R. Cheran: El genocidio de Sri Lanka fue permitido por las Naciones Unidas
Silvia Reyner
Barcelona, 7 dic (EFE).- Rudhramoorthy Cheran nació en 1960 en Alaveddy, una pequeña población en el norte de Sri Lanka. Creció rodeado de los clásicos de la literatura tamil, pero desde muy pequeño también se familiarizó con las obras de los poetas más jóvenes e izquierdistas que frecuentaban su casa.
Durante los años que pasó en la Universidad de Jaffna, la capital cultural de los tamiles, empezaron los conflictos étnicos y los disturbios civiles en Sri Lanka. Cheran los vivió en primera persona. La poesía fue su arma durante esos años y lo siguió siendo durante toda su vida, tras establecerse en Canadá, donde ejerce como profesor universitario.
Navona Editorial publica ahora “Siembra solo palabras”, una antología inédita en versión bilingüe (español y tamil) que ofrece una visión completa y fundamental de la trayectoria de Cheran, un poeta que actualmente es considerado uno de los más influyentes y reconocidos de Sri Lanka, y que ha hablado con Efe durante una visita a Barcelona.
Pregunta (P): Hay una idea general en nuestra sociedad de que la poesía se está extinguiendo. ¿Es necesario un cambio para reavivarla o simplemente está destinada a desaparecer?
Respuesta (R): Esta es una generalización típicamente occidental que no se puede aplicar a todo el mundo. A lo mejor es cierto que los lectores de poesía están muriendo, que los poemas ya no tienen el valor que tuvieron en otras épocas, pero esto es así en Europa o Estados Unidos, no en todo el mundo.
Hay muchas civilizaciones con una relación completamente diferente con la poesía de la que tienen los países de Occidente. Por ejemplo, la civilización árabe o la tamil, de donde yo provengo, tienen una relación mucho más cercana a la poesía. Los tamiles somos una de las civilizaciones más antiguas del mundo, tenemos más de 3.000 años de historia y la poesía siempre ha tenido un lugar muy importante en nuestra cultura. Lo ha tenido y lo tiene.
Por otra parte, si realmente quieres calcular la popularidad que tiene la poesía en un sitio no puedes sólo contar los libros de poemas que se venden, no es un buen indicador. Si mi libro está a la venta en una librería no habrá mucha gente que lo compre, pero si voy a una lectura de poemas y recito mis versos seguramente casi todo el público lo comprará al final. Cuando represento mis obras en India, porque en Sri Lanka no puedo, pueden llegar a asistir más de 10.000 personas que estarán recibiendo mis poemas.
P: Empezó a escribir poesía desde muy joven. ¿Cómo se adentró en ella? ¿Cuáles fueron sus inicios?
R: De hecho empecé a escribir poesía cuando era un niño. Tenía sólo 6 años. Mi padre era “Mahakavi”, el Gran Poeta, y se le considera una de las principales figuras literarias en la escritura moderna tamil de Sri Lanka. Empecé a recitar su poesía desde que aprendí a leer. Me interesé en la lectura muy pronto, leía de todo y la literatura comenzó a formar parte de mi. Publiqué mis primeros poemas con 9 años y ya no paré.
P: Durante todos estos años ha escrito muchísima poesía y a pesar de que es bilingüe todos sus poemas están escritos en tamil. ¿A qué se debe?
R: Me crié hablando únicamente tamil. Más tarde, cuando empecé a estudiar, aprendí inglés. Lo acabé dominando del todo cuando estudiaba en la Universidad de Jaffna, una época que coincidió con el comienzo de la guerra civil y las revoluciones en esta ciudad. En ese momento tuve dos opciones: unirme al movimiento militar y luchar o abandonar el país. Pero decidí quedarme y trabajar en un periódico que publicaba en inglés, el Saturday Review. Era alternativo y permitía la libertad de expresión y opinión defendiendo los derechos fundamentales para las minorías.
Después de ese período me exilié y el inglés se convirtió en mi otra primera lengua. La mayor parte de mi trabajo académico es en inglés, así como mis obras de teatro y mis memorias. Prácticamente lo único que escribo en tamil son poemas y eso se debe a que mi poesía creció en un entorno cultural y lingüístico muy particular que permanece muy ligado a mi pueblo y su gente. Ya me exilié de mi país, no quiero exiliarme también de mi lengua.
