferencias; por ahí lo que me cuesta aceptar es esta metodología oportunista, conspirativa, como que busca siempre sacar ventaja. Y creo que me enojé por eso, porque con mucha falta de respeto hacían un cuestionamiento, pero para imponerse sobre el resto con su postura, desde su mirada. Creo que me hizo enojar eso, como también acá me hacen enojar esas maneras de construir.
Ésta es la pregunta libre, en blanco, para que lo que quieras transmitir.
Hoy en la ronda salían las distintas propuestas de cómo celebrar o cómo resurgir todo esto que pasó el 19 y 20 de diciembre. Esto tiene que ver con lo que veníamos charlando, cómo proponernos creativamente reforzar o profundizar la lucha. Parte de la autonomía y de la lucha es la creatividad, la ironía, el buen ánimo, y cómo repensar no caer en los rituales, no caer en las cosas mecánicas, cerradas, sino cómo proponernos, desde distintos espacios y movimientos autónomos, profundizar esta lucha. Porque muchas veces nos pasa, el tema de los piquetes, por ejemplo. Creo que han cambiado los tiempos, no es que hay que dejar de ser piquetero, sino cómo pensar construir creativamente, en estos tiempos, la lucha piquetera.
Sobre todo con este manejo que se está haciendo.
Muchas veces caemos en eso, el sistema sabe utilizar muy bien los métodos, las formas, y me parece interesante no regalar ni vender eso, sino recrearlas. Es un trabajo cotidiano.
¿Tenés algún sueño?
Tengo deseos, que sobre todo me surgen cuando veo a los chicos del MTD, a los niños. De cómo esto que decimos que tiene que ser nuevo, diferente, se vaya concretando en verdaderos espacios de libertad. Los chicos tienen muchas más posibilidades de construir espacios libres que nosotros los adultos, y mi deseo es ése, que en algún momento estos espacios sean espacios verdaderamente liberados. Me cuesta mucho que en las asambleas empiecen a salir los intereses individuales, personales, por encima del beneficio de todos, del bien común. Me sentiría muy bien el día en que eso desaparezca, pero todo es una construcción.

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