Chile está despertando algo mucho más profundo

Del Estado, que es la instancia suprema de la concentración del poder, no va a surgir el cambio. De las actuales instituciones tampoco. El cambio va a surgir de las iniciativas que toma la gente anónima, va a surgir de la base.



Gastón Soublette*

“Yo creo que el conflicto que se está concretando en una serie de demandas, en donde las prioridades han sido salarios, pensiones, educación, salud, seguridad ciudadana, y corrupción, es sólo la superficie del fenómeno. Lo que está sucediendo en Chile tiene raíces mundiales.”

 

Han existido muchos levantamientos sociales muy parecidos  en todas partes. Por ejemplo, en mayo del ‘68 en Paris, en donde estuve presente en el fondo fue lo mismo.  ¿A dónde va este movimiento mundial que está representado en Chile por estas protestas? Va a un cambio de paradigma cultural. Hemos vivido en una civilización industrial que ha creado desigualdades tremendas. Ha complejizado la vida. Ha masificado los pueblos. Y eso es lo más grave.

Cuando uno dice “pueblo”, habla de una comunidad humana que está en posesión de su cultura. Y quién está en posesión de su cultura, tiene sabiduría, virtud, creatividad, estilo e identidad.  ¿Qué ha hecho la civilización industrial? Ha masificado los pueblos. Les ha creado tareas que los han hecho emigrar de sus campos y los han hacinado en grandes complejos urbanos. ¿Y qué ha hecho el pueblo? Ha delegado sus aptitudes en especialistas para transformarse en consumidores y usuarios pasivos. Es una pérdida, el hombre se ha disminuido interiormente. 

En las masas no hay virtud, no hay sabiduría, no hay estilo, no hay creatividad, todo lo espera del poder constituido. Lo que han logrado es una humanidad dependiente del poder económico, tecnológico y político. La humanidad no va a seguir soportando esto. Este empobrecimiento interior del hombre es una catástrofe a nivel mundial.

Pero el hombre puede despertar. Chile despertó. Despertó en lo inmediato a corregir las desigualdades. Pero está despertando a algo mucho más profundo. Y creo que la expresión “nuevo pacto social” está mostrando eso. 

Creo que los chilenos no están conscientes de la profundidad del cambio hacia el cual va toda la humanidad. Siempre los cambios de paradigma cultural operan sin que la gente se dé cuenta. Sólo se viene a dar cuenta cuando está ya muy avanzado el proceso, pero el fenómeno está ya instalado desde mediados del siglo pasado.

Comenzó, por ejemplo, con los movimientos de cultura alternativa que se han dado cuenta de las falencias de la cultura imperante. Ellos salen a la calle a reclamar, no rompen cosas,  no incendian edificios. ¿Qué hacen? Asumen ellos mismos los cambios que quisieran para todos y toman la responsabilidad de cambiar sus vidas, fundando, por ejemplo: comunidades de familias, institutos, cátedras universitarias, publicaciones. Este gran todo se llama: cultura alternativa y, según los estudios que se han realizado, ocupa el 15% de la humanidad moderna, lo cual no deja de ser importante. 

La mirada de la cultura alternativa

Del Estado, que es la instancia suprema de la concentración del poder, no va a surgir el cambio. De las actuales instituciones tampoco. El cambio va a surgir de las iniciativas que toma la gente anónima, va a surgir de la base.

Se organizó un congreso en Toronto y lo hizo un multimillonario canadiense, que estudió el fenómeno a nivel mundial  y detectó los grupos de la cultura alternativa;  todos diferentes, pero con el mismo fondo ideológico.  Citó a 300 personas destacadas y les dijo: hagan ustedes un congreso, sin un documento de convocatoria. Ellos elaboraron una declaración de principios y un manifiesto muy interesante.

El primer principio es: “No lucrar”. El resto era: “No tener metas precisas” y “No publicitarse”. Si tú sumas estos tres principios,  provocas un divorcio total del sistema. Y los países célticos, Irlanda, Escocia, son los que van a la cabeza de esta mirada. De hecho, han venido delegados a explicarnos cómo lo han hecho. Han resucitado todos los oficios que los pueblos habían perdido; han educado a sus niños en una concepción del hombre radicalmente distinta a la que prima aun acá. Porque un hombre que dice: “Yo no quiero lucrar”, no sólo está diciendo sólo eso. Está afirmando mucho más: “Yo me considero a mí mismo con una nueva concepción; no necesito agregar nada a mí persona para ser quien soy”. El que necesita proveerse de muchas cosas es porque no tiene interioridad, no tiene esencia. Esa es una característica del hombre moderno, producto de la complejidad de la vida. Se cayó hacia afuera, no tiene interioridad.

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*Entrevista realizada a Gastón Soublette, destacado académico, musicólogo y esteta, en el programa Viva la pipol de Chilevisión.