Bolivia: Propuestas para no desandar lo avanzado y convertir en alternativa la incertidumbre

Lo que corresponde es construir una alternativa independiente y claramente diferenciada del neoliberalismo y del masismo, que adopte las principales demandas y preocupaciones populares referidas por ejemplo a: deshacerse del modelo extractivista y desarrollista imperante; construir una forma de relacionamiento armónico con la naturaleza, en concordancia con un enfoque antisistémico y anticapitalista que permita establecer un nuevo paradigma alternativo; atacar estructuralmente el machismo, la violencia y el patriarcalismo.



Propuestas para no desandar lo avanzado y convertir en alternativa la incertidumbre

Arturo D. Villanueva Imaña 

Bolpress

Publicado el: 13 diciembre, 2019 

El raudo dinamismo y la complejidad de los acontecimientos que han caracterizado al proceso de resistencia y liberación que ha seguido Bolivia en las últimas semanas, evidentemente ha tenido diversas etapas y momentos de evolución.

Llegará el momento, la distancia y la objetividad necesarias para analizar y desmenuzar con mayor detenimiento cada uno de esos hitos, el contexto y los entretelones determinantes para haber llegado a donde nos encontramos. Por ahora, parece más importante contribuir a la construcción de aquel futuro soñado que aparece como incierto, pero sobre todo en riesgo de caer nuevamente en una situación que destruya y/o retroceda las conquistas alcanzadas.

De lo que se trata es de identificar algunos aspectos clave, pero descuidados, y que son entendidos como fundamentales para evitar el grave riesgo señalado, así como para generar una alternativa popular acorde a su mandato y los objetivos esperados a futuro para el país.

Siguiendo aquella convicción colectiva tan potente que señala que “nadie se cansa, nadie se rinde”, hay que evitar aquel aletargamiento frecuente que suele seguir a los momentos de crisis superados. Encubierto en gran medida por una legítima sensación de desahogo y victoria al haber alcanzado una conquista que parecía improbable, el país podría perder insensiblemente aquella iniciativa y capacidad para anticiparse y modular los acontecimientos en favor del bien común y el interés nacional que la había caracterizado durante los más de 20 días de resistencia. Hay que hacer el esfuerzo para evitar que la conquista alcanzada vaya quedando en manos de esa infaltable casta de oportunistas y manipuladores que siempre han terminado apropiándose y desvirtuando las conquistas nacionales y populares.

Suele asumirse engañosamente que una vez superado aquel grave peligro que se cernía sobre el destino de la nación, las cosas podrán irse acomodando con la misma lógica. Nada más equivocado, porque nunca nada (ni aun en un plano inmóvil e inanimado solo existente en la imaginación), las cosas se organizan de una forma espontánea y súbita que no haya sido resultado de un impulso previo o fuerza motriz. No hay efecto sin causa, como reacción sin una acción previa.

Tal es la envergadura y trascendencia de la conquista liberadora alcanzada, que no puede ser abandonada a la incertidumbre y menos a la improvisación. Es conquista y es liberadora, porque se ha recuperado la libertad, los derechos conculcados y la democracia secuestrada, y el país se ha liberado de una autocracia prorroguista que quiso imponerse por medio del fraude electoral y la orden expresa de desatar la violencia y la destrucción criminal. Y aunque se ha señalado que un balance de lo acontecido deberá realizarse con mayor detenimiento a futuro, NO se puede olvidar y tampoco borrar hechos como la participación criminal de mercenarios internacionales y sicarios locales pagados con fondos públicos que conformaron bandas de matonaje delincuencial y vandalismo que provocaron muertes, destrucción de bienes públicos y privados, secuestros, etc., mismos que ni siquiera son mencionados en informes como el de la CIDH (aunque preliminar pero sesgado), de la que lo menos que podía esperarse es ecuanimidad, imparcialidad, e integralidad en los hechos investigados.

ALGUNAS PROPUESTAS.