P: ¿Cree que cuando se traduce se pierde parte de la esencia del poema original?
R: Es inevitable que no se pierde nada en el proceso de traducción. Hay algunos poemas que pueden funcionar muy bien cuando se traducen, dependerá de la lengua, las palabras, metáforas e imágenes que el poeta use. Sin embargo, hay también poemas que ni siquiera deberían ser traducidos porque contienen un significado cultural que no es convertible a otras lenguas. La parte buena de conocer el inglés es que puedo trabajar codo con codo con los traductores y asegurarme de que se consiga un buen resultado final.
P: Cuando habla de temas relacionados con la guerra su poesía desprende una fuerte negativa a olvidar y a mantenerse callado. ¿No quiere permanecer en silencio o no puede hacerlo?
R: Cuando hay violencia, racismo y masacres estar callado es algo que no puedes hacer como poeta. Yo, por lo menos, no pude. Esta es la razón por la que acabé en el exilio: por no querer callarme.
P: Ha calificado muchas veces de genocidio lo que ocurrió en la guerra de Sri Lanka…
R: Así es, fue un genocidio. Cuando lo digo hablo como académico, como periodista, como escritor y como testigo. No es una retórica, no exagero. Llamar genocidio a un genocidio se ha convertido en un tema geopolítico. Muchos genocidios del siglo pasado no fueron reconocidos como tales y algunos aún no lo han sido. Hay muchísimas razones por las que los comités internacionales son reacios a llamar a un genocidio por su nombre. Y al final, eso los convierte a todos en cómplices.
P: ¿El gobierno indio fue uno de esos cómplices durante la guerra de Sri Lanka?
R: Lo fue, sin duda, y tengo problemas para renovar mi pasaporte por culpa de esto. Pero no fue el único cómplice. También lo fue China, Pakistán, Irán, Arabia Saudita, Estados Unidos… ¡Incluso las Naciones Unidas! Es el primer genocidio del siglo XXI y fue permitido por todo el mundo.
P: ¿Cómo afectó el trauma de la guerra a su obra poética? ¿No le resultaba muy difícil escribir después de ver atrocidades como la masacre tamil en mayo de 2002?
R: Fue muy doloroso. He visto todo tipo de cosas, las más grandes masacres y horrores. Pero escribir poesía es una forma de afrontar el dolor. El filósofo alemán Theodor Adorno dijo que no podría haber poesía después de Auschwitz. Sin embargo, los poemas que aparecieron eran el resultado de la reflexión sobre las brutalidades del régimen nazi y el Holocausto, algo que ayudaba a sanar las heridas. A mí me pasó algo similar y no pude escribir enseguida. Me tomó tiempo, un silencio traumático era necesario. Pero después empecé a escribir, ¡tenía que escribir! Yo creo que como poeta mi obligación es hablar de lo que no puede ser hablado para que se sepa lo que no puede ser sabido.
P: En esta antología inédita que ahora publica en tamil y español los poemas giran sobre todo en torno a la guerra, el amor y el mar. ¿Por qué el mar?
R: Nací muy cerca del mar. En mi pueblo no había ni montañas ni ríos. El mar era el único espectáculo natural majestuoso al que podíamos acceder. Mi imaginario se vio altamente influenciado por el mar. Cuando escribo y recuerdo mi país me vienen a la cabeza imágenes del mar, del paisaje que yo contemplaba y su grandiosidad. Los tamiles hemos sufrido un montón de tsunamis. Yo viví uno pero sobreviví y ahora puedo contar la fuerza y el poder del mar a través de mis poemas. EFE.
