México: La arrogancia militar

El discurso del general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, el pasado 22 de octubre en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) constituye el primer pronunciamiento público de las Fuerzas Armadas desde que el poder Ejecutivo dejó de ser detentado por integrantes del Ejército.
La molestia de las fuerzas armadas tuvo como corolario, la fallida operación militar implementada para capturar a Ovidio Guzmán.



Cotidianidades

La arrogancia militar

Leonel Rivero

Desinformémonos

El discurso del general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, el pasado 22 de octubre en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) constituye el primer pronunciamiento público de las Fuerzas Armadas desde que el poder Ejecutivo dejó de ser detentado por integrantes del Ejército.

La molestia de las fuerzas armadas tuvo como corolario, la fallida operación militar implementada para capturar a Ovidio Guzmán.

Con el arribo de Miguel Alemán Valdéz a la presidencia de la República, los militares retornaron a sus cuarteles y el poder Ejecutivo desde entonces ha sido encabezado por civiles. Si bien, durante todo este tiempo (1946-2019) la relación entre las fuerzas armadas y el poder Ejecutivo no ha estado exenta de fricciones, los militares habían mantenido sus críticas fuera de los reflectores.

Son célebres las inconformidades de los Generales Federico R. Serrano y Juan Andrew Almazán, que en su búsqueda del poder utilizaban la tribuna pública para criticar al presidente en turno (Álvaro Obregón y Lázaro Cárdenas).

El descontento castrense ha rebasado el ámbito privado y se ha trasladado al espacio público. Cuando el general Gaytán señaló: “Se me ha concedido la palabra para expresar ante ustedes, algunas preocupaciones que, en virtud de la situación actual, sin duda, compartimos todos los aquí presentes […] Nos preocupa el México de hoy […] Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados.” Claramente le advirtió a los concurrentes que su discurso no era a título personal, sino que al utilizar el plural, estaba expresando el sentir de las fuerzas armadas, y que esa opinión no podía ser vertida sin la anuencia del Secretario de la Defensa, dada la verticalidad de la cadena de mando.

Vista con detenimiento, la alocución del general Gaytán contiene varios elementos que deben ser analizados y resaltados, a partir del algunos acontecimientos suscitados en los últimos tres sexenios.

Según el general Gaytán, las fuerzas armadas son las únicas que pueden mantener la unidad (cohesión) nacional y salvar al país de las amenazas internas y externas que ponen en riesgo su existencia, de ahí el sentido de su discurso cuando refiere: “¿Quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde lo institucional, a un grupo de halcones que podrían llevar a México al caos y a un verdadero estado fallido?”

La alocución resalta por la crítica que entre líneas hace de la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador; también demuestra su visión de que las fuerzas armadas son las que mantienen la responsabilidad de preservar cohesionada a la nación, demostrando con ello un menosprecio a las acciones y movilizaciones sociales de los últimos 50 años.

El discurso del general Gaytán, exhibe un alto grado de demagogia, al asumir como militar una “formación axiológica sólida” y su “deber irrenunciable, de mantener invariables los principios de honor, valor y lealtad para con el pueblo de México”.

¿En verdad el general Gaytán mantiene o poseé sus “principios de honor, valor y lealtad con el pueblo de México?

Revisando su hoja de servicios, se aprecia que el general se desempeñó como subsecretario de la SEDENA en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, y como Jefe del Estado Mayor de la SEDENA en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

¿En dónde estaban los principios de honor, valor y lealtad con el pueblo de México, cuando la tragedia se cernió sobre miles de compatriotas que perdieron la vida bajo la denominación de “daños colaterales” en la guerra que declaró al narcotráfico Felipe Calderón?

¿En dónde estaban esos principios cuándo las fuerzas armadas asesinaron a sangre fría a los dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey, a los civiles de Tlatlaya, estado de México, así como a decenas de personas que no se detuvieron en los retenes militares.

¿En dónde estaban sus principios cuándo la desaparición forzada de miles personas se convirtió en una práctica sistemática, hundiendo a nuestro país en una de las etapas más oscuras de su historia?

¿Acaso las miles de personas asesinadas y desaparecidas no pertenecían “al pueblo de México”?

¿Y finalmente en dónde estaban sus principios de honor, valor, lealtad y crítica abierta al desempeño del poder Ejecutivo, ante el saqueo rapaz y la corrupción desmedida que prevaleció en el sexenio de Enrique Peña Nieto y de la cual no estuvieron exentas las fuerzas armadas, como quedó evidenciado en el ominoso contrato de construcción de la barda perimetral del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.?

Los principios del general Gaytán, son un ardid que se contraponen a las exigencias de justicia social de millones de mexicanos. El fondo de su discurso demuestra el menosprecio por los sectores históricamente marginados y los pretende reducir a un anhelo subjetivo de “30 millones de mexicanos cuya esperanza es superar déficit del Estado con un sector poblacional.”

