Rudhramoorthy Cheran (nacido en 1960) es uno de los más notables poetas tamiles. Se vio implicado en el conflicto que enfrentó, en Sri Lanka, a los minoritarios tamiles hinduistas con los mayoritarios cingaleses budistas, de 1983 a 2009. Cheran, izquierdista y nacionalista tamil, fue detenido y torturado por la policía, y finalmente se vio obligado a exiliarse. Una compilación de sus poemas han sido publicados en castellano con el título Siembra solo palabras (Navona Editorial). Esta edición ha sido posible mediante la colaboración entre Isabel Alonso Breto y Sascha Ebeling. El libro se presenta en edición bilingüe, con los poemas en tamil al final.

 

¿Cómo empezó a interesarse en la literatura?

Empecé a leer a los 5 o 6 años y siempre he sido un lector voraz. De niño leí muchas obras extranjeras en traducciones al tamil. Y a partir de los 15 años empecé a leer en inglés. Creo que leí todas las obras importantes disponibles. Una vez contaron que podía leer 3.400 palabras en un minuto. Así es como me dedico a la lectura: leo ficción, no ficción, poesía, ensayo, guías de viajes… Todo.

¿Cómo ha marcado el conflicto de Sri Lanka su escritura?

Como joven, como estudiante, como periodista y como escritor, he sido testigo de muchas atrocidades y de muchas masacres. Y eso ha sido terrible. Algunas de las experiencias las he expresado en mi poesía. Y otras están presentes en mis artículos y reportajes. También en algunos capítulos de las memorias y obras de no ficción hablo de esta parte de mi vida, como cuando fui torturado por la policía.

Los policías cingaleses quemaron la biblioteca tamil de Jaffna en 1981. ¿Cómo le afectó a eso?

Yo fui testigo del incendio de la biblioteca. A mí me afectó de forma muy personal, porque le tenía mucha estima, a la biblioteca, desde que era muy joven. La oficina de mi padre estaba muy cerca, y los fines de semana yo iba a la biblioteca. Llegaba con mi padre, que me dejaba allí, se iba a trabajar y después me recogía. Me pasé una parte importante de mi infancia en la biblioteca. Me sentí impotente cuando vi la biblioteca quemando. La biblioteca estaba quemando y nosotros, en frente, no podíamos hacer nada, porque los militares y la policía, rabiosos, nos vigilaban. Mi poema “El segundo amanecer”, que da título también a uno de mis libros de poemas, está basado en este hecho. Aquel fue el momento de mi despertar político y poético.

El movimiento de liberación nacional tamil quiere la liberación nacional, pero también de clase, de casta, de género…

¿Qué relación tiene el movimiento de liberación tamil con las reivindicaciones sociales?

El movimiento de liberación nacional tamil es muy amplio. Quiere la liberación nacional, pero también de clase, de casta, de género… Quiere ser una liberación en todos los sentidos. Queríamos justicia e igualdad, para toda la sociedad. Eso nos viene de los marxistas. La idea de la liberación nacional viene de la confluencia entre la lucha nacional y la tradición marxista. Pero eso no funcionó, por desgracia.

¿Cuál fue su posición con respecto al conflicto tamil?

Yo fui de los primeros en crear el término “lucha por la liberación nacional”. En 1983 en un diario, ya apunté claramente que esa no era cualquier lucha, sino una lucha de liberación nacional. Eso fue una idea muy poderosa hasta 1996. Todos los grupos de lucha tamil se llamaban “movimientos de liberación”, siguiendo mi teoría. Diría que esta es una de las mejores contribuciones que pude hacer a la lucha política de los tamiles. Lo que pasó es que, con las armas, muchos perdieron el interés por la liberación y sólo querían luchar. Pasaron de la liberación nacional, al simple nacionalismo. El movimiento degeneró. Eso a mí me decepcionó, y empecé a criticarles. Después, todo el mundo ya me quería matar.

En Sri Lanka, cuando hablas en contra del poder, o mueres, o te vas…

¿Porque se vio obligado a marcharse de Sri Lanka?