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Palabras que buscan la verdadera independencia
La editorial Navona traduce por primera vez al castellano una antología del poeta Raduhramoorthy Cheran, la voz más luminosa de la cultura tamil, étnia perseguida y asolada en Sri Lanka desde los años 80
Rudhramoorthy Cheran es poeta y de los buenos, de los que hacen que las palabras tengan cuerpo y por tanto, vida y memoria y realidad y tacto y canción, y por tanto es imposible ignorar. Nació en Sri Lanka, pero en realidad no lo hizo, porque no lo considera su país de origen, o el nombre Sri Lanka no le dice nada en absoluto, salvo odio y pavor. Nació, por tanto, en busca de un espacio libre donde existir. Porque Sri Lanka es un país que no sólo cierra los ojos ante su puelo, la cultura tamil, sino que desde principios de los 80 inició una persecución étnica contra los suyos hasta iniciar un genocidio que acabó prácticamente con todo lo que amaba. Él lo vivió en primera persona, estupefacto, hasta que se vio obligado a emigrar y, a partir de esa sensación de fracaso y rabia, buscar los caminos con los que ganar a las fuerzas opresoras y encontrar la paz.
Navona Editorial publica ahora «Siembra solo palabras», una antología inédita en versión bilingüe (español y tamil) que ofrece una visión completa y fundamental de la trayectoria de Cheran. «Me crié hablando únicamente tamil. Más tarde, cuando empecé a estudiar, aprendí inglés. Lo acabé dominando del todo cuando estudiaba en la Universidad de Jaffna, una época que coincidió con el comienzo de la guerra civil y las revoluciones en esta ciudad. En ese momento tuve dos opciones: unirme al movimiento militar y luchar o abandonar el país. Decidí quedarme y trabajar en un periódico que publicaba en inglés, el Saturday Review. Era alternativo y permitía la libertad de expresión y opinión defendiendo los derechos fundamentales para las minorías. Hasta que no tuve más remedio que exiliarme para salvar la vida. A partir de aquí la poesía fue la forma en la que seguía viva mi rabia contra toda esta locura», comenta Cheran en una entrevista con LA RAZÓN.
La poesía del escritor es siempre calma, tranquila, clara, comprensible, como si fuese lo más nítida posible para la vergüenza de sus verdugos y todos aquellos que han reducido la existencia de la cultura tamil a prácticamente la clandestinidad. Y en su claridad está su fuerza y su valentía, porque si todo se entiende, nada se esconde, y allí se confrontan los dos mundos, las de los perseguidos y la de los perseguidores. «Cuando hay violencia, racismo y masacres estar callado es algo que no puedes hacer como poeta. Yo, por lo menos, no pude. Esta es la razón por la que acabé en el exilio: por no querer callarme. Para mí la fuerza de la palabra es inconmensurable y a ella me rindo», asegura Cheran.
Aún así, no siempre es fácil mirar de frente al dolor de los que sufren y la crueldad de los que hieren y hablar de ello, sobre todo si la experiencia la has vivido en primera persona. «Es muy doloroso. He visto todo tipo de cosas, las más grandes masacres y horrores. Pero escribir poesía es una forma de afrontar el dolor. El filósofo alemán Theodor Adorno dijo que no podría haber poesía después de Auschwitz. Sin embargo, los poemas que aparecieron eran el resultado de la reflexión sobre las brutalidades del régimen nazi y el Holocausto, algo que ayudaba a sanar las heridas. A mí me pasó algo similar y no pude escribir enseguida. Me tomó tiempo, un silencio traumático era necesario. Pero después empecé a escribir, ¡tenía que escribir! Yo creo que como poeta mi obligación es hablar de lo que no puede ser hablado para que se sepa lo que no puede ser sabido», reflexiona Cheran.
