Los megaproyectos
Son los megaproyectos de un país. El nuestro. Los mismos que, vemos, son respaldados por un solo hombre. A la fecha, no nos han respondido si las zonas afectadas están listas para el cambio de dinámica social. A mayor actividad, mayor demanda de servicios, desde carreteros hasta de luz y agua
03 de Enero de 2020
Se anuncian desde hace tiempo como la solución de muchos de los males de ciertas regiones del país. Pocas cosas como la infraestructura que se edifica colosalmente para ostentar desarrollo.
Lo sabe un gobierno de cualquier ideología. De izquierda o derecha, el concreto y el acero son el autohomenaje más inmediato de cualquier gobernante. Sabemos, nos lo recuerdan constantemente, que la 4T optó por tres megaproyectos para volverlos su insignia: el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya. No son los únicos, también están próximas obras como el corredor transístmico y la carretera transversal Pijijiapan-Palenque, así como la termoeléctrica en Huexca, Morelos.
Son los megaproyectos de un país. El nuestro. Los mismos que, vemos, son respaldados por un solo hombre. El indicado para ponerlos en marcha, por supuesto, pero uno que se ha asegurado de justificar su existencia. Aunque de ninguno de ellos conocemos su viabilidad. De hecho, de todos hay serios cuestionamientos de especialistas. Que si el espacio aéreo de la megalópolis no es apto para operar dos terminales de aviones; que cuál es el futuro de una refinería en un mundo que tendría que apostarle a las energías alternativas; que si el Tren Maya no es respaldado por las comunidades asentadas en el territorio por el que pasará. Fuera del deseo del Presidente, no hay una sola argumentación a su favor. La última en contra la expresó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional a propósito de sus 26 años y contra el Tren Maya y otros proyectos en la región:
“La bestia se zampa de un bocado pueblos enteros, montañas y valles, ríos y lagunas, hombres y mujeres (…) Hace un año, en diciembre de 2018, el capataz que ahora manda en el lugar que se llama México, hizo una simulación de que pidió permiso a la Madre Tierra para destruirla (…) Como el mandón de ahora fue, y es, el desprecio el arma que acompaña a sus militares, policías, guardias nacionales, paramilitares y programas contra insurgentes (…) Están dispuestos los pueblos zapatistas a sufrir desapariciones, encarcelamientos, asesinatos, calumnias y mentiras por defender la tierra que guardan y cuidan (…) La defenderemos hasta morir si es preciso…”.
Y la advertencia insurgente fue fácilmente desacreditada, tal como lo han sido las otras tantas argumentaciones que los megaproyectos han encontrado en contra. “Les falta información…”, dijo ayer Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional. Y puede que esto sea verdad, pero no sólo para el EZLN.
Información falta para todos aquellos que han lanzado cuestionamientos sobre la viabilidad de estos proyectos que costarán miles de millones de pesos.
A la fecha, no nos han respondido si las zonas afectadas están listas para el cambio de dinámica social. A mayor actividad, mayor demanda de servicios, desde carreteros hasta de luz y agua, por decir algo y lo más sencillo. Ya ni digamos estudios de impacto ambiental.
Sabemos que estos megaproyectos van.
Vimos a algunos ser avalados en consultas que también nos dejaron muchas preguntas. Pero esto no quita el dedo del tema que importa: si nuestro país se merece éstas construcciones, respaldadas sólo por el Presidente, ni siquiera por las comunidades que supuestamente serán beneficiadas.