Su disertación también resulta arrogante, por olvidar que la mayor parte de la sociedad mexicana tiene claro que las actuales fuerzas armadas y sus mandos,  no se comparan con los generales que comandaron el heroico Ejército de Oriente que enfrentó a los tropas francesas; ellos ofrendaron su vida en defensa de la patria, su sencillez los llevó a padecer las mismas penurias que sus tropas, como Santos Degollado, que, siendo general, cosía los botones y remendaba la ropa de sus soldados. La vida azarosa de esos generales liberales en nada se comparada con la vida holgada que disfrutan los actuales mandos superiores.

Debo dejar claro que este artículo no es una defensa del actual régimen, reconozco sus aciertos, pero también me preocupan sus errores, la falta de preparación de muchos funcionarios, la improvisación con la que desempeñan su encargo, la prepotencia, la soberbia y menosprecio hacia la sociedad. Sería importante que muchos funcionarios de la cuarta transformación que desempeñan sus actividades en los tres órdenes de gobierno tuvieran presente la frase “Memento mori”.(1)

El artículo busca expresar una crítica a los fines desestabilizadores del estamento superior de las fuerzas armadas y su pretensión de erigirse como salvadores de la patria, esos afanes en el pasado hundieron a muchas sociedades en etapas de violaciones graves a los derechos humanos, para constatarlo basta tener presente la actuación de los regímenes militares que gobernaron en Chile, Argentina, Uruguay, Guatemala, El Salvador, en las últimas décadas del siglo pasado.

Llama la atención la evidente animadversión del Ejército hacia las tendencias de izquierda, que en el caso del general Gaytán es comprensible, dada su formación castrense en la Escuela de las Américas, (Centro de adiestramiento para labores de contrainsurgencia norteamericana) que funcionó en la zona del Canal de Panamá.

Se debe tener presente que de la también conocida como “Escuela de Asesinos” de donde egresaron entre otros:  Elías Wessin y Wessin, militar dominicano, líder del golpe de Estado que derrocó al presidente democrático Juan Bosch en 1963; el General Hugo Banzer, responsable del sangriento gobierno militar de Bolivia; Roberto D’Aubuisson, graduado en 1972 y luego parte del servicio de inteligencia de El Salvador, acusado de ser líder de un Escuadrón de la Muerte y fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista, principal partido de Derecha en El Salvador y responsable de planear y dirigir el asesinato de Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador el 24 de marzo de 1980. También se graduó el General Roberto Eduardo Viola promotor del golpe de Estado de 1976 en Argentina; Leopoldo Fortunato Galtieri, precursor de la Guerra de las Malvinas (1982), líder de la Junta Militar de Argentina, quien supervisó desde 1981 los dos años finales del «Terrorismo de Estado», al cual se le atribuyen treinta mil personas desaparecidas por su supuesta disidencia con el régimen.

Son también egresados de la Escuela de las Américas, Vladimiro Montesinos, abogado, militar, colaborador inicial de la CIA, responsable durante el polémico gobierno de Alberto Fujimori del servicio de inteligencia de Perú, acusado de represión política, de incitar a un golpe de Estado y de amasar una gran fortuna por sus estrechas relaciones con el narcotráfico; y Manuel Contreras, cabeza de la Dirección de Inteligencia Nacional, organismo de inteligencia en el régimen militar de Augusto Pinochet en Chile y condenado por múltiples causas de violaciones a los derechos humanos en Chile.

Un rasgo común que distingue a los egresados de la Escuela de las Américas, es su aversión con las corrientes de izquierda, los movimientos sociales y las acciones de la sociedad civil, la cual quedó expresada cuando el general Gaytán afirmó “Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento”.

CONDUCTA JUDICIAL

¿Por qué tanto temor de muchos integrantes del Poder Judicial de la Federación, ante la serie de cambios que está operando el ministro presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea?.

¿Será porqué el golpe de timón no sólo busca terminar con el nepotismo, sino generar una verdadera transformación del Poder Judicial de la Federación, sacándolo de la mediocridad que permea en muchos de los circuitos judiciales?.

(1) Los romanos, conocedores de lo que el poder y la victoria pueden hacer con la naturaleza humana, idearon un sistema para evitar que quienes los detentaban enloquecieran por su causa. Así, cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, existía la costumbre de que un esclavo sostuviera por encima de su cabeza la corona de laureles susurrando al oído, –en medio de las aclamaciones de la multitud–, Memento mori. Frase que significa: “Recuerda que eres mortal (y no un Dios)”. Con estas palabras intentaban recordarle las limitaciones de la naturaleza humana; lo efímero de la existencia y de las alabanzas y el poder.