Una poesía con fuego
Su vocación por la poesía nació pronto y a los nueve años ya publicaba sus primeros versos sin correción alguna. Su padre era poeta, una de las autoridades literarias de su cultura, por lo que siempre tuvo la literatura en la mesa. «Mi padre era “Mahakavi”, el Gran Poeta, y se le consideraba una de las principales figuras literarias en la escritura moderna tamil de Sri Lanka. Empecé a recitar su poesía desde que aprendí a leer. Me interesé en la lectura muy pronto, leía de todo y la literatura comenzó a formar parte de mi. Nunca pensé demasiado en cualquier otra cosa, en que había otras alternativas», reconoce Cheran. Su obra es buena prueba de ello
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Cheran: “La guerra y las matanzas de tamiles siempre serán parte de mi vida”
Gustau Nerín
El Nacional
Barcelona. Domingo, 1 de diciembre de 2019
Rudhramoorthy Cheran (nacido en 1960) es uno de los más notables poetas tamiles. Se vio implicado en el conflicto que enfrentó, en Sri Lanka, a los minoritarios tamiles hinduistas con los mayoritarios cingaleses budistas, de 1983 a 2009. Cheran, izquierdista y nacionalista tamil, fue detenido y torturado por la policía, y finalmente se vio obligado a exiliarse. Una compilación de sus poemas han sido publicados en castellano con el título Siembra solo palabras (Navona Editorial). Esta edición ha sido posible mediante la colaboración entre Isabel Alonso Breto y Sascha Ebeling. El libro se presenta en edición bilingüe, con los poemas en tamil al final.
¿Cómo empezó a interesarse en la literatura?
Empecé a leer a los 5 o 6 años y siempre he sido un lector voraz. De niño leí muchas obras extranjeras en traducciones al tamil. Y a partir de los 15 años empecé a leer en inglés. Creo que leí todas las obras importantes disponibles. Una vez contaron que podía leer 3.400 palabras en un minuto. Así es como me dedico a la lectura: leo ficción, no ficción, poesía, ensayo, guías de viajes… Todo.
¿Cómo ha marcado el conflicto de Sri Lanka su escritura?
Como joven, como estudiante, como periodista y como escritor, he sido testigo de muchas atrocidades y de muchas masacres. Y eso ha sido terrible. Algunas de las experiencias las he expresado en mi poesía. Y otras están presentes en mis artículos y reportajes. También en algunos capítulos de las memorias y obras de no ficción hablo de esta parte de mi vida, como cuando fui torturado por la policía.
Los policías cingaleses quemaron la biblioteca tamil de Jaffna en 1981. ¿Cómo le afectó a eso?
Yo fui testigo del incendio de la biblioteca. A mí me afectó de forma muy personal, porque le tenía mucha estima, a la biblioteca, desde que era muy joven. La oficina de mi padre estaba muy cerca, y los fines de semana yo iba a la biblioteca. Llegaba con mi padre, que me dejaba allí, se iba a trabajar y después me recogía. Me pasé una parte importante de mi infancia en la biblioteca. Me sentí impotente cuando vi la biblioteca quemando. La biblioteca estaba quemando y nosotros, en frente, no podíamos hacer nada, porque los militares y la policía, rabiosos, nos vigilaban. Mi poema “El segundo amanecer”, que da título también a uno de mis libros de poemas, está basado en este hecho. Aquel fue el momento de mi despertar político y poético.
El movimiento de liberación nacional tamil quiere la liberación nacional, pero también de clase, de casta, de género…
¿Qué relación tiene el movimiento de liberación tamil con las reivindicaciones sociales?
El movimiento de liberación nacional tamil es muy amplio. Quiere la liberación nacional, pero también de clase, de casta, de género… Quiere ser una liberación en todos los sentidos. Queríamos justicia e igualdad, para toda la sociedad. Eso nos viene de los marxistas. La idea de la liberación nacional viene de la confluencia entre la lucha nacional y la tradición marxista. Pero eso no funcionó, por desgracia.
¿Cuál fue su posición con respecto al conflicto tamil?
Yo fui de los primeros en crear el término “lucha por la liberación nacional”. En 1983 en un diario, ya apunté claramente que esa no era cualquier lucha, sino una lucha de liberación nacional. Eso fue una idea muy poderosa hasta 1996. Todos los grupos de lucha tamil se llamaban “movimientos de liberación”, siguiendo mi teoría. Diría que esta es una de las mejores contribuciones que pude hacer a la lucha política de los tamiles. Lo que pasó es que, con las armas, muchos perdieron el interés por la liberación y sólo querían luchar. Pasaron de la liberación nacional, al simple nacionalismo. El movimiento degeneró. Eso a mí me decepcionó, y empecé a criticarles. Después, todo el mundo ya me quería matar.
En Sri Lanka, cuando hablas en contra del poder, o mueres, o te vas…
¿Porque se vio obligado a marcharse de Sri Lanka?
