La construcción de las autonomías entre las comunidades zapatistas de Chiapas

26.Ene.04    Análisis y Noticias

Raúl Ornelas
Rebelión
La fogata

Para entender la importancia de las Juntas de Buen Gobierno es preciso saber que no son ni la primera experiencia ni la culminación del autogobierno de las comunidades zapatistas: las Juntas constituyen un paso adelante en la experiencia autonómica de estas comunidades que cumple ya 9 años de vida bajo esta forma.
La organización de base son las comunidades indígenas zapatistas. En ellas se realizan asambleas de todos los “que ya tienen bueno su pensamiento” (12-14 años en adelante) que deliberan y deciden sobre todos los asuntos relativos a la vida comunitaria. En estas asambleas se designan diferentes personas y/o comisiones para diversos cargos, algunos de los cuales tienen que ver con la organización del autogobierno (hay también cargos para tareas internas, de carácter religioso u otros, que se circunscriben al ámbito local). Es a partir de la coalición de comunidades que se forman los municipios autónomos, principal expresión del proceso autonómico en Chiapas.
Tras el fracaso de los primeros diálogos con el gobierno federal, en diciembre de 1994 el EZLN realiza una movilización política y militar (la Campaña “Paz con Justicia y Libertad para los pueblos indios) en donde los milicianos e insurgentes abandonaron sus posiciones en la selva y la montaña para ocupar los territorios habitados por las comunidades zapatistas. En ese momento se declaró la creación de 30 municipios autónomos, sentando las bases para el autogobierno.
Como mencionamos, cada municipio agrupa varias comunidades y se han formado a partir de lazos de afinidad (trabajo en común, lengua, lazos familiares, etc.). Cuatro son los ámbitos centrales de competencia de los municipios: la educación, la salud, la organización productiva y la impartición de justicia.
Desde su creación, el EZLN atacó estos problemas sumamente graves en las comunidades donde se implantaba. La creación de los municipios autónomos ha potenciado las tareas productivas, de salud y de educación, tanto por la escala zonal que han alcanzado las iniciativas como porque al ser instancias civiles, los municipios autónomos han podido recibir importantes flujos de ayuda de las “sociedades civiles”.
Es sobre esta base profundamente enraizada en comunidades de decenas de miles de personas y que habitan un extenso territorio, que en agosto de 2003 se crearon las Juntas de Buen Gobierno, instancias de coordinación de las autonomías en escala regional.
En la misma dinámica que llevó a la creación de los municipios autónomos, las Juntas de Buen Gobierno representan un paso adelante en las posibilidades de coordinación e intercambio, tanto dentro del territorio zapatista, como en la relación con las “sociedades civiles”. Las Juntas están concebidas como ventanas “para entrar y salir de las comunidades” y sus tareas están encaminadas en dos sentidos: potenciar la coordinación regional en las iniciativas de construcción de la autonomía y corregir los problemas que enfrenta el proceso autonómico.

Así describe el EZLN las tareas de las Juntas de Buen Gobierno:

· Tratar de contrarrestar el desequilibrio en el desarrollo de los municipios autónomos y de las comunidades.

· Mediar en los conflictos que pudieran presentarse entre municipios autónomos, y entre municipios autónomos y municipios gubernamentales.

· Atender las denuncias contra los Consejos Autónomos por violaciones a los derechos humanos, protestas e inconformidades, investigar su veracidad, ordenar a los Consejos Autónomos Rebeldes Zapatistas la corrección de estos errores, y para vigilar su cumplimiento.

· Vigilar la realización de proyectos y tareas comunitarias en los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, cuidando que se cumplan los tiempos y formas acordados por las comunidades; y para promover el apoyo a proyectos comunitarios en los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas.

· Vigilar el cumplimiento de las leyes que, de común acuerdo con las comunidades, funcionen en los Municipios Rebeldes Zapatistas.

· Atender y guiar a la sociedad civil nacional e internacional para visitar comunidades, llevar adelante proyectos productivos, instalar campamentos de paz, realizar investigaciones (ojo: que dejen beneficio a las comunidades), y cualquier actividad permitida en comunidades rebeldes.

· De común acuerdo con el CCRI-CG del EZLN, promover y aprobar la participación de compañeros y compañeras de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas en actividades o eventos fuera de las comunidades rebeldes; y para elegir y preparar a esos compañeros y compañeras.

· Cuidar que en territorio rebelde zapatista el que mande, mande obedeciendo, se constituirán, el 9 de agosto del 2003, las llamadas “Juntas de Buen Gobierno”.

(Subcomandante Insurgente Marcos, La Treceava Estela, sexta parte, julio 2003).

