Busquemos la forma de sanar entre todos, el territorio del gran pueblo.

Busquemos la forma de sanar entre todos, el territorio del gran pueblo.

Parece que hoy vuelve la guerra como una gran enfermedad que infecta toda Colombia. No conocemos a ciencia cierta cuantos años llevamos padeciéndola y no sabemos bien cuanto tiempo tardaremos en sanarla, pero sabemos que la tenemos. También reconocemos que fuimos ingenuos en pensar que aquellos que siempre nos han negado la dignidad, desconocido como nación e irrespetado como pueblo, firmando un acuerdo de paz iban a hacer remedio a este trance belicoso. 

 

Quienes conocen la historia de nuestro proceso organizativo, saben que hemos llenado de ampollas nuestros pies caminando a las grandes ciudades capitales, llevando los ataúdes de nuestros muertos, y que buscando una salida a este conflicto estuvimos en todos los escenarios posibles, defendiendo nuestras propuestas para alcanzar la tan anhelada paz. No obstante ante esto la reacción siempre ha sido los oídos sordos de gobiernos tras gobiernos, que con sus incumplimientos son cada vez más cínicos y están cada día más obsesionados con la idea de oprimir y explotar a su propio pueblo. 

 

El Norte del departamento del Cauca, históricamente ha sido epicentro de luchas, odios y heridas que aún no sanan, heridas del conflicto por la tierra del latifundio nacional; de la confrontación bélica por las pretensiones de control territorial entre grupos irregulares y las fuerzas del Estado; de agresiones múltiples a los derechos humanos y al DIH, de la lucha por los recursos naturales, el agua, los minerales y de la expansión e incubación, en las dos últimas décadas de una economía ilícita que conlleva violencias, luchas internas, mafias y desarmonía en los territorios.

 

Esto se profundiza en el periodo posterior a la firma en el teatro Colon, donde el actual Gobierno de Duque y su partido político, han acudido a diversas estrategias para ir destruyendo los puntos trasversales del Acuerdo de paz, entre ellos la Reforma Rural integral, la participación política, la solución a los cultivos de uso ilícito, el reconocimiento y restablecimiento de los derechos de las víctimas y el capítulo étnico. 

 

Para el norte del cauca esta tragedia se acentúa en el periodo 2016 -2019 donde se han reportado 126 homicidios; 264 amenazas individuales y 80 amenazas colectivas, que incrementaron en 2019 en un 300% con respecto al año anterior; 32 atentados; 7 masacres; 7 casos de reclutamiento de menores y otras afectaciones. Vivimos una crisis pronunciada en el último año donde fueron asesinadas más de 67 personas en contexto de territorios indígenas, incluyendo compañeros de la guardia, profesores, líderes y autoridades en ejercicio como el Sa’twe’sx Edwin Dagua Ipia o la autoridad ancestral Neeh we’sx Cristina Bautista. 

 

Estos hechos representan para nosotros una tragedia y en medio de este panorama, nos preocupa la escasa voluntad política para defender la Paz; las pretensiones del gobierno del uso del glifosato y la erradicación forzada, así como las contrarreformas adelantas para desestabilizar la implementación. Al tiempo que rechazamos una intervención meramente militar así como todos los factores adicionales que puedan significar mayores riesgos en contra de nuestra integridad, tranquilidad y subsistencia física y cultural. 

 

Por esto exigimos al gobierno que atienda la propuesta de creación de un fondo especial a 10 años para la emergencia social y humanitaria del Cauca y que conjuntamente con las comunidades más afectadas, construyamos un plan integral de atención a la emergencia, el cual recoja los siete planes de vida que convergen en la estructura zonal de Cxhab Wala Kiwe – ACIN, el plan minga en resistencia y la necesidades de otras zonas del CRIC, nuestras propuestas y planes propios, construidos desde el seno de las comunidades y entre los cuales se encuentran los elementos políticos, sociales, económicos, culturales, de seguridad y ambientales que venimos desarrollando.

 

En el marco de la crisis humanitaria y social principalmente necesitamos fortalecer la atención humanitaria a las víctimas y las familias en riesgo, buscar la manera de sustituir la economía ilícita con nuestras propias economías y modelos de producción, así como fortalecer las capacidades de nuestros esquemas de protección colectiva, como es la labor de cuidado y defensa territorial de nuestra guardia indígena. 

 

Hacemos un llamado a la paz, pero al mismo tiempo a la resistencia contra los sectores económicos y políticos que aún hoy en Colombia siguen  promoviendo su proyecto de muerte y anunciamos desde las Comunidades y autoridades de Cxhab Wala Kiwe este 21 de Noviembre nuestra participación en el gran paro nacional contra las políticas regresivas del actual gobierno, como son:

 

  1. La Aprobación e implementación del  PND del Gobierno Duque para entregar los recursos naturales, el territorio y el patrimonio público a los intereses macro-económicos.
  2. La Reforma a la Ley 160 de 1994; reforma a la Ley 1448 de 2011 que atenta contra los derechos de las víctimas y la restitución de tierras; el proyecto de reforma el decreto 1088 de 1998, y la Iniciativa legislativa para limitar el derecho a la consulta previa y a la minga. 
  3. La Implementación de la ley ZIDRES, que entrega las tierras a empresarios capitalistas y le arrebata el derecho a la tierra a los campesinos, Indígenas y Afros. 
  4. La Reforma Tributaria de Duque aumentando el IVA al 19%, el recorte al presupuesto de la Universidades públicas, las reformas laborales y la ley de financiamiento que favorece a las elites económicas, colocando el peso de la financiación del estado en los sectores más desfavorecidos. 

 

Hacemos un llamado al gobierno y al congreso a que se manifieste sobre las afectaciones a los pueblos indígenas y los derechos humanos a lo largo de todo américa del sur, y nos solidarizamos con las luchas de nuestros pueblos hermanos.

 

Convocamos a todas las organizaciones, sectores sociales y gobiernos aliados, a sanar y armonizar el territorio que hoy es Colombia desde cada corazón y cada familia, alejando el rencor histórico que ha generado esta guerra absurda y combatiendo desde el compartir y la lucha organizada la desigualdad social, la exclusión y la discriminación que está en el fondo de las causas históricas de este flagelo. 

 

Cuenten con nosotros para la paz nunca para la guerra