El Líbano ahonda en su crisis política cuando se cumple un mes del inicio de la revolución del Whatsapp
Mohamad Safadi, propuesto como candidato para ser el nuevo primer ministro, renuncia a formar gobierno ante las dificultades para concitar apoyos políticos y el rechazo de los manifestantes.
La crisis política en el Líbano ha dado un nuevo giro tras la retirada de Mohamad Safadi, propuesto como candidato a primer ministro por los partidos afines a Irán y Siria. Safadi, un multimillonario que fue ministro de Finanzas y de Obras Públicas, ha renunciado este domingo a ser quien forme un nuevo gobierno aduciendo que encuentra demasiado difícil la tarea de dar con un ejecutivo “harmonioso” que cuente con un amplio apoyo político. El anuncio de su nombre, el viernes, desató la cólera popular y lanzó a las calles a miles de ciudadanos indignados.
Tras la dimisión de Saad Hariri al frente del Gabinete, el 29 de octubre, Safadi era el primer candidato que había logrado el consenso entre la mayoría de los partidos que fragmentan el Parlamento. El propio Hariri no opuso objeción a Safadi, tras ser propuesto por los grupos chiíes Hizbulá y Amal y contar también con el respaldo del cristiano maronita Movimiento Patriótico Libre, liderado por el presidente libanés, Michel Aoun. Sin embargo, ninguna otra fuerza le ha respaldado después.
Finalmente, su rechazo a formar un gobierno que saque al Líbano de la profunda crisis política en la que está instalado devuelve la pelota al tejado de Hariri. En medio de una ola de protestas que este domingo cumplen un mes, los libaneses exigen la dimisión de toda la élite política, a la que acusa de llevar décadas enriqueciéndose a costa del Estado.
Según la Constitución libanesa, las principales confesiones religiosas se reparten las responsabilidades políticas: la jefatura del Estado se reserva a un cristiano, el puesto de primer ministro debe ser ocupado por un suní y la presidencia del Parlamento es para un chií. Pero las movilizaciones populares están poniendo en cuestión este sistema de cuotas y han exigido además la formación de un gobierno tecnócrata.
Bloqueo en el gobierno y crisis económica
Ahora, las formaciones políticas -vinculadas a confesiones religiosas y rivales entre sí- deben encontrar un nuevo candidato que no forme parte de la élite que la ciudadanía rechaza por “corrupción y nepotismo”. La clase política se encuentra en pleno bloqueo, pero el estallido social y la situación económica no deja margen de retraso. Las protestas han mantenido carreteras bloqueadas y comercios y bancos cerrados durante la mayor parte del mes, lo que ha provocado que la libra libanesa pierda un 20% de su valor frente al dólar. Los bancos han impuesto un corralito de facto, con restricciones a las operaciones vinculadas al billete verde y limitaciones a las transferencias al exterior. La agencia Standard & Poor’s acaba de rebajar la calificación de la deuda libanesa, que roza el bono basura.
Marcando un mes desde que estalló la llamada ‘revolución del whatsapp’, decenas de miles de libaneses se han manifestado este domingo de forma pacífica en las principales ciudades del país, como lo han venido haciendo desde el 17 de octubre. Entonces salieron a la calle para protestar por la decisión del Gobierno de crear un impuesto a las llamadas de voz de aplicaciones gratuitas como WhatsApp o Telegram. Aunque fue retirado horas después, la movilización popular siguió en pie para exigir la marcha de toda la clase política.
“No puedo creer que haya pasado ya un mes y, mientras algunos políticos aún rechazan reconocer la naturaleza de nuestras demandas, nunca nos someteremos a la intransigencia del gobierno. Incluso si nos lleva meses, no dejaremos estas calles hasta que no erradiquemos la corrupción de entre las autoridades”, afirma Amer Mahfuz, en una manifestación en Beirut, en declaraciones al diario ‘An Nahar’.