Es fundamental subrayar que las Juntas de Buen Gobierno son instancias de coordinación y no instancias de gobierno por encima de los municipios autónomos: “Siguen siendo funciones exclusivas de gobierno de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas: la impartición de justicia; la salud comunitaria; la educación; la vivienda; la tierra; el trabajo; la alimentación; el comercio; la información y la cultura; el tránsito local” (Subcomandante Insurgente Marcos, La Treceava Estela, sexta parte, julio 2003).
De esta manera, las Juntas sirven como interfase entre las comunidades y el exterior. Están encargadas de recolectar las necesidades y las iniciativas de las comunidades, así como de coadyuvar las actividades de los municipios autónomos. La solución de diferendos en los que este involucrado un municipio autónomo es el único ámbito donde las Juntas constituyen una instancia superior de discusión y decisión.
En el marco del proceso autonómico, podemos distinguir dos formas principales de participación de las mujeres y los hombres que habitan las comunidades zapatistas. La primera es la de las asambleas comunitarias donde la totalidad de la población se reúne a deliberar y alcanzar acuerdos sobre los asuntos de la comunidad o de la lucha zapatista en general. Aunque los “modos” de las asambleas varían según las regiones y los pueblos de que se trate, comparten el ser espacios de libre expresión y en donde la participación tiende a ser igualitaria.
La segunda forma de participación es la designación en asamblea de comisiones o comités y de encargados, que realizan tareas específicas. Las comisiones más comunes en los municipios autónomos son las de salud, educación, producción y comercialización. Los miembros de esas instancias (encargados o responsables) deben llevar a cabo los proyectos decididos por las asambleas y proponer mejoras y nuevas iniciativas en el dominio que les corresponda. Uno de los rasgos sobresalientes de esta forma de participación es que los encargados no tienen remuneración, siendo concebido su trabajo como un servicio prestado a la comunidad; ellos actúan en los marcos del mandato de las asambleas y deben rendir cuentas a éstas, asimismo, pueden ser revocados por negligencia o incumplimiento.
Desde nuestro punto de vista, lo más notable de las formas de organización autonómicas es la vocación de suprimir las separaciones que caracterizan a la dominación capitalista. A diferencia de los sistemas representativos de occidente, el “mandar obedeciendo” de las comunidades zapatistas combina la discusión colectiva con representaciones acotadas que hagan viable el autogobierno. Esta organización, la “resistencia”, no reifica los roles de la representación (los cargos son rotativos y no representan medios de avance económico) y trata con igual interés todos los aspectos de la vida comunitaria. Ni burócratas, ni guerreros, los representantes y los rebeldes zapatistas son, ante todo, campesinos ligados al trabajo de la tierra y a la vida de sus pueblos.
En este contexto, las Juntas de Buen Gobierno están llamadas a jugar un papel importante en el terreno de la educación. En adelante, las “sociedades civiles” deberán dirigir sus propuestas para apoyar y desarrollar proyectos educativos en las comunidades zapatistas, y las Juntas, en razón de su conocimiento global de la región, podrán decidir la pertinencia de los proyectos y decidir la mejor ubicación para llevarlos a cabo. Al interior, las Juntas también constituyen una instancia privilegiada de diálogo donde los responsables de los proyectos (en este caso, educativos) pueden intercambiar experiencias y apoyarse unos a otros.
El nacimiento de las Juntas de Buen Gobierno ha significado un desmentido categórico a quienes hablan del cansancio de las comunidades y de su creciente división. Si ya la celebración del noveno año de la insurrección estuvo marcado por la mayor movilización indígena en San Cristóbal de las Casas, la constitución de instancias regionales de autogobierno en agosto de 2003 expresa la expansión de la influencia zapatista. En palabras del Comandante David:
“Hoy el zapatismo es más grande y más fuerte. Nunca antes en nuestra historia habíamos tenido la fuerza que hoy tenemos. Tiene tiempo que ya rebasamos con mucho los límites del suroriental estado de Chiapas, y no sólo, tenemos control hasta en las comunidades en donde se encuentran las guarniciones del ejército federal y de la policía de seguridad pública del estado, también nuestra palabra ha penetrado en los cuarteles y en quienes en ellos habitan. No nos estamos presumiendo. Sólo lo estamos comunicando.” (Palabras a los indígenas no zapatistas, 9 de agosto, 2003).
Para concluir, el nacimiento de las Juntas de Buen Gobierno constituye una expresión nítida de que el impulso creador de la lucha zapatista no sólo no se ha debilitado, sino que ha resultado fortalecido en un contexto particularmente difícil como lo han sido los negros años de la presidencia de Zedillo y la falsa alternacia de Fox. La construcción de la autonomía significa que la resistencia está anclada de forma a sustentar el proyecto emancipatorio de los zapatistas, cuyo horizonte es la transformación civilizatoria, transformación que tiene un tiempo largo, cierto, pero que ya tiene un buen tiempo en marcha…

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