Diferencias de la revolución chilena con las revoluciones anteriores
Jaime Yovanovic (Profesor J)
La revolución chilena tiene varias características que la perfilan y definen, en tanto algunas de ellas la diferencian de las anteriores, siendo la primera el carácter de movilización o insurrección prolongada, la segunda su carácter masivo, la tercera su proximidad al pueblo originario mapuche, la cuarta que va pasando de la explosión original a centenares de micro explosiones barriales, la quinta que ha puesto en cuestión el tema del poder y de la delegación de la soberanía popular, la sexta es la misma que detectó Marx en la Comuna de París: que los insurrectos no necesitan un programa acabado, bastando para ello el vago anhelo de la república social, la séptima que no reconocen vanguardias ni conducción política.
Veamos unas pinceladas de este último punto entes de continuar:
Los partidos de derecha no se atreven a aparecer entre las multitudes, pues es unánime el grito de que se vayan todos y que renuncie el gobierno. Los partidos de izquierda han sufrido serios reveses como las funas a personeros del partido socialista y del frente amplio, así como el gran fracaso de la convocatoria de la izquierda extraparlamentaria al día de furia y la noche de ira popular.
Regresemos:
Todavía hay más características como la conversión de las marchas en los cabildos y asambleas vecinales, donde radica el núcleo y la savia de la revolución chilena. Los cabildos y asambleas vecinales se han planteado como los espacios para discutir la nueva constitución y se han multiplicado de forma autoconvocada por centenares en todos los territorios ocupados por el estado chileno y, por supuesto, los partidos políticos obsesionados por la toma del poder, se han encargado de organizar y administrar una gran cantidad de ellos. En visitas a ellos hemos podido constatar que algunos son orientados o dirigidos por el partido comunista, que propugna la vieja línea leninista y estalinista de conquista del poder centralizado y aún autoritario como demuestra su apoyo irrestricto a las dictaduras de Ortega en Nicaragua, Maduro en Venezuela y de Evo Morales antes de huir de Bolivia.
En otros hemos visto la presencia determinantes de los partidos del frente amplio o de los partidos de la nueva mayoría que gobernó con el PC las administraciones neoliberales concertacionistas.
Todos ellos utilizan según el caso, sus municipios y sus sindicatos para influir en los cabildos o para convocar con el disfraz de mesas sociales.
A diferencias de estos partidos reformistas o conciliadores, están los partidos y grupos de la izquierda extraparlamentaria o izquierda rebelde que luchan por constituir el ejército revolucionario del pueblo al más puro estilo bolchevique y en franca alianza con los sectores estalinistas salidos del PC que formaron el frente rodríquez y con sectores troskistas, todos ellos siguiendo la línea soviética demostrada un fracaso al correr los años, pero se aferran a las biblias rojas en un dogmatismo religioso que Marx había abandonado cuando comprendió que la lucha no iba por el poder central sino por la descentralización comunal, pero vaya uno a intentar convencer a quienes se han quedado pegados en la historia y siguen evangelizando al pueblo con las viejas canciones del venceremos hy la toma del poder.
Estos sectores han levantado la línea de la articulación de cabildos y asambleas en la vieja línea del poder popular que se levantó en paralelo al gobierno de Allende y que causó el quiebre de los MTDs argentinos entre autónomos y los que habían ido a estudiar en las escuelas de cuadros bolcheviques del MST, el brazo agrario del PT brasileño, como Miguel Mazzeo, el líder del quiebre de los que querían disputar el estado contra los autónomos que estaban por construir otro mundo.
Exactamente esa misma contradicción llevan estos sectores extraparlamentarios chilenos al interior de los cabildos y asambleas donde tienen influencia o que van formando desde sus centros culturales o centros comunitarios que controlan y hacen pasar por “autónomos”.
Ya definidos los sectores del poder y aspirantes a ello, veamos ahora los cabildos y asambleas autónomas, cuya madurez y rápida construcción de sus capacidades y posibilidades de autodeterminación local tendrán que resistir y sostenerse en medio del “fuego amigo” de los cabildos partidarios, y decimos fuego amigo porque adoptan los mismos discursos que los autónomos y se hace muy difícil para la gente honesta diferenciarlos para verlos como enemigos, pues no es fácil verlos a través de sus objetivos que se pueden comprender sabiendo que son acérrimos defensores de las dictaduras de izquierda y siguen pregonando que la izquierda es la buena y la derecha es la mala, de modo tal que quien no se pliega a ellos viene siendo derechista, con lo que estigmatizan a los que no siguen sus orientaciones.