La actual coyuntura ha dado lugar a algunas falacias y falsos dilemas que supuestamente están destinadas a consolidar las conquistas alcanzadas en la lucha de resistencia de los meses pasados. Dichas formulaciones aparecen como parte de las preocupaciones ciudadanas y se traducen como planteamientos y consignas destinadas a encarar el futuro del país. Estas son las más frecuentes que refutamos en modo propositivo.

1. Para desplazar definitivamente al régimen autocrático del masismo (curiosamente no se hace referencia al neoliberalismo y su intención de reinstalarse en el poder), es indispensable conformar la unidad monolítica de la oposición. Se trata de una idea equivalente a la que plantea que lo que importa es conformar un gobierno de unidad. FALSO.

Además de ocultar la intencionalidad e inclinación por reproducir antiguos pactos y contubernios que solo sirvieron como método de repartija de canonjías y cargos, lo que desnuda esta manera de encarar las próximas elecciones no es la formulación y planteamiento de un plan o proyecto nacional, tampoco una preocupación por consolidar la recuperación de la democracia, los derechos y la libertad reconquistados, o la necesidad de atender y resolver los problemas y demandas acuciantes del pueblo. Destaca más bien el interés por adueñarse del poder a nombre de la unidad nacional, con el añadido de que ello podría devolvernos y restaurar el neoliberalismo que ya fue expulsado a inicios del nuevo siglo.

Lo que corresponde es construir una alternativa independiente y claramente diferenciada del neoliberalismo y del masismo, que adopte las principales demandas y preocupaciones populares referidas por ejemplo a: deshacerse del modelo extractivista y desarrollista imperante; construir una forma de relacionamiento armónico con la naturaleza, en concordancia con un enfoque antisistémico y anticapitalista que permita establecer un nuevo paradigma alternativo; atacar estructuralmente el machismo, la violencia y el patriarcalismo; democratizar el ejercicio del gobierno, devolviendo y respetando el protagonismo y la independencia organizativa e ideológica a los movimientos, organizaciones y sectores sociales que todavía se mantienen cooptadas y sometidas; perfilar un nuevo tipo de democracia asentada en la participación social, la deliberación, las autonomías, la autodeterminación y el ejercicio pleno de libertades y derechos; desarrollar un proyecto nacional de descolonización orientado a resolver los profundos problemas de discriminación, racismo, exclusión social y sectarismo, que impiden construir lazos de respeto, solidaridad, reciprocidad, complementariedad e interculturalidad entre las culturas, los pueblos y los individuos de nuestra sociedad; anular y dejar sin efecto todas las medidas y (mega)proyectos extractivistas, destructores de la naturaleza y atentatorios contra las áreas protegidas y los derechos territoriales e indígenas y la propia vida; instaurar un juicio de responsabilidades por traición a la patria, crímenes de lesa humanidad, delitos electorales, corrupción y violación de preceptos constitucionales y democráticos a los mandatarios del gobierno del MAS, etc.

2. Se requiere elegir nuevos conductores y caudillos para salvar el país. FALSO.

La experiencia histórica (principalmente latinoamericana) demuestra que el caudillismo tiende a usurpar, concentrar y perpetuarse en el poder, pero sobre todo terminar estableciendo regímenes autoritarios, opresores y favorecedores de intereses transnacionales.

Lo que corresponde es promover la independencia organizativa y el desempeño autónomo de los sectores y organizaciones sociales para que se liberen de la dependencia y el sometimiento ideológico, prebendal y clientelar al que fueron rebajados, de modo que recuperen aquel rol protagónico en la defensa de sus derechos, la conquista de sus reivindicaciones y el planteamiento de propuestas que incidan en el establecimiento de nuevas políticas públicas.

3. El país exige al conformación y elección de un gobierno fuerte y decidido para enfrentar las arremetidas masistas. FALSO.

