ASAMBLEA CONSTITUYENTE 5: LA SOBERANÍA Y LA LEY NATURAL DEL LEVIATÁN DE HOBBES Y LA TEORÍA DE LOS TRES PODERES DE MONTESQUIEU
Por Jaime Yovanovic (Profesor J)
Estos dos autores fueron la base de las constituciones de nuestro continente que copiaron las cartas magnas de Francia e Inglaterra que han sido las madres y guías de las constituciones chilenas.
Hobbes fue el secretario de Sir Francis Bacon, el padre de la ciencia experimental moderna, ambos vivían en la época de fuerte disputa entre la oligarquía católica de reyes y nobleza contra los empresarios, funcionarios y profesionales liberales, todos ellos archi-enemigos de las comunidades campesinas y especialmente de las mujeres, como demostró Silvia Federici en su “Calibán y la bruja”.
Hobbes escribió el libro llamado Leviatán donde desarrolla la idea de que la sociedad es soberana, pero cada uno debe desprenderse de dicha soberanía para entregársela al soberano, he ahí la centralidad del estado. También insiste en la idea de que el derecho proviene de la ley natural, es decir, la ley divina, con lo que se adhiere fuertemente a la corriente jurídica de los iusnaturalistas.
Asegura que las leyes derivan de la principal ley natural (o divina) que dice “No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a ti”, con lo que se incorpora a la corriente científica social del individualismo positivista que tendrá posteriormente a su gurú en Max Weber. Si Hobbes sostiene que el eje de la relación social es el Yo, pues no actúo por generosidad o amor, sino que trato que el otro se oriente positivamente hacia mi persona, Weber llevará esta idea al extremo indicando que relación social es la acción social que espera una respuesta, o sea el otro no es el objetivo como sería un acto de amor o generosidad, sino un instrumento. Digamos que ambos nos proponen una sociedad sumamente regulada en los comportamientos, donde la espontaneidad, desinterés o sinceridad no tienen cabida, como en un regimiento.
La otra influencia de nuestras constituciones que organizan el poder actual y que de seguro todos los partidos políticos chilenos seguirán a ojos cerrados, es la teoría de los tres poderes del Barón de Montesquieu que se basa en las conclusiones de las guerras internas en Inglaterra entre la oligarquía y los reyes contra la burguesía y los profesionales, que en Chile y el resto del continente se dieron entre conservadores y liberales.
Como la burguesía no pudo derrotar a la oligarquía inglesa, ambos se reunieron, negociaron y acordaron repartirse los tres poderes entre sí: el ejecutivo quedaría en manos de la monarquía, el legislativo se reparte una cámara para cada uno, una de los señores y otras de los comunes, los que no tienen título nobiliario, y finalmente la gran disputa de quien se quedaba con el poder judicial, lo que no pudo ser, pues la lógica indicaba que debía parecer independiente. La burguesía sostenía que dependiera de la ley, o sea del fruto cosechado en las cámaras, pero la oligarquía insistía en que dependiera de la costumbre, el llamado derecho común o common Law que había recogido los fallos de los jueces, cosa que finalmente aceptó la burguesía porque entendía que al paso del tiempo sus intereses y modos llegarían a predominar.
El barón de Montesquieu, como buen barón, representando los intereses de la oligarquía presenta la idea de los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, que es el que conocemos y que obviamente no van a cambiar, para llenarnos de derechos que dejen a todos contentos y consolidar las estructuras de poder.
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