Básicamente, porque yo era periodista. Me vi obligado a salir por mis artículos, por mis ideas políticas y por mis creaciones. En Sri Lanka cuándo hablas en contra del poder, o mueres o te vas…
¿Qué hizo cuando salió de su país?
Al principio fue muy difícil. La primera vez fui a vivir a Holanda, después pasé algún tiempo en Inglaterra, viajé por Alemania… Y en todas partes era muy difícil formar parte del establishment político y social, en parte por la lengua, y en parte, porque me sentía colonizado. Era una experiencia diferente de la que había vivido en Sri Lanka.
No me considero en el exilio, estoy más bien en una experiencia transnacional
¿Y ahora, cómo se siente en el Canadá?
Desde que vivo en Toronto las cosas han cambiado. Porque allí el proyecto de construcción nacional no se ha acabado. No hay una identidad étnica tan fuerte como en Holanda, o en España, o en Alemania. Cada año llegan miles de personas y la demografía todavía está cambiando. Tienen como política potenciar el multiculturalismo. Y allí me siento más capaz de formar parte de la cultura mainstream, en la academia, en la televisión. Allí soy uno más… Ahora ya somos más de 300.000 tamiles en Canadá. En resumen, no me considero en el exilio, estoy más bien en una experiencia transnacional. Ahora formo parte de allí donde vivo. Una parte importante de mí está en Canadá. Pero eso es un caso excepcional, no es un caso estándar. A pesar de todo, el mundo cada vez es más transnacional. Y esta es una centuria de migraciones.
La generación siguiente también cargará esta experiencia, porque se la transmitiremos
Pese a todo, ¿su obra todavía está marcada por la guerra?
Sí. Seguro. Yo he vivido una guerra y un genocidio. No es lo mismo vivir una guerra que escribir sobre una guerra. No es lo mismo vivir un genocidio que escribir sobre un genocidio. Y no se puede comparar vivir una guerra con un genocidio. Hay muchas experiencias que me siguen viniendo y que serán transmitidas. Hay un escritor que escapó a los campos nazis, Elie Wiesel, que en una entrevista, cuando le preguntaron porque continuaba escribiendo una y otra vez sobre el holocausto tantos años después, respondió: “porque no puedo evitarlo, siempre vuelve”. La guerra y las matanzas de tamiles siempre serán parte de mi vida, de mi existencia, de mi experiencia y de mi ser. La gente como yo, siempre lo llevaremos dentro. Y la generación siguiente también cargará esta experiencia, porque se la transmitiremos.
¿Sigue escribiendo en tamil?
Yo sigo escribiendo tanto en tamil como en inglés, y mis textos se publican simultáneamente en Sri Lanka, India, Singapur… Escribo en los diarios en inglés. Hago columnas para medios de Canadá y de India y también trabajé haciendo de opinador en la BBC. Cuando tengo la oportunidad de escribir sobre este problemas siempre lo hago. Una vez eres periodista, siempre lo serás.
¿Su poesía tiene conexiones con la tradición literaria tamil?
Yo diría que represento la continuidad de la literatura clásica tamil, que tiene unos mil años de trayectoria. Me inspiro en nuestra tradición; en vez de describir, hago metáforas con las imágenes de la naturaleza y con el lenguaje. La poesía tamil clásica tiene dos tendencias: la que habla de la guerra y la que habla del amor, y yo continúo la primera.
Yo doy apoyo a cualquier grupo nacional o étnico que luche para que sus derechos sean reconocidos. También en Catalunya
¿Está informado de lo que pasa en Catalunya? ¿Tiene una opinión formada sobre ello?
¡Sí! He estado estudiando y siguiendo todas las luchas por la igualdad y por la autodeterminación. Y tengo muy claro que nuestra identidad no nos puede ser impuesta por los otros. Tendríamos que tener la posibilidad de poder definir quiénes somos. Yo, por solidaridad, doy apoyo a cualquier grupo nacional o étnico que luche por su autonomía y para que sus derechos sean reconocidos. Y también en Catalunya. Nosotros tenemos que preguntar siempre lo que cada uno quiere. No podemos decidir por nadie. Este es el espíritu de la democracia.