Análisis y balance del año 2019

Las formas y metodologías de los análisis de coyuntura deben cambiar puesto que ha cambiado o está cambiando la cartografía del sujeto social protagonista (¿Protagonista de qué? ¿De apoyar una vanguardia haciendo de carne de cañón?, ¿O aprendiendo a producir y reproducir la vida con sus propias manos?)



 Análisis y balance del año 2019
Jaime Yovanovic (Profesor J)

Las formas y metodologías de los análisis de coyuntura deben cambiar puesto que ha cambiado o está cambiando la cartografía del sujeto social protagonista (¿Protagonista de qué? ¿De apoyar una vanguardia haciendo de carne de cañón?, ¿O aprendiendo a producir y reproducir la vida con sus propias manos?) lo que nos lleva a comenzar con un ejemplo:

En Chile venció las elecciones la Unidad Popular y su candidato Salvador Allende con lo que la sensación de victoria circuló entre los partidos políticos de izquierda de Chile y el mundo. La secuencia histórica que parecía lineal sin serlo trajo el golpe militar y la dictadura de Pinochet para luego crecer nuevamente la sensación de victoria cuando la dictadura entregó el gobierno a la partidocracia. Esa sensación de victoria se fue apagando poco a poco, la gente se fue retirando del apoyo a los partidos, los cuales se quebraron en mil pedazos y con las sobras se arma un conglomerado que parecía contener a los sectores más avanzados que se llamó frente amplio gritando a los cuatro vientos que se tenía como modelo al frente amplio uruguayo, el cual fue derrotado estrepitosamente y sacado del gobierno, posteriormente la población chilena salió a la calle inaugurando una nueva época sin esperar a los partidos de izquierda o derecha que se reúnen entre ellos y firman un pacto de paz para avanzar a una nueva constitución, o sea, cuento corto, el pueblo sale por millones en una explosión social cuyas réplicas siguen estremeciendo todos los rincones de los territorios ocupados por el estado, y la partidocracia –el gobierno del pueblo sustituido por el gobierno de los partidos- se reúne allá arriba en las altas esferas del poder, se toman de las manos y se defienden como gato de espaldas del vandalismo que no sólo destruye decenas de tiendas comerciales y recintos institucionales, sino viene a destruir su paz social de la santa alianza partidos-milicos-empresas que ahora van a imponer una constituyente que modifique la anterior.

¿Dónde queda esta vez la victoria o la derrota?

La primera vez se trató de una victoria electoral: Ganó Allende.
Luego la derrota del golpe militar.
Luego la victoria del fin de la dictadura donde asume la partidocracia.
¿Fue realmente una victoria?
¿O los partidos nos engañaron sembrando la falsa ideas de que aquella era la democracia?
¿Cómo debe ser la victoria hoy día?

En un partido de fútbol se enfrentan dos equipos contrarios y uno gana y el otro pierde. El público apuesta a uno o al otro, se emocionan y hasta pueden llegar a las manos enfurecidos por la derrota.
En la política, que es la lucha por el poder, se enfrentan los adversarios y nos hacen pelear al resto con la promesa de beneficios y a veces por “ideales”.

La victoria hoy día en Chile no se dará en el resultado de la pugna por la nueva constitución, lo que será engañoso, pues los de arriba no van a soltar el poder, ni van a disolver las fuerzas armadas, ni van a expulsar las empresas que destruyen la madre tierra, ni van a acabar con las AFPs, ni van a devolver el agua, ni van a acabar con el monopolio de las farmacéuticas, ni van a dar la libre determinación al pueblo mapuche, en fin que no van a cambiar nada, salvo ampliar el derecho al aborto y el matrimonio igualitario para neutralizar a los sectores críticos. A los obreros no necesitan neutralizarlos pues los tienen domesticados con los partidos dirigiendo los sindicatos. A los estudiantes no necesitan neutralizarlos pues les basta que estén en su mayoría organizados detrás de las federaciones que también son dirigidas por partidos políticos.

La verdadera pugna se da entre el poder centralizado y la democracia descentralizada en los barrios y la unidad de barrios en las comunas, o sea, entre la soberanía popular puesta en acción mediante la autoorganización democrática entre vecinos o en la soberanía popular delegada en los burócratas de la partidocracia. Con o sin constitución esa seguirá siendo la contradicción y el antagonismo. Con cambios o sin cambios constitucionales, esa seguirá siendo la partida a ganar o perder. Podemos ir todos a votar por una nueva constitución o sólo votar el 10% de los electores. El resultado va a ser el mismo. Veamos cual va a ser el resultado:
1. Habrá una nueva constitución llena de derechos del pueblo, pero con el poder concentrado en los aparatos de dirección, de administración, de control y represión.
2. No habrán modificaciones en el control ejercido por los aparatos del poder, pues hasta los sectores más radicales de la izquierda extraparlamentaria necesitan el poder para aplicar su modelo de estado vertical y autoritario al estilo Maduro de Venezuela y Ortega de Nicaragua.
3. Durante un buen tiempo viviremos bajo la partidocracia administrando, disputando y compartiendo entre ellos los aparatos del poder, por lo que nada vamos a conseguir apoyando a los más rebeldes de un lado o del otro, sino que tendremos que aprender a vivir la democracia del barrio donde ni se gana ni se pierde, sino que se construye y se comparte.
4. Ese proceso de fortalecimiento del poder allá arriba que permite entrar por todos lados las empresas extractivistas que destruyen la naturaleza va a existir durante un tiempo en forma simultánea con la ampliación permanente de las formas de vida comunitaria y la autoorganización democrática de los vecinos preparándose para administrar a futuro los municipios desde abajo. De esa manera será la masividad de lo comunitario lo que permitirá desplegar las tareas de resistencia y construcción ante la ofensiva del despojo y la destrucción que se manifiesta de muchas maneras, entre ellas los incendios forestales que destruyen decenas y cientos de casas en Valparaíso.

Continuará m