El masismo es una fuerza ciertamente no despreciable por ahora. Sin embargo, lo mismo que ocurre en la sociedad que necesita redefinir sus prioridades y tendencias predominantes, también se encuentra en un proceso crítico de reorganización que indudablemente repercutirá en la merma de su capacidad de convocatoria. Más aún si además ya no dispone de los recursos públicos para la prebenda, el clientelismo y la compra de lealtades. Por tanto, aquella tentación por reeditar un gobierno “fuerte” (que supuestamente serviría para sepultar al MAS), solo puede estar basado en la pretensión de alcanzar un Congreso mayoritario que imponga y vuelva a detentar los dos tercios en la Asamblea Legislativa. Es decir, que al margen de intentar reproducir una correlación indeseable que no se aviene a una de las principales lecciones aprendidas por la población, ni siquiera contempla las actuales tendencias electorales que no muestran ningún claro ganador. En todo caso, cuando se propone la consigna de concentrar el voto en un candidato que no se conoce ni existe en los hechos, bien podría ser entendida como una alerta para evitar la dispersión del mismo y terminar favoreciendo lo indeseable; en realidad no tiene un asidero consistente, porque nadie estaría en disposición de comprometer su voto por una candidatura que no conoce.

Lo que corresponde es buscar la conformación de un gobierno claramente diferenciado del neoliberalismo y el masismo, que tenga como base un programa político claro y tenga un proyecto nacional-popular.

4. Bolivia debe reencausar su destino restableciendo la República, retomando la democracia liberal, recuperando el estado de derecho y la institucionalidad democrática. FALSO.

Bolivia ya ha definido su marco constitucional, su estructura institucional y el tipo de democracia que quiere alcanzar. Las mismas no solo son reconocidas internacionalmente como de las más avanzadas a nivel mundial, sino que producto precisamente de la dinámica de sus acontecimientos y su historia, ha superado y dejado atrás aquel concepto liberal y republicano que pretende ser restaurado.

Lo que corresponde es dar cumplimiento a lo que manda la Constitución y lo que los propios acontecimientos se han encargado de establecer como mandato nacional. Intentar una experiencia como la que se plantea (a pesar de aparecer como una tarea incumplida o inconclusa), implicaría un retroceso conservador y retrógrado que, muy a pesar de insinuar la independencia de poderes, el respeto al estado de derecho, o el restablecimiento de la plena vigencia de derechos y libertades que fueron conculcadas en el régimen anterior, en cambio solo estaría destinado a chocar permanentemente con las nuevas y más profundas formas de relacionamiento entre el Estado y la sociedad que la propia población ya se ha encargado de poner en marcha y practicar.

5. Se deben elegir los candidatos que tengan las mejores cualidades para gobernar. FALSO.
Se trata de una verdad a medias, porque hace énfasis únicamente en los valores personales e individuales, olvidando que para cumplir adecuadamente la investidura de mandatarios, es indispensable atender y representar las principales tareas, preocupaciones y mandatos de la sociedad.

Indudablemente las cualidades, atributos y calificaciones personales son indispensables para garantizar un mejor cumplimiento de las responsabilidades y labores a encarar. Por eso este tipo de requisitos entrañan un concepto muy difundido para elegir personalidades con altos valores personales; sin embargo, siendo que los atributos y capacidades individuales evidentemente deben formar parte de las cualidades para cumplir un determinado servicio o función, éstas no deberían ser comprendidas como un requisito excepcional y extraordinario, sino más bien como un valor inherente para desempeñar adecuadamente la labor que corresponda.

En el caso de los candidatos a ocupar el servicio público más importante en una sociedad, si bien las cualidades y calificaciones son importantes, paralelamente deben incluir una íntima correspondencia con las principales y más importantes demandas, esperanzas y proyectos de la sociedad y el pueblo.
Hay una sustancial diferencia entre el acto de gobernar como un servicio público que atiende y da cumplimiento a lo que demanda la sociedad y define la Constitución, que atribuirse prerrogativas que no siempre responden al interés nacional y el bien común, y más bien se traducen como expresión frecuente de intereses particulares.

(*) Sociólogo, boliviano. Cochabamba, Bolivia. Diciembre 13 de 2019.