Pensar en voz alta la justicia y la paz
Pueblos en lucha noviolenta por el mundo: el mejor homenaje a Gandhi
Pietro Ameglio
Desinformémonos
11 octubre 2019 0
A Francisco Toledo, Miguel León-Portilla, Lito Marín, quienes siempre “metieron el cuerpo” con los de abajo, especialmente los indios, y estarán gozando en otros mundos con tanto levantamiento popular por la justicia
Pueblos enteros en desobediencia civil
Decía el anarquista italiano Errico Malatesta en el siglo XIX que “cuando el tren de la historia pasa frente a ti, hay que subirse a él”. Agregaría, casi como ley de vida: “Si alguien está luchando, súmate”.
En Hong Kong, desde junio, hay una gran movilización popular noviolenta, con ocupaciones tremendamente masivas de aeropuertos y espacios públicos entre otros lugares, inicialmente contra un proyecto de ley de extradición a China y ahora por la destitución de la Jefa Ejecutiva Carrie Lam. Se trata, en el fondo, de una gran lucha popular por evitar el creciente control chino sobre la vida nacional, de este territorio todavía autónomo.
En Ecuador, primero los transportistas y parte de la población, y ahora la mayor organización indígena de América Latina (CONAIE), están protagonizando un levantamiento popular impresionante, en vías de derrocar al presidente Lenin Moreno, como antes otros levantamientos indígenas y populares derrocaron, entre 1996 y 2003, a los presidentes Bucaram, Mahuad y Gutiérrez. Enormes masas indígenas, después de bloquear carreteras y caminos en todo el país, de declarar “estado de excepción” en sus territorios, están bajando desde las sierras, costas y montañas a la capital para ocupar pacíficamente los principales espacios políticos, entrando como si ‘fuera su casa’ -que sí lo es- y sacar de allí a los que no cumplen con el mandato superior del bien del pueblo, empezando por el presidente. La causa: una serie de medidas fiscales, ordenadas por el FMI, de encarecimiento criminal de los combustibles, de pérdida de muchos derechos sociales de los más pobres, una represión policial y militar brutal.
Algo similar, en cuanto a grandes masas caminando en forma noviolenta y entrando al Parlamento, sin ninguna violencia, sacando a toda la clase política corrupta de allí, desde el presidente Milosevic, ocurrió hace 19 años en Serbia, el 5 de octubre del 2000, en una gran revolución encabezada por el movimiento Otpor (Resistencia).
¿Pasará algo similar, de masivo, radical, firme y noviolento, respecto a los poderes globales que atentan a favor del calentamiento global y el cambio climático? ¿Serán expulsadas esas autoridades ineptas y tibias, y los capitalistas voraces, por grandes masas movilizadas con determinación e indignación moral y material? Hay una esperanza en tantos movimientos de resistencias territoriales y en el movimiento global, encabezado por Greta Thunberg y su ejército de jóvenes concientes.
Gandhi en México hoy
En este contexto de lucha social mundial, se cumplieron el 2 de octubre los 150 años del nacimiento de Gandhi, una fecha simbólica importante asociada no sólo a un ser humano bastante excepcional -costará trabajo creer que existió alguien así, dirían en su tiempo varios personaje-, sino a una “cultura antigua como las montañas”. Él mismo repetía: no me sigan a mí, sino a mis ideas, si están de acuerdo. Sin embargo, es una de las mayores constantes y limitantes en la historia de muchos movimientos sociales, la necesidad de grandes liderazgos y figuras -muchas veces con demasiada carga mesiánica y de “obediencia ciega” por parte de las masas-, que no siempre ayudan a construir formas de autonomía personales o sociales, que es el verdadero objetivo final de toda construcción social, en la escala que sea. Es una etapa de la especie humana en la que todavía transitamos, a la que al menos en este caso hay que sacarle su alto grado de positividad.
Gandhi ha sido siempre muy asociado, en cuanto a su filosofía de vida y práctica social, a la idea de noviolencia activa, conceptualizada por él en su lengua y cultura como la complementación entre el “satyagraha” (fuerza de la verdad) y el “ahimsa” (fuerza del alma o no causar daño a ningún ser viviente). Noviolencia como un término escrito unido, que representa una “totalidad social” con identidad e historia propia y particular, y no como una contraposición a la violencia, en el sentido de que si no hay aparente violencia entonces está presente la noviolencia. Ésta sólo puede existir si están presentes la justicia, la verdad, la legitimidad, la dignidad, el respeto al Otro/a, entre otras virtudes. Algo similar sucede con la idea de la paz armada y la pacificación asociadas a la “ausencia de guerra o de violencia”, cuando, a su vez, se necesitan muchas más características para que exista una paz justa y digna.
¿Dónde podemos encontrar raíces de lo gandhiano en el México de hoy?