La que he podido ver con mis propios ojos son algunos cabildos donde la población ha tomado la conducción, es decir, se administra a si misma y más bien rechaza a los partidos y las malas experiencias que han venido del poder, lo que hace que quienes aspiran a ocuparlo se van desprestigiando a sí mismos.
Su proyección en tanto factores determinantes en el proceso revolucionario no está dado en el desarrollo de la idea o la propuesta del mecano o tinglado social, sino en la aplicación práctica de nuevas formas de relacionarse entre sí y de ellos con el nicho ecológico, por lo que tienen sentido y eficacia las actividades que al mismo tiempo de satisfacer necesidades –como un mercado popular- permiten una permanencia en el tiempo del tejido constante de agujas afectivas que permiten el entrelazamiento o tejido sobre la base del instinto y la memoria histórica de la especie contenida en cada cuerpo.
Eso quiere decir que ya no se trata de lograr acuerdos que armonicen las lógicas racionales o las inquietudes intelectuales, sino de lograr que a la gente le guste vivir así, que el compartir de las formas de vida comunitaria llene los vacíos del hombre unidimensional individualista de la sociedad patriarcal competitiva y utilitaria. Que la práctica y reiteración de los afectos consiga borrar las distancias y diferencias entre el Yo y el Nosotros.
La única revolución que alcanzó a llegar allí fue la revolución cubana, que fue atacada por Estados Unidos y tuvo que abandonar su carácter revolucionario para entregarse al modelo estalinista del poder centralizado que tenía la Unión Soviética, donde las comunas campesinas y su forma de vida compartida se fueron y transformando en consejos de autoadministración o mejor dicho en órganos de autogobierno local, por lo que la revolución fue el acuerdo de los consejos de convertir el poder central del estado en la capacidad descentralizada del autogobierno de los consejos, lo que fue aprovechado por los leninistas, los bolcheviques, luego estalinistas, para volver al estado creando el consejo suprema, lo que no estaba en el acuerdo de todo el poder a los consejos, pero Lenin se impuso finalmente por la fuerza, como maduro y Ortega, atacando a los consejos autónomos, acabando con ellos e instalando consejos subordinados al poder central. Y así la revolución rusa duró unos pocos años hasta que el nuevo poder acabó con la disidencia, especialmente en los consejos de Kronstadt y de Ucrania, así como otros consejos que se opusieron al centralismo bolchevique siendo genuinamente populares y fieros adversarios de los ataques internacionales contra la revolución.
Los dirigentes revolucionarios alemanes Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, aprendieron de la experiencia rusa y asumieron la concepción consejista, contraria a la postura bolchevique de centralización del poder en el estado, pero fueron derrotados por la concepción estatista de los bolcheviques alemanes en el partido socialdemócrata alemán.
Después de la experiencia rusa y alemana, vino la china, donde se impuso la tesis maoísta que seguía a Stalin y el marxismo-leninismo –la tergiversación del pensamiento de Marx- que llevó al partido chino a la máxima centralidad del poder, hasta el día de hoy, con lo que cayeron de lleno en las redes del capitalismo.
Así las cosas, los partidos que siguieron en todas partes la línea del estado centralizado en un foco central del poder, han ganado y luego han perdido el trono y no siempre ha sido “la derecha” la que los ha tumbado, sino muchas veces el propio pueblo, como en Checoslovaquia, donde la iglesia católica y los partidos troskistas evitaron que se desarrollara la autonomía social tirando cada uno para su lado dividiendo al pueblo disputando espacios hasta que finalmente se impone la derecha.
Los partidos chilenos asumen esta línea estatista estalinista, salvo el MIR que criticó severamente el modelo estalinista hasta que muere Miguel Enríquez y asume la dirección Andrés Pascal, un estatista estalinista de tomo y lomo y una corte de seguidores de esa línea de tomar el poder para repetir el modelo soviético, Nicaragüense y Venezolano, o sea, un camino que se ha demostrado antipopular y que ha desembocado en la derrota y la vuelta al estado capitalista.
Hasta que la guerrilla zapatista en México entra en contacto con las comunidades mayas de la selva de Lacandona en Chiapas y se fusiona con ellas surgiendo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional de cuya experiencia escribe John Holloway su libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder” que explica que esa teoría de tomarse el poder para los cambios ya ha pasado y que ahora hay que cambiar el mundo desde abajo.
Nosotros nos preguntamos si la revolución chilena podrá construir otro mundo desde abajo sin tomar el poder, de modo que el libro de Holloway se entrega gratuitamente digitalizado a quien lo solicite en unlibre@gmail.com
Salud y a la calle!
Organice su cabildo o asamblea en su barrio y conversemos.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com