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Asamblea constituyente (6): Democracia y transferencia de la soberanía
Por Jaime Yovanovic (Profesor J)
Como dijimos en texto anterior, Thomas Hobbes es el padre del individualismo moderno, divide el sujeto comunitario Nosotros y lo transforma en una larga fila de Yos donde cada uno representa un voto que apunta a elegir a otro Yo al cual se transfiere, personaliza e individualiza la soberanía popular. A eso lo llamaban gobierno del pueblo, donde el pueblo delega su capacidad de decidir, dirigir y gobernar en uno o decenas de sujetos que forman una capa, o casta burocrática intocable en lo que se llama vulgarmente la maraña del poder, donde se forman los partidos, que son como clubes de fútbol que tienen barras bravas y ni tan bravas para apoyar que su equipo le meta los goles al equipo contrario, el que saca menos votos del listado de ovejas que se organizan en fila para ir a ser trasquilados en las urnas, donde te dejan en cueros porque te ven hasta el alma, pues abres tu corazón para vivir el sueño del gol de tu equipo contra los malos de la derecha o de la izquierda, según el club en que te anotes. Luego te vas a casa, te tiras una cerveza o a un ser vivo, celebras la victoria y al día siguiente vives feliz porque tu equipo dirige la prisión institucional.
Puedes darle las vueltas que quieras y al final seguirá siendo ese bicho de la política que significa la borrachera o la obsesión porque tu equipo acceda al poder y anda a ver como se agarran los de la derecha con los de la izquierda casi hasta matarse. Ese Hobbes! Consiguió hacer creer a millones de todos los colores durante mucho tiempo que el cambio estaba en meterle más goles al equipo contrario y para eso tenía todos que huirle a las formas vida comunitaria para encerrarse en el individualismo a rumiar como vaca contenta lo qjue no debes decirle al vecini para que te trate bien.
Esa es la democracia que tenemos y allí habría que hincarle el diente en las asambleas constituyentes y cabildos, que están haciendo nata porque los partidos se pelean por traer contenedores y camiones de derechos del pueblo en listas interminables y pretenciosas para mostrase como los jovencitos de la película y salvadores de la patria más bondadosos que la Teresa de Calcuta, pero se niegan rotundamente a soltar la democracia representativa, ya que se quedan sin pega. Y cuando vea al gato de espaldas defendiendo esa democracia, no necesita verle la camiseta.
Propongamos la verdadera democracia, la no delegativa, la que defendía Jean Jacques Rousseau. No delego, entonces sigo siendo portador pleno de la soberanía popular, esa es la democracia directa, sin representantes, pues el Nosotros de la Asamblea o Concejo de Vecinos no transferimos nuestra capacidad de gobernarnos, sino que acordamos entre nosotros mismos como dirigir el barrio y así podemos entrarle al barrio con tutti para revitalizar el nicho ecológico, aprovechar los espacios para sembrar alimentos y medicinas, la energía natural y, sobre todo, la gran familia del barrio, el Nosotros hecho comunidad, es decir las formas compartidas de la vida cotidiana.
¿Se aprobará o no la verdadera democracia en los cabildos y asambleas constituyentes?
Eso dependerá en cuando logremos avanzar en su materialización entre nosotros mismos los vecinos aún antes de presentarnos en los cabildos a intercambiar con los partidos y sus seguidores que van detrás de la democracia representativa.
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