Colombia: La “gran conversación nacional” de Duque no logra frenar las protestas

Los indignados colombianos quieren emular la revuelta ciudadana chilena, aunque de momento las protestas no han escalado a los niveles de violencia de Chile. La huelga general de ayer fue un nuevo escalón que hizo subir la tensión entre los manifestantes y el Gobierno del liberal Iván Duque. Consciente de que a su homólogo chileno, Sebastián Piñera, la situación se le ha escapado de las manos y no encuentra interlocutores válidos, el presidente colombiano reaccionó rápidamente estableciendo una mesa de diálogo.
En cualquier caso, Duque tiene más suerte que Piñera porque el presidente chileno –dejando de lado a los desacreditados partidos– no cuenta con líderes sociales con influencia en las calles con quien negociar.



La “gran conversación nacional” de Duque no logra frenar las protestas


 

La revuelta se afianza en todo el país, con su segunda huelga general en una semana






Los indignados colombianos quieren emular la revuelta ciudadana chilena, aunque de momento las protestas no han escalado a los niveles de violencia de Chile. La huelga general de ayer fue un nuevo escalón que hizo subir la tensión entre los manifestantes y el Gobierno del liberal Iván Duque. Consciente de que a su homólogo chileno, Sebastián Piñera, la situación se le ha escapado de las manos y no encuentra interlocutores válidos, el presidente colombiano reaccionó rápidamente estableciendo una mesa de diálogo.

Sin embargo, la brutalidad policial genera cortocircuitos y cualquier chispa provoca un incendio. El fallecimiento del joven de 18 años, Dilan Cruz, planeó durante toda la jornada de ayer, pues los convocantes del paro quisieron dedicárselo como homenaje. Cruz murió a última hora del lunes –el mismo día que debía graduarse de la secundaria para ir a la universidad– después de recibir el sábado el impacto de un proyectil policial durante una protesta en Bogotá.

El comité del paro quiere frenar la reforma laboral y la de las pensiones, y defiende los acuerdos de paz

Convocada por sindicatos de trabajadores y estudiantes, la huelga general es la segunda que vive Colombia en una semana desde que el jueves pasado se celebró el paro que dio inicio a la revuelta colombiana. Aunque entonces ya se produjeron disturbios, la mayoría de analistas creía que la situación no se cronificaría, pero una semana después las protestas y enfrentamientos con la policía han sido diarios, como el que acabó en la muerte de Cruz. Al cierre de esta edición, los manifestantes tomaban las calles de Bogotá –donde la plaza Bolívar, centro político del país, volvió a ser el epicentro de la protesta– y de las principales ciudades, especialmente Cartagena y Cali.

 

Duque ha llamado a lo que denomina “gran conversación nacional” y diariamente preside en el palacio de Nariño reuniones con actores políticos y sociales. Ayer lo hizo con los alcaldes de las principales ciudades y el martes, con los líderes sindicales que convocaron la huelga de ayer; la cita no sirvió para frenar la protesta pero sí para amortiguar sus consecuencias. El presidente muestra un perfil dialogante pero las organizaciones que tiene enfrente desconfían porque creen que Duque quiere ampliar tanto el debate para desvirtuar las demandas principales. En cualquier caso, Duque tiene más suerte que Piñera porque el presidente chileno –dejando de lado a los desacreditados partidos– no cuenta con líderes sociales con influencia en las calles con quien negociar.

“La conversación no implica un compromiso”, aclaraba en la CNN en Español Fabio Arias, portavoz de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). “Hay que diferenciar muy bien qué es una negociación de una serie de movimientos sociales que han estado muy incómodos con la política económica, social, laboral del Gobierno, y adicionalmente con el asesinato de los líderes sociales”, añadía Arias.

El Comité Nacional del Paro, formado por sindicatos de trabajadores, estudiantes y campesinos, grupos ecologistas, feministas y otros opositores, no quiere que las reivindicaciones se diluyan en la mesa de diálogo propuesta por Duque. La huelga pretende que se aparquen “una serie de medidas económicas que ha anunciado el Gobierno, que son típicamente regresivas tanto para el país como para los sectores sociales más vulnerables y también en particular para los trabajadores”, dijo Arias.

El comité mantiene una serie de exigencias, resumidas ahora en trece puntos, que inicialmente eran laborales y se han ido ampliando a reivindicaciones sociales, como la disolución del cuestionado Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía Nacional, unidad responsable de la muerte de Cruz y la represión de las protestas.

Entre el resto de los trece puntos destaca la petición para que el Gobierno retire la tramitación de las reformas laboral, tributaria y de pensiones, así como el plan de privatizaciones. Y también que se cumpla con los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC, que Duque quiere modificar, como prometió en campaña, arrastrado por el extremismo de su mentor, el expresidente Álvaro Uribe, lo que llevó a una polarización de la sociedad que ahora ha estallado en la calle.