El sueño de la razón
Satélites privados y redes 5G: invasión corporativa del espacio
Silvia Ribeiro
El capitalismo, sea de mercado o de estado, no sólo ha contaminado la Tierra y todos sus ecosistemas, también ha producido una cantidad considerable de basura espacial que orbita el planeta. Ahora, con la ambición de crear redes de internet super-rápidas para crear nuevos mercados, la invasión del espacio y de nuestros cielos avanza en forma vertiginosa. No existe regulación de estos usos, mucho menos evaluación de los impactos que tendrá sobre los habitantes del globo. No se trata sólo de lo que sucede en el espacio (no tan exterior, ya que son órbitas bajas), también de las radiaciones electromagnéticas que pueden interferir con telescopios y otros instrumentos de medición científica, y las que llegarán a todas y todos cuando se masifique, ya que la idea es pasar de los actuales 2000 satélites en actividad, a decenas de miles, controlados por unas cuantas trasnacionales.
Impactos que sumarán al aluvión de impactos económicos, sociales, políticos, de vigilancia y en salud y ambiente que conlleva el desplegar a escala el llamado Internet de las Cosas, para lo cual la expansión de redes 5G y satelitales es esencial.
Desde mediados de 2019, la compañía SpaceX, del multimillonario Elon Musk, ha lanzado 240 satélites de baja órbita, en paquetes de a 60 por cada lanzamiento, para formar lo que llama “una mega-constelación” de satélites para internet. El proyecto, que la empresa llama Starlink, pretende colocar en un plazo de 4 años pretende miles de satélites, principalmente para internet, pero también para uso militar y de exploración. El gobierno de Trump ya autorizó a SpaceX a poner en órbita 12,000 satélites, SpaceX planea solicitar para 30,000 más. Musk fue el único de los grandes empresarios de informática y plataformas digitales que cuando Trump asumió no participó en las acciones “hostiles” que otras empresas de tecnología le plantearon al inicio porque sus restricciones afectaban sus negocios. Este proyecto fue sin duda la motivación principal de que Musk diera su apoyo entusiasta a Trump.
Los satélites lanzados por SpaceX se colocaron en órbitas bajas de la Tierra. El plan es que haya varias capas de satélites que rodeen todo el planeta, la mayoría en un rango de altura de 330 a 550 kilómetros. Su meta explícita es multiplicar la capacidad, velocidad y latencia de internet complementando a las redes 5G que se están instalando en tierra.
SpaceX es la primera en poner este tipo de satélites en órbita, pero existen proyectos similares de una decena de trasnacionales, entre ella Amazon, OneWeb, Samsung, Boeing, Commsat, todas pensando en colocar miles de satélites cada una, para sus propias redes y en competencia con las otras. Es el espejo de las guerras comerciales entre las telefónicas e informáticas por el control de las tecnologías 5G (De la que las agresiones de EUA contra la china Huawei son parte)
Actualmente, hay aproximadamente mas de 5000 satélites en órbita, con propósitos de exploración, científicos y de comunicación, pero hay menos de 2000 funcionales, por lo que si SpaceX realmente logra colocar los más de 4000 que pretende hasta 2024, será por lejos quien domine las frecuencias desde el espacio. Con la cantidad actual de satélites, ya hay un volumen muy importante de basura, que provoca colisiones todo el tiempo, un tema que sin duda aumentará, con consecuencias imprevistas.
Si bien ya se usa comunicación satelital, este tipo de satélites pequeños y a baja altura pretende masificar su uso, llegar a sitios aislados o actualmente inaccesibles, donde no llegan las torres de comunicación, aumentar la velocidad, el volumen de datos trasmitidos y reducir la latencia, que es la velocidad desde que se emite un mensaje hasta que el paquete de datos llega al destinatario desde el servidor. Actualmente, la latencia de comunicación satelital es mucho mayor que la banda ancha de internet.
Para avanzar en el Internet de las Cosas, la velocidad, volumen de datos, latencia y continuidad son temas fundamentales. La idea es multiplicar exponencialmente los aparatos digitalizados y conectados, desde la producción industrial a los servicios y hogares. Por ejemplo, el refrigerador detectará que no hay leche, y basado en los patrones de consumo, podría ordenarla por sí mismo al supermercado, que la entregará en un dron u otro vehículo no tripulado, pagando con una tarjeta integrada. Es el sueño del capitalismo: adelantarse a la decisión de comprar, adivinando lo que supuestamente necesitamos, y haciéndolo por nosotros. El Internet de las Cosas, pretende además integrar los procesos industriales y conectarse con el Internet de los Cuerpos (estado de salud, humor, consumos, relaciones), con los sistemas de educación y demanda de mercado adaptados entre sí, los sistemas políticos, represivos, institucionales, etc. Es una visión extrema de un capitalismo de mercado auto-regulado, donde los actores son empresas y consumidores y entre ellos una capa de robots y trabajadores, servicios financieros y bancarios digitalizados, etc. Los vehículos no tripulados y fábricas automatizadas son un componente fundamental del modelo, y por eso la continuidad permanente y latencia son claves.
Por supuesto hay mucho más que discutir sobre esta distopía. No obstante, el despliegue de los satélites de SpaceX y de las redes 5G en Tierra, aunque seguramente tendrán muchos problemas técnicos y sufren de un exagerado optimismo tecnológico, ya están en marcha y muestran que el desarrollo capitalista va por ese camino.
En el caso de los satélites de SpaceX, me tocó ver desde Sudámerica el efecto del cuarto lanzamiento de 60 satélites Starlink que se desplazaban en la noche como un tren de estrellas. Esta visión que es bastante fascinante cuando se ve por primera vez, reveló para los astrónomos que la contaminación lumínica del cielo, con la instalación de miles de satélites, obstruirá la observación del cosmos y en muchos casos la impedirá, ya que los telescopios científicos más potentes basan la observación en el registro durante horas, para comparar los movimientos estelares. No suponían que los satélites tendrían tal grado de luminosidad que serian visibles a simple vista. Musk contestó que esto solo sucederá en la instalación, ya que luego estarán a una altura mayor, y serán ocultos por la sombra de la Tierra. No obstante, esto es especulativo. Los astrónomos estiman que la multiplicación exponencial de satélites y la necesidad de que estén conectados en todos los puntos de la Tierra y en todos los momentos, podría llevar a que hubieran cientos de puntos visibles hasta altas horas de la noche y antes del amanecer.
Sin duda, hay muchos componentes especulativos. Lo que parece claro es que tanto en la noche como en el día, la intención de estas redes corporativas, contrariamente a lo que anuncian, no es que estemos mejor comunicados, sino que todas las comunicaciones pasen por ellas.