Básicamente, porque yo era periodista. Me vi obligado a salir por mis artículos, por mis ideas políticas y por mis creaciones. En Sri Lanka cuándo hablas en contra del poder, o mueres o te vas…

¿Qué hizo cuando salió de su país?

Al principio fue muy difícil. La primera vez fui a vivir a Holanda, después pasé algún tiempo en Inglaterra, viajé por Alemania… Y en todas partes era muy difícil formar parte del establishment político y social, en parte por la lengua, y en parte, porque me sentía colonizado. Era una experiencia diferente de la que había vivido en Sri Lanka.

No me considero en el exilio, estoy más bien en una experiencia transnacional

¿Y ahora, cómo se siente en el Canadá?

Desde que vivo en Toronto las cosas han cambiado. Porque allí el proyecto de construcción nacional no se ha acabado. No hay una identidad étnica tan fuerte como en Holanda, o en España, o en Alemania. Cada año llegan miles de personas y la demografía todavía está cambiando. Tienen como política potenciar el multiculturalismo. Y allí me siento más capaz de formar parte de la cultura mainstream, en la academia, en la televisión. Allí soy uno más… Ahora ya somos más de 300.000 tamiles en Canadá. En resumen, no me considero en el exilio, estoy más bien en una experiencia transnacional. Ahora formo parte de allí donde vivo. Una parte importante de mí está en Canadá. Pero eso es un caso excepcional, no es un caso estándar. A pesar de todo, el mundo cada vez es más transnacional. Y esta es una centuria de migraciones.

La generación siguiente también cargará esta experiencia, porque se la transmitiremos

Pese a todo, ¿su obra todavía está marcada por la guerra?

Sí. Seguro. Yo he vivido una guerra y un genocidio. No es lo mismo vivir una guerra que escribir sobre una guerra. No es lo mismo vivir un genocidio que escribir sobre un genocidio. Y no se puede comparar vivir una guerra con un genocidio. Hay muchas experiencias que me siguen viniendo y que serán transmitidas. Hay un escritor que escapó a los campos nazis, Elie Wiesel, que en una entrevista, cuando le preguntaron porque continuaba escribiendo una y otra vez sobre el holocausto tantos años después, respondió: “porque no puedo evitarlo, siempre vuelve”. La guerra y las matanzas de tamiles siempre serán parte de mi vida, de mi existencia, de mi experiencia y de mi ser. La gente como yo, siempre lo llevaremos dentro. Y la generación siguiente también cargará esta experiencia, porque se la transmitiremos.

 

¿Sigue escribiendo en tamil?

Yo sigo escribiendo tanto en tamil como en inglés, y mis textos se publican simultáneamente en Sri Lanka, India, Singapur… Escribo en los diarios en inglés. Hago columnas para medios de Canadá y de India y también trabajé haciendo de opinador en la BBC. Cuando tengo la oportunidad de escribir sobre este problemas siempre lo hago. Una vez eres periodista, siempre lo serás.

¿Su poesía tiene conexiones con la tradición literaria tamil?

Yo diría que represento la continuidad de la literatura clásica tamil, que tiene unos mil años de trayectoria. Me inspiro en nuestra tradición; en vez de describir, hago metáforas con las imágenes de la naturaleza y con el lenguaje. La poesía tamil clásica tiene dos tendencias: la que habla de la guerra y la que habla del amor, y yo continúo la primera.

Yo doy apoyo a cualquier grupo nacional o étnico que luche para que sus derechos sean reconocidos. También en Catalunya

¿Está informado de lo que pasa en Catalunya? ¿Tiene una opinión formada sobre ello?

¡Sí! He estado estudiando y siguiendo todas las luchas por la igualdad y por la autodeterminación. Y tengo muy claro que nuestra identidad no nos puede ser impuesta por los otros. Tendríamos que tener la posibilidad de poder definir quiénes somos. Yo, por solidaridad, doy apoyo a cualquier grupo nacional o étnico que luche por su autonomía y para que sus derechos sean reconocidos. Y también en Catalunya. Nosotros tenemos que preguntar siempre lo que cada uno quiere. No podemos decidir por nadie. Este es el espíritu de la democracia.