Sin duda hay muchos movimientos e individuos en resistencia civil noviolenta, por todos los rincones del país, desde muchos aspectos diferentes y complementarios: en lo territorial, social, político, económico, cultural. Pero en lo masivo y nacional, rescataríamos tres de los mayores y más representativos. Cuando decimos “gandhianos” nos referimos a una idea de filosofía y acción anclada en las formas históricas y culturales autóctonas, no a un mero calco mecánico y de valores absolutos a-histórico, de otras épocas, identidades y territorios como fueron Gandhi y la India de la primera mitad del siglo XX. Ello nos llevaría claramente a muchas contradicciones y “fetichismos” en las miradas, que no dejan de ser en parte reales, pero que no ayudarían a ver más allá de las “apariencias” y a explorar los procesos sociales en su lógica y mayor profundidad.
La lucha de los padres y madres de los 43 desaparecidos en Iguala la noche entre el 26 y 27 de septiembre del 2014 que acaba de cumplir 5 años, así como la de los cientos de miles de familiares de desaparecidos y asesinados en la actual guerra en México, nos parece que tiene un gran fondo gandhiano en muchos sentidos, empezando por la “búsqueda de la verdad” y por “desnudar públicamente la verdad”. Para Gandhi la “Verdad es Dios”, pues fue la única palabra que encontró -después de una muy larga exploración histórica y religiosa- en que todos los seres humanos parecen estar de acuerdo, algo así como la fuente de la que emana la esencia de lo humano en su mayor aspiración. Para los familiares de desaparecidos y asesinados en México, la verdad es también la esencia de su “volver a la vida”, de “de-volver a la vida” a sus seres queridos, la fuente de la que deben brotar la justicia, la reparación y la no-repetición, pilares esenciales de su lucha.
Gandhi desarrolló ampliamente la característica noviolenta de la “firmeza permanente”, traducida como una “determinación moral y material” a prueba de todo, como una perseverancia “metiendo el cuerpo” en la lucha hasta el final, sin ninguna tregua a sí mismo ni al adversario. Los familiares saben que su lucha “no tiene retorno”, y para muchos ya no basta sólo con hallar su “propia verdad” sino que seguirán firmes al lado de otros familiares hasta que encuentren las verdades de todos y todas.
En esta larga luchas, se ha agregado también otra fundamental característica gandhiana que en nuestra cultura se conceptualiza como “construcción de autonomía”. En esto se unirían al tercer grupo social mexicano que tiene muchos elementos gandhianos, como es el zapatismo. Los familiares de desaparecidos han ido construyendo su autonomía en lo individual y colectivo como organizaciones, el zapatismo lo ha ido haciendo como pueblo. Una de las premisas básicas de Gandhi para esta construcción de cuerpos capaces de autodeterminación, reflexión propia y de enfrentar al poder, fue la de comprender que la autoridad no tiene más poder que el que le delega la asamblea del pueblo, y si no cumple con esas órdenes, debe ser retirada (“mandar obedeciendo”). La construcción de esos cuerpos para la lucha social le llevó a Gandhi de 1919 -cuando interrumpió abruptamente su primera gran campaña nacional de desobediencia civil por los excesos de violencia y falta de preparación en el pueblo- hasta 1930 con la marcha de la sal; al zapatismo -no sólo como grupo de guerrilla urbana sino como la transformación de re-educación que ellos sufrieron por los pueblos y cultura mayas- le llevó aproximadamente de 1985 a 1993, para que los indígenas se organizaran radicalmente y caminaran por las banquetas de San Cristóbal sin agachar la mirada ni bajarse antes los caxlanes.
Gandhi construyó una gran cantidad de acciones, que él llamaba de no-cooperación, para quitar poder a las autoridades y sus aliados, retirándoles toda forma de co-operación material, corporal o de recursos materiales del pueblo hindú que ayudara a que el poder de los ingleses se mantuviera. En parte, como en la desobediencia civil, se coloca a la conciencia y la legitimidad, por encima de la ley. De igual forma, los familiares de desaparecidos y asesinados, han decidido hacer “por ellos mismos lo que el estado no hace, sin pedir permiso”: buscar a sus seres queridos, en vida o en fosas clandestinas. Se trata de una ejemplar acción gandhiana de no-cooperación autónoma, que rompe socialmente la normalización de la violencia y la impunidad, y que ojalá llevara, cada vez más, a destituir autoridades cómplices u omisas, actuales y del pasado cercano.
Se materializa así otro gran principio gandhiano, actualizado por Lito Marín: la “desobediencia debida a toda orden inhumana”.
Los pueblos zapatistas, a su vez, han implementado, bajo la idea de autonomía, otra de las características centrales y primeras del modelo gandhiano: el programa social constructivo. Para Gandhi “la desobediencia civil sin un programa constructivo, es una simple bravuconada”. Por ello él dedicó grandes energías y pasiones a lo que llamó el “Swaraj” (autogobierno, autonomía, autosuficiencia), simbolizado en el “arma moral noviolenta” de la rueca, con la que él afirmaba que iba a sacar a los ingleses de la India, a través de la no-cooperación y la desobediencia civil.
Jai Jagat: Victoria (Bienestar) para el mundo
Ekta Parishad (Foro de Unidad), es el mayor movimiento mundial de los Sin Tierra, y el más masivo de los movimientos actuales fieles al gandhismo. Fue fundado en 1991 por Rajagopal, activista muy apegado a Gandhi, desde su padre que fue luchador por la independencia hindú, y está centrado en luchar por la tierra y los bosques a favor de las comunidades más pobres y desheredadas de la India, empezando por los “adivasis”, grupos tribales o étnicos originarios de la India.
Han realizado infinidad de acciones organizativas, formativas y noviolentas directas, destacando sus largas marchas y campañas: en 2007 “Janadesh” (Veredicto del Pueblo), vio caminar a 25 mil pesronas por 350 kms. de Gwalior a Delhi; en 2012 durante “Jan Satyagraha” (Marcha por la Justicia) caminaron 100 mil hindúes por esos mismos 350 kms. En ambas lograron paralizar Delhi, recoger una enorme solidaridad nacional e internacional en el camino, y reformas a leyes de tierras y bosques, así como repartir tierras.
Una compañera muy valiosa, Mónica Acevedo, de la Colectiva de Paz y Noviolencia de la Unam y del Serpaj, está en Roma apoyando la coordinación de una nueva gran marcha de Ekta, y nos envía esta clara reflexión que mucho nos ayuda a dimensionar y profundizar en los alcances y posibilidades de esta masiva acción global noviolenta. Transcribimos, con mucho agradecimiento a ella por su compromiso y esfuerzo, textualmente su texto:
“El pasado 2 de octubre se celebró el Día Internacional de la Noviolencia en conmemoración a los 150 años del nacimiento de Mohandas Gandhi; una de las personas que con fuerza, contradicciones y paciencia dedicó gran parte de su vida a poner en práctica la noviolencia y a compartir lo que aprendió de la misma. En el marco de esta fecha especial, uno de los movimientos campesinos de noviolencia más importantes del mundo -Ekta Parishad- de la mano de muchos otros movimientos y organizaciones sociales, emprendieron en Nueva Delhi, India, el inicio de Jai jagat ” (https://www.jaijagat2020.org/), una Marcha Global por la Justicia y la Paz, que durante un año recorrerá 14,000km y 10 países hasta llegar a Naciones Unidas en Ginebra el 25 de septiembre de 2020.
Dicha iniciativa surge frente a la necesidad de conectarnos y fortalecernos desde distintas partes del mundo para dar soluciones a algunas de las grandes problemáticas que compartimos como lo son: la proliferación de guerras, en sus nuevas y diversificadas formas; los desplazamientos forzados que las mismas provocan; el incremento en las desigualdades y la precarización social; la aceleración de la crisis climática; la destrucción de ecosistemas.
Jai Jagat, que en español podríamos traducir como “Viva el mundo” o” Victoria para el mundo” es un término que viene del sánscrito y que reposa en uno de los pensamientos centrales y más desafiantes de la noviolencia; esto es, que el bien individual está contenido en el bien de todxs. Y por tanto, que la búsqueda de Justicia y Paz debe ser por y para todxs, y no solo para unxs cuantxs.
Es por ello que en este largo recorrido se busca escuchar y recoger las reivindicaciones concretas de las distintas comunidades que se encuentran en el camino, pero sobre todo, se busca conocer la diversidad de experiencias de noviolencia y las prácticas, por muy pequeñas que sean, que las personas han desarrollado en aras de dar respuestas transformadoras frente a las problemáticas que les aquejan.
De este modo, Jai Jagat es una ocasión para traer de vuelta las enseñanzas de Gandhi, y de muchas y muchos otros que con dignidad, radicalidad y noviolencia han aprendido a luchar frente a las injusticias del mundo; pero no solo para conocerlas e intercambiarlas, sino también para que sean reinventadas en lo concreto de cada localidad. Por eso, Jai Jagat no sólo es un llamado para las personas que se encuentran en los países por los que se camina, sino para todas aquellas que se sientan interpeladas para compartir y recrear esta cultura de noviolencia.
En los últimos años, México ha sido testigo de la intensificación de la violencia en sus formas más sistemáticas e inhumanas. Se ha tenido que aprender a vivir con el dolor de las ausencias de cientos de miles de personas que han sido asesinadas o desaparecidas; se ha tenido que aprender a vivir con miedo y con rabia; pero también se ha aprendido a luchar y a resistir desde ahí. Es así que Jai Jagat es una oportunidad para conocer sobre las posibilidades de la noviolencia en un contexto como el nuestro; para que reflexionemos con otros sobre nuestras luchas, tomemos lo que más nos sirva; y al mismo tiempo para compartir con otras y otros, lo que desde aquí se